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Yaocihuatl Coyolxauhqui y cualquier otro personaje desarrollado originalmente
en este Fanfic es propiedad intelectual mía. Por favor, no haga uso de ellos
sin autorización previa.
Aunque ubicada en zonas geográficas reales, los sitios específicos,
situaciones y personajes descritos son obra de la imaginación del autor,
cualquier semejanza con hechos o personas reales es obra de la casualidad.

Milagros acababa de terminar su plática con su entrenadora de "tochito-
banderola", Bertha Domínguez.
Milagros: (Para sí misma) ¿Qué? ¿Cómo me llamó?
En eso, una luz roja pasó volando por el cielo de su colonia.
Milagros: ¡Oh, no! ¡Ahora no...!
Ella volteó y se encontró con Tameme, su perro guardián.
Tameme: ¡No Cihuanton, espera!
Milagros: Tameme, ¿Qué sucede?
Tameme: Las demás ya fueron a ver. Tú tienes que descansar.
Milagros: (Débilmente) No.
Tameme: ¿Cómo?
Milagros: (Viendo por la ventana) Mis amigas han ido a ver qué pasa, y yo
tengo un mal presentimiento. (Voltea de vuelta a Tameme) Si algo va a pasarle
a mis amigas... tendrá que pasarme a mí también.
Tameme: ¡Pero estás muy débil, No Cihuanton! Sería...
Milagros: (Tomando su medallón con los ojos cerrados y dejando que se dirija
hacia la luna) ¡TO NANTZIN...
Tameme: ¡¡NO CIHUANTON!!
Milagros se interrumpió, y volteó a verlo.
Milagros: ¿Y ahora?
Tameme: ¿Estás totalmente segura de lo que vas a hacer? ¿No deberías comer
algo al menos?
Milagros: Te prometo que lo haré cuando las chicas y yo regresemos.
Tameme: ¿Por qué cambiaste tan de repente? ¿Por qué ahora quieres ir?
Milagros: Bueno... (se sonroja y mira hacia otro lado) Tal vez acabo de
descubrir que no soy la única para quien la redención es importante. Yo no sé
cuál fue mi error, pero quiero saberlo... pero creo que tú lo entiendes mejor
que yo, ¿no?
Tameme: (Sintiéndose culpable) No Cihuanton... no me hagas sentir peor, por
favor. Todavía no puedo...
Milagros: (Acariciando la cabeza del perro) No te preocupes. Lo sé. (Respira
profundamente y vuelve a su ritual de transformación) ¡TO NANTZIN METZTLI,
OLLIN!
Una vez transformada, Yaocihuatl Coyolxauhqui cubrió con ambas manos el
Nahuiollin, y puso su rodilla izquierda en tierra.
Tameme: No Cihuanton, por favor, no vayas. ¡Yo iré!
Coyolxauhqui: (Sonriendo con cansancio) Sé que vendrás de todos modos. Te
espero allá. ¡Nahuiollin, llévame con mis amigas! (cierra los ojos y se
concentra) ¡Ximo!

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El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui
Amoxtli Ce: El Largo Camino a la Redención.
Amatl Mahtlactli uan Nahui (Capítulo 14): Un beso entre el Miedo.
Por: Mahtlactli Atl.
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La luz que envolvió a Coyolxauhqui para su transportación se disipó
lentamente, pero antes de que pudiera abrir los ojos sintió como tiraban de
una de sus muñecas.
Itzpapalotl: ¡QUÍTATE DE AHÍ!
Coyolxauhqui: ¡Aaaaaaaaaaayyyyy!
Coyolxauhqui salió volando, cayendo encima de sus cuatro amigas.
Mayahuel: ¡¿Pe-pero qué haces aquí?!
Chalchiuhtlicue: ¡Le dijimos a Tameme que no te dejara venir! ¡Estás muy
débil!
Itzpapalotl: ¡Eso lo hablamos después! ¡¡MUEVANSEEEEEE!!
Justo a tiempo, las chicas lograron quitarse del camino de un puño que cayó
pesadamente en el lugar en donde ellas se encontraban.
