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Animation, TV Asahi,DiC y otras. Sus derechos en Mexico son propiedad de Ban-
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Yaocihuatl Coyolxauhqui y cualquier otro personaje desarrollado originalmente
en este Fanfic es propiedad intelectual mía. Por favor, no haga uso de ellos
sin autorización previa.
Aunque ubicada en zonas geográficas reales, los sitios específicos,
situaciones y personajes descritos son obra de la imaginación del autor,
cualquier semejanza con hechos o personas reales es obra de la casualidad.

Vemos a Milagros y Tameme dirigiéndose a la secundaria, como de costumbre.
Tameme: Entonces, no cihuanton, ¿sigues teniendo esa pesadilla?
Milagros: Sí. No sé por qué cada noche tengo que soñar con ese cuchillo negro,
si yo era de las que difícilmente tenían sueños. ¡Daría lo que fuera por saber
a quién pertenece esa voz!
Tameme: Yo no, al menos no todavía...
Milagros: ¿Dijiste algo?
Tameme: ¡Guau!
Voz: ¿Por qué siempre tengo la impresión de que haces algo más que caminar con
tu perro?

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El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui
Amoxtli Ce: El Largo Camino a la Redención.
Amatl Chicuei (Capítulo 8): El hombre detrás del Aguila.
Por: Mahtlactli Atl.
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Milagros volteó, y acto seguido salió corriendo a abrazar a...
Milagros: ¡LOLA!, ¡qué alegría!, ¿ya estás bien?
Dolores: Claro, y todo gracias a Malinalli, ¿sabías que me visitó no menos de
cinco veces en el hospital?
Milagros: No, pero no me extraña de ella en absoluto.
Justo cuando ambas llegaban a la entrada de la escuela, un camión hacía parada
en la calle. Varios alumnos bajaron, muchos de los cuales inmediatamente fueron
a saludar a Dolores. Hasta el último, como siempre, bajó Malinalli.
Pero para sorpresa de todos, Dolores dejó a Milagros su mochila, se olvidó de
las muestras de afecto de los demás, y se dirigió hacia ella.
Dolores: ¡Malinalli!
Malinalli no se esperaba que Dolores la abrazara delante de todos, y por un
momento no supo qué decir.
Malinalli: ¿Co-cómo?, ¿ya te dieron de alta?
Dolores: ¡Claro que sí!, ¡Mírame!, ¡Estoy como nueva! (En ese momento, notó las
miradas de sorpresa que muchos de sus compañeros le dirigían) ¿Algún problema?
Varios gotones salieron en las cabezas de los presentes, y enseguida se metieron
a la escuela.
Dolores: (Apenada) Lo siento...
Malinalli: ¿Tú?, ¿qué cosa?
Dolores: Sé que yo tuve mucho que ver para que no fueras bien aceptada, pero
espero que tú y yo sigamos siendo amigas.
Malinalli: (Con los ojos húmedos) Cuenta con ello...
Dolores: (Alegrándose de repente) ¡Cielos, casi lo olvido! (Toma a Malinalli
por el codo y la lleva a donde se encuentra Milagros) ¡Traje algo para ti!
Esta vez, tanto Malinalli como Milagros están tan estupefactas, que hasta se
olvidan de saludarse. Dolores toma su mochila y saca de ella una caja de
zapatos.
Dolores: Toma. Esto es para tí.
Malinalli pone la caja en el suelo y la abre, y se encuentra con un par de
zapatos, muy parecidos a los que le rompió el Yecapil de Coyolxauhqui, cuando
Dolores estaba poseída. Tanto ella como Milagros se ponen pálidas, y les salen
tremendos gotones en la cabeza.
Dolores: ¿Pasa algo? Si no te gustan, puedo hacer que los cambien...
Malinalli: (Reaccionando y colocando su muñón tras la cabeza) ¿Eh? ¡no-no-no-no,
para nada! ¡Están preciosos!, es sólo que... sabes... (Milagros levanta uno y lo
observa como no creyendo lo que ve) Se parecen muchísimo a los que usaba en mis
primeras clases aquí.
Dolores: Bueno, de hecho (se sonroja) al principio pensaba que era lo único que
valía la pena de ti; me gustaban mucho, pero como en tus visitas al hospital no
los llevabas, pensé en regalarte unos iguales. ¡Pero bueno, entremos a la
escuela, o llegaremos tarde! (Da unos pasos corriendo, pero Malinalli y Milagros
están como congeladas en su sitio. Entonces se detiene y voltea) ¡Por cierto,
Mily, mi primo va a hacer un gran anuncio en el entrenamiento de hoy!, ¡No vayas
a faltar! (Entra corriendo).
