Alfa. Revista de la AAFi.


 
KANT: LA SENSIBILIZACIÓN  DE LO SUPRASENSIBLE EN LO BELLO
Presentación  Gallegos Huertas*

Junto a la finitud de la razón, Kant parte de otro presupuesto básico: todo nuestro conocimiento de objetos es intuitivo, esto es receptivo. Por esto la sensibilidad es una de las dos fuentes del conocimiento (Cf.K.r.V. A 50-1,B 74-5) (1) . Y por esto las intuiciones son necesarias para exponer nuestros conceptos y sensibilizarlos en un objeto. Nuestros conceptos pueden ser conceptos empíricos o a priori, y, a su vez, éstos últimos pueden ser conceptos del entendimiento o conceptos de la razón (ideas). Y Kant añade: Si los conceptos son empíricos, entonces llámanse las intuiciones ejemplos; si son conceptos puros del entendimiento, llámanse esquemas; si se pide que se exponga la realidad objetiva de los conceptos de la razón, es decir, de las ideas, y ello, para el conocimiento teórico de las mismas, entonces se desea algo imposible, porque no puede, de ningún modo darse intuición alguna que les sea adecuada” (K.U. V § 59   351 /260/).

Kant ha planteado en la Crítica del gusto que los juicios de conocimiento (es decir regidos por leyes -conceptos- a priori) pueden ser juicios teóricos o juicios prácticos (2). Un juicio de conocimiento teórico sería aquel en que “a un concepto que el entendimiento comprende(“faßt”) es dada a priori la intuición correspondiente”(K.U. V   § 59 351 /260/). El objeto así construido a priori se hace un objeto de la experiencia, regido por el principio de los juicios sintéticos a priori (Cf.K.r.V. A 158,B 197). Pero en el juicio práctico se plantea un problema: el concepto de la libertad es una idea de la razón y “una idea de la razón no puede llegar a ser un conocimiento, porque encierra un concepto (de lo suprasensible), al cual no se puede dar nunca una intuición que se acomode con él”(K.U.V§ 57  Anm I342/250-51/). Si queremos exponer sensiblemente (para un conocimiento teórico) el concepto de la libertad, “entonces se desea algo imposible”(K.U. V .§ 59   351 /260/). El problema es que la ley moral es inaccesible a la sensibilidad (tal y como ésta quedó deslindada en la Crítica de la razón pura). De la moralidad, es decir, de los fines racionales según la ley moral, no podemos tener ninguna intuición en la experiencia que pueda adecuársele, sin que por ello podamos negarle su realidad y su influencia en el mundo natural (Cf.K.U. V  § IX 195-96   /95-96/). Henos aquí,pues, ante el abismo (“Kluft”que separa a lo suprasensible de los fenómenos y que impide el tránsito (“Übergang”) de una esfera (la de la libertad) a la otra (la de la naturaleza), de tal modo que resulta imposible probar teóricamente que la libertad sea la causa de algún objeto de la naturaleza. En la Crítica del Juicio Kant se enfrenta a este problema y busca el modo de, al menos, poder “rechazar con suficiente fuerza la objeción de una supuesta contradicción”(K.U. V  § IX 195 /96/) entre la causalidad según fines o finalidad (“Zwecmäßigkeit”) y la causalidad según leyes naturales (“Kausalität”).

 
La sensibilización de los conceptos

Kant busca un camino de solución para este problema afirmando de nuevo que ciertamente nuestro conocimiento de objetos es únicamente intuitivo. Pero éste nuestro modo de representación intuitivo procede, bien esquemática o bien simbólicamente. Es decir, cuando los conceptos a priori son conceptos del entendimiento, podremos exponerlos directamente, bajo intuiciones de la imaginación: los esquemas. Cuando el concepto es una idea de la razón hemos de recurrir a su exposición indirecta bajo un símbolo, un símbolo que Kant caracteriza también como intuición (por cuanto es la sensibilidad la que lo recibe). Pero fijémonos en que la característica fundamental de estas intuiciones (esquemas o símbolos) es la de que ellas son el aspecto sensible bajo el que únicamente podemos acceder a los conceptos a priori en ellas expuestos (“darstellt”)..

Kant denomina hipotiposis al procedimiento en que podemos sensibilizar los conceptos. En la Crítica del gusto plantea Kant un doble procedimiento para sensibilizar los conceptos: “Toda hipotiposis (exposición, subjectio sub adspectum), como sensibilización, es doble: o esquemática … o simbólica” (K.U.   V   § 59 351 /260/). Por lo tanto Kant puede decir que “todas las intuiciones que se ponen bajo conceptos a priori son esquemas o símbolos”(K.U.V    § 59 352 (261/). El procedimiento esquemático ya fue suficientemente descrito en la Crítica de la razón pura, ahora, en la Crítica del gusto, Kant explica el procedimiento simbólico y naturalmente lo hace en analogía (3) con el primero:“Toda hipotiposis (exposición, subjectio sub adspectum), como sensibilización, es doble: o esquemática, cuando a un concepto que el entendimiento comprende(“faßt”) es dada a priori la intuición correspondiente, o simbólica, cuando bajo un concepto que sólo la razón puede pensar, y del cual ninguna intuición sensible puede darse, se pone una intuición en la cual solamente el proceder (“Verfahren”) de la facultad de juzgar es análogo al que se observa en el esquematizar, es decir, que concuerda con él sólo según la regla de ese proceder y no según la intuición misma; por lo tanto, sólo según la forma de la reflexión y no según el contenido”(K.U.  V § 59351/260-61/) (el subrayado en negrita es nuestro).

En la hipotiposis esquemática tenemos una relación de unidad sintética a priori entre un concepto del entendimiento y una intuición a priori (intuición sensible pura). La posibilidad del procedimiento de aplicación del primero a la segunda, o de subsunción de la segunda bajo el primero, ya fue explicada en el esquematismo transcendental. En la hipotiposis simbólica tenemos una relación de unidad sintética a priori entre un concepto de la razón (idea de la razón) y una intuición que no puede ser meramente recibida, pues ninguna intuición sensible (tal y como quedó establecido en la Crítica de la razón pura) podrá mostrar la realidad objetiva de tal idea. Pero Kant establece una analogía entre ambas hipotiposis, analogía que nos va a posibilitar, si no el construir, al menos sí nos va a posibilitar descubrir el cuarto término desconocido.

