LA CREACIÓN
DEL UNIVERSO
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La interpretación germánica del nacimiento del mundo empieza en una época remota en la que sólo existían dos territorios: El país de los hielos y las tinieblas (Niflheimr), al norte, y el país del fuego (Muspellsheimr) al sur. Entre ellos se extendía el caos (Ginnungagap).

Sucedió que algunos ríos que corrían de sur a norte se helaron totalmente. Las masas de hielo resultantes ocuparon Ginnungagap y luego se fueron fundiendo por acción de los cálidos vientos del sur.

Las gotas de agua resultantes se reunieron y formaron el cuerpo del gigante Ymir y de la vaca Audumla, que alimentaba al primero. Del cuerpo de Ymir nacieron nuevos seres, mientras que Audumla, a base de lamer el hielo, hizo brotar a un hombre llamado Buri.
La vaca Audumla alimenta al gigante Ymir
Buri, como Ymir, podía dar vida por sí solo a nuevos seres, y así tuvo un hijo, Borr, que se casó con Bestla, descendiente de Ymir. De la unión de Bestla y Borr nacieron tres hijos, Odín, Vili y Ve.

Los tres nietos de Buri mataron a Ymir, al que odiaban, y con las diversas partes de su cuerpo crearon el mundo. Por ejemplo, de sus huesos hicieron las montañas, de su cráneo el cielo y de su sangre el mar. Se deduce, por tanto, que Ymir tenía sangre azul.

Después colocaron a un enano en cada uno de los puntos cardinales para ayudar a sostener la bóveda celeste.
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