ANARQUIA
Y AUTODENTERMINACIÓN El
nacionalanarquismo y la cuestión identitaria
ANARQUISMO Y NACIÓN Existe un gran número de anaquistas “ortodoxos” y de gente de “la izquierda” o de extrema-izquierda, que repudian este enfoque, no dudando en denunciarlo como una forma derivada del “anarco-nacionalismo”. Se cierran en la idea preconcebida de que unos entusiasmos étnicos o nacionales de este tipo serían “básicamente conservadores e inevitablemente opresivos”, y que favorecerían sistemáticamente el desarrollo del racismo y el chauvinismo. Estas dos posiciones friccionantes y aparentemente irreconciliables destacan en dos aspectos importantes de esta problemática, y su consideración permite definir las bases de una marcha que debe ser seguida para una mayor comprensión mutua o, incluso, para llegar a puntos de labor común. En primer lugar , por muchos argumentos que pueden oponer los defensores de la tendencia “dominante” a sus disidentes “minoritarios”, serán siempre los segundos y no los primeros los que permanecen fieles a la tradición libertaria mas clásica. Una gran figura de esta tradición, el revolucionario ruso Michael Bakunnin, condenaba inequívocamente al “liberalismo” egoista y destructivo que implican cada vez mas los enfoques del anarquismo “mayoritario” actual, y se complacía en repetir, no sin razón, que el hombre es el animal mas individualista y a la vez mas social de la Naturaleza. Bakunnin reconocía que esta parte social del ser humano, se expresaba a través de dinámicas comunitarias de las tribus, de los clanes, de las culturas y de las naciones. Cada una de estas dinámicas comunitarias constituye un fenómeno único, no repetido en la historia y que aporta una contribución particular a la Humanidad.
Estas ideas también fueron
claramente expuestas por otra gran figura del socialismo libertario,
Gustav Landauer, alemán de origen judío nacido en 1870 e
inspirador del sistema de “consejos de trabajadores” (o soviets). Fue
asesinado en 1919 por los esbirros de la reacción, constituida
por los cuerpos francos (Freikorps).
“Las
difrencias nacionales son factores de primera importancia en las
realizaciones que deben llevarse a cabo en la humanidad para aquellos
que saben distinguir entre la abominable violencia oficial del hecho
vigoroso, bello y pacífico de la Nación” Como “nación”,
del mismo modo que Bakunnin, Landauer
entendía una entidad cultural, y no a una entidad
política. Y tambén como Bakunnin, se situaba a favor de
la soberanía de los pueblos dentro de un contexto libertario y
antiimperialista. Louis-Auguste Blanqui, miembro de la Comuna de
París y figura obstinada en las revoluciones
de 1830 y de 1848, padre de la famosa sentencia de “Ni Dieu Ni
Maître” (ni dios ni patria) tan significativa para todos los
anarquistas, creía también en una conciencia nacional
marcada. También fue el caso del teórico P.J. Proudhon,
del socialismo liberario. Del mismo modo, la insurrección
anarquista de los partidarios de Néstor Makhno en Ucrania
(1918-21) revestía un inegable factor de lucha de
liberación nacional, y tambén un marcadísimo
sentimiento de la misma índole. Esa confusión
tan actual y nada inocente que pretende asimilar al
término Nación en el concepto de “Estado-Nación”,
debe denunciarse de ahora en adelante. No debe continuar siendo
atendida. En el futuro, cada vez mas libertarios y
contestataros de todas las clases terminarán por reconocer en su
justa medida la inevitable interdependencia que existe entre el
individuo y las unidades orgánicas que constituyen el marcho en
el que se desarrolla su vida: los vegetales, los animales, y la
biosfera entera. Admitimos que estas unidades, constituyendo cada una
de las comunidades, tienen no solamente
que tienen el derecho innegable a existir sino que
también que son estructuras impresicindibles en su gran
diversidad. Y si esto es así,
¿qué las diferencia de las comunidades naturales de los
seres humanos? ... Dicho esto, reconozcámoslo, la tendencia mayoritaria de los anarquistas “apátridas” a menudo ha tenido razón al destacar algunos aspectos potencialmente negativos del sentimiento étnico, racial y nacional. En efecto, ¿cómo evitar que este sentimiento degenere en conservadurismo social, o peor, a la aparición de reacciones violentas o incluso a la aplicación de medidas racialistas criminales promovidas por su paroxismo? ¿Cuáles son los medios que permitirían trabajar para concebir un sistema que permita la coexistencia pacífica entre distintas nacionalidades, cada una beneficiándose de su propia autonomía, cada una cultivando su propia identidad y todas enriqueciendo con su aporte a la diversidad y la riqueza de la Humanidad? – o – ¿Qué nacionalismos son legítimos y qué nacionalismos no lo son? – pero también – ¿quién puede decidir algo así? El nacionalismo Boer en Sudáfrica, por ejemplo, es una secuela manifiesta del colonialismo blanco y el Apartheid, y no una expresión de diversidad indígena. La misma cosa se puede ser dicha de los lealistas ingleses del norte de Irlanda, así como del Sionismo israelí, clara expresión vengativa del nacionalismo judío de fundamento religioso y racista. Pero todos estos son casos de nacionalismos falsos y explotaodres o de estados multiénticos, en los que una Nación niega a otra. Es allí donde se situan los