Hasta ahora, tal y como se había planteado en la Crítica de la razón pura, teníamos una primera relación entre un concepto (primer término) y una intuición sensible pura (segundo término), tal es la relación establecida en una hipotiposis esquemática. Pero ahora tenemos también una segunda relación, la establecida en la hipotiposis simbólica entre una idea de la razón (tercer término) y un cuarto término desconocido que tenemos que descubrir mediante la regla común que hay entre ambas relaciones. Este cuarto término desconocido, habremos de buscarlo en el ámbito de la sensibilidad, pero una sensibilidad que ya no será mera receptividad de una pluralidad dada, sino que, en cierto sentido, será también espontaneidad de la razón o función de unidad. Y habremos de buscarlo como una intuición, pero una intuición que ha de ser totalmente creada por el sujeto. Creemos, por ello, estar en el “suelo” propio del juicio de gusto, el suelo del sentimiento del sujeto (genitivo objetivo). Kant, al tratar el problema de las facultades del ánimo (“Gemüt”) que producen el genio había ya aludido a un tipo de intuiciones que responden cabalmente a este cuarto término que para nuestra hipotiposis simbólica estamos buscando. Estas intuiciones reciben el nombre de ideas estéticas.

En las dos críticas anteriores Kant sólo consideró la posibilidad de las ideas de la razón, más aún, sólo ellas respondían a lo que escribe en la Crítica de la razón pura: “Entiendo por idea un concepto necesario de razón del que no puede darse en los sentidos un objeto correspondiente”(K.r.V., A 327,B 383).

Sin embargo, la investigación llevada a cabo en la Crítica del gusto sobre el suelo sobre el que se levanta todo el edificio de la razón pura (Cf.K.U   V  Prólogo168 /66-67/), suelo que es inaccesible para un conocimiento teórico del mismo, le lleva a “ampliar” el sentido del término “idea” y nos muestra una sensibilidad que, como facultad superior, posibilita el acceso al suelo investigado en la Crítica del gusto: el sujeto de todo juicio. Por eso, a partir de ahora las ideas ya no serán sólo conceptos de la razón, sino que Kant va a hablar también de “ideas estéticas”. Kant se expresa así: “Entiendo por idea estética la representación de la imaginación que provoca a pensar mucho, sin que, sin embargo, pueda serle adecuado pensamiento alguno, es decir, concepto alguno, y que, por lo tanto, ningún lenguaje expresa del todo ni puede hacer comprensible. Fácilmente se ve que esto es lo que corresponde (el <<pendant>>)  a una idea de la razón, que es, al contrario, un concepto al cual ninguna intuición (representación de la imaginación) puede ser adecuada”(K.U. V  § 49 314 /220/).

Vemos, pues que Kant hace corresponder, por primera vez, las ideas de la razón con las ideas estéticas. Más adelante, en la parte dedicada a la Dialéctica, cuando Kant perfile el sentido que él quiere dar a la expresión “idea estética” lo hará desde aquello que tiene en común con la idea de la razón, al ser ambas representaciones inaccesibles al conocimiento teórico: “Ideas, en la significación más universal, son representaciones referidas, según un cierto principio (subjetivo u objetivo), a un objeto, en cuanto empero, no pueden nunca llegar a ser un conocimiento del mismo. Se refieren, o a una intuición, según un principio meramente subjetivo de la concordancia de las facultades de conocer unas con otras (de la imaginación con el entendimiento), y entonces se llaman estéticas; o a un concepto, según un principio objetivo, sin poder, empero, proporcionar nunca un conocimiento del objeto, y se llaman ideas de la razón; en este caso el concepto es un concepto transcendente, que es distinto del concepto del entendimiento, bajo el cual siempre se puede poner una experiencia adecuada correspondiente, y que, por eso, se llama inmanente”(K.U. V    §57Anm. I  342 /250/) .

La idea estética es inaccesible al conocimiento teórico por ser una intuición que no puede adecuarse a ningún concepto del entendimiento. Kant ha descubierto unas representaciones que participan de aquello que es característico de las representaciones de la sensibilidad (son intuiciones) y de aquello que es característico de las representaciones de la razón (son ideas inexponibles en un concepto del entendimiento). Tales representaciones son las ideas estéticas. Las ideas estéticas, pues, nos van a acercar sensiblemente al mundo inteligible que era inaccesible a todo conocimiento teórico del mismo. Y nos van a acercar a él mediante un símbolo: el objeto bello.

 
La idea normal estética y el ideal de la belleza

La expresión idea estética aparece en la Crítica del gusto en el § 17 (el último que Kant dedica al análisis del juicio de gusto según la relación) y aparece desde el siguiente problema: ¿puede el gusto juzgar sobre un ideal de la belleza?(4).  La diferencia entre idea e ideal había surgido ya en la Crítica de la razón pura (5). Kant habló allá de la dificultad de representar los solos conceptos del entendimiento en objeto alguno, ya que para mostrar la realidad objetiva de aquellos se necesita la concurrencia de intuición y concepto como unidad sintética. Tal dificultad es aún mayor para mostrar la realidad objetiva de una idea, que busca una unidad sistemática. Y, justamente desde esta pregunta sobre la posibilidad de mostrar la realidad objetiva de las ideas, introduce Kant una nueva representación de la razón, el ideal (“das Ideal”), cuya realidad objetiva es aún más difícil de mostrar, ya que se pretende mostrar la totalidad de la perfección en un solo individuo (Cf.K.r.V.   A 567-8,B 595-6). Kant abunda en lo que él entiende por ideal para encontrar el uso que la razón da a tal idea. El ideal, en cuanto idea de la razón, tiene un uso, pero en este caso no un uso teórico para una unidad sistemática de la naturaleza (tal y como se entiende el uso de las ideas en la Crítica de la razón pura, en cuanto principios subjetivos reguladores de la experiencia). El uso del ideal es un uso práctico (6).

Y, en perfecta correspondencia con lo que en la Crítica de la razón pura expuso, en la Crítica del gusto Kant entiende por ideal de belleza “la representación de un ser individual como adecuado a una idea” (K.U.   V  § 17 232 /132-33/). La investigación sobre la posibilidad de tal ideal de belleza (al igual que en la Crítica de la razón pura partió del hecho del conocimiento y en la Crítica de la razón práctica partió del hecho de la ley moral) parte también aquí de un hecho, el de“la comunicabilidad general de la sensación (de la satisfacción o disgusto),y de tal índole que tenga lugar, sin concepto, la unanimidad, en lo posible, de todos los tiempos y de todos los pueblos, en lo que toca a ese sentimiento en la representación de ciertos objetos” (K.U. V  § 17 231-32 /132/). Tales objetos no son otros que los objetos bellos.

Este hecho nos hace suponer, como su condición de posibilidad, un fundamento (común a todos los hombres, aunque profundamente escondido) de tal unanimidad en el juicio de gusto, un fundamento (7) bajo el que juzgamos todos los posibles objetos que nos son dados y los juzgamos con placer o displacer (conformes o no conformes con tal fundamento). Kant deduce como consecuencia que algunos productos del gusto se puedan considerar como ejemplares. Y, aunque no todos los sujetos puedan producir tales ejemplos (porque carezcan de las cualidades necesarias, es decir, porque no son “genios”), todos han de poder mostrar que están dotados en su naturaleza de la facultad del gusto (facultad común a todos los hombres) al considerar también cada uno como bello el objeto que aparece como producto ejemplar de tal facultad común (8). Y lo muestran manifestando simplemente, con su concordancia en el juicio, su adhesión a tal fundamento universal o reproduciendo tal modelo (“Muster”) como una simple imitación.

