DECLARACIÓN DEL ALFÉREZ D. JOSÉ GUEDEA MILLÁN


Don Angel Ruiz de la Fuente y Sánchez Puerta, auditor de brigada, secretario relator del Consejo Supremo de Guerra y Marina.

CERTIFICO: Que en la información gubernativa instruída para esclarecer los antecedentes y circunstancias que concurrieron en el abandono de las posiciones del territorio de la Comandancia general de Melilla en el mes de Julio de 1921, figura al folio 1.248 lo siguiente:

Al margen: Declaración del testigo alférez D. José Guedea Millán

Al centro: En Melilla, a 7 de noviembre de 1921, ante el señor general de División, juez instructor, y el secretario que autoriza, compareció el testigo que se deja anotado al margen, a quien se advirtió de la obligación en que se encuentra de decir verdad y de las penas señaladas al falso testimonio, después de lo cual fue juramentado con arreglo a su clase; y

PREGUNTADO por las generales de la ley, dijo que llamarse D. José Guedea Millán, ser alférez del regimiento de Infantería de Ceriñola, número 42, de diecinueve años de edad y de estado soltero.

PREGUNTADO por el tiempo de destino en el Cuerpo, dijo que se incorporó el 1° de abril del corriente año.

PREGUNTADO donde se hallaba al declararse los sucesos de este territorio, dijo que en la posición de Izumar, con una sección de la sexta del segundo, que se encuentra en Yebel Uddia.

PREGUNTADO qué más fuerzas había en la posición de Izumar, dijo que una compañía de San Fernando, con dos baterías de artillería ligera.

PREGUNTADO cómo se desarrollaron los sucesos en su posición, dijo que las noches del 20 y 21 fue tiroteada la posición; que el día 22, hallándose en el camino que pasa por detrás de ella, vió venir fuerzas, de las que la primera era de Regulares, y habiendo preguntado a un oficial a qué obedecía el movimiento, le manifestó que iban a un servicio de protección; siguió en el mismo lugar, viendo desfilar fuerzas de Infantería con poco orden, y también Artillería e Ingenieros, diciéndole un oficial amigo suyo que habían evacuado Annual. Continuó durante un cuarto de hora el testigo en aquel sitio, viendo el desfile de las fuerzas, que no guardaban formación, si bien no marchaban con apresuramiento, y subió luego a Izumar, donde encontró su sección formada, diciéndole el sargento que habían recibido orden de evacuar, como habían efectuado ya la compañía de San Fernando y las dos baterías de Artillería, por lo que el declarante fue el último que abandonó la posición; en el momento de abandonarla o muy poco después, ya el enemigo empezó a hacer fuego. En la posición vió que se había puesto fuego al depósito de municiones, habiendo sabido que fueron quitados los cierres a las piezas, según referencias posteriores. 

Siguió en la columna de evacuación, embebido en ella, hasta Ben-Tieb, no observando,al pasar a la vista de Yebel-Uddia, nada anormal en la posición. Con una baja producida por asfixia, con la secciónen mano, llegó el declarante a Ben-Tieb de cinco a seis de la tarde, entrando en el campamento y poniéndose a las órdenes del teniente coronel Marina, de su regimiento, que había evacuado de Annual con sus fuerzas. Se detuvieron en Ben-Tieb hora y media, durante la cual vió el testigo que conferenciaron el teniente coronel Marina y el jefe de la posición, capitán Lobo, pues el primero dijo que seguía con sus fuerzas a Dríus, mientras que el segundo quería que se detuviese en la posición para contribuir a su defensa, por tener de guarnición solamente dos secciones. El teniente coronel ordenó que saliera la fuerza, que, a la apreciación del testigo, serían en total unas cuatro compañías, las que sin novedad llegaron a Dar Dríus. El enemigo les hacía fuego por ambos flancos, que iban sin protección, respondiéndole algunos soldados, aunque sin salir de la carretera. Este fuego duró desde la salida de Izumar hasta Ben-Tieb, sin producir en la sección del declarante ninguna baja. De Ben-Tieb a Dríus, no fue hostilizado. En Dríus pasó nuevamente lista, sin novedad, entregando el muerto que llevaba. 