verdaderos problemas, y las
cuestiones que conviene plantearse en adelante. El fanatismo
chauvinista que reina, entre otras cosas, en la antigua Yugoslavia y en
algunas regiones de lo que fue la URRS, son un testimonio
dramático de las desastrosas consecuencias que puede conllevar
la imposición autoritaria de un Estado multiétnico en el
que se obliga a comunidades distintas a cohabitar. Estas cuestiones
ilustran también, por fuerza, lo que mucha gente de izquierda o
de sensibilidades libertarias denuncian en lo que llaman – a tientas –
el “verdadero” nacionalismo, cuyas devastaciones observan con
inquietud. Esta gente, de cuya sinceridad y buenos sentimientos no se
puede dudar, permanece en realidad atrapada en unos prejuicios
fuertemente inculcados desde los que creen que todo ideal nacionalista
es indisociable del concepto de “Estado-Nación”, fundado sobre
las bases del centralismo autoritario y de las relaciones de
dominación. Esta visión reduccionista de las cosas se ha
impuesto en los espíritus de muchas personas como un verdadero
tópico que, aun cuando se basara en hechos reales, lo
centra todo en una imagen simplista de unas clases
dirigentes explotando las pasiones énticas y nacionalistas para
mantenerse en el poder. Pero si se profundiza un poco, esta
visión muestra todas las generalizaciones arbitrarias
típicas en los fallos de interpretación. No es la conciencia étnica o
nacional en si misma lo que es fuente de conflictos entre pueblos, sino
los que a veces pretenden desviarla e
instrumentalizarla para su beneficio personal. No, no es la conciencia
identitaria lo que oprime al pueblo, lo que destruye la libertad, lo
que crea violencia, lo que enajena y niega al individuo, pero en cambio
sí que hacen todo eso los gobiernos, las clases dirigentes, los
partidos políticos del Sistema, las religiones represivas y
universalistas, el espíritu de la jerarquía, la
plutocracia y las desigualdades sociales basadas en factores
exclusivamente materiales. En aquellos que unen su visión a la
de Bakunin, Landauer, Blanqui, Proudhon y Makhno, los que apoyan a los
pueblos del mundo, los que luchan en nombre de un nacionalismo de
liberación, en todos aquellos que hoy se identifican como
Nacional-Anarquistas o anarcoidentitarios, no existe ninguna
relación con los “cripto-fascistas” o con los “nazis” como
pretenden encasillarnos según qué individuos con unos
modos de terrorismo intelectual digno de los peores
regímenes totalitarios. ¿Y en nombre de qué se
atreven a calificar algo de
“anaraquista de derechas”, cuando esa definición se debe
precisamente a que viven completamente inmersos en los prejuicios del
sistema capitalista y pseudodemocrático actual? Los Nacional-Anarquistas no son nada de todo eso que pretenden según quienes. Para comenzar no se sitúan ni a la izquierda ni a la derecha del Sistema, porque están fuera y en frente de él. Los anarrcoidentitarios simplemente quieren incitar al pueblo, a los grupos afines y a los individuos para que se liberen de las instituciones opresivas y degradantes, con el fin de permitirles ir hacia la Unidad en la Diversidad. Y aquí volvemos a esto dque Landauer designó como el principio de AUTODETERMINACIÓN. Allí se sitúa la clave del problema: Nada de “pequeño nacionalismo” oficial y centralizador, pero la autodeterminación nacional, la total libertad para los colectivos nacionales y las agrupaciones voluntarias de individuos para poder administrar ellos mismos sus propias vidas, en la medida que ese ejercicio de libertad no pise la de los demás. La autodeterminación, del mismo modo
que la autogestión, es la la esencia del ideal libertario, de
una vida ajena a toda forma de tutela coercitiva. Es el núcleo
del concepto de Libertad en el anarquismo, y la Libertad, como ya dijo
Bakunnin, es individible: debe aplicarse a todos sin excepción,
sin un solo fraude, sin ninguna máscara de privilegios, porque
esto significaría el gérmen de una nueva tiranía.
