Jesus Campoamor Lecea
Pintor
alcarreño.
Natural de Guadalajara (1933),
y ahora residente junto al castillo de Torija,
es uno de los más genuinos representantes
de la pintura alcarreña del siglo XX.
Jesús Campoamor
por Antonio
Herrera Casado
en Gran Enciclopedia de Madrid, Castilla - La Mancha
Zaragoza, 1982, Tomo II, pág. 554
Pintor y escultor, cultiva con especial predilección la temática paisajística, de la que es un consumado ejecutor. Formado en los ambientes pictóricos madrileños de la postguerra, recibe notorias influencias de la poesía y corrientes intelectuales que surgen en torno al Ateneo. De ahí, su visión de los paisajes alcarreños y serranos, con gran sencillez y pureza de líneas, limitándose a entresacar la esencia última del ámbito observado. Realizó diversas exposiciones individuales por ciudades españolas, muy en especial Madrid y Guadalajara y recientemente ha sido viajero con su obra por Francia, Bélgica y México. Puede considerarse a Campoamor como uno de los más genuinos representantes de la pintura contemporánea en Guadalajara, de cuya tierra es testigo visual excepcional.
Campoamor,
una mirada a la Alcarria,
del Programa de su Exposición de mayo de 1986
en la Caja Provincial de Guadalajara
La
trayectoria de Campoamor, ya larga y fecunda, ha sido
recta y diáfana. Desde un inicio, su obsesión fue la
pintura de las tierras y de las gentes de Guadalajara, de
la provincia donde nació y ha vivido siempre. De las
querencias ancestrales que, por tener ese caracter
férreamente humano, fluyen más directas y fáciles ante
la barrera de la materia. Los pasiajes de suaves
lejanías, las luces inciertas del amanecer, las nieblas
sueltas que se desgajan sobre los carrascales, esa es la
materia de inspiración básica de Campoamor.
Ha realizado exposiciones de su arte en numerosos puntos de la geografía de España y del mundo. Puso sus cuadros, hace ya años, en diversas galerías belgas e inglesas. Mas recientemente en América, en México concretamente. Y, por supuesto, en Madrid y Guadalajara, donde el éxito ante sus paisanos, quizás el más difícil de conseguir, ha sido siempre rotundo.
Campoamor, como todo artista de verdad, no se limita a tener una perfección estilista o técnica, a realizar de encargo este o aquel retrato, aquel capricho, sino que posee una sólida formación cultural y unas ideas propias acerca del hombre y de la vida. Ello le posibilita volcar en sus lienzos, a la hora de hacer tangible su pensamiento y su inspiración, una paisaje de humana dimensión, una marca de impresionismo subjetivo y personal que acentua el valor y la belleza del cuadro.
La obra pictórica de Campoamor es no solo una parte del arte de la pintura, sino que comulga de la música y de la poesía. Como gran conocedor y amante de esas otras parcelas del arte, es capaz de unificar en los lienzos sensaciones y valores de todas las parcelas de la belleza.
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Herrera Casado - Guadalajara
aache@redestb.es - 1 Septiembre 1997
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