Tenemos un lado homosexual
Leslie Maffi / Séptimo grado
Hay cosas de las que es mejor no hablar
Antonio Santana
Los ojos del perro siberiano
Todo empezó el sábado 3 de abril de 2002.
Ese día Ivana despertó a las nueve de la mañana, muy tranquila y descansada, tanto que no se acordaba de que ese día iba para casa de su mejor amiga, Cecilia. Se levantó, se lavó la cara y desayunó. Se vistió y se fue a casa de Cecilia. La casa era la más bonita de la calle en donde ella vivía. Era de un color amarillo oscuro. En la entrada había muchas matas con flores de colores y un enorme árbol que le fascinaba a Ivana. Cada vez que pasaba cerca de él se quedaba mirándolo un buen rato. Después de observarlo daba media vuelta y tocaba el timbre. Y detrás, el ruido que producían los pasos de Cecilia bajando las escaleras de madera.
Esa tarde pasó muy rápido. Hicieron el trabajo y luego vieron una película. Se acostaron en la cama y empezaron a hablar.
–¿Qué vamos a cenar?
–No sé. Pero podemos hacer pizzas.
–Pizza...
–Ay, no. Qué fastidio. Seguro que vas a empezar a hablar de algo que te pasó con Tabo.
–En realidad, sí. Es que, Ceci, es como una obsesión. No dejo de pensar en él.
–Ivana, ¿no te parece que Tabo es muy grande para ti?
–No, Cecilia. Tiene diecisiete.
–¡Y tú trece!
–Bueno, ¿cuál es el problema?
–No, ninguno.
Cecilia se dio cuenta de que a su amiga no le había gustado ese comentario, así que decidió cambiar el tema.
–Vamos a bajar a comer.
–Sí, por lo menos es mejor.
Comieron pizza y luego a Ivana se le ocurrió la genial idea de subir a la terraza. Estaban solas, los padres de Cecilia estaban en una fiesta.
La noche estaba nublada y fría. Se acostaron en una silla de tomar sol y se arroparon tanto que sólo se veían sus ojos. Ivana recordó la primera vez que fue a casa de Cecilia. Fue un viernes de carnaval. Ivana se quedó todo el carnaval en la casa de su amiga. Ivana nunca había ido a una casa tan grande, por eso se sorprendió y lo quería mirar todo. Ese día también había subido en la noche a la terraza y también hacía frío, sólo que con una gran luna llena. Esa noche se quedaron hablando hasta muy tarde y se quedaron dormidas hasta que su mamá las despertó y las mandó para el cuarto. Eso había pasado cuando ellas tenían siete años.
Hablaron de sueños locos, de amigos, de cosas cómicas que le habían pasado a Ivana y Tabo y tocaron el tema del cambio de colegio de Cecilia. Fue cuando casi lloraron.
Se vieron a los ojos, sin pestañear. A Cecilia le pareció que Ivana tenía unos bellos ojos, muy expresivos. Ivana vio en Cecilia mucha gracia. Lentamente se acercaron y sin darse cuenta ya se estaban besando. Podían sentir los labios húmedos, muy suaves y un poco hinchados. Los labios se movían despacio y con un poco de timidez.
Cecilia sintió asco de lo que había pasado, nunca había besado a nadie y no le gustó nada esta experiencia. Se sentía mal y desilusionada. No era lo que ella había planeado. Ella se imaginaba una noche en una playa o fiesta en donde él le confesaría su amor y la besaría.
Pero a Ivana le pasó algo muy diferente. Varias veces había besado a Tabo, se la pasaba en eso. Pero esta vez fue diferente. Sintió como si algo en ella hubiese despertado. Como si mil mariposas volaran en su estómago. Fue la mejor experiencia de su vida. Había descubierto su destino. Ivana vio la cara de su amiga y supuso que no le había gustado. Así que prefirió ahorrarse los comentarios. Simplemente se miraron y se fueron a dormir. Sin decir una palabra. Esa fue la mejor noche de Ivana. Al fin se descubrió a sí misma. Al día siguiente terminaría con Tabo y esperaría una nueva pareja.
De verdad, se pasó
Rebecca Wood / Séptimo grado
Habíamos llegado a mi casa. Todos habíamos llegado sobrios porque en la fiesta no había alcohol. Jorge había sido arrestado porque le había pegado a un niño. Pasó que llegamos, nos sentamos y un niño empezó a pegarle a Jorge. Él se hartó y le rebotó la mano en la cara. El padre lo vio y fue y empezaron a pelear. Ahora Jorge va a tener cargos graves y podría tener que hacer 220 horas de trabajo social. Es que de verdad se pasó, pegarle a un niño, su mano se fue a la cara del niño y le pegó. El padre tuvo cara de diablo una vez que vio eso. Cuando llegamos a la casa nos tomamos una coca-cola bien fría. Nos bajó muy bien. Pero nos quemaban los gases.
