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Movimiento Mexicano
Juarista Bolivariano

POR LA SOBERANIA Y LA UNIDAD DE LOS PUEBLOS
DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE

Convocatoria

Primera Conferencia Mexicana Juarista
Bolivariana por la Soberanía y la unidad de los Pueblos de América Latina y El Caribe

Ciudad de México, Marzo 20 y 21 de 2000

EL PUEBLO mexicano, igual que el conjunto de los pueblos latinoamericanos y caribeños, sufre un proceso de pérdida de soberanía, excesiva transferencia de recursos al exterior, inequidad en la distribución social que se expresa en el enriquecimiento descomunal de unos cuantos y la pobreza creciente de muchos, corrupción, desempleo, pobreza, inseguridad y pérdida de perspectivas, a partir de que fuera puesta en marcha la estrategia neoliberal como forma de inserción, subordinada, en el proceso de globalización que está en marcha, bajo el dominio hegemónico del capital financiero transnacional.

Las cifras macroeconómicas que ostentan los gobernantes neoliberales como sus grandes logros, en la vida cotidiana se manifiestan en hechos tales como la reducción dramática de la capacidad de compra de los salarios, sobre todo los mínimos, así como las pensiones de los trabajadores jubilados e incapacitados, incremento sin precedentes de la llamada economía informal, eufemismo que encubre el desempleo creciente, quiebra masiva de la pequeña y mediana empresa, pérdida de la calidad de vida de los mexicanos e incluso en la reaparición de enfermedades endémicas y epidémicas -las conocidas como enfermedades de la pobreza-, que hace décadas habían sido ya erradicadas.

Los problemas que enfrentamos los mexicanos los sufren también los otros pueblos hermanos de América Latina y el Caribe. La deuda externa crece día con día a pesar de los cuantiosos recursos que se dedican a servirla, en menoscabo de la atención a las enormes necesidades de nuestros pueblos. La economía se privatiza, entregando las principales fuentes de producción de riqueza ya sea a los capitales extranjeros o a las manos de prestanombres y socios de los propios gobernantes que, de esa manera deshonesta, amasan fortunas descomunales. Los procesos electorales, de aparente avance democrático, no se concretan en el verdadero ejercicio del poder por parte del pueblo, como sería lo adecuado. Los avances científicos y tecnológicos que elevan la productividad y mejoran las posibilidades de satisfacer las necesidades básicas de la humanidad, no se traducen en nuestra región en mejores condiciones de vida de los hombres y las mujeres de carne y hueso, sino todo lo contrario.

Algunas cifras dramáticas que aporta el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de 1998, ilustran el aserto. Dos mil 840 millones de habitantes de países en desarrollo, como los nuestros, viven en comunidades sin saneamiento básico; mil cuatrocientos sesenta millones carecen de agua potable; mil cien millones, de vivienda adecuada; mil millones son analfabetos; 880 millones viven fuera del alcance de servicios de salud modernos; una quinta parte del total de los niños no llega al 5º grado de educación primaria; un porcentaje igual padece desnutrición y 200 millones de niños duermen en las calles. Otros datos más: el 20% de la población mundial mejor tratado consume el 45% de toda la carne y el pescado, en tanto que el 20% más pobre consume menos del 5%. El 20% rico consume el 58% de toda la energía, en tanto que el 20% situado al otro extremo, apenas el 4%. El 20% de más altos ingresos consume el 84% de todo el papel, en tanto que el 20% más pobre, sólo el 1.1%. El 20% acaudalado posee el 87% de todos los vehículos del mundo, en tanto que el 20% con menos recursos no llega al 1%.

En América Latina y el Caribe, de los 499 millones de habitantes que somos, alrededor de 240 viven por debajo del índice de pobreza, siendo 98 millones de ellos indigentes totales, y 445,000 menores de cinco años de edad mueren anualmente por enfermedades evitables. Y vale la pena reiterarlo, no se trata de problemas que vengan del pasado y tiendan a resolverse. Por el contrario, las políticas económicas hoy imperantes en el orbe y en la mayoría de nuestros países, que atribuyen al mercado la facultad de impulsar un desarrollo sano y democrático, son las responsables de haber acelerado la tendencia que concentra los bienes de la civilización y la cultura en unas cuantas manos, cada vez menos, por cierto, y condenan a la miseria a franjas cada vez mayores de humanos.

A los pueblos de América Latina y el Caribe nos hermanan semejanzas de orden histórico y cultural que son ampliamente conocidas y que fundamentarían por sí solas, con solidez suficiente, el anhelo bolivariano de unidad, compartido por cierto por Hidalgo y Morelos, por Juárez, por Sucre y San Martín, por Artigas y Toussaint L'Ouverture, por Justo Arosemena, por Morazán y Martí, y por toda la pléyade de los grandes hombres de nuestra historia común. Pero nos hermanan sobre todo los mismos grandes, lacerantes problemas, y la necesidad, por tanto, de luchar, uniendo esfuerzos e intercambiando experiencias, para resolverlos.