Coyolxauhqui: ¡Uuuuuuuaaaaaayyyy! ¡Qué es eso!
Ante ellas se encontraba un gigantesco demonio, parecido a un Luchador de
Sumo, pero debía tener más de 3 metros de altura.
Demonio: ¡JAJAJAJAAAAAAA! ¡Yo soy Mictlatomahuac, y mi señor Tezcatlipoca me
ordena destruírlas!
Coyolxauhqui: (A Tlazolteotl, sin dejar de ver al demonio) Tla-Tla-
Tlazolteotl, ¿n-no has podido anular sus poderes?
Tlazolteotl: (Negando) Esa cosa no lanza nada.
Itzpapalotl: (Exasperada) Y con ese tamaño, ¿creen que lo necesite?
Demonio: ¡Es su final! ¡KKIIIIIIAAAAAAAA!
Coyolxauhqui: (Cubriéndose) ¡Aaaaaaayy!
Mayahuel: (Adelantándose decidida) ¡METEPAMEH, INTLACPAC!
Mayahuel levantó los brazos para generar sus paredes protectoras justo a
tiempo. El golpe del gigante se estrelló en ellas, pero ella se quejó como si
parte del golpe la hubiera afectado.
Coyolxauhqui: ¡Mayahuel! ¿qué te ocurre?
Pero Mayahuel no respondió. Se limitó a cruzar los brazos ante su cuerpo y
arquearse hacia atrás, convirtiendo las paredes protectoras en un domo.
Demonio: ¡Ja, ja, ja! ¿ en verdad crees que algo así podrá detenerme? ¡TOMA!
El monstruo empezó a descargar salvajes golpes sobre la pared, la cual
resistía, pero el cuerpo de Mayahuel se estremecía cada vez más. Era obvio que
estaba siendo lastimada ella misma.
Coyolxauhqui: ¡Mayahuel! ¡Basta, por favor!
Chalchiuhtlicue: No soportará mucho tiempo más. (Voltea hacia arriba)
¡Itzpapalotl! ¡Lánzame hacia arriba cuando te lo indique!
Itzpapalotl: ¿Cómo? ¿Piensas enfrentarte a eso?
Chalchiuhtlicue: Más temprano que tarde no nos quedará más remedio. (A
Mayahuel) Mayahuel, sé que tienes que mantener la concentración, ¡pero
necesito que vuelvas a convertir el domo en caja cuando te lo indique! ¿me
escuchaste?
Mayahuel asintió moviendo ligeramente la cabeza.
Chalchiuhtlicue: Muy bien. (Levanta su mano izquierda en puño, ofreciendo su
muñeca a Itzpapalotl) ¿Están listas?
Itzpapalotl: (Anudando su cinta roja en la muñeca de Chalchiuhtlicue) Cuando
digas...
Chalchiuhtlicue: ¿¡LISTAS!?
Ella esperó a que el demonio diera un par de golpes más, y cuando acababa de
dar el segundo, ella exclamó:
Chalchiuhtlicue: ¡AHORA!
Itzpapalotl la lanzó hacia arriba al tiempo que Mayahuel levantaba los brazos,
en una acción perfectamente sincronizada. Chalchiuhtlicue se elevó girando la
mano derecha sobre su brazo extendido, recolectando el agua del aire. Cuando
rebasó la barrera de energía, exclamó:
Chalchiuhtlicue: ¡ATLANCAN, AXCAN!
El ataque de Chalchiuhtlicue fue dirigido justo a los ojos del demonio,
cegándolo momentáneamente.
Itzpapalotl: ¡Te sigo, "pareja"!
Ella anudo su banda roja en un arbol cercano, al tiempo que Mayahuel bajaba
los brazos para eliminar la barrera. Itzpapalotl atrapó a Chalchiuhtlicue en
pleno descenso.
Mayahuel: ¡Tlazolteotl, llévate a Coyolxauhqui de aquí, deprisa!
Coyolxauhqui: ¡No, por favor!
Mayahuel: ¡Váyanse ya!
