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DECLARACIÓN DEL SOLDADO VICENTE GARRIDO COUCEIRO Don Angel Ruiz de la Fuente y Sánchez Puerta, auditor de brigada, secretario relator del Consejo Supremo de Guerra y Marina. CERTIFICO: Que en la información gubernativa instruída para esclarecer los antecedentes y circunstancias que concurrieron en el abandono de las posiciones del territorio de la Comandancia general de Melilla en el mes de Julio de 1921, figura al folio 1.659 lo siguiente: Al margen: Declaración del testigo soldado Vicente Garrido Couceiro. Al centro: En Melilla, a 14 de noviembre de 1921, ante el señor general de División, juez instructor, y el infrascrito secretario, compareció el testigo que se anota al margen, que fue advertido de la obligación que tiene de decir verdad y de las penas señaladas al falso testimonio, prestó juramento con arreglo a su clase y, PREGUNTADO por las generales de la ley, dijo llamarse Vicente Garrido Couceiro, natural de La Coruña, de veintiún años de edad, de profesión barbero, y en la actualidad soldado del regimiento de infantería San Fernando número 11, en el que sirve como voluntario. PREGUNTADO por el tiempo que lleva en el territorio y lugar donde se encontraba al ocurrir los sucesos del pasado mes de julio, dijo que llevaba año y medio en su regimiento al ocurrir los sucesos que motivan la pregunta, encontrándose en la posición de Dar Dríus, formando parte de la sección de explosivos de su regimiento, mandada por el teniente Arroyo, que estaba presente en la posición, recordando que el nombre de este oficial era D. Julián González Arroyo. PREGUNTADO por los sucesos que en la posición presenciara, dijo que salió el 21 de julio, quedando en la casa de Dríus su sección, unos 15 ó 16 hombres, a quienes fueron a relevar de su mismo regimiento. En la tarde del 22 llegó un askari y dijo al capitán de la Policía, que allí estaba que los moros habían ocupado Annual; como una hora después vieron a gran distancia por el camino la polvareda de la columna que se retiraba del frente, llegando al cabo a la posición en un estado deplorable: unos heridos, otros despeados y todos ellos sedientos, cansados y con el ánimo deprimido; algún oficial venía sin estrellas; entre los oficiales que llegaban fue el capitán López Vicente, de la segunda del segundo, que venía en el peor estado, y al acogerse al testigo para que le dieran agua, vió al alférez Balseiro, también sin estrellas y destrozado, al que increpó duramente, diciéndole: "Quítese usted de mi vista". Por la noche, sin sentir ningún fuego, montaron un redoblado servicio de vigilancia, siendo de observar que era una noche clarísima de luna. En la distancia veían arder el campamento de Ben-Tieb, cuyo incendio había comenzado por la tarde. PREGUNTADO por los hechos que presenciara el día 23, dijo que vieron pasar fuerza montada, que supone de Intendencia, que marchaba de Dríus a la plaza; vieron también emplazar con dirección a Midar y Cheis una batería ligera; salió por este tiempo una sección de Policía de la casa de Dríus para auxiliar, según cree, a Kana-Midar. El teniente González Arroyo mandó que saliera un camión-tanque a hacer aguada al río, escoltado por un sargento con ocho hombres; que al volver, al cabo de unos tres cuartos de hora, les dijeron que la columna había evacuado el campamento, dejando abandonados a los 60 que allí estaban. Desde la posición no habían visto esta marcha por estar atendiendo al frente de campaña opuesto al campamento, y por el mucho movimiento que en éste habitualmente había. En su vista, los oficiales empezaron a ordenar la fuerza escasísima de que disponían. En uno de los camiones que allí había salieron un comandante, varios oficiales y un auxiliar de Intendencia, varios paisanos de los contratados en el Depósito de Intendencia, otros muchos oficiales que no saben de qué Cuerpo eran y el testigo, que se encontraba algo enfermo. Marchó el camión, y al pasar por el campamento de Dríus, vieron tres piezas de artillería ligera abandonadas, no sabe si útiles o no, y bastante ganado vivo; muchísimos efectos militares, y vieron arder en el campamento el barracón de la sexta del tercero de San Fernando, del que se oían explosiones. En el puente comenzaron a ser tiroteados, respondiendo al fuego el comandante, que llevaba una carabina. Cerca de ______ fue alcanzado el motor del camión por varios disparos salidos de la posición; se inutilizó, habiendo que abandonarlo. En este punto alcanzaron la retaguardia de la columna, que se retiraba. Llegó a poco otro camión de Ingenieros, al que subió el comandante, logrando montar el testigo y reanudando así la marcha. En el camino hasta Batel encontraron una ambulancia parada, muerto el conductor y mutilado en la carretera, y sintiéndose dentro los lamentos de los heridos; en la carretera había bastantes muertos, gente cansada que pedía les recogieran y heridos; todo el trayecto lo hicieron bajo un duro fuego enemigo, que mató a una mujer que iba en el camión e hirió a un paisano y dos soldados. En el río seco, como el fuego fuese mucho más intenso, vieron que lo rechazaba la Caballería, empleando las ametralladoras y tirando los jinetes, bajo cuya protección pudieron salir del río y alcanzar el Batel. En este punto vió varios camiones y una motocicleta con sidecar, en la que iba un individuo completamente desnudo y lleno de machetazos, al que tapaba con una sábana la cantinera del Batel. Un coronel, que cree era del 68, mandó apear del camión a cuantos iban en él, excepto al testigo, por su aspecto de enfermo. Desde un pequeño fortín que dominaba a Batel hacíase bastante fuego. Salieron para Tistutin, cargando allí algunos heridos. En el trayecto de Arruí encontraron fuerza de Intendencia, bien ordenada y al mando de sus oficiales. En Arruí transportaron a otro camión a los heridos que traían, y un capitán mandó enganchar al camión un remolque, llenando ambos de mujeres y niños, entre las primeras, su propia esposa, según supone el testigo. Al llegar a Zeluán, los paisanos quisieron asaltar el camión que, sin detenerse, siguió para Nador, en cuyo camino un suboficial que quiso subir en marcha, fue arrollado y recogido por los del camión en mal estado. De Nador a la plaza vinieron sin novedad. Encontraron tantos muertos en algunas partes de su trayecto, que ente Uestía y Río Seco pasaba el camión sobre algunos que estaban en el camino. PREGUNTADO si tiene algo más que añadir, dijo que no. El señor general instructor dió por terminada esta declaración, que leí yo al testigo, por haber renunciado a hacerlo personalmente, ratificándose en ella en fe de su juramento y firmándola con dicho señor general, de lo que certifico.- Juan
Picasso. Y para que conste, expido el presente, visado por el excelentísimo señor consejero instructor, en Madrid, a 10 de octubre de 1922.- Angel Ruiz de la Fuente. |