Un año completo
Amanda Egui /Séptimo grado
Una muchacha llamada Estefi fue invitada por sus amigas Sandy y Leni al cine, junto con dos amigos. Ella estaba esperando en el cine, cuando Sandy y Leni se le acercaron con dos papitos geniales, totalmente perfectos de físico. Los dos coquetearon con Estefi por toda la película y ella seguía con el coqueteo.
Los cinco iban para todas partes juntos. Estefi no sólo salía con ellos, también con Mathr. No sabía qué hacer. Un chamo en el colegio le estaba cayendo, también Jon y Alejandro. Y a ella le gustaba Mathr, pero Mathr no estaba enamorado de Estefi.
Estefi estaba viendo con cuál de los cuatro se quedaba. Mientras se estaba decidiendo, Mathr le pidió que fuera novia de él. Ella le dice que lo va a pensar. Jon y Alejandro, sin darse cuenta, también lo hicieron. Y al día siguiente, el chamo que le estaba cayendo también le pidió empate. Ella le dijo que no a Jon y a Alejandro. Y a Mathr le dijo que sí.
En eso abr los ojos, uno por uno, muy lentamente. Termina de abrir los ojos y se levanta poco a poco y mira hacia el techo. Se acuesta de nuevo.
No podía creerlo. Después de soñar un año completo, de decirle que sí al chamo que le gustaba, despertarse en la cama.
Diario
Miguel González / Octavo grado
Querido diario,
Hoy pasé una pena cuando iba caminando para entrar al colegio. Confundí a una muchacha con mi novia y la besé. Pero me di cuenta de que no era mi novia después de que la terminé de besar y me metió una cachetada. Pero eso no es todo, porque para colmo unos compañeros que venían detrás de mí vieron y me rayaron en el colegio y mi novia terminó conmigo porque le contaron que yo tenía un cacho que era la muchacha que yo besé.
Mi pensamiento estúpido
Ernesto Cazal / Octavo grado
No me puedo quitar esa cancioncita de mi cabeza “Na na na na na na na na na na na na”, ni tampoco ese video de Eminem: “The Eminem show”. ¡Demasiado cómico, pana! Chataing está diciendo puras tonterías. Me estoy aburriendo ya del programa. Voy a escuchar música. Ah, no. Pero, primero voy a salir a comprar pan, que mi mamá me pidió hace 10 minutos. ¿Qué hora es? ¡Ah! las 5:27. ¡Qué fastidio! Tengo que ir a comprar el pan ¿En dónde están las llaves? Aquí están, al fin. ¡Cónchale, el dinero! Ahora tengo que subir las escaleras. No, chamo, ya voy a bajar a comprar el pan, ¡ya! A ver, lecha, jamón, pan. ¡Llega, bendito ascensor! ¡Arr...! ¡Este botón lo voy a reventar! “Na na na na na na na na na na na na” ¡Uy! Esa canción otra vez. En cinco minutos dejé de pensar en esa canción y otra vez me vino a la mente. ¡Al fin llegó el ascensor! Miércoles, hay un tipo viéndome misteriosamente, ¿será un asesino que quiere matarme? Me miró más raro que bueno ¿Será que él sabe lo que yo estoy pensando? ¡Ay, no, papá! Yo como que salgo corriendo pa’ la panadería. ¡Ah, ah! Estoy cansado. ¿Cuánto es el vuelto? 2000 menos 1550. ¡Ah, sí! 450 bolívares. Voy a ir a comprar más. 450, son 550 me faltan 100 para comprar dos paqueticos. Ahí tengo monedas. ¡Bien! 150. A ver, ¡llené Senegal! ¡llené Paraguay! Bueno, voy a ver tele, a ver qué están dando. El video de Eminem ¡Uff!
Alguien tocaba mi pierna
Leonardo Perdomo /Octavo grado
En este momento alguien tocaba mi pierna. Había llegado al edificio, me di cuenta por la entrada decorada con piedritas que parecía de ónice y estaban cortadas perfectamente como si una máquina hubiese minuciosamente cortado cada uno de los pedazos. Salí de mi casa como a las 7 PM. Las calles eran muy peligrosas, tanto que me quitaron todo mi dinero y también se llevaron mis zapatos. Me vine caminando y quise pegarle una piedra a un gato de color grisáceo, con rayas gruesas de color blanco y unos ojos azules con un centro de color amarillo. Pero me dije ¿qué me hizo a mí ese gato para pegarle esta piedra? Así que corrí y corrí hasta llegar al edificio. Me corté saltando la cerca sin zapatos y esperé, pero no llegaba nadie. Me quedé dormido recostado de una pared y ahora alguien tocaba fuertemente mi pierna.