En ese momento, el demonio recuperado había lanzado un golpe a mano volteada
sobre Mayahuel, quien lo recibió de lleno y salió volando para impactarse en
una barda cercana.
Tlazolteotl: ¡Mayahuel!
Itzpapalotl: ¡Me lleva! ¡Es por acá, monstruo infeliz! (Brinca por el aire al
tiempo que grita) ¡TEO ITZMITL, EHUA!
Dos flechas de energía impactaron la espalda del demonio, pero este respondió
con un golpe directo a la mandíbula de Itzpapalotl. Esta fue lanzada por su
propio impulso a una arboleda cercana.
Coyolxauhqui: Oh, no. ¡No sigan!
Chalchiuhtlicue: (Preparando un nuevo ataque) ¡ATLANC- AAAAAAAYYYYYY!
Reaccionando rápidamente, el monstruo lanzó otro golpe, y Chalchiuhtlicue
también quedó inconsciente sobre unos árboles cercanos.
Demonio. (Volteando sobre Tlazolteotl y Coyolxauhqui) Je, je. Sólo faltan
ustedes dos.
Sorpresivamente, Tlazolteotl tomó a Coyolxauhqui por una mano y la lanzó tras
unos arbustos cercanos. Después, encaró decididamente al Demonio.
Demonio: Vaya, vaya. Por lo visto, deseas que acabe contigo primero.
Por toda respuesta, ella levantó las manos ante el triángulo negro sobre su
nariz.
Tlazolteotl: ¡TEO CHIPAHUAC, MOTECH POHUI!
Una esfera de luz la cubrió, pero ello sabía que no resistiría mucho tiempo la
fuerza de los golpes del demonio.
Demonio: No, no, no. Para ti tengo algo diferente.
El monstruo levantó a la delgada guerrera, y empezó a abrazarla con fuerza.
Tlazolteotl trataba de no gritar, pero en pocos segundos el dolor fue mayor.
Tlazolteotl: ¡AAAAA-AAAAA-AAAAAAHHH...!
Coyolxauhqui: Tlazolteotl... ¡Purita! ¡No, por favor!
Voz: ¡Déjala!
El demonio volteó sorprendido, pero casi de inmediato recibió un fuerte golpe
en la mejilla. Este lo obligó a caer y soltar a Tlazolteotl, que ya había
perdido el sentido. La sombra tomó a Tlazolteotl, y aterrizó a unos pasos de
Coyolxauhqui.
Coyolxauhqui: ¡Caballero Aguila!
Pero esta vez, el guerrero no parecía tener la seguridad de otras ocasiones.
Había una desconocida preocupación en su mirada... la misma que Milagros
apreciara en sus últimas pesadillas. Tras mirarla un momento, sin decir
palabra, se encaró al demonio.
Caballero: Veo que tus amos han decidido lanzar sus mejores armas.
Demonio: (Con una sonrisa siniestra) jm, jm, jm. ¡Falta ya muy poco para el
descenso de Tlilcoatl, y tú lo sabes mejor que nadie! ¡Aun no tienes el poder
suficiente para detenernos, y las siete Yaocihuameh no lograrán reunirse a
tiempo! ¡La victoria final es de mi señor Mictlantecuhtli, y es mejor que
acepten su destino!
Caballero: ¡NUNCA! ¡El Chicuazentonatiuh no será un nuevo reinado de
Tezcatlipoca! ¡Moriré antes de permitir eso!
Demonio: Buena decisión, considerando que es la única opción que tienes.
¡MUERE!
El gigante lanzó un golpe sobre la rama donde el Caballero se encontraba, y
este apenas logró brincar a tiempo para esquivarlo. Un nuevo golpe lo alcanzó
casi cuando caía, pero éste levantó su mazo curvo de guerra y logró bloquear
el golpe a tiempo.
Demonio: ¿Cómo? ¡Es imposible! ¿Cómo puedes contener mi golpe con esa cosita!
Caballero: ¡El Ehecatepuztli nunca se rendirá ante Tezcatlipoca!