Frente a ese panorama, los suscritos sustentamos la convicción de que procede y urge la reflexión colectiva y el intercambio de opiniones en busca de soluciones, que tiendan a defender la soberanía de los pueblos latinoamericanos y caribeños y a plantear alternativas de desarrollo que miren hacia la satisfacción de las necesidades de nuestros pueblos, que eleven la calidad de vida del ciudadano, que rompan las esferas de incluidos y excluidos en que nos han dividido en la sociedad, que edifiquen una democracia verdadera en la que el pueblo mande y los gobernantes atiendan su mandato, que terminen con toda forma de colonialismo y cumplan con las tareas truncadas de integración, autodeterminación y libertad de los pueblos, que nos legaron nuestros próceres.

Sustentamos la convicción de que estas alternativas tendrán que luchar contra el hegemonismo en las relaciones internacionales y rechazar el proyecto neoliberal, que hace de la ley del mercado el único valor universal del desarrollo. Tendrán que ser renovadoras, democráticas y liberadoras de las estructuras del atraso y del desarrollo desigual que azotan a nuestros pueblos, lo que sólo podrá ser posible si se sustentan en la fuerza de la unidad, de la unidad de naciones en lo regional y de la unidad de los más amplios sectores sociales y políticos que concuerdan con el objetivo de lograr una América Latina y un Caribe prósperos, plenos de justicia y equidad para el nuevo siglo.

Esta unidad es posible, para nosotros, bajo la bandera juarista del Respeto al Derecho Ajeno, y la bandera bolivariana de la Patria Grande, de la igualdad de oportunidades, derechos y deberes para las naciones; es posible bajo el ideario vivo de independencia, libertad, paz y justicia para nuestros pueblos, haciendo realidad los sueños de tantos y tantos patriotas que lucharon por acabar con la impunidad de la injusticia y por alcanzar una comunidad de naciones libres. En este camino, retomamos como antecedente la Declaración de Panamá del 25 de noviembre de 1999 así como los demás esfuerzos realizados con anterioridad en diversos lugares de la región latinoamericana y caribeña, coincidentes con nuestros objetivos de unidad bolivariana.

Por tanto, convencidos de que hoy necesitamos más que nunca de un espacio permanente democrático de diálogo entre todas las fuerzas progresistas de nuestro país y del hemisferio, por encima de las barreras políticas e ideológicas que nos dividen, convocamos a todos quienes compartan estos ideales a participar en los trabajos de la Primera Conferencia Mexicana Juarista-Bolivariana por la soberanía y la unidad de los pueblos de América Latina y el Caribe, que tendrá lugar en la Ciudad de México los días 20 y 21 de marzo próximo de acuerdo con el siguiente

T E M A R I O :

1) Vigencia del pensamiento juarista, bolivariano, y de los demás prohombres de Nuestra América, relativos a la soberanía y a la unidad de nuestros pueblos.

2) El neoliberalismo y la globalización; su impacto en la vida económica, política, social, ambiental, educativa, cultural, científica y tecnológica de nuestros pueblos.

3) Alternativas para el desarrollo con soberanía y equidad social:
a) En materia económica.
b) En el ámbito de lo político.
c) En el ámbito de lo social.
d) En lo relativo a la defensa de nuestro patrimonio ambiental.
e) En lo relativo a la educación en todos sus niveles, destacadamente la educación superior.
f) En materia cultural.
g) Por lo que hace a la investigación científica e innovación tecnológica.
h) En cuanto se refiere a la participación de la mujer en las luchas por la soberanía y la unidad.
i) El papel de la juventud.

P O N E N C I A S :

Podrán tener una extensión de entre ocho y quince cuartillas. Podrán ser presentadas a título individual, colectivo (dos o varios autores) o institucional. Deberán registrarse a más tardar la víspera del inicio de los trabajos.

También podrán participar, quienes así lo deseen, sin la presentación de una ponencia escrita, en los espacios abiertos para los comentarios, opiniones y debates. EL

COMITÉ ORGANIZADOR LO INTEGRAN:

Académicos destacados de las siguientes instituciones:

Centro de Estudios Filosóficos Políticos y Sociales "Vicente Lombardo Toledano", Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM), Instituto de Investigaciones Económicas (UNAM), Foro por la Emancipación e Identidad de América Latina (México), Instituto Politécnico Nacional, Revista Debate Legislativo, Sociedad Bolivariana de Puebla, Sociedad Mexicana de Estudios Legislativos, Universidad Autónoma Benito Juárez de Tabasco, Universidad Autónoma de Baja California, Universidad Autónoma de Tlaxcala, Universidad Autónoma de Zacatecas, Universidad Autónoma Metropolitana (Xochimilco), Universidad de Guadalajara, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Universidad Pedagógica Nacional.

Asimismo, destacados sindicalistas, luchadores sociales, defensores del patrimonio ambiental y políticos progresistas.

Organizaciones de género y organizaciones juveniles.

Informes y registro de ponencias: Sociedad Mexicana de Estudios Legislativos, A.C. Insurgentes Sur No. 216, Desp. 406, Col. Roma, Delegación Benito Juárez, C.P. 06700. Tels. 5207-1653, 5672-2057 y 5609-1896. Apartado Postal 91-061, México, D.F. E-mail: amezcua@data.net.mx.

   
 
 

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