Pernoctaron las fuerzas en Dríus, sin novedad, emprendiendo de nuevo la marcha, todas las fuerzas reunidas, hacia el mediodía, con dirección Batel. Como al cuarto de hora de haber salido, empezó un tiroteo enemigo que a veces se acentuaba, produciendo bajas, y que venía dirigido de ambos lados, adquiriendo su mayor intensidad en el paso del río Gan, donde estuvo detenida la columna, y hubo que desplegar fuerzas para proteger el paso. A retaguardia llevaba fuerzas de Policía. En este camino encontraron algunos camiones y ambulancias con heridos que habían sido rematados y otros que yacían por el suelo, demostrando que habían muerto en lucha. Llegaron a Batel a la caída de la tarde, y allí vió al general Navarro, quien les mandaba continuar a Tistutin, donde se repararía la sed que aquejaba a los soldados; hiciéronlo así, continuando la marcha, ignora en virtud de qué orden, pues, embebido en la columna, seguía la dirección de las demás fuerzas de su regimiento. 

Siguieron la marcha hacia Monte Arruí, también batidos en el trayecto por fuego vivo de los moros, que venía de ambos lados, causando bajas y dando lugar a que la confusión se aumentara, compenetrándose los elementos de la columna y cogiendo los mulos para los heridos, enfermos y despeados, que, agotados por el cansancio, se echaban al suelo, diciendo que no podían continuar. A las nueve de la noche llegaron a Monte Arruí, a cuya proximidad, y para saber si estaba ocupada o no por nuestras fuerzas la posición, se tocó la contraseña de Ceriñola y San Fernando, contestando, pero sin distinguir lo que fuera. Al entrar en el poblado de Monte Arruí se sintió un vivo fuego por descargas, especialmente hacia la aguada, donde, sedienta, acudía la gente para saciar su sed. Ya en este punto el testigo no vió al teniente coronel Marina, y habiendo dado un capitán la orden de que continuara marchando la columna, el testigo, con su gente, siguió encajonado en ella, si bien ya no eran todos los soldados que la componían en un principio, por haber sufrido bajas en el camino.

Hasta llegar a Zeluán fueron menos hostilizados; en este punto, el declarante, agotado por completo, cayó al suelo, siendo recogido por dos soldados de su sección, que lo llevaron en mulo hasta Nador, donde, con los nueve hombres que de su sección le restaban, volvieron en tren a esta plaza.  A Nador llegaron unos 500 hombres de Infantería, con 12 ó 14 oficiales de distintos Cuerpos. En este punto, la columna iba mandada por el capitán Almansa, del regimiento de Melilla, sin que el testigo sepa cuando se hizo cargo de ella, porque desde la salida de Zeluán iba privado, por efecto del cansancio. Respecto a la persona que dió la orden de marchar en Annual, y que le dieron era un capitán, no puede dar otro dato sino que iba a caballo, pues la oscuridad de la noche no le permitió ver otra circunstancia. Por referencias sabe que el capitán Almansa, en Nador, pidió órdenes al teniente coronel del Disciplinario, que allí se encontraba, y supone que en virtud de ellas se reanudó la marcha, ya en la mañana del 24.

PREGUNTADO si tiene algo más que añadir, dijo que desea aclarar que la artillería que había en Izumar era: dos piezas fijas; una batería, que llegó dos días antes de evacarse la posición, y que la otra, que era de montaña, llegó la víspera. Fuera de esta declaración, nada tiene que rectificar en cuanto lleva declarado.

El señor general instructor dió por terminada esta declaración, que leyó el testigo por sí mismo, afirmándose y ratificándose en su contenido en descargo del juramento prestado, y firmándola con el dicho señor general, de lo que certifico.-

José Guedea Millán. (Rubricado.)
Juan Picasso. (Rubricado.)
Juan Martínez de la Vega. (Rubricado.)

Y para que conste, expido el presente, visado por el excelentísimo señor consejero instructor, en Madrid, a 30 de octubre de 1922.-

Angel Ruiz de la Fuente.
V°. B°: Ayala.