Varios segundos de silencio. Las dos chicas están como petrificadas.
Milagros: ¿Ma-Maly?
Malinalli: ¿Tú-tú crees que ella recuerde algo?
Entonces ambas se voltean a ver, y cada una se ríe de la cara que tiene la otra.
En eso, las interrumpe el prefecto de la escuela.
Sr. Cruz: No estarán planeando irse de pinta, ¿verdad, señoritas?
Milagros y Malinalli: (Aterradas) ¡¡LAS CLASES!!
Ambas salen disparadas rumbo a sus respectivos salones.

Por la tarde, vemos a Milagros, Malinalli y Tameme caminando rumbo al campo de
entrenamiento.
Milagros: Veo que ya estás estrenando tus zapatos.
Malinalli: Sí, y de verdad están muy cómodos. ¿Sabes? Estaba pensando...
Milagros: ¿Sí?
Malinalli: Respecto a lo de esta mañana...
Tameme: ¡Qué cosa?
Malinalli: No sé... Tal vez subconscientemente ella recuerde algo, aunque para
ella sólo sea un sueño..., o ni siquiera lo recuerde como eso...
Tameme: Ojalá así sea; si es así, no tendremos de qué preocuparnos. Entre menos
gente sepa sobre nuestra misión, mejor.
Milagros: ¿Y cuántas somos?
Tameme: ¿Cómo?
Milagros: Sí, tú sabes, ¿cuántas ya... yao...?
Tameme: ¿Yaocihuameh?
Milagros: Eso mero. ¿Cuántas somos?
Tameme: Pues, bien, bien, no sé. Yo era muy apegado a no nantzin Coatlicue para
saberlo. Tengo entendido que eran alrededor de nueve, pero debemos reunir por
lo menos a siete para poder enfrentar a Tezcatlipoca.
Malinalli: ¿Siete?, ¿por qué siete?
Tameme: Es un número de buen agüero.
Ambas chicas ponen cara de contrariedad.
Dolores: (Gritando desde el campo) ¡Mily, apresúrate!
Milagros: ¡Ya voy! (A Malinalli) Ahorita nos vemos.
Milagros se dirigió al centro del campo, donde las demás estaban sentadas en el
suelo, alrededor de Bertha y Manuel.
Manuel: ¡Muy bien, muy bien!, ¿ya llegaron todas?
Susana: ¡Faltan dos!
Manuel: Bueno, no deben tardar. Chicas, la coach Bertha tiene algo que decirles.
Adelante (se sale del círculo de jugadoras).
Bertha: (Aclarándose la garganta) Bueno, chicas, sé que no hace mucho tiempo
Que estoy con ustedes, pero creo que hemos hecho un buen trabajo, ¿ustedes
qué opinan?
Jugadoras: ¡SI, COACH!
Bertha: (Negando con la cabeza) ¡No, no, no!, ¡Aquí nadie se va a ir a la banca
o será expulsada si no es esto lo que realmente siente, así que sientan toda la
libertad de ser sinceras. ¿Hemos hecho un buen trabajo?
Jugadoras: (Aún más fuerte) ¡¡¡SI, COACH!!!
Bertha: Se los agradezco, chicas, porque ha llegado la hora de pasar de la
teoría a la práctica. ¡Tenemos juego el próximo sábado!
Unos segundos de silencio.
Bertha: ¿Pasa algo?
Dolores: (Con gotón y cara graciosa) ¿Di-di-dijo...?
Bertha: (Sonriendo) "Dijiste".
Dolores: (Con la misma cara) ¿¿¿Di-di-diji-dijiste JU-JUGAR???
Bertha: Sí. Este sábado en Naucalpan a las nueve de la mañana.
Inmediatamente todas las jugadoras se levantaron de un brinco, y empezaron a
festejar como si hubieran ganado el campeonato, abrazándose entre ellas y con
los entrenadores.
Manuel: (Sonando su silbato) ¡Está bien, está bien! ¡Guarden esas energías para
el sábado! Ahora vamos a empezar a trotar, así que las que necesiten alistarse
aún, háganlo ya. ¡Adelante!
Varias de las chicas fueron hacia sus cosas en la tribuna, entre ellas Milagros,
quien fue hacia donde ya se encontraban sentados Malinalli, Tameme y...
Milagros: ¡Donají, hola! ¿qué te trae por aquí?
Donají: El viento nada más. Estaba hablando con Malinalli de...
Milagros: ¿Oíste lo que dijeron, Maly, lo oíste? ¡¡por fin vamos a jugar!!
Malinalli: Te felicito, Milly.