Nadie debe ser obligado a definirse o a formar
parte integrante de cualquier grupo étnico, nacional o cultural.
Esta elección debe pertenecer al individuo y solo a él. ¿ABOLICION DE LAS FRONTERAS? La cuestión de las fronteras entre distintos territorios, lleva también a debates apasionados. Obviamente, las fronteras políticas de los actuales Estados-Nación, que no tenien en cuenta las realidades históricas, lingüísticas, culturales y regionales, no son únicamente arbitrarias, sino sobretodo aberrantes y de todo inaceptables. Pero si vamos a pedir la opinión a los indios de América, a los pueblos africanos o a los palestinos qué es loq ue piensan de vivir en la completa ausencia de fronteras reconocidas, nos daremos cuenta de lo ilusas que son algunas actitudes. Algunas personas piensan que la supresión de las fronteras, abriendo las puertas de los paises industrializados a una inmigración en masa de las poblaciones pobres, constituiría el remedio a todas las ya viejas injusticias. Ademas de su carácter ciertamente irresponsable, esta idea, por generosa que pueda parecer a primera vista, no tiene en cuenta un hecho del todo evidente: los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos de los paises del Tercer Mundo no se solucionarían con una fuga en masa de sus nacionales hacia los paises “ricos”, sino al contrario. Para los paises de recepción, el impacto en la Ecología, así como en sus sociedades, de un flujo migratorio de tamaña embergadura sería catastrófico. Y eso sin contar los desequilibrios etno-demográficos que generaría. En cualquier caso, sean cuales sean las políticas de inmigración que se tomen, Occidente tendrá tarde o temprano que enfrentar las consecuencias de su constante explotación de las naciones de África, Asia y América Latina. La verdadera solución a las
miserables condiciones que sufren los pueblos de estos tres continentes
reside, como para cualquier otro pueblo, en una verdadera
revolución social emancipadora, en su liberación de los
yugos oscurantistas y teocráticos que los oprimen y en la
consevación de sus particularismos etnoculturales más
enriquecedores para ellos y para la Humanidad en su conjunto. La
supresión de las fronteras es un tema actualmente muy extendido
en la propaganda de los movimientos “radicales” de corte libertario o
de extrema-izquierda. Con todo, este concepto implica evoluciones
racistas, imperialismos y daños ecológicos devastadores
que no suelen ser tomados encuenta. Curiosamente, los neoliberales del
Capital, tienden también a negar las fronteras y a fomentar la
homogeneización de las identidades. Los gobiernos y los estados no deben
interponerse en el camino hacia la autodeterminación de pueblos
o individuos. Y no deben existir fronteras que limiten la solidaridad,
la ayuda mutua y la cooperación voluntaria. Así pues, la
causa internacionalista, sobre este compromiso, debe
ser aplicado en el sentido mas franco y equitativo: “nada de
fronteras”, pero diciendo que no debe haber fronteras impuestas contra
la voluntad de los grupos humanos sin
soberanía. ¡XENOFOBIA NO! ¡MIXOFOBIA SÍ! El núcleo duro de los cosmopolitas
afirma que cualquier lucha identitaria por la
preservación de la identidades populares y de los
particularismos nacionales son una fuente perpetua de odio, racismo y
de división del género humano. El racismo, con sus
implicaciones supremacistas y genocidas, funciona a menudo en
una doble dirección, y no se basa únicamente en
la exclusión y la diferencia, sino que también se expresa
a menudo de una forma asimiladora que