El siguiente paso es suponer un modelo que sea el más alto exponente del gusto, el modelo original (“Urbild) del gusto, y esto sólo puede ser una idea, por cuanto es la idea de un máximo y esto escapa a todo posible objeto empírico. Un máximo que cada sujeto debe producir en si mismo, una idea que ha de servirle como regla en sus juicios de gusto sobre los modelos que se le muestran como productos de tal facultad. De aquí que, si ideal de belleza es “la representación de un ser individual como adecuado a una idea …, aquel prototipo del gusto que descansa, desde luego sobre la idea indeterminada de la razón de un maximum, pero que no puede ser representada por concepto, sino en una exposición individual, pueda mejor llamarse el ideal de lo bello, que tratamos, aún no estando en posesión de él, sin embargo, de producir en nosotros”  (K.U. V  § 17 232   /132-33/).

El prototipo (“Urbild”) del gusto es el ideal de belleza. Y Kant se hace ahora dos preguntas: ¿Cómo llegamos a un ideal semejante de la belleza: a priori o empíricamente? Y también ¿qué especie de bello es susceptible de ideal?”(K.U. V  § 17   232 /133/). Kant empieza contestando a la segunda pregunta y lo hace considerando que hablar de un ideal de belleza supone hablar de una belleza que es fijada“por medio de un concepto de finalidad objetiva”(K.U. V  § 17   232 /133/). Es decir, que el objeto concreto, que se considera como ejemplo del ideal de belleza, no puede ser el objeto de un juicio de gusto completamente puro (“ganz reinen”), sino el objeto de un juicio de gusto que, en parte, se ha intelectualizado. Kant parece consciente de estar en un límite: el juicio de gusto ahora no es totalmente puro porque no es totalmente libre, está determinado desde un concepto (el ideal de belleza), pero tampoco es un juicio totalmente intelectual (lógico), porque tal concepto es el del ideal de una finalidad sin fin (9). La posibilidad de tal ideal sólo es posible pensarla en y atribuírsela al ser humano. Por eso, y al igual que la belleza era un placer sólo valido para los hombres (Cf. K.U.V§ 5210 /108/), el único ideal posible de belleza es el hombre, puesto que sólo él “tiene en sí mismo el fin de su existencia”(K.U. V § 17   233 /133/), solo el hombre (tal y como había ya quedado expresado en la tercera formulación del imperativo categórico) es un fin en sí mismo (Cf. G.M.S. V 428-29   /82-84/), sólo el hombre“puede determinarse a sí mismo sus fines por medio de la razón, o, cuando tiene que tomarlos de la percepción exterior, puede, sin embargo, ajustarlos a fines esenciales y universales y juzgar después estéticamente también la concordancia con ellos, ese hombre es el único ideal de la belleza, así como la humanidad en su persona, como inteligencia, es, entre todos los objetos del mundo única capaz de un ideal de la perfección”   (K.U. V  § 17 233   /133/). (10)

Un ideal de belleza así concebido es, en realidad una síntesis de una intuición y de un concepto. Pero, en este caso no es síntesis de una intuición de la sensibilidad y de un concepto del entendimiento, sino una síntesis en que tenemos “primeramente, la idea normal estética …; segundamente la idea de la razón”(K.U. V § 17 233 /133-34/). Y veamos lo que cada una de estas dos representaciones significan en la unidad sintética que ambas forman. La idea normal estética significa “una intuición individual (de la imaginación) que representa la común medida del juicio del hombre como cosa que pertenece a una especia animal particular”  (K.U. V § 17 233 /133-34/). La idea normal estética representa, por una parte, lo particular y plural de toda síntesis y, por otra parte, la pertenencia del hombre al género animal, pues los elementos que constituyen su pluralidad solo sensiblemente pueden ser captados . Así parece expresarlo Kant cuando dice que la idea estética “tiene que tomar de la experiencia sus elementos para la figura de un animal de una especie particular” (K.U.   V  § 17 233 /134/), pero no pensemos por ello que tal idea está simplemente tomada de la experiencia. La adecuada proporción (de los elementos sensiblemente intuidos en la experiencia), por la cual se considera a esta idea normal estética como “la común medida del juicio del hombre”, nunca puede ser derivada o sacada de una experiencia meramente sensible; antes bien al contrario, es esta proporción la que, por ser un a priori, posibilita todo juicio sobre el prototipo (“Urbild”) de belleza de cualquier especie:“Esa idea normal no es derivada de proporciones sacadas de la experiencia como reglas determinadas, sino que solamente, según esa idea, son posibles reglas del juicio. Ella es la imagen que se cierne por encima de todas las intuiciones particulares, en muchas maneras diferentes, de los individuos para la especie entera, imagen que la naturaleza ha tomado como prototipo de sus producciones en la misma especie, pero que parece no haber alcanzado totalmente en ningún individuo” (K.U.   V  § 17 234-35 /135/).

La idea normal estética es la forma a priori del ideal de belleza en una especie determinada, es la regla a priori del juicio sobre su prototipo (“Urbild”) de belleza:“Ella no es, de ninguna manera, el prototipo total de la belleza en esa especie, sino solamente la forma(“die Form”) que constituye la condición indispensable de toda belleza, y, por tanto, solamente la exactitud en la exposición de la especie; ella es, como del famoso Doryphoros de Polykletos se decía, la regla(“die Regel”) (igualmente podría servir para esto la vaca de Myron, en su especie)”    (K.U. V  § 17 235   /135/).

Pero, precisamente porque es la regla a priori del juicio, la idea normal estética “no puede tampoco encerrar nada específico característico” (K.U.   V  § 17 235 /135/); es decir, nada meramente empírico o singular del objeto juzgado mediante ella puede pertenecerle. La idea normal estética, por tanto, pertenece al ámbito de lo sensible porque es una intuición singular (de la imaginación), pertenece al ámbito de lo espontáneo porque rebasa toda experiencia posible, y pertenece a la formalidad de la síntesis a priori como regla del juicio.

Y Kant aplica su hallazgo de esta nueva modalidad de unidad sintética a su explicación de cómo llegar a un ideal de belleza. Cuando consideramos a un ser concreto como expresión de tal prototipo, lo que en realidad estamos haciendo es: 1) tomar de la experiencia los elementos de tal figura; 2) sentir la concordancia de su forma con su idea normal estética como regla a priori; 3) unificarlos desde la idea de la mayor belleza posible en la especie a la que pertenezca tal ser. Esto nos hace volver al segundo elemento que (en el juicio sobre un ideal de belleza) formaba una unidad sintética a priori con la idea normal estética: la idea de la razón,“que hace de los fines de la humanidad, en cuanto éstos no pueden representarse sensiblemente, el principio del juicio de la forma del hombre mediante la cual aquellos se manifiestan como efecto en el fenómeno”   (K.U. V  § 17 233   /134/).