Bertha: (Llegando con el grupo y poniendo las manos sobre los hombros de
Milagros) Veo que te alegró mucho la noticia.
Milagros: Sí, coach, ¡Imagínese! Llevo casi un año aquí, y nunca he tenido la
oportunidad de jugar un partido de verdad.
Bertha: Ya verás cómo disfrutarás de este juego más de lo que imaginabas.
Malinalli, mi oferta sigue en pie.
Malinalli: Gracias, pero no.
Bertha: Bueno, no pierdo la esperanza en que aceptes antes de que nos acepten en
una liga. Te espero en el campo, Mily.
Milagros: Gracias, coach. (A Donají) Perdón, ¿me decías?
Donají: No... no es tan importante. Ve al campo, a la salida te digo.
Milagros: ¡Uyyy, cuánto misterio! ¡Nos vemos al ratito!
Ese día la práctica fue mucho más animada de lo acostumbrado, incluso los
coaches tuvieron que repartir menos indicaciones, pues las chicas parecían
entender a la primera. Luego de 90 minutos, Manuel sonó el silbato para indicar
el final de la práctica.
Manuel: ¡Muy bien, muy bien, las felicito! ¡Sentadas todas por favor! (Las
chicas se sientan, y Manuel se pone súbitamente serio, hablando con mucho
énfasis) Escuchen bien, chicas. Quiero que tengan todas ustedes muy claro que
no será nada fácil lo del partido. Nos enfrentaremos a un equipo con experiencia
en una liga formal, y es muy posible que nos llevemos una buena paliza. ¡Tal vez
incluso nos detengan el juego cuando estemos abajo por más de 50 puntos! Así
que, si alguna de ustedes piensa desertar en caso de que eso suceda, espero que
lo haga ahora...
Todas guardaron silencio y se quedaron sentadas.
Bertha: ¡Muy bien!, ¡las felicito a todas ustedes!, pero créanme que felicitaré
mucho más a todas las que estén aquí el lunes. Este sábado, todas y cada una de
ustedes demostrarán quiénes están realmente interesadas en practicar el tocho
banderola. ¿Alguna pregunta?
Una chica rubia y con marcado acento argentino, alzó la mano.
Bertha: ¿Sí, Romina?
Romina: ¿Cuándo nos dan los uniformes?
Repentinamente, las caras de Bertha y Manuel se ensombrecieron.
Manuel: (Sonrojado) Bueno, chicas... verán... logré convencer a algunos de los
jugadores del equipo para que nos prestaran sus jerseys. Yo también prestaré el
mío... sólo que...
Dolores: ¿Qué pasa?
Manuel: No podemos usar el nombre del club.
Varias jugadoras: ¿Cómo?
Bertha: Así es, chicas. La mesa directiva del club votó en contra de que
usáramos los colores y el nombre.
Susana: (Levantándose indignada, y hablando con sarcasmo) Espéreme, espéreme,
¡déjeme adivinar! El señor García votó a favor de nosotras, ¿no? (Ambos coaches
asienten) ...pero, el siempre simpatiquísimo Coach Cuevas votó en contra, ¿o me
equivoco? (Los dos coaches negaron). ¿Y el resto de la mesa directiva, qué hizo?
Bertha: Como fue en asamblea del club... fueron 40 votos en contra, por 20 a
favor.
Manuel: Y las 20 familias que votaron en contra, son las que prestarán los
jerseys.
Bertha: Así que, chicas, cada una deberá llevar sus propias bermudas y calcetas.
Si no tienen bermudas, un short bastará, pero que se de color oscuro.
Muchas de las chicas se sintieron muy desilusionadas, algunas más estaban
furiosas, y otras a punto de llorar.
Dolores: Vamos, chicas, ¡cálma!
Milagros: ¡Es verdad! ¿qué les parece si, en señal de protesta, jugamos con otro
nombre?
Susana: ¡Vaya, "Tuca", esa sí que me gustó! ¡Apoyo la propuesta!
Romina: ¡Yo también, yo también!
Dolores: Pues... yo no estoy muy segura...
Manuel: Es cierto, tal vez entonces hasta los que accedieron a prestarnos los
jerseys se nieguen.
Bertha: ¡No, no!, ¡me parece una buena idea!, uno de mis entrenadores tuvo un
pequeño equipo por unos meses, pero no funcionó. Llamaré para ver si conserva
esos uniformes, y mañana les informaré.
Romina: Si acaso aún los tiene, ¿de qué color son?
Bertha: Azul claro.
Romina: ¡Celeste!, ¡Macanudo!, ¿por qué no llamarnos "gauchas"?