El demonio siguió lanzando golpes, pero el Caballero Aguila tapaba cada uno
con su mazo de guerra. Finalmente logró contratacar y lanzar un golpe a la
mandíbula del gigante, y al tiempo que éste caía, exclamó:
Caballero: ¡TEO TOQUIEHECOATL, YE!
Su ataque de viento alejó al demonio unos metros más.
Caballero: ¡Coyolxauhqui, vete de aquí!
Coyolxauhqui: (Corriendo a su lado) ¡No lo haré!
Caballero: (Tratando de sostener su ráfaga de viento) ¡Tienes que hacerlo!
¡Eres la única esperanza para el Macuiltonatiuh!
En ese momento, de manera sorpresiva, el monstruo saltó por encima del ataque
de viento, y se preparó a golpear a la pareja. Coyolxauhqui vio aterrada al
golpe que venía, pero el Caballero Aguila la empujó hacia un lado, recibiendo
de lleno el golpe del monstruo sobre la espalda.
Con la mirada muy fija, Coyolxauhqui vio a Mictlatomahuac preparándose a pisar
al desprotegido Caballero.
Demonio: ¡Ja, ja, ja! ¡Mi señor Mictlantecuhtli me recompensará por esto!
¡MUERE!
Coyolxauhqui: ¡TEOCENTZON MIMIXCOA!
El ataque de Coyolxauhqui impactó directamente el pie del Demonio, que cayó
hacia atrás aullando de dolor. Entonces ella, sin expresión en el rostro, tomo
el nahuiollin ante su cuerpo, cerró los ojos y se concentró. Tras unos
instantes, exclamó:
Coyolxauhqui: ¡COCHIQUETZALMETZTLI, AXCAN!
La energía del Nahuiollin eliminó rápidamente al monstruo, dejando en el aire
un cristal del corazón. En cuanto el Nahuiollin recuperó su tamaño y color
originales, Coyolxauhqui perdió el sentido, cayendo pesadamente al piso.

Ella nunca sabría cuánto tiempo estuvo inconsciente. Cuando finalmente empezó
a recuperar el conocimiento, se encontró en los brazos del Caballero Aguila,
mientras que Mayahuel la sacudía por los hombros y Tameme le lamía el rostro
tratando de reanimarla, ante la mirada expectante de sus otras tres amigas.
Mayahuel: ¡Mily, Mily! ¿Estás bien?
Tlazolteotl: (Persignándose arrodillada) Bendito sea Dios. Se está
recuperando.
Chalchiuhtlicue: ¿Cómo te encuentras?
Coyolxauhqui no dijo nada. Sólo se abrazó al Caballero y empezó a llorar
débilmente.
Itzpapalotl: (Quitándose una lágrima de los ojos disimuladamente) Qué sustote
nos diste, Condenada.
Caballero Aguila: Gracias a todas, me alegro que estén bien. Ahora debo...
El fue interrumpido cuando Coyolxauhqui se aferró más fuertemente de su traje.
Coyolxauhqui: No te vayas. Tengo miedo.
Caballero Aguila: (Tomando su barbilla y moviendo su rostro suavemente para
hacer que lo mirara) Yo también. El tiempo se nos está acabando.
Coyolxauhqui: No... no es eso.
Todas las demás voltearon expectantes hacia la pareja.
Coyolxauhqui: Esta vez... esta vez fue diferente. Nunca antes sentí que la ira
me invadiera de esta manera. ¡¿Por qué me está ocurriendo esto?! (Vuelve a
hundir su rostro en el regazo del Caballero) ¿Por qué a mí?
El Caballero Aguila se le quedó viendo unos instantes, sin decir nada.
Entonces, repentinamente, tomó una decisión.
Caballero Aguila: ¡Ven conmigo!
Coyolxauhqui: ¿Cómo?
Caballero Aguila: Llegó el momento de hablar. ¡Es lo menos que te debemos!
Ambos se levantaron.
Mayahuel: ¡Esperen! ¿Qué están haciendo?
Caballero Aguila: ¡OHTLIEHECATL, TI NITZ!
Dicho esto, el caballero y Coyolxauhqui desaparecieron.