Kant dice que los fines de la humanidad no se pueden sensibilizar, pero que son el principio a priori para juzgar según ellos la figura humana, una figura por medio de la cual aquellos fines se nos descubren, como efecto, en el fenómeno. Así, si la idea normal estética proporcionaba la forma a priori y la regla de la síntesis a priori, en la idea de la razón encontramos el principio a priori para construir aquella unidad sintética que (como prototipo originario del gusto) responda al ideal de belleza. Tal principio es descrito, de un modo transcendental, como “la finalidad en la construcción de la figura más conveniente para la común medida universal del juicio estético de cada individuo de esa especie”   (K.U. V  § 17 233   /134/), o también como “la imagen(“das Bild”) que, por decirlo así, con intención, ha estado puesta a la base de la técnica de la naturaleza, y a la cual sólo la especie, en su totalidad, mas no un individuo separado, es adecuada” (K.U.   V  § 17 233 /134/). Un principio tal “yace sólo en la idea del que juzga, la cual, empero, con sus proporciones, como idea estética, puede ser expuesta en una imagen modelo(“Musterbilde”) totalmente in concreto” (K.U.   V  § 17 233 /134/).

Pero no olvidemos que la idea normal estética se diferencia del ideal de belleza, al igual que una intuición se diferencia de un objeto. Y, aunque parece deducirse del texto que de todas las especies podemos tener una idea normal estética, sin embargo sólo puede hablarse propiamente de ideal de belleza cuando hablamos de la especie humana. Sólo en una figura humana podemos encontrar la expresión de aquel prototipo del gusto (“Urbild des Geschmacks”), porque la mayor belleza posible, el prototipo por excelencia del gusto, el ideal de belleza, sólo puede ser la expresión sensible de lo moral (Cf.K.U. V  § 17   235 /136/).

Y, precisamente por esto, porque el ideal de belleza ha de hacer visible(“sichtbar”)en la figura humana el enlace (“Verbindung”) entre lo sensible que tiene el hombre, en cuanto especie animal,”con todo lo que nuestra razón une con el bien moral, en la idea de la finalidad más alta, la bondad del alma,pureza, fuerza, descanso …”(K.U. V    § 17 235 /136/), precisamente por esto, el juicio sobre un ideal de belleza no es un puro juicio de gusto. La necesidad de juzgar según el fin moral (según el concepto determinado de la libertad), resta libertad al juicio sobre el objeto y resta libertad a la creación de la figura que exprese tal ideal por el interés que conlleva la exposición de la moralidad en esa figura concreta (Cf. K.U. V  § 17   236 /136/). Pero, sin embargo, esta pérdida de libertad es beneficiosa para el hombre, pues pone ante su vista un mundo que sobrepasa lo meramente sensible y lo impulsa a sobrepasar su peculiaridad individual para insertarse en el mundo inteligible de lo social. Es éste el interés que está unido a lo bello. Pero el problema que plantea este interés así unido a lo bello lo dejamos de momento para ulterior investigación.

 
Las ideas estéticas y la vivificación de las facultades en su juego libre

A lo largo de la Crítica del gusto, Kant ha estado describiendo y legitimando el juicio sobre la belleza de la naturaleza (über die Naturschönheit). Ahora, desde el juicio de gusto, parece encontrar una posibilidad de exponer sensiblemente el enlace entre naturaleza y moralidad y aborda la problemática de la obra de arte bello (“schöne Kunst”). El gusto ha mostrado la posibilidad de acceso a un nuevo modo de representación (el sentimiento del estado del ánimo ante la representación dada para el conocimiento en general), una representación universalmente comunicable como sentimiento de placer y expuesta sensiblemente en un objeto empírico: el objeto bello de la naturaleza. Pero el gusto sólo posibilita el juicio sobre los objetos bellos. Para la creación de una obra de arte bello se necesita un fin, y no sólo la mera forma de un fin o finalidad subjetiva (como concordancia postulada en el juicio de gusto entre la mera forma de la ley y la libertad). Por lo tanto la obra de arte bello ha de tener como fundamento un concepto de lo que el objeto deba ser (Cf.K.U. V  § 48   311 /217-18/). No es, sin embargo, nuestro propósito abordar íntegramente el problema que el arte bello plantea en la Crítica del gusto. En nuestra investigación lo abordamos únicamente desde una de las perspectivas con que Kant lo contempla: la posibilidad de mostrar (“darstellen”) simbólicamente, en la obra de arte bello, la concordancia formal entre la causalidad según fines, es decir, la finalidad (“Zweckmäßigkeit”) y la causalidad (“Kausalität) según leyes naturales, legitimando con ello (en un sentido transcendental) la posibilidad de efectos (“Wirkungen”) en el mundo sensible como consecuencias (“Folgen”) de los fines racionales del hombre, es decir como efectos de una causalidad según la idea de la libertad, si bien de tales efectos nunca podremos tener un conocimiento teórico según conceptos del entendimiento (Cf.K.U.   V  § IX195-96/95-96/). Y, aún dentro de esta perspectiva, aquí nos ceñimos exclusivamente a la exploración de lo que Kant, en su investigación sobre las condiciones de posibilidad del arte bello, dice sobre las ideas estéticas. Queremos esclarecer con ello aquel cuarto término de la analogía que venimos persiguiendo desde el principio.

Kant retoma el problema de las ideas estéticas en el § 49, dedicado a la investigación de cuáles son las facultades que, puestas de acuerdo, constituyen (“ausmachen”) lo que el genio sea. En este parágrafo la idea estética va a quedar más nítidamente descrita, pero las líneas maestras que se trazaron en el § 17 van a permanecer: a) la idea estética es una intuición de la imaginación; b) la idea estética parte de la experiencia, pero va más allá de toda experiencia posible; c) la idea estética se corresponde con las ideas de la razón. Veamos las palabras de Kant:“Entiendo por idea estética la representación de la imaginación que provoca a pensar mucho, sin que, sin embargo, pueda serle adecuado pensamiento alguno, es decir, concepto alguno, y que, por lo tanto, ningún lenguaje expresa del todo ni puede hacer comprensible. Fácilmente se ve que esto es lo que corresponde (el <<pendant>>)a una idea de la razón, que es, al contrario, un concepto al cual ninguna intuición (representación de la imaginación) puede ser adecuada” (K.U.   V  § 49 314 /220/).