Escuchaba unas golondrinas
Manuel Villalba / Octavo grado
Escuchaba unas golondrinas cantando alegremente
el avemaría en el cubículo morado. Llevaba
algunas plumas con algo escrito sobre ellas.
Las pilas tenían un exacto como fuente de beneficio.
Sentado con tu padre, guindado en el cable de
la computadora y una pelusa haciéndote cariños
aclamándote sobre la lotería de la muerta. Pueden ganar
las personas de los cerros decentes. Los colores son más
que los lápices porque imagínate: el lápiz es más
natural que el aroma escondido se encuentra en la pureza
de las fotos.
En realidad el punk es un sacapuntas de los nuevos roqueros.
Nunca escuché nada simplemente libré mi mente un rato concluyendo
que los seres y las cosas son torres que se derrumban.
A quien querer
Jessica Da Silva / Octavo grado
Él caminaba con su perro por un parque. Tenía una vida muy trágica porque no sólo lo rechazan sus amistades sino también la que fue su esposa. Y él, que fue su novio, su vida sentimental. Es un desastre. No sabía qué hacer. No iba al trabajo porque lo despidieron, no por su trabajo sino por su bisexualismo. Se preguntaba por qué no lo aceptaban, si no le hace daño a nadie, varias veces intentó suicidarse con drogas cortándose las venas y ahora vive solo. Aunque, no tan solo: con su perro; el único que lo escucha, que no lo rechaza, que lo acompaña día y noche en las buenas y en las malas. Sus padres murieron cuando él tenía nada más que 3 años, lo crió su abuela y luego sus tíos. Ellos también lo rechazan. Él sólo tiene 25 años.
Ahora yo sé que no es capaz de hacer eso, tratar de suicidarse de nuevo, porque ya confía en alguien, confía en que puede superarse, ya no le importa lo que comenten los demás, porque no sólo él es bisexual, también hay otros en el mundo. Ahora trabaja en unas de las mejores empresas del país, estudia en una de las mejores universidades y aunque no tiene a nadie a quien querer, nada más a su perro y a sí mismo, no le importa. Viaja, quiere conocer el mundo y lo va a lograr. Habla como cinco lenguas a la perfección. Quiere irse a estudiar a China. Ahí no lo rechazarán...
Descripción
Arturo Rodríguez / Octavo grado
Cuatro paredes en blanco de aproximadamente dos metros de largo y cinco de alto, un espacio lo suficientemente grande como para albergar un automóvil de color verde, con asientos de cuero reclinables, motor de 80 caballos de fuerza y con el parabrisas destrozados. Además de dos estantes o armarios en los cuales podría haber dos latas de aceite, un pote de grasa para carro, cinco esponjas nuevas y dos cajas de lápices. Del techo podría haber dos ganchos de los cuales podría guindar una muchacha y un hombre, ambos aproximadamente de un metro 70 o 74, vestidos de negro, con ojos claros, pelo amarillo, ambos con una nota que dijera: “Nosotros no los matamos. Fue un accidente”. En el suelo podría haber una mujer con un bebé en las manos, ya muerta y con un tiro que entraría por la espalda, a nivel del corazón, y saldría por su garganta, entrando así en la sien izquierda del bebé y saliendo por su sien derecha para rebotar en la pared y romper el parabrisa del carro. Al lado de la mujer y el niño, un gran charco de sangre y una escopeta , la cual tendría seis casquillos de bala, pero no de escopeta, sino de una 9 mm. Debajo del auto, llena de sangre, estaría un arma automática, probablemente una 9 mm. No habría espacio en ese lugar para un objeto más.
Pensando
Daniela Delgado / Octavo grado
Él se preguntaba cada vez que subía al Ávila y se relajaba viendo a la gran ciudad de Caracas, él se lo repetía una y otra vez hasta que, ¡puf!, se consiguió lo que quería. Pensó que si no pensaba , sino tan sólo escribía y cuando empezar a pensar parara, así podría realizar lo pensado ya que pensó cómo podría no pensar. Unas horas después, llegó a su casa y se sentó a la computadora y a escribir. Manos a la obra. Él se hizo un pocote de preguntas y lo que tenía en la cabeza eran cosas tan incoherentes. Los pensamientos del pensamiento de él y pudo hacer su libro que se llamaba: Los pensamientos no son pensados.