Primera
Conferencia Anfictiónica
Bolivariana de América Latina y El Caribe
•
Ciudad
de Panamá Noviembre 23, 24 y 25 de 1999
LOS
PUEBLOS
latinoamericanos y caribeños padecemos, como nunca antes, una situación
de postración, miseria y explotación por cuenta de la política neoliberal
de globalización. Los extraordinarios logros de la ciencia y la
técnica, que se manifiestan en mayor productividad y mejores posibilidades
para satisfacer las necesidades básicas del hombre, y las comunicaciones
que hacen del planeta un diminuto espacio familiar, no han venido
a mejorar las condiciones de vida de la humanidad, sino todo lo
contrario. Las cifras hablan por sí solas: 4,000 millones de pobres
en el mundo, 800 millones de hambrientos, 100 millones que viven
en las calles de las grandes ciudades.
En
América Latina y el Caribe, de los 499 millones de habitantes que
somos, alrededor de 240 viven por debajo del índice de pobreza,
siendo 98 millones de ellos indigentes totales, y 445,000 menores
de cinco años de edad mueren anualmente por enfermedades evitables.
También guerras civiles y conflictos entre países golpean zonas
de nuestra geografía, el colonialismo subsiste en otras y Cuba sigue
excluida de nuestro continente por la voluntad única de la potencia
norteamericana.
Cada
vez más, las crisis generadas por las grandes potencias industrializadas
son pagadas por nuestros países perisféricos con violencias, inestabilidad
social y política y concesiones que merman las soberanías nacionales,
como resultado de un cuadro planetario de interdependencia que sigue
dominado por el caduco orden asimétrico mundial.
La
dominación de gigantes corporaciones transnacionales y de agencias
internacionales financieras, con la imposición de la nueva esclavitud
que representa la llamada "Deuda Externa" nos quiere condenar a
la impotencia, sin soluciones alternas y viables al modelo de sus
políticas. A pesar de haber pagado en los últimos nueve años US
$850,000 millones de deuda externa, la misma sigue creciendo en
forma incontenible con muy poco impacto favorable sobre la modernización
de nuestras infraestructuras productivas nacionales y ninguno en
el desarrollo humano. Todo lo contrario, nuestros pueblos han visto
destruirse las fuentes de trabajo, el acceso a la salud, la educación,
la vivienda, degradándose aceleradamente la calidad de vida en general.
Una
verdadera invasión de valores ajenos a nuestra cultura, provenientes
como mercancía masiva enajenante desde los países desarrollados,
actúan contra nuestras raíces, nuestra historia, nuestra identidad,
con el objetivo de transculturizarnos para dejarnos indefensos.
Cabe
entonces la pregunta: ¿Podemos aceptar que la situación descrita
siga así, sin que intentemos nada al respecto?.. De hecho, nuevos
movimientos populares emergen productos de la pauperización creciente,
del desgaste de los partidos políticos tradicionales y de la incapacidad
del orden institucional vigente para generar soluciones estables.
Se
hace impostergable construir entre todos, una ESTRATEGIA ALTERNATIVA
DE DESARROLLO, que solucione los problemas de la gran mayoría de
nuestros pueblos, en especial la insostenible lacra del creciente
desempleo; que rompa las esferas de incluidos y excluidos en que
nos han dividido la sociedad, que proporcione una democracia con
amplio derecho participativo, que eleve la calidad de vida del ciudadano,
que termine con toda forma de colonialismo y cumpla con las tareas
truncadas de integración, autodeterminación y libertad de los pueblos,
que nos legaron nuestros próceres.
Esta
alternativa tendrá necesariamente que luchar contra el hegemonismo
en las relaciones internacionales y rechazar la política neoliberal,
que hace de la ley del mercado el único valor universal del desarrollo.
Inequívocamente tendrá que ser profundamente renovadora, democrática
y liberadora de las estructuras del atraso y del desarrollo desigual
que azotan a nuestros pueblos, lo que sólo podrá ser posible si
se asienta en la fuerza de la unidad, de la unidad de naciones en
lo regional y de la unidad de los más amplios sectores sociales
y políticos que concuerdan con el objetivo de lograr una América
Latina y un Caribe prósperos, plenos de justicia y equidad para
el próximo siglo.
Esta
unidad es posible para nosotros, bajo la bandera bolivariana de
la Patria Grande, de la igualdad de oportunidades, derechos y deberes
para las naciones; es posible bajo el ideario vivo del inmortal
Simón Bolivar, de independencia, libertad, paz y justicia para nuestros
pueblos; es posible haciendo realidad los sueños de Artigas, Toussaint
L'Ouverture, San Martín, Justo Arosemena, Martí, Benito Juárez y
tantos otros patriotas que lucharon por acabar con la impunidad
de la injusticia y por alcanzar una comunidad de naciones libres.
En
este camino, reafirmamos nuestra convicción en la Declaración de
Panamá del 19 de septiembre de 1994 y la Declaración de Santa Marta,
Colombia, del 18 de diciembre del mismo año, que dieron nacimiento
a esta impostergable marcha por la unidad bolivariana, y en los
Acuerdos y Resoluciones del "Segundo Congreso Anfictiónico Latinoamericano
y del Caribe", realizado en Caracas, Venezuela en junio de 1997
bajo el lema "Por la Unidad y la Soberanía de Nuestros Pueblos",
al constatar la potencialidad de dichas propuestas y analizar los
procesos transcurridos en nuestros países.
Hoy
día necesitamos más que nunca de un espacio permanente democrático
de diálogo entre todas las fuerzas progresistas del hemisferio,
por encima de las barreras políticas e ideológicas que nos dividen,
convocados por la búsqueda de esa alternativa que tenga como punto
de partida la historia y raíces de Nuestra América y como final,
las soluciones efectivas, justas y equitativas a nuestros problemas.
La Primera Conferencia Anfictiónica Bolivariana de América Latina
y del Caribe se define como un paso más en la brega por construir
este espacio y la unidad latinoamericana, alrededor de un proyecto
para el progreso socioeconómico sustentado en el pensamiento de
Bolívar y demás próceres y héroes de nuestro continente.
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