Kant quiere explicar cómo es posible que el hombre pueda modificar la naturaleza para introducir en ella algo que no es ya simple naturaleza (en cuanto leyes del entendimiento), sino que es libertad (en cuanto ley de la razón). Para ello toma como símbolo el procedimiento por medio del cual aparece la obra de arte bello como una creación en la que el hombre (como ser finito) no puede crear más que a partir de algo que le es dado previamente. Lo dado en este caso es algo de la naturaleza, algo posible según la rutina de la experiencia; pero en este algo meramente empírico introducimos “algo” que sobrepasa toda experiencia, introducimos nuestros propios fines para “crear” (según una ley, análoga a la de ley de la naturaleza) otra naturaleza, que sobrepasa con mucho a la naturaleza que meramente nos había prestado su materia, ya que en esta naturaleza así creada sentimos (“fühlen”) la posibilidad de nuestra libertad (Cf.K.U. V  § 49 314 /220/). En esta “creación” Kant destaca sobremanera el papel que desempeña la imaginación como facultad, no ya meramente reproductiva, sino como facultad productiva. Como tal facultad productiva, la imaginación había desempeñado un papel importante en el esquematismo transcendental: los esquemas eran un producto de la imaginación (Cf.K.r.V.  A 140,  B 179 y  A 142,B 181). Ahora el producto de esta facultad recibe el nombre de idea estética. Kant explica así la función creadora de la imaginación:“Cuando bajo un concepto se pone una representación de la imaginación que pertenece a la exposición de aquel concepto, pero que por sí misma ocasiona tanto pensamiento que no se deja nunca recoger en un determinado concepto, y, por tanto, extiende estéticamente el concepto mismo de un modo ilimitado, entonces la imaginación, en esto, es creadora (“schöpferisch”) y pone en movimiento la facultad de las ideas intelectuales para pensar, en ocasión de una representación (cosa que pertenece ciertamente al concepto del objeto), más de lo que puede en ella ser aprehendido y aclarado” (K.U. V    § 49 314-15 /221/).

Las representaciones de la imaginación, que tanto dan que pensar, no son otras representaciones que las ideas estéticas, a las cuales “ningún concepto puede ser adecuado”(K.U.   V  § 49 314 /221/) porque son consideradas “como intuiciones internas”(K.U. V    § 49 314 /221/). Esta intuición interna, formada en analogía con la intuición empírica, da que pensar mucho más de lo que en ella puede ser teóricamente explicado (conocido objetivamente). Esta intuición interna dilata nuestro modo de representación “por encima de los límites de nuestra experiencia”(K.U. V  § 49 314 /220/) (el subrayado en negrita es nuestro) en forma análoga a como las ideas de la razón posibilitan la idea de un máximo que también está por encima de toda experiencia posible. Esta intuición interna posibilita así una sensibilización (“Versinnlichung”) de lo que está más allá de la mera sensibilidad empírica (y, por ende, de toda espontaneidad del entendimiento según leyes determinadas); esta intuición interna posibilita una sensibilización de las ideas de la razón en un objeto empírico que sólo puede ser considerado (desde un punto de vista teórico) un símbolo de las mismas (Cf.K.U. V  § 49   314 /221/). Pero que, sin embargo, es un objeto en el que la imaginación, por medio de las ideas estéticas, mueve (vivifica) a la razón para pensar, en la representación sensible del objeto empírico dado (Cf.K.U. V    § 49 315 /221/), aquellas ideas que son inexponibles sensiblemente. Tal objeto empírico se hace así símbolo (intuición sensible) de esas ideas, ideas inexponibles en un objeto según el procedimiento esquemático de la facultad de juzgar (como facultad de juzgar determinante). Aunque Kant no emplea aún la expresión “símbolo”, Kant emplea por el momento la expresión “atributo estético”:“Las formas que no constituyen la exposición de un concepto dado, sino que sólo expresan, como representaciones adyacentes de la imaginación, las consecuencias allí enlazadas y el parentesco con otras, llámanse atributos (estéticos) de un objeto cuyo concepto, como(“als”) idea de la razón, no puede ser expuesto adecuadamente” (K.U. V    § 49 315 /221/) (el subrayado en negrita es nuestro).

El atributo es, pues, una forma sensible, una forma intuible por la sensibilidad, en cuanto ésta es considerada una facultad-fuente del conocimiento, en correspondencia con la espontaneidad del entendimiento (Cf.K.r.V. A50-1,B 74-5). El atributo es la forma en la que las ideas estéticas (como formas a priori) sensibilizan (“versinnlichen”) las ideas de la razón. El atributo es la forma en que las ideas estéticas exponen (“darstellen”) de un modo estético aquellas ideas intelectuales, al igual que los esquemas exponían de un modo lógico los conceptos del entendimiento. Kant da algunos ejemplos de este tipo de exposiciones estéticas, explicando a continuación la analogía que se establece entre una exposición (“Darstellung”) lógica de los conceptos y una exposición (“Darstellung”) estética de las ideas de la razón:“Así, el águila de Júpiter, con el rayo en la garra, es un atributo del poderoso rey del cielo y el pavo real lo es de la magnífica reina del cielo. No representan, como los atributos lógicos, lo que hay en nuestros conceptos de la sublimidad y de la majestad de la creación, sino otra cosa que da ocasión a la imaginación para extenderse sobre una porción de representaciones afines que hacen pensar más de lo que se puede expresar por palabras en un concepto determinado y dan una idea estética que sirve de  (“statt”) exposición lógica a aquella idea de la razón, propiamente para vivificar el ánimo(“Gemüt”), abriéndole la perspectiva de un campo imprevisible de representaciones afines”  (K.U. V § 49 315 /221-22/) (el subrayado en negrita es nuestro).

Y Kant ha añadido algo que nos interesa sobre manera. Kant dice que los atributos estéticos sirven “propiamente para vivificar el ánimo (“Gemüt”), abriéndole la perspectiva de un campo imprevisible de representaciones afines”  (K.U. V  § 49 315   /222/). En estos atributos estéticos, al posibilitarnos el acceso a una idea de la razón, se abre el ánimo hacia un campo imprevisible de representaciones no determinables por concepto alguno. Las ideas estéticas vivifican así a las facultades de conocer dándoles un impulso para pensar líbremente, ante un objeto sensible, mucho más de lo que un determinado concepto de tal objeto pueda encerrar entre sus límites:“En una palabra, la idea estética es una representación de la imaginación emparejada a un concepto dado y unida con tal diversidad de representaciones parciales en el uso libre de la misma, que no se puede para ella encontrar una expresión que indique un concepto determinado; deja, pues, pensar además, para un concepto, muchas cosas inefables, cuyo sentimiento vivifica las facultades de conocer, y une el espíritu (“Geist”) con el lenguaje de(“als”) las simples letras” (K.U. V  § 49   316/223/).

Las ideas estéticas, como intuiciones internas, posibilitan así esta mutua vivificación de facultades en su juego libre (11), y, ante un objeto bello, las impulsan a pensar mucho más de lo que un concepto del entendimiento puede encerrar entre sus límites, haciendo de tal objeto un símbolo de ese mundo inteligible inaccesible al conocimiento teórico.
 