Chalchiuhtlicue: ¡Oigan, esperen!
Voz: ¡DÉJENLOS!
Las chicas voltearon, y se encontraron con Tameme y Cicitl.
Mayahuel: ¡Tameme! ¿Qué ocurre?
Tameme: Él... él tiene razón. (Baja la cabeza) Es lo menos que le debemos a No
Cihuanton.
Por toda respuesta, Cicitl lamió su mejilla.

Coyolxauhqui y el Caballero Aguila reaparecieron en la cima de una colina
cercana.
Coyolxauhqui: ¿Dónde estamos?
Caballero: No muy lejos. Mira, por allá está tu casa.
Coyolxauhqui miró hacia donde él señalaba, y reconoció su colonia. Sin
embargo, casi de inmediato volteó hacia él.
Coyolxauhqui: Hace poco... es decir, hace tiempo empecé a tener unas
pesadillas muy extrañas... y hace poco empezaron a involucrarte a tí. Tenías
esa mirada tan triste que tienes ahora.
Cuando ella estaba a punto de tocar su hombro, él dio unos pasos hacia
delante, dándole la espalda.
Caballero: Hace mucho tiempo, hubo una casta de defensores de este hemisferio
del mundo. Con nuestra guía, la gente de este continente prosperó y logró
fundar un imperio que habría maravillado al resto del mundo de haberlo
conocido, pero... bueno... las condiciones no se dieron, y Tezcatlipoca
triunfó antes de que lo lográramos...
Coyolxauhqui: ¡Pero quién es Tezcatlipoca! ¡Qué tiene que ver todo esto
conmigo!
Caballero: Coyolxauhqui, yo... Yo soy uno de los líderes de aquella casta.
Soy... Yaotecatl Quetzalcoatl.
Coyolxauhqui se quedó como congelada. Milagros Tuchmetztli no sabría cuanto
necesitaba conocer de la mitología prehispánica, pero el nombre de
Quetzalcoatl sí se le había quedado grabado de alguna parte.
Coyolxauhqui: ¿Quet... Quetzalcoatl?
Quetzalcoatl: Sí. El que era tras era está destinado a luchar contra
Tezcatlipoca, para mantener al sol en movimiento; el que perdió la lucha por
el Quinto Sol (Se acuclilla) ¡Y ahora... y ahora me siento tan inútil...!
Él soltó un puñetazo en el piso. Calladamente, Coyolxauhqui caminó hacia
Quetzalcoatl y puso las manos sobre sus hombros.
Coyolxauhqui: ¿Por qué dices eso?
Quetzalcoatl: Porque así es. No hay manera de encontrar a los Yaotecameh a
tiempo. Tendrán que ser las Yaocihuameh las primeras en encarar a alguien tan
terrible como Tezcatlipoca.
El Caballero se levantó y se pasó el brazo sobre el rostro. Era obvio que
había llorado un poco.
Quetzalcoatl: Coyolxauhqui, tú estabas destinada a terminar la eterna lucha
entre el sol y la luna que caracterizara a las eras anteriores. Nuestros
padres Ometecuhtli y Omecihuatl así lo tenían planeado, pero Tezcatlipoca lo
arruinó todo, y se adueño del Macuiltonatiuh.
Coyolxauhqui: ¿Cómo dices? ¿Qué yo...?
Quetzalcoatl: ¡Habría dado lo que fuera porque nunca te hubieras enterado de
esto, porque pudieras llevar una vida normal! Pero como ese demonio dijo, el
tiempo se nos está terminando.
Coyolxauhqui: ¿Y qué... qué es eso que... cómo dijo el Demonio que se llamaba?
Quetzalcoatl: ¿Te refieres al "Tlilcoatl"? Es el día de la "Serpiente Negra".
Fue en un momento como aquel cuando Tezcatlipoca se adueño del Quinto Sol, y
ahora está muy cerca de repetirse. En ese momento, Tezcatlipoca podría acabar
con el mundo conocido, al menos en este hemisferio, y provocar un cataclismo
que le permitiera crear el Chicuazentonatiuh, el Sexto Sol, bajo su mando.