Milagros: ¿De casualidad tienes algún parentesco con una chica llamada
Francisca?
Romina: Es mi prima, ¿a qué viene?
Milagros: Nooooo, por nada...
Susana: ¿Qué tal "Celestes"?
Bertha: Esperen. Aún no votamos si dejaremos de lado el nombre del club o no.
Susana: Eso ya lo decidió el club.
Bertha: Pero hay que tener en cuenta que varias de las que aquí están vienen por
hermanos o familiares que son parte del club, y por ello están aquí.
Una jugadora: (Parándose) ¡Eso es mi caso, y estoy de acuerdo en que usemos otro
nombre!
Bertha: Bueno, bueno, vamos a votar. Todas las que estén a favor de no usar el
nombre del club, alcen la mano.
12 de las 14 jugadoras levantaron la mano, junto con Bertha.
Bertha: ¿Quiénes están en contra?
Manuel, Dolores y otra chica alzaron la mano. Todas las demás se quedaron viendo
a Manuel, esperando a ver qué decía.
Manuel: Bueno... ¡qué caray!, ¿quiénes votan por "Celestes"?
Todas menos Romina alzaron la mano.
Manuel: Bueno, Alberti, lo siento. Creo que este equipo ya tiene nombre.
Todas las chicas se abrazaron, brincando y gritando: "¡Celestes, celestes!",
hasta que Manuel sonó su silbato.
Manuel: ¡Muy bien, todas a casa! ¡Nos vemos aquí mañana!
Bertha: ¡A ver, todas pongan sus manos al centro! (Todos juntaron sus manos al
centro) ¡¿Listas?! ¡¡UNO, DOS, TRES...
Todas: ...CELESTES!!

Poco después, Milagros y sus amigos caminaban a la avenida donde Malinalli
tomaba el camión rumbo a Ecatepec.
Milagros: (Con una enorme sonrisa, y zapateando) ¡Qué emoción, qué emoción! ¡por
fin voy a jugar!
Donají: Te felicito.
En ese momento, Milagros notó lo sería que venía Malinalli.
Milagros: Maly, ¿te pasa algo?.
Malinalli: (Con gotón) ¿Eh?, ¡no, nada!
Donají: Creo que yo tengo algo que ver con eso.
Milagros: (Tras parpadear dos veces) ¿Cómo dices?

Poco después, los tres están comiendo en una pequeña fonda.
Donají: Como le decía a Malinalli en el campo, mis compañeros de la facultad me
dieron tres boletos para un baile mañana por la noche.
Milagros: ¿Y qué con eso?
Donají: Pues que quisiera que ustedes dos me acompañaran.
Milagros: ¿¡Nosotras!?
Donají: Claro, ¿por qué no?
Milagros: (Con una sonrisa pícara) Apuesto a que no tienes mucha suerte con las
chicas.
Donají: Pues no, últimamente no.
Milagros: (Sonrojándose) Lo siento...
Donají: Pero tu amiga no quiere venir.
Milagros: ¿Maly?
Malinalli sólo negó con tristeza, viendo a los muñones que tenía apoyados sobre
los muslos.
Milagros: (Levantándose resueltamente) ¡Muy bien! Iremos, pero con dos
condiciones.
Donají y Malinalli la vieron asombrados.
Donají: ¿Cuáles?
Milagros: Primero, deberás pedir permiso a nuestras familias.
Donají: Desde luego. No hay problema.
Milagros: Y segundo, promete que bailarás toda la noche con Maly.
Malinalli: ¿Cómo?
Donají: Bueno... a ninguna de las dos las conocen... pensaba bailar con ambas...
Milagros: (Guiñando un ojo) No te preocupes. Soy buena para bailar y no pasaré
mucho tiempo sin pareja, ¿qué dices?
Malinalli: ¡Espera! No puedo aceptar esto.
Milagros: ¿Acaso no sabes bailar?
Malinalli: No... sí... bailar sí puedo, pero...
Milagros: ¡Entonces no se hable más!
Malinalli: Pero si ambas vamos a ir con él, lo justo es que ambas bailemos con
él...
Donají: (Con gotón) Esperen, chicas...
Milagros: (Cruzando los brazos) Muy bien, ¡que sean las tres primeras piezas!
Donají y Malinalli: ¿Cómo?
Milagros: Sí. Le darás a Malinalli las primeras tres piezas, y si para entonces
ella ya tiene otra pareja, entonces podremos bailar tú y yo. ¿Te parece?
Donají: A mí me parece una muy buena idea.
Milagros: ¿Maly? (Malinalli sólo asintió lentamente). ¡Muy bien, está decidido!