Las ideas estéticas y el acceso a lo suprasensible

Hasta ahora hemos visto cómo aparecen las ideas estéticas en la Crítica del gusto ante el problema que plantea la posibilidad de un ideal de la belleza, y cómo las ideas estéticas (en cuanto intuiciones internas) posibilitan la mutua vivificación de las facultades como juego libre entre ellas. La última alusión que Kant hace expresamente en la Crítica del gusto sobre estas ideas estéticas la encontramos en la nota aclaratoria al § 57. Es aquí donde definitivamente queda establecida la correspondencia entre las ideas estéticas y las ideas de la razón. Kant ha añadido esta nota (aparentemente fuera de su discurso en torno a la solución de la antinomia del juicio de gusto) para esclarecer con precisión lo que él entiende por idea desde la filosofía transcendental:“Ideas, en la significación más universal, son representaciones referidas, según un cierto principio (subjetivo u objetivo), a un objeto, en cuanto empero, no pueden nunca llegar a ser un conocimiento del mismo.”(K.U. V    § 57Anm. I  342 /250/) (el subrayado en negrita es nuestro) .

Las ideas se refieren siempre a un objeto del que no pueden ofrecer un conocimiento teórico y lo hacen según un principio que rija tal referencia. Y es precisamente la diferencia en este principio la que constituye la diferencia entre las ideas de la razón y las ideas estéticas:“Se refieren (las ideas), o a una intuición, según un principio meramente subjetivo de la concordancia de las facultades de conocer unas con otras (de la imaginación con el entendimiento), y entonces se llaman estéticas; o a un concepto, según un principio objetivo, sin poder, empero, proporcionar nunca un conocimiento del objeto, y se llaman ideas de la razón; en este caso el concepto es un concepto transcendente, que es distinto del concepto del entendimiento, bajo el cual siempre se puede poner una experiencia adecuada correspondiente, y que, por eso, se llama inmanente”   (K.U. V  § 57Anm. I    342 /250/) (el subrayado en negrita es nuestro) .

Y Kant explica por qué una idea estética no puede proporcionar un conocimiento teórico de objetos de la experiencia:“Una idea estética no puede llegar a ser conocimiento, porque es una intuición (de la imaginación) para la cual nunca puede encontrarse un concepto adecuado”   (K.U. V  § 57Anm. I    342 /250/).

El conocimiento de objetos, para Kant, supone siempre la unión sintética a priori entre una intuición y un concepto, por eso tampoco una idea de la razón puede proporcionar un conocimiento de objetos“porque encierra un concepto (de losuprasensible), al cual no se puede dar nunca una intuición que se acomode a él”(K.U. V    § 57Anm. I 342 /250-51/).

Las ideas estéticas rebasan con mucho los límites de los conceptos del entendimiento, por eso no puede construirse con estas dos representaciones ningún objeto como unidad sintética a priori. Por el contrario, las ideas de la razón rebasan con mucho cualquier posible intuición meramente sensible de la experiencia, y tampoco con estas dos representaciones se puede construir objeto alguno como unidad sintética a priori. Por eso, añade Kant, que en ambos casos, para las ideas estéticas o para las ideas de la razón, es imposible encontrar en la experiencia un objeto que pueda corresponderles adecuadamente:“Ahora bien: creo que se puede llamar la idea estética una representación inexponible de la imaginación, y la idea de la razón, en cambio, un concepto indemostrable de la razón” (K.U. V    § 57Anm. I 342 /251/).

Kant explica el sentido en el que él va a utilizar el término “demostrar”, un sentido particularmente importante para establecer la analogía que venimos persiguiendo entre las hipotiposis esquemáticas y las hipotiposis simbólicas. Kant utiliza el término “demostrar”, no en cuanto deducción de una proposición a partir de unas premisas, sino en el sentido en que lo toma la Anatomía. Un concepto es demostrable para la filosofía transcendental cuando podemos encontrar para tal concepto un objeto en la experiencia, es decir, cuando podemos encontrarle un objeto que se nos da mediante una intuición de la sensibilidad. Según este sentido del término concepto, las ideas de la razón son, por tanto, conceptos indemostrables. Pero veamos lo que ocurre con las ideas estéticas en cuanto intuiciones inexponibles:“Así como, en una idea de la razón, la imaginación, con sus intuiciones, no alcanza el concepto dado, así, en una idea estética, el entendimiento, mediante sus conceptos, no alcanza nunca la intuición toda interna de la imaginación, que se enlaza con una representación dada, Ahora bien: como traer una representación de la imaginación a conceptos vale tanto como exponerla, puede, pues, la idea estética ser llamada una representación inexponible de la misma (en su libre juego)” (K.U. V  § 57  Anm. I 343 /252/) (el subrayado en negrita es nuestro).

Observemos que aquí se habla de dos tipos de intuiciones, productos ambas de una misma facultad: la imaginación. El primer tipo de intuición es la intuición sensible, empírica o pura (la representación dada). Pero el segundo tipo de intuición no es algo dado por medio de la mera sensibilidad, es una intuición interna (Cf.K.U.   V  § 49 314 /220-21/) de la que apuntamos la posibilidad de que sea el sentimiento de la mera forma de un acuerdo entre las facultades, es decir, el sentimiento del estado del espíritu en el juego libre de las mismas. Tal posibilidad parece recibir confirmación del mismo Kant, al referirse aquí a la idea estética como una representación inexponible de la imaginación en su juego libre. Este sentimiento del estado del espíritu no es otro que el sentimiento del sujeto (genitivo objetivo). Por lo tanto, nos atrevemos a decir que las ideas estéticas, como intuiciones internas se refieren no al objeto, sino al sujeto. Por eso ningún concepto determinado puede ser adecuado a tal intuición interna; el sujeto no puede ser determinado por concepto alguno, sólo podemos acceder a él por medio del sentimiento.

Pero sigamos con nuestro discurso. Ya dijimos que Kant perfilaba el sentido de lo que él entiende por idea estética desde lo que ambos tipos de ideas (estéticas y de la razón) tienen en común (Cf.K.U.   V  § 57Anm. I 342   /250/). Hemos visto ya cómo ambas representaciones son inaccesibles para un conocimiento teórico. Unas, las ideas de la razón por no poder ser demostrables en ninguna intuición sensible; otras, las ideas estéticas, por no poder ser expuestas en ningún concepto del entendimiento. Ahora vamos a ver qué dice Kant sobre los principios según los cuales estas ideas se refieren a los objetos. El principio de las ideas de la razón es un principio objetivo. En la Crítica de la razón pura se había referido a tal principio como un principio de unidad sistemática de la naturaleza (Cf.K.r.V.  A 680,B 708). Tal principio representaba, no qué eran los objetos, sino cómo había que buscarlos en la experiencia, representaba el procedimiento (el esquema -Cf.K.r.V., A 665,B 693-) para lograr la unidad sistemática de la experiencia (Cf.K.r.V., A 670-1,  B 698-9). Veamos lo que Kant dice ahora, en la Crítica del gusto, sobre el principio según el cual las ideas estéticas se refieren a la intuición interna del sujeto. Las ideas estéticas se refieren a una intuición“según un principio meramente subjetivo de la concordancia de las facultades de conocer unas con otras (de la imaginación con el entendimiento)” (K.U. V    § 57Anm. I  342 /250/).

