poemas poemas jaime de la gracia poemas poemas poemas poemas jaime de la gracia

 

 

 
 
la rebelión de la alcahueta
 
/ la noche oscura de los Andes /
 
la mujer desnuda abraza la columna y un pájaro
Quinche roza con sus alas de oro sus nalgas
El guerrero descansa del hartazgo sin conocer
la derrota pero sin saber del triunfo.
Los mendigos rasgan la lista con las nuevas promesas.
Los orantes se apretujan a la puerta de la
audiencia y los guardias defienden el ornamento.
La Diosa y el Orífice velan el Onice. Las
armas de obsidiana pertenecen al Dios de los
suplicantes. / Un pueblo jóven acaba de
renunciar a su futuro / una mujer con niño azul
patea un gato. y ese mar como de película con
sol rojo y bañistas / miríficas /
 
parece un día de una primavera que se pudre.
 
Es imperturbable la mujer que guarda el
Oblativo. La semilla se plantó y al tercer día la de
voró el Ibice. La inflorescencia ocurrió
después. / bajo el plenilunio /
el guarimán ofrenda su perfume
el mundo se lava la cara con jabón de perro
dónde se habrá metido el encargado de las
costumbres?
 
La audiencia de los suplicantes es disuelta por
la guardia del Príncipe. El reino cayó bajo la
insidia. / la inquina hace carrera / el Innominado
se asoma al balcón y ve la plaza desierta. Una
caravana de Yamas se atasca en el lodo que
dejaron las lluvias de consistencia vegetal. Es el
tiempo del ocaso del Dios / y de la restauración
de la paganía / Las armas de obsidiana pertenecen
al Dios de los suplicantes y son descolga
das y embadurnadas. Los antepasados son invoca
dos. El ministro de fronteras no escucha los
tambores y las flautas que llaman a la guerra
/ está como ausente /.
 
Una Esclava del Oficio pasa
por el gran salón de las consagraciones la
Audiencia la ve pasar / en silencio /. Lleva el
Oblativo.
La torre que mira al desierto fue reforzada con
dos compañías de Arqueros. La torre que mira al
poniente guarda a las esposas a las hermanas y
es defendida por una compañía de Honderos.
La torre que mira al Sur guarda a las
Concubinas y es defendida por los que pagan
vasallaje.
 
/ nadie se acuerda de las Vírgenes /
 
Es la hora del milagro
lo dice el humo de los hachones
y el canto de los perros
/hay que amarrar las penas a las patas de la cama /
 
El Innominado está de pie en el Alcázar rodeado
de los Augures que escrutan los cielos en busca
de las señales propicias.
 
Fue difícil leer el futuro en las entrañas de
los animales sagrados. El jefe de los magos
adivinos si vio en ellas el desenlace y calló.
Se lo aconsejó la prudencia del hollín. El sabe
que es siempre lo mismo que las disputas
de los Príncipes consumen a los pequeños
 
/ el mito también mata /
 
Llegó el momento de las libaciones para entrar
al recinto del Dios. Las Ofrendas sápidas se
amontonan para ser elevadas al Ofertorio. Serán
consumidas en presencia de los Antepasados.
El Indubitado solloza en la gran biblioteca. Los
defensores de la puerta que fue edificada hacía
la salida del Sol / para los rogatorios / y
por lo tanto orientada hacía la pirámide la
cierran para siempre de los siempre después
de la entrada de los últimos Yameros.
/ el salitre corroerá los goznes y la puerta caerá
florecida de salumbre /
 
La Diosa y el Orífice que guardan el Onice
dentro de la pirámide calzan las ojotas.
El Consejo de los Ponderados preparó la defensa
y los defensores mantienen el santo y seña
las mujeres comenzaron los Mitotes y los
Areítos.
 
y como era de esperarse la orden vino de lo alto
/ del Alcázar / partió del Innominado y rodó por
las piedras lavadas por las lluvias de consisitencias
vegetales y se instaló en el último de los aposentos
fue precisa y lacónica se evitó el tortuoso y
fatigante ceremonial de los días paliatorios
decía así la orden:
 
Los pérfidos y los idiólatras junto con los
impudentes y los incastos serán apartados
de sus oficios y arrojados al Odeón donde
serán vigilados por el Ibice.
Los que dan forma a los metales y los que manejan
los secretos de las aleaciones se les confinará
en el interior de la pirámide para preservar
sus conocimientos.
Los entalladores y los constructores de templos
serán sacrificados en la gran piedra para honra
del Dios.
El Litio y la Roseda harán parte de la Oblación
Esta orden mana del Innominado / que cuenta /
con el apoyo del Consejo de los Ponderados.
Tomen nota de ello los Escribas
fijen rollos en las cuatro torres para
conocimiento de los defensores.
 
Las Vírgenes serán sepultadas vivas.
 
/ sólo la Alcahueta permanecía impávida
y conservaba la serenidad /