¿qué les parece si me acompañan a mi casa, para que le pidas permiso a mis papás
y hables con el tío de Maly?
Malinalli: ¿No serán demasiadas molestias en tu casa?
Milagros: A lo mejor para "El Capea" sí, pero me vale. ¿Nos vamos?

Rato después, Milagros presentaba a Donají a sus padres.
Papá: ¿Y a qué horas piensa traer a mi hija de regreso?
Donají: A la hora que usted me indique, señor. Tengo automóvil, así que eso no
es problema. Le prometo traerla cuando usted me indique.
Papá: Bueno, creo que las 10 sería...
Milagros: ¡Papá, eso es de entrada por salida! ¡Déjame siquiera a las doce!
Papá: Lo siento, pero tienes clases al otro día. Diez y media.
Milagros: ¡Vamos, papá, no seas aguado! ¡El me va a traer hasta la puerta de la
casa! Once y media de perdida, ¿no?.
Papá: ¿Seguro la traerá hasta aquí?
Donají: Por supuesto. No me retiraré hasta que ella esté dentro de su casa.
Papá: Muy bien. Once y media.
Milagros: ¡Gracias, Papá!
Mamá: Pero eso sí, jovencita, nada de que al día siguiente tengas demasiado
sueño para ir a la escuela, ¿estamos?
Milagros: ¡Prometido, mami!, ¡gracias!
Donají: Bueno, me tengo que retirar, señor Tuchmetztli. Tengo que llevar a
Malinalli a su casa y pedir permiso a su familia. Con su permiso. (A Malinalli)
¿Nos vamos?
Malinalli: De acuerdo. Compermiso, Don Alvaro, Doña Tere.
Mamá: Hasta luego, Malinalli, dale nuestros saludos a tu tío.
Milagros: Los acompañaré al camión. Ahorita regreso.
De camino a la esquina, Donají se adelantó un poco, dejando a las chicas atrás.
Malinalli: Mily, ¿estás segura?
Milagros: ¿De qué hablas?
Malinalli sonrió al ver los ojos de Milagros.
Malinalli: No te preocupes. ¡Te prometo que haré lo que pueda para conseguir
pareja!
Milagros: ¡Andale, que Donají ya paró el camión!
Malinalli subió al autobús mientras Donají la cuidaba. Milagros los vió irse
contenta de ver a su amiga feliz, pero deseando en el fondo sí poder compartir
un baile con él.

Pero esa noche, la pesadilla recurrente de Milagros tendría muchas variaciones.
Por principio de cuentas, esta vez pudo verse a sí misma al huir, vistiendo la
túnica típica de las doncellas aztecas, con adornos de oro en muñecas y
tobillos, y el extraño adorno de jade en la nariz. De pronto se detuvo en seco,
viendo al cuchillo de obsidiana flotar ante sus ojos.
Voz: Niña mía, ¿cuándo dejarás de tratar de huir de tu destino?
Milagros: No, mi destino no puede ser matar a mi madre. ¡No lo haré! ¿me
escuchas? ¡No lo haré!
Voz: Sí te escucho pequeña, pero no recuerdo haberte dado opciones.
Otra voz: ¡Ya déjala tranquila, y pelea conmigo!
Milagros volteó y vio al Caballero Aguila, sujetándose un hombro y luciendo
exhausto, aunque con una mirada decidida.
Voz: Lo siento mucho, pero tu era de cobardías ya terminó. ¡Es la era de la
guerra, y esa es MIA!
Cuando Milagros volteó, todo lo que pudo ver era una ola llevándose al
Caballero, de quien sólo podía ver una mano saliendo del agua, alejándose.
Milagros: ¡¡¡Caballero, Nooo!!! (En ese momento, uno de sus brazaletes empieza
a brillar, y su mano empieza a moverse hacia el cuchillo, por más esfuerzos
que hacía por evitarlo). ¡Detente! ¿Qué haces? ¡No, por favor!
Voz: No temas, niña mía. Yo, el siempre joven, estaré contigo.
En ese momento su mano toma el cuchillo, y empieza a humear como siempre.
Milagros: ¡¡NNOOOO!!
Al terminar su grito, Milagros se encontró sentada en su cama, sintiendo un
sudor frío y el ardor en la mano. Poco después, su madre entraba preocupada al
cuarto, y se sentaba a su lado.
Mamá: ¿Otra vez la pesadilla, cariño?
Milagros: Eso creo, mamá. No te preocupes, ve a dormir.
Mamá: Esto ya me está preocupando, mi vida. Si sigue ocurriendo, tendremos que
ir al doctor.
Milagros: (Forzándose a sonreír) ¿Te imaginas lo que dirían papá y Servando de
mí? En verdad, estoy bien.