Este principio, meramentesubjetivo (finalidad subjetiva o finalidad sin fin), nos revela cuál es el procedimiento mediante el cual las ideas estéticas se refieren a su “objeto”: el mismísimo juego libre de las facultades; un procedimiento por medio del cual tenemos acceso al sujeto. Un sujeto cuya naturaleza se nos muestra como una libre y armónica relación de facultades, y se nos revela así en una representación con valor universal a priori: el sentimiento de placer ante el estado de tales facultades en el juego libre de las mismas. Por eso, añade Kant,“se puede … explicar el genio como facultad de las ideas estéticas, con lo cual, al mismo tiempo, se indica un fundamento de por qué en productos del genio es la naturaleza (del sujeto) y no un reflexivo fin, la que da la regla al arte (de la producción de lo bello)” (K.U.   V  § 57Anm. I  344   /252/).

La regla, que sin ser una ley determinada, regula como principio subjetivo a priori el juicio de gusto y la producción de una obra de arte bello no puede provenir más que de lo que en el sujeto es mera naturaleza: la libre y mutua concordancia entre las facultades de conocer, como forma a priori de todo otro posible acuerdo entre las mismas (Cf.K.U. V  § 57  Anm. I 344 /252-53/).Esta mera naturaleza (que es, por otra parte, la auténtica materia -“Stoff”- que recibe el genio y sobre la que él actúa para transformarla bellamente en su obra de arte, según la vivificación del espíritu) haría referencia, por tanto, a la forma a priori de toda legalidad, representaría lo que en el sujeto se da como forma de toda posible ley(de la naturaleza o de la libertad): la libre concordancia entre las facultades. Mostrar esta naturaleza del sujeto como concordancia libre de facultades, mostrarla en un objeto empírico (como su símbolo), y mostrarla como finalidad subjetiva (mostrarla como la belleza que es ), significa construir (¿“crear”?) tal objeto empírico como una obra de arte bello (Cf.K.U. V    § 45 306 /212/), una obra en la que el espíritu (como libertad) y la naturaleza (como sometimiento a leyes) se muestran sensiblemente en conforme y armónica relación.

Esta concordancia libre entre las facultades, por otra parte, se nos va a aparecer inmediatamente como el substrato suprasensible de las mismas facultades:“… resulta que no es una regla ni un precepto, sino lo que en el sujeto es sólo naturaleza, sin poder, empero, ser comprendido bajo reglas o conceptos, es decir, el sustrato suprasensible de todas sus facultades (que ningún concepto del entendimiento alcanza) y, consiguientemente, aquello en relación con lo cual el poner de acuerdo todas nuestras facultades de conocer es el último fin dado a nuestra naturaleza por lo inteligible, aquello que puede servir de medida subjetiva para aquella finalidad estética, pero incondicionada en el arte bello, que debe pretender con derecho a tener que placer a cada cual”(K.U. V    § 57 344 /252-53/) (el subrayado en negrita es nuestro). Con lo cual parece indicar que, sólo en relación con este substrato suprasensible de todas sus facultades, el sujeto puede construir (¿“crear”?) un objeto bello, un objeto en el que el mismo sujeto (en cuanto acuerdo subjetivo de facultades, finalidad subjetiva o belleza) se refleje como su fundamento y su principio incondicionados. Y para construir tal objeto tampoco “se puede prescribir principio objetivo alguno, (sino sólo) un principio a priori subjetivo, y, sin embargo, de validez universal” (K.U. V    § 57 344 /253/).

Posiblemente Kant está refiriéndose a lo suprasensible desde dos perspectivas: una, considerándolo como fundamento de los objetos de la naturaleza (Cf.K.U.   V  § 57 340-41 /249/); otra, considerándolo también como fundamento del sujeto (Cf.  K.U. V  § 57 340   /248/); pero dos perspectivas que no suponen sino dos modalidades de un único fundamento posible: el acuerdo subjetivo y libre de facultades. Kant, en la Crítica del gusto, habla de lo suprasensible (en lo que éste significa de inasequible al conocimiento teórico) para significar con él: a) lo inasequible del sujeto(Cf.  K.U. V  § 57Anm. I   344 /252-53/) que, en cuanto forma a priori de un acuerdo entre facultades, subyace, como su fundamento subjetivo (su “ratio essendi” ), a todo posible acuerdo entre ellas; b) lo inasequible del objeto (Cf.  K.U. V  § 57 340-41   /249/) que, sólo en cuanto objeto recibido, el mismo sujeto posibilita (condiciona a priori) en la actividad del acuerdo de sus facultades; actividad que, como sentimiento de placer o finalidad subjetiva, es el principio subjetivo a priori (la“ratio cognoscendi” ) de aquel fundamento profundamente escondido.

Y posiblemente podramos decir ahora que, para Kant, lo suprasensible no es algo que transcienda los límites de la razón pura. Lo suprasensible simplemente muestra un límite, al transcender el conocimiento objetivo que proporcionan los conceptos determinados del entendimiento, pero no está “allende” la legalidad que la razón pura se proporciona a sí misma para constituir a priori sus objetos, puesto que lo suprasensible subyace a todos los objetos (teóricos, prácticos o estéticos) de dicha razón pura como fundamento incondicionado de los mismos y los rige como principio a priori de su construcción. Por eso, Kant (aún siendo consciente de que no ha conseguido toda la claridad necesaria) puede terminar su discurso sobre la dialéctica de la Crítica del gusto diciendo que en lo suprasensible encontramos la condición de posibilidad de una concordancia (Übereinstimmung”) entre la causalidad según fines y la causalidad según leyes naturales:“… si se admite al menos que nuestra deducción va por buen camino, aunque no se haya hecho aún en todas sus partes bastante claridad, entonces aparecen tres ideas: primero: la de lo suprasensible en general, sin otra determinación, como sustrato de la naturaleza;segundo: la del mismo, como principio de la finalidad subjetiva de la naturaleza para nuestra facultad de conocer; tercero: la del mismo, como principio de los fines de la libertad y principio de la concordancia de ésta con la naturaleza en lo moral”  (K.U. V § 57Anm. II 345   /255/).

Y las ideas estéticas, en el objeto bello (como símbolo de la concordancia entrela   causalidad según fines-“Zweckmäßigkeit”-  y la causalidad según leyes naturales -“Kausalität”-), nos brindan una posibilidad de acceso sensible a este substrato suprasensible, y por ello un modo de acceso sensible a la ley moral, tal y como hemos visto.

 
* Profesora del I.E.S. “Nuevas Poblaciones” de Córdoba. Doctora en Filosofía. Vocal de la A.A.F. por Córdoba.  


 

NOTAS.