pretende borrar toda diferencia. Lo cierto es que, al intentar imponer
el mestizaje generalizado y la sociedad multiétnica, el
cosmopolita militante se convierte finalmente en cómplice
de un etnocidio múltiple con todas la implicaciones
racistas y totalitaristas que esto trae consigo. En efecto, ninguna persona de sensibilidad
verdaderamente libertaria, y en consecuencia ningún
Nacional-Anarquista digno de este nombre, podría poner en duda
la dignidad de un individuo que haya nacido bi-racial o con un
orígen multiétnico, o tampoco tendría
ningún problema en aceptar el derecho de algunos a vivir en una
comunidad multiétnica, multicultural o multirracial si tal es su
elección. Todo individuo que desee vivir en tal medio social
debe tener el derecho a esa elección y posibilidad. No obstante,
esto no le confiere ningún derecho a imponer
sus propias opciones sociales a otros individuos que aspiren a vivir de
un modo distinto a él. Un argumento simple y de una lógica
imparable contra todos aquellos que se oponen a la mera existencia del
etnodiferencialismo de los nacionalanarquistas. El espíritu
libertario está basado en el respeto a las
libertades individuales. Ahora bien, un individuo que no sea su propio
soberano, no podrá ser nunca libre; la misma
consideración debe ser aplicada a un grupo humano y a su espacio
vital. Y en otro aspecto, si los individuos tienen
un “derecho a la intimidad”, las tribus, las culturas, los pueblos y
las naciones deben poseer el mismo derecho. La territorialidad, sea
cual sea la forma en que ésta se presente, sera siempre la
expresión material del derecho a la autodeterminación de
un pueblo. Bien lejos de algunos de estos principios
tan sensatos, en nombre de una toma de partido por lo
“políticamente correcto” y monolítico, el
asimilacionismo, el cosmopolitismo y el mundialismo querrían,
pues, hacer desaparece por siempre las características de la
cultura bretona, de la cultura irlandesa, de la cultura escocesa, de la
cultura vasca o incluso de las culturas corsa, alemana, japonesa,
kabil, lapona, lituana, islandesa, chechena, magiar, kurda, mongola,
catalana, swahili, zuni, amerindia en sus tan diversas versiones, gala,
aborígen, maorí, kanaka o de muchas otras, cualquiera que
sea. ¿Constituyen la
homogeneización y el conformismo un factor
de progreso y de enriquecimiento para la humanidad? ¡Por lo menos
que permitan dudar! Entonces, ¿son los
nacionalanarquistas xenófobos? ¡Ciertamente no! Por lo arriba expuesto se les puede asignar
una tendencia mixofóbica, la cual es probable que, tal y como
andan las cosas, no tarde en ser incluida en la lista de los
crímenes contra el pensamiento correcto que los Nuevos
Inquisidores propagan e inculcan machaconamente a través de los
medios de información de masas, mass media. ¡AUTODETERMINACIÓN PARA TODOS! Este texto no tiene como objetivo lanzar
una propuesta a favor de la instauración de
un “Apartheid”, ni de sugerir cualquier necedad por el estilo. Es una
llamada a favor de la ecología humana, un grito de libertad (de
elección y de asociación). Incluso cuando a priori ya se hayan
escuchado las calumnias de los adversarios del Nacional-Anarquismo,
deformando y malinterpretando el sentido de cada palabra, un estudio
atento, objetivo y honesto del conjunto de las afirmaciones hechas en
este artículo permitirá al lector adquirir una
visión mas clara y mas precisa de lo que es la filosofía
del Nacional-Anarquismo, la cual se basa en principios antiautoritarios
y favorables a la autodeterminacion de todos. Hans CANY, 26 de octobre de 2003 (Era Vulgar) |