Coyolxauhqui: ¿Qué pasaría si él gobernara el sexto sol?
Quetzalcoatl: (Volteando a mirarla con tristeza) Tal vez Tezcatlipoca tuviera
razón, pero no lo creo. Yo nunca creí en el sacrificio humano. Yo siempre
pensé que era el amor y no la sangre el alimento de los Dioses, pero él y otro
grupo de Dioses convencieron a nuestro pueblo de lo contrario, y es cierto,
creamos un glorioso imperio, pero, bueno, tal vez realmente fuera yo muy
mojigato. Pero... (voltea a ver al cielo) SE que habríamos logrado una
grandeza todavía mayor a mi modo. Ese es mi temor, que si Tezcatlipoca
triunfa, los pocos sobrevivientes que queden recuperen esa obsesión por la
sangre que él implantó.
Coyolxauhqui: ¿Es decir que mi madre... es decir, mis padres... mis amigos,
todos morirán?
Quetzalcoatl: Casi de seguro, o serán sus esclavos.
Coyolxauhqui: ¿Y sólo nosotras cinco... perdón, seis contigo, podríamos
evitarlo?
Quetzalcoatl: No. Yo tendré que pelear en otro frente cuando llegue el
momento, tal vez apoyarlas, pero serán las Yaocihuameh las destinadas a
detenerlo.
Coyolxauhqui: ¿Y cómo lo harán... es decir, lo haremos?
Quetzalcoatl: Eso no lo sé. Todo lo que sé es que deberán ser siete guerreras
las que emprendan el camino de la lucha final contra Tezcatlipoca.
Coyolxauhqui: ¿Pero por qué yo? ¿por qué ahora? ¡Mírame! ¡Apenas tengo 15
años!
Quetzalcoatl: ¡No lo sé! ¡No sé por qué diablos el Tlilcoatl tenía que ocurrir
tan pronto, pero va a ocurrir! (Nuevas lágrimas bajaron por las mejillas del
guerrero) ¡Por Dios, si tan sólo yo tuviera siete años más! ¡Si tan sólo
tuviera más experiencia! (Se sienta en el suelo, con los puños ante sus ojos)
Coyolxauhqui se quedó parada ahí, viendo la desesperación de aquel joven, que
no era mucho mayor que ella, que...
Coyolxauhqui: ¡Oh, por Dios...!
Ella camino ante él, acuclillándose, y lentamente retiró el disfraz de Aguila
que cubría su cabeza. El estaba tan deprimido y cansado, que no hizo el menor
intento por detenerla.
Coyolxauhqui: ¿Do... Donají? ¡Santo Cielo! ¿Pero cómo? ¿Desde hace cuánto lo
sabes?
Quetzalcoatl: No mucho... Si acaso un mes antes de conocerlos a tí y a Tameme
en el campo de futbol americano.
Coyolxauhqui: ¿Y desde entonces, tú ya...?
Quetzalcoatl: No. Entonces no tenía idea. Me lo imaginé aquel día en la
alberca, cuando tú y Mayahuel encontraron a Chalchiuhtlicue, y lo comprobé
cuando aquel baile al que las invité.
Coyolxauhqui: ¿Y ese día, por qué no me lo dijiste?
Quetzalcoatl: Básicamente, porque esperaba ayudarte en todo lo posible, pero
fue sincero lo que dije ese día: Yo esperaba no tener que revelarte mi
identidad hasta ser de verdadera ayuda para ti.
Voz: No me extraña que te hayas rendido tan pronto. Siempre has sido demasiado
blandengue.
Ambos voltearon sobresaltados. Coyolxauhqui se abrazó fuertemente a
Quetzalcoatl, ya que conocía de sobra aquella voz. ¡Era la misma que escuchaba
en sus pesadillas!
Quetzalcoatl: ¡TEO TOQUIEHECOATL, YE!
Sin embargo, el ataque de viento simplemente atravesó al hombre que estaba
parado ante ellos. Era un hombre robusto, indudablemente apuesto, con el
rostro pintado en franjas blancas y negras.