1) Para las citas de las obras kantianas se utilizarán las siglas siguientes, que se toman del título alemán de cada obra: K.r.V. (Crítica de la razón pura), Prolegomena (Prolegómenos a toda metafísica del porvenir), G.M.S. (Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, E.E. (Primera Introducción a la “Crítica del Juicio”), K.U. (Crítica del Juicio). Hay que tener en cuenta que las referencias a la Crítica de la razón pura corresponden a la primera y segunda edición del original alemán, según el modo ya clásico de citar esta obra; el resto de obras kantianas se citan, tal y como es habitual remitiendo a la edición de las Obras Completas de la Academia Prusiana de las Ciencias (título de la Obra, volumen y pag. de la edición alemana mencionada), seguidas además, entre barras, de la página que corresponde a la traducción española (la “Fundamentación ...” y la “Crítica del Juicio”, publicadas en la colección Austral de la Ed. Espasa-Calpe en 19817 y 19843 respectivamente; los “Prolegómenos”, publicado por Ed. Porrúa en 1981; y la Primera Introducción a la “Crítica del Juicio”, publicada por Visor en 1987); en las citas de la Crítica del Juicio incluímos también el número del parágrafo correspondiente.

2) Kant distingue netamente en la Crítica del gusto a los juicios sobre lo bello de los juicios de conocimiento (teóricos o prácticos). Los primeros (juicios de gusto) reciben el nombre de juicios estéticos, mientras que los segundos (juicios de conocimiento) reciben el nombre de juicios lógicos. (Cf.los siguientes textos:E.E.   XX  § XI 246-47 /111/;   K.U. V  § 5 209   /108/; K.U. V  § 31   280 /184-85/)

3) Kant entiende por analogía, no “una semejanza incompleta de dos cosas, sino una semejanza completa de dos relaciones entre cosas completamente desemejantes” (Prolegomena IV § 58 357   /94/). Pero en la Crítica de la razón pura aparece otro texto en el que el sentido del término analogía presenta un matiz particularmente importante para el problema que nos ocupa (la posibilidad de “buscar” el cuarto término desconocido en la analogía establecida entre la hipotiposis esquemática y la hipotiposis simbólica): “En filosofía ... la analogía no es la igualdad de dos relaciones cuantitativas, sino la igualdad de dos relaciones cualitativas . Es una igualdad en la que, dadops tres miembros, puedo simplemente conocer e indicar a priorila relación con un cuarto miembro , pero no conocer este cuarto miembrodirectamente. Lo que sí poseo es una regla para buscarlo en la experiencia y una característica para descubrirlo en ella” (el subrayado en negrita es nuestro) (K.r.V. A 179-80,  B 223).

4) Es éste en realidad el problema de la relación entre el bien y la belleza, problema ya incoado en el § 16delaCrítica del gusto

5) No es tarea que podamos asumir en este trabajo el realizar una investigación sobre las consecuencias que para la filosofía transcendental tiene este nuevo tipo de idea de la razón (el ideal). Baste recordar la importancia de lo que representa tanto el ideal de una razón legisladora  (“intellectus archetypus) (Cf. K.r.V. A 695,B 723), como el ideal del bien supremo, planteado en la Crítica de la razón pura (Cf. K.r.V. A 810-11,B 838-9) y desarrollado en la Crítica de la razón práctica. En nuestra investigación simplemente nos aproximamamos (sin hacer una exploración exhaustiva) a lo que Kant dijo en la Crítica de la razón pura sobre el ideal en general, para poder establecer la analogía entre lo que Kant entiende en su primera crítica por ideal y lo que dijo sobre el ideal de belleza en la Crítica del gusto. Sólo así podremos entender lo que permanece y lo que de de novedad aporta este ideal de belleza.

6) Para Kant el ideal del que habla en la Crítica de la razón pura es un modelo arquetípico con el que es posible comparar cualquier acción concreta e individual, mientras que la idea es una mera regla para conocer la ley. Así la virtud es una idea, mientras que el hombre sabio de los estoicos es sólo un ideal. Aunque Kant deja bien claro que tal ideal, por ejemplo el del hombre sabio, es imposible de encontrar en la experiencia(CfK.r.V. A566-70,  B594-98).

7) Tal fundamento no es otro que el sentido común (Cf.K.U. V    § 40 293 /198/).

8) En el parágrafo anterior, el § 16, Kant había distinguido entre belleza libre y belleza fijada (Cf. K.U. V  § 16   229 /129/). La belleza de la que aquí estamos tratando, al hablar de un ideal de belleza, no es una belleza libre, sino fijada.

9) Al final del § 17 Kant define la belleza del siguiente modo: “Belleza es forma de la finalidad de un objeto en cuanto es percibida en él sin la representación de un fin”(el subrayado en negrita es nuestro) (K.U. V  § 17 236   /136/)

10) Si la naturaleza empírica procede según una causalidad meramente mecánica (o causalidad según leyes nsaturales), nosotros procedemos según una finalidad (o causalidad por libertad) para construir (para “crear”) otra naturaleza, que ya no es una naturaleza meramente empírica.

11) El segundo procedimiento de la facultad de juzgar (no en cuanto facultad de juzgar determinante, sino en cuanto facultad de juzgar reflexionante) es un procedimiento en el que la facultad de juzgar, mediante una peculiar concordancia entre la imaginación y el entendimiento pone en relación el estado del ánimo con el sentimiento de placer. Esta relación es meramente subjetiva (para sentir -”fühlen”- la belleza de los objetos) y recibe el nombre de “juicio de gusto”; una relación en la que también hay subsunción, sí, pero “no de las intuiciones bajo conceptos, sino de la facultad de las intuiciones o exposiciones (es decir, de la imaginación) bajo la facultad de los conceptos (es decir, el entendimiento), en cuanto la primera en su libertad, concuerda con la segunda en su conformidad a leyes”(K.U. V    § 35 287 /192/). La subsunción, en el juicio de gusto, de la imaginación bajo el entendimiento no significa, por tanto, subordinación de una facultad a la otra. Las dos facultades son afines y concordes entre sí, las dos se necesitan mutuamente para ejercer su función. Cada facultad actúa sobre la otra para que la facultad así “actuada” pueda despertar (“erwecken”) a ejercitar su función peculiar. Este peculiar y originario actuar una facultad sobre la otra es el juego libre “que consiste en el juego facilitado(“im erleichterten Spiel”) de ambas facultades del ánimo ..., animadas (“belebten) por una concordancia recíproca”  (K.U. V  § 9 219   /118/). Es en este juego libre en el que “la imaginación, en su libertad, despierta el entendimiento, y éste, sin concepto, pone la imaginación en un juego regular (“in ein regelmäßiges Spiel”)” (KU. V  § 40 296   /201/). La imaginación despierta (“erweckt”) al entendimiento por cuanto éste en su legalidad concuerda con la libertad de aquella. Y, a la inversa, el entendimiento puede actuar sobre la imaginación por cuanto ésta en su libertad concuerda con la legalidad de aquel.

12) Hablamos ahora de la sensibilidad tal y como ésta se entiende en la Crítica de la razón pura, no en el sentido con que esta sensibilidad se enriquece en la crítica del gusto.

13) Recordemos que la belleza no es otra cosa que la forma de la finalidad o finalidad sin fin (Cf.K.U.V § 17236  /136/).  


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