Mamá: De acuerdo. Hasta mañana, que descanses.
Doña Teresa regresó a su recámara, mientras desde el patio, Tameme veía hacia la
ventana de Milagros.
Tameme: (Pensando) Lo siento, no cihuanton, pero sólo cuando logres enmendarte,
esa pesadilla desaparecerá... Para todos nosotros...

La noche siguiente, el trío llegó en un modesto auto compacto. Varios de los
asistentes saludaron a Donají, no sin hacerle bromas sobre sus dos parejas.
Entre muchos empujones, encontraron lugares en una mesa pegada a la pared.
Donají: Bueno, pues a lo que venimos, ¿Malinalli?
Milagros: (Empujándola suavemente) Tenemos un acuerdo ¿o ya se te olvidó?
Malinalli: Pe... pero...
Milagros: Yo iré por un refresco. Ahorita nos vemos.
Ella se dirigió a una mesa atendida por un alto joven de lentes, y se encontró
a una chica parada en el punto donde más podía estorbar.
Milagros: Comper... compermiso...
Pero la chica parecía congelada en su sitio. Hasta ese momento, Milagros
reconoció su corto cabello verde.
Milagros: ¿Ameyali? (Le pasa una mano ante sus ojos en forma de corazones, pero
Ameyali ni se mueve) ¿Ame? (Le pica el costado, ella no reacciona, a Milagros
le sale un gotón) ¡Ame! (La sacude por los hombros, y por fin reacciona).
Ameyali: ¿Qué, cómo? ¡Milagros, qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?
Milagros: ¡Un amigo nos invitó a Malinalli y a mí!
Ameyali: ¿Maly también está aquí? ¡Genial! ¿Me invitas a tu mesa?
Milagros: Claro, pero ¿y tu pareja?
Ameyali: Ahorita nos alcanza.
Ameyali empezó a dirigirse con señas a un grupo de jóvenes y, tal como era de
esperarse, el que llevaba lentes fue el que le contestó.
Milagros: (Mientras iban a su mesa) ¿El hermano de tu amiga?
Ameyali: ¿El? ¡no! ¡lo conocí aquí afuera! ¡no vivo lejos de aquí, sabes!
Milagros: (Con su gotón) ...

Luego de dos melodías, el grupo que estaba tocando anunció que tomaría un
descanso, lo que las parejas aprovecharon para ir a sus respectivas mesas.
Cuando Donají y Malinalli llegaron, Ameyali y su pareja ya estaban con
Milagros.
Milagros: ¡Maly, mira quién está aquí!
Malinali: ¿Ameyali?, ¡Qué sorpresa! (se saludan de beso)
Ameyali: ¿Sí, verdad? Miren, les presento a mi amigo Sergio.
Sergio (el muchacho de lentes): Mucho gusto.
Milagros: Es un placer. Mira, Ame, este es nuestro amigo Donají.
Cuando Donají estrechó la mano de Ameyali, ella sintió algo extraño.
Ameyali: Discúlpame, ¿te conozco?
Donají: No lo creo, pero según me contaba Milagros, tú practicas los clavados.
Mi escuela está cerca del deportivo, así que tal vez nos conozcamos de vista.
Ameyali: Tal vez...
Luego de algunos minutos, la banda regresó a tocar, y Donají sacó a Malinalli
para la tercer pieza del acuerdo, mientras Sergio llevaba a Ameyali a la pista.
Milagros los observaba, deseando secretamente que la pieza pasara rápido y ella
pudiera bailar con Donají, cuando una luz roja entró volando al Salón.
Milagros: ¡Oh, Dios, no!
En ese momento, la luz golpeó a la vocalista del conjunto, la cual cerró los
ojos y dejó de cantar. Lentamente los abrió, y éstos ya estaban rojos. Empezó
a emitir un ruido muy agudo, tanto que las botellas y la ponchera empezaron a
explotar en la cava.
La gente se llevó las manos a los oídos y trataron de salir, aunque algunos se
desmayaron antes de lograrlo. Milagros apenas logró entrar al baño de mujeres.
Justo cuando cerraba la puerta, el espejo del baño estallaba de manera
espectacular.
Milagros: ¡Ay, mamá!
Tameme: ¡No cihuanton, transfórmate!
Milagros: (Tras un agudo chillido) ¡Me espantaste, perro condenado! ¿qué haces
aquí?
Tameme: ¿Por qué siempre haces esa pregunta en el peor momento? ¡Cámbiate ya!