Franjado: Tsk, tsk, tsk. Todavía no es el momento, llorón. Pero ya casi, ya
casi...
Quetzalcoatl: ¡Infeliz! ¡Preséntate y pelea conmigo!
Franjado: (Negando con la cabeza y el índice) Ah-ah-ah. No, mi amigo. Todo a
su tiempo.
Coyolxauhqui: ¿Quién eres tú? ¿Por qué estás en mis sueños?
Franjado: (Fingiendo inocencia) ¿Quién, yoooo?
Coyolxauhqui: ¡He escuchado tu voz en mis sueños! ¡Me has torturado! ¡Me... me
has pedido...! (Un sollozo la interrumpe)
Franjado: ¿Yo? ¡Yo sería incapaz de algo así, mi pequeña! Además, esos no son
propiamente sueños. "Recuerdos" es una palabra que los describe mejor.
Coyolxauhqui: ¡¿Cómo que...?!
Franjado: Sh-shh-shhhhhhh. Todo a su tiempo, pequeña mía.
Coyolxauhqui: ¡YO NO SOY TU PEQUEÑA!
Franjado: ¡Claro que lo eres! Lo que es más (Camina hacia ella y se arrodilla
junto a su oído) Yo soy tu destino...
Quetzalcoatl: ¡NO TE ATREVAS A TOCARLA!
El trató de alejar al hombre de la cara pintada, pero su mano simplemente
atravesó su hombro. Pero el hombre se levantó y lo encaró.
Franjado: Después de que fuiste tan poderoso... ¡Eres patético!
Entonces lanzó un puñetazo, e increíblemente, ¡Quetzalcoatl lo recibió!,
cayendo al suelo con la nariz sangrante.
Coyolxauhqui: ¡NO! ¿Pero cómo...?
Ella trató de ir con Quetzalcoatl, pero antes de llegar, él se levantó y
volvió a encarar al hombre del rostro franjado.
Quetzalcoatl: (Se limpia la nariz) Podrás derribarme mil veces, pero mil una
me levantaré.
Franjado: ¡Vaya, vaya! Ahora tienes las agallas que no tuviste entonces. ¿Es
un poco tarde, no crees?
Entonces descargó otro brutal golpe sobre su rostro, y Quetzalcoatl cayó dando
un giro.
Coyolxauhqui: (Encarando al franjado) Ya basta.
El franjado vio la fría mirada de Coyolxauhqui, y volvió a sonreír.
Franjado: ¡Vaya! Eso es carácter, tal como entonces.
Ella permaneció callada, viéndolo friamente.
Franajado: Guarda ese ímpetu para cuando regreses a mí, mi niña.
Coyolxauhqui: Dime quién eres.
Franjado: Para ti, soy "Telpochtli", el Siempre Joven. Para los macehuales,
soy el Supremo Dios del Quinto y del Sexto Sol. Soy Tezcatlipoca.
Ella siguió viéndolo fríamente, aunque sus ojos empezaron a humedecerse.
Tezcatlipoca: Bueno, ahora que nos hemos presentado todos, no me queda más que
despedirme por ahora. Ya nos veremos, mi pequeña. Tan pronto como el
"Tlilcoatl" se manifieste, tú y yo dominaremos el sexto sol.
Coyolxauhqui: Jamás...
Tezcatlipoca: Eso dices ahora, mi pequeña, pero cuando recuerdes la sensación
tan maravillosa que es el poder, estarás conmigo para siempre.
Coyolxauhqui: (Una lágrima baja por su mejilla) Nunca.
Tezcatlipoca: Tú eres del rumbo de las sombras, como yo. Es tu destino,
Pequeña mía. Nos veremos.
Dicho esto, Tezcatlipoca desapareció. Coyolxauhqui siguió parada en su mismo
lugar, sin decir nada, y Quetzalcoatl le habló a un par de metros de
distancia.
Quetzalcoatl: Lo lamento. No pude...
Pero ella corrió hacia él, y se le abrazó con todas sus fuerzas.