Milagros: ¡Es cierto! (Toma el Nahuiollin, lo levanta, y por unos segundos
deja que él busque la luna. Cuando se detiene, ella abre los ojos y grita) ¡TO
NANTZIN METZTLI, OLLIN!
(Secuencia de Transformación)

En el salón de baile, la única persona en pie era la cantante, que tras ver a la
gente desmayada empezó a reír malévolamente.
Coyolxauhqui: (Fuera de escena) ¡¿Cómo te atreves?!
Cantante: ¿Quién dijo eso?
Coyolxauhqui: ¿Cómo pudiste hacer daño a tanta gente que sólo se estaba
divirtiendo sanamente? ¡Yo soy Sailor Coyolxauhqui, y para alcanzar mi
redención y proteger al Macuiltonatiuh, voy a detenerte!
Cantante: ¡Eso es lo que tú crees! ¡AAAAHHHH!
Luego de una leve convulsión, el cristal del corazón ennegrecido salió de su
cuerpo, y de este surgió una nube negra que tomó la forma de una mujer-pájaro.
Demonio: Yo soy Mictlatzintzontli, y mi señor Mictlantecuhtli me ordena
destruírte.
Acto seguido, lanzó otra vez su agudo chillido, obligando a Coyolxauhqui a
taparse los oídos.
Coyolxauhqui: ¡DETENTEEEE, MI CABEZA VA A ESTALLAAAAAAAR...! (Se arrodilla por
el dolor de cabeza, mientras la demonio sonríe sin dejar su grito).
Voz: ¡¡HUIZMETMEH, AXCAN!!
Una lluvia de espinas caen sobre el costado del demonio, que adolorido tiene
que callarse.
Demonio: ¿Otro estorbo?
Mayahuel: Lo siento, pero no te será tan fácil. ¡Yo soy Yaocihuatl Mayahuel,
guerrera del Maguey y la naturaleza, y no permitiré que dañes a mi amiga!
Demonio: No te será tan fácil...
Justo cuando el demonio abrió la boca para volver a gritar se escuchó "¡TEO
ATLICHOLOTL, AXCAN!", y una mezcla de todas las bebidas tiradas por el suelo
le entraron por la boca. En ese momento todos vieron de dónde salía el chorro
de líquido, y vieron a Chalchiuhtlicue apuntando con el puño cerrado hacia el
demonio, mientras sonreía maliciosamente. Cuando acabó con el líquido, dijo:
Chalchiuhtlicue: Lo siento, pero mis amigas no están solas. ¡Soy Atlacihuatl
Chalchiuhtlicue, la Guerrera del Agua, y yo también te detendré!
Coyolxauhqui: ¡Chicas, muchas gracias!
Mayahuel: ¿Qué dijiste?
Milagros: ¡¡DIJE GRACIAS!!
Chalchiuhtlicue: No te oímos nada.
En ese momento, Coyolxauhqui notó que Mayahuel tenía los pendientes de su
Tocado de algodón metidos en las orejas, y que le faltaban unos pedazos, que
Chalchiuhtlicue tenía metidos en las suyas.
Demonio: (Con actitudes de borracha) ¡No, -hip- n-no crean que -hip- que m'han
venshido!, -hip- ¡Aun me -hip- me queda algo, hesh, hesh!
Entonces empezó a aletear y a dar de vueltas, aunque tambaleándose al principio,
pero logró equilibrarse y formar un remolino. Las chicas tuvieron que sujetarse
de lo que tuvieran más a la mano.
Chalchiuhtlicue: ¡Sujétense fuerte, chicas!
Mayahuel: ¡Está muy fuerte!
Coyolxauhqui: (A punto de soltarse de la barandilla que rodea a la pista)
¡Ayúdenme, chicas, YA NO AGUANTO!
Mayahuel: ¡Resiste, Coyolxauhqui!
Coyolxauhqui: ¡No puedo mááás! (Justo entonces se soltó, y salió volando por
el aire) ¡¡AUXILIOOO!!
Chalchiuhtlicue: ¡Coyolxauhqui!
Pero luego de un par de vueltas al salón en medio de ese remolino, alguien que
parecía estar muy cómodo en ese aire desbocado, la tomó en pleno vuelo y le
ayudó a equilibrarse.
Coyolxauhqui: ¿Cómo? (Volteó hacia quien la sujetaba, y se encontró con...)
¡Caballero Aguila!
Caballero: Sujétate fuerte. ¡Tendremos que llegar al centro del remolino!
Coyolxauhqui: ¿Cómo?
Pero el Caballero Aguila se movió en el aire como si fuera agua, hasta llegar
a la parte más alta del mismo. Luego brincó hacia donde no había aire girando,
en pleno ojo del remolino, y él y Coyolxauhqui empezaron a caer. Entonces
gritó con todas sus fuerzas.