Coyolxauhqui: ¡No me dejes! ¡Por favor, no me dejes!
Quetzalcoatl: (Respondiendo al abrazo lentamente) Nunca.
Coyolxauhqui: ¡Tengo miedo de ese hombre!
Quetzalcoatl: Lo sé. Mi temor era no poder protegerte cuando llegue el
momento.
Coyolxauhqui: ¿Era?
Quetzalcoatl: Sólo sé que yo caeré antes que tú.
Coyolxauhqui: No digas eso.
Quetzalcoatl: Sólo quiero que sepas que no estarás sola en esto, nunca.
(Levanta su barbilla) ¿Lo sabes, verdad?
Coyolxauhqui asintió, para después volver a apoyar la cabeza sobre su pecho.
Coyolxauhqui: ¿Esto quieres decir que somos novios?
Quetzalcoatl: (Levantando otra vez la barbilla de ella) Me encantaría. No sólo
porque te haga sentir mejor. Sino... (se sonroja)
Coyolxauhqui: ¿Pero...?
Quetzalcoatl: Más que nada... porque estoy enamorado de ti.
Ella se levantó sobre las puntas de sus pies para besarlo, pero de pronto se
detuvo y tocó la nariguera.
Coyolxauhqui: (Sonrojándose) Esta cosa siempre me estorba.
Quetzalcoatl susurró algo a su oído.
Coyolxauhqui: ¿Metztli Yecapil, Ximo? (La nariguera cayó suavemente en su
mano. Ella la miró y sonrió, para luego voltear hacia él) Y pensar que era tan
fácil...
Ella volvió a levantarse sobre las puntas de sus pies, y esta vez ambos se
besaron, por primera vez.

En su recinto, Tezcatlipoca golpeó con furia el espejo negro.
Mictlantecuhtli (El hombre del rostro pintado en craneo): ¿Algún problema?
Luego de un breve momento, Tezcatlipoca sonrió.
Tezcatlipoca: En absoluto. Quetzalcoatl se ha revelado, así que tenemos que
apresurar las cosas un poco, antes de que las siete Cihuateteo se reunan.
Mictlantecuhtli: ¿Y qué hay de lo mío?
Tezcatlipoca: Ahora más que nunca hay que encontrarla.
Mictlantecuhtli: ¡Vaya, ya era hora de que te decidieras a actuar en serio!
Luego de que Mictlantecuhtli se retirara, Tezcatlipoca apoyó su antebrazo
sobre el espejo, y en él su cabeza.
Tezcatlipoca: Y cómo no. Si ellos la encuentran antes que yo, sólo necesitarán
de otra Yaocihuameh para enfrentarme. ¡No puedo permitir que esto suceda antes
de la llegada del "Tlilcoatl"! Tengo que pensar en algo...

Todas las demás chicas estaban sentadas en el comedor de la casa de Milagros,
esperando por su regreso.
Ameyali: ¿Qué le vamos a decir a sus papás si llegan antes?
Malinalli: Llegará, no te preocupes. Lo que a mí me preocupa es cómo llegará.
Bárbara: Yo sí me preocuparía por la hora a que llegará. Se fue con el
"chavo", ¿lo olvidan?
Malinalli: ¡Sí, pero ella no es como tú!
Bárbara: (Contrariada) ¿Qué quisiste decir con eso?
Mientras las demás hablaban, Purita mantenía las manos entrelazadas y los ojos
cerrados, rezando en silencio. En eso, escucharon un grito afuera.
Tameme: ¡No Cihuanton!
Apresuradamente, las cuatro chicas salieron de la casa, y al asomarse por la
reja de la casa, vieron a Milagros y Donají caminando hacia la casa, abrazados
tiernamente, y a Tameme y Cicitl corriendo hacia ellos.
Purita: (Persignándose) ¡Jesús, María y José! ¿Pero entonces, era él?
Malinalli: (Apoyando uno de sus muñones sobre el hombro de Purita) No te
preocupes. Por lo visto, todo está bien.
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FIN DEL CAPITULO 14.

    Source: geocities.com/tokyo/field/7176/espanol

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