Caballero: ¡¡TEO TOQUIAEHECOATL, YE!!
Entonces mandó su propia ráfaga de aire hacia la cabeza del demonio, que sintió
el golpe como de un martillo, y se desplomó cuan largo era. De inmediato, el
viento cesó, y el Caballero Aguila cayó sobre su espalda con Coyolxauhqui en
sus brazos, y dio un salto justo en medio de Mayahuel y Chalchiuhtlicue.
Caballero: Bueno, creo que esta vez será más fácil que de costumbre. Acaba con
este Mictlacatecólotl, para devolver su cristal a la víctima.
Coyolxauhqui: (Tomando el Nahuiollin y concentrando la energía, mientras la
demonio trataba de levantarse y apenas alcanzaba a decir "¡Salucita de la
buena!") ¡COCHIQUETZALMETZTLI, AXCAN!
Incluso sin el grito acostumbrado, el demonio fue destruído, y el cristal del
corazón de la cantante quedó flotando en el aire, siendo tomado delicadamente
por Coyolxauhqui.
Caballero: Una vez más has triunfado, Coyolxauhqui, ahora me retiro.
Coyolxauhqui: ¡Espera!
El Caballero Aguila volteó extrañado.
Coyolxauhqui: Tú alguna vez dijiste que cuando fueras una verdadera ayuda, me
dirías quién eres. ¿Por qué no lo haces ahora?
Caballero: (Volteando de nuevo la cabeza mientras daba la espalda a las mujeres)
Lo siento, pero esto es apenas el principio. ¡Aun no sabes lo difícil que es la
misión que tienes enfrente, y dije que revelaría mi identidad cuando yo fuera
de VERDADERA ayuda. Ese momento, Princesa Coyolxauhqui, me temo que está muy
lejano. (Da un paso para irse)
Coyolxauhqui: ¡N0!
El vuelve a detenerse, y al voltear, nota que ella está a punto de llorar.
Coyolxauhqui: Nadie me preguntó mi opinión... yo... yo nunca tenía pesadillas,
¡y ahora me están persiguiendo! No... no sé qué hacer... ¡No sé si podré con
todo esto! (Cierra los ojos y voltea hacia abajo)
El Caballero Aguila se da vuelta, y camina a donde ella está, tomándole las
manos.
Caballero Aguila: Hay algo que sí te debo decir, Niña Coyolxauhqui. Hace mucho
tiempo, tú permitiste que un engaño te robara la sonrisa, y esa fue la ruina
de nuestro pueblo. (Toma suavemente su barbilla) Si realmente quieres ayudarme,
ayudarte a tí misma y al Macuiltonatiuh, no permitas que esto vuelva a pasar.
Ella volteó a verlo, y notó que sus ojos también estaban húmedos.
Caballero: Sonríe y confía en tus amigos. Siempre sonríe y confía. Siempre.
Con grandes esfuerzos, ella logró sonreír tras sus lágrimas.
Caballero: Eso era todo lo que necesitaba. Mayahuel, Chalchiuhtlicue, no la
abandonen, ni a ella ni al Macuiltonatiuh, por favor.
Chalchiuhtlicue: (Jugueteando con sus dedos) Bueno, no es tan fácil, pero
(golpea con el puño derecho en la palma de su mano izquierda) ¡Qué carambas,
lo haremos!
Mayahuel: (Abrazando por los hombros a Coyolxauhqui) Cuenta con ello.
Caballero: Gracias. Cuídense.
Coyolxauhqui: (Pensando) Te lo prometo, Caballero querido. Sonreiré, siempre
sonreiré.

Frente al espejo oscuro, los dos hombres con el rostro pintado observan.
Cráneo: Me temo que ya está tomando mejor control de sus poderes.
El hombre del rostro pintado en franjas tenía los puños y la barbilla apretados,
pero rápidamente se calmó.
Franjado: Sin embargo, todavía le tenemos delantera. Es simplemente cuestión de
apresurarnos, y la victoria será nuestra.
Cráneo: Y hablando de prisas...
Franjado: (Nuevamente aprieta la mandíbula por un momento) Créeme, amigo mio,
que no dejo de estar al pendiente de eso. Ella volverá, ya lo verás. No hay
mejor afrodisíaco que el poder para una mujer.
Cráneo: Se ve que no la conoces, pero eso es lo de menos. Tú encuéntrala, y yo
veré lo demás (Se retira)
Franjado: Yo también tengo mis ases bajo la manga, "compadrito querido". Ya lo
verás, ya lo verás...
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FIN DEL CAPITULO 8

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