Voto Juvenil: el día después

I.M. Marcelo Arroyo

Lobo Fiel

   

      Hace un tiempo (aproximadamente a fines de julio de 2002), escribía un artículo sobre el voto juvenil, que envié como colaboración a la Comisión creada por la Asamblea Nacional anterior para hacer propuestas sobre el tema homónimo (que dicho sea de paso, hasta ese momento no había recibido ninguna colaboración según ellos mismos informaban en la Info Scout, pese a que muchos batían el parche sobre el tema). También lo envié a diferentes amigos dirigentes, y a algunas páginas web scouts, una de las cuales lo publicó, lo que mereció un par de opiniones de hermanos scouts disintiendo, la última de las cuales un tanto agresiva para mi gusto, pero que la referida página la mantuvo largo tiempo porque sirvió a sus fines periodísticos por el estilo polémico.

      Algo de agua corrió bajo el puente, y me pareció oportuno volver sobre el tema, ya que hay quienes lo dan por agotado, y otros esperan "agazapados" la oportunidad de retomar la contraofensiva, pese a lo contundente del resultado de la decisión asamblearia (86 votos en contra y 50 a favor, con 3 abstenciones).

      Es bueno recordar que si bien reconocí en aquella nota no ser un fanático apasionado del voto juvenil, tampoco me opuse frontalmente a él, y di algunos ejemplos de acciones que tuve oportunidad de emprender para facilitar la participación de los jóvenes en el proceso de toma de decisiones en mi ámbito de responsabilidad.  No me opuse porque allí decía que "... El voto juvenil en suma, podrá llegar algún día como parte de un proceso de maduración asociativa, y cuando hayamos logrado el crecimiento cualitativo y cuantitativo de los jóvenes (caminantes y rovers), a través de la participación que les demos en la elaboración de sus propias actividades, y no en la discusión estéril y polarizante que vergonzosamente protagonizamos todavía en nuestras asambleas de todos los niveles. Pero si no llega, tampoco será un problema: ¿Piensan Uds. seriamente que la enorme mayoría de nuestros jóvenes están preocupados porque no votan en los órganos deliberativos?. Yo creo que ha sido más un tema que nos divide a los adultos, y que por nuestra influencia ha adoptado parte de la dirigencia juvenil, pero no creo que sea la inquietud generalizada de la base ..." 

     La última Asamblea Nacional Ordinaria (2002) dio pruebas de ello: No pocos delegados juveniles se manifestaron (en representación de otros tantos de su distrito), en contra del voto juvenil aduciendo que veían suficientemente garantizada su participación y la canalización de sus inquietudes a través del programa y de los espacios que en su área territorial se les daba en los organismos de conducción en aquellos temas de su interés. 

     Pero lo más interesante - a mi modo de ver- que dejó como saldo la Asamblea Nacional en este tema, fue la actitud -cuando menos- incoherente de un enorme número de dirigentes, lo que no excluye a parte de la conducción nacional. En efecto, podíamos estar a favor o en contra del voto juvenil como "proclama", pero lo interesante era que todos estuviésemos interesados en las inquietudes de los jóvenes (independientemente de su facultad de votar). Ello no se evidenció: Cuando se debían considerar las recomendaciones del Foro de Jóvenes como punto del orden del día, los delegados de mi distrito (Nº 3 de la Zona 6 Gran Bs. As. Sudeste) hicimos la moción de que se discutan una a una, y no se aprueben en bloque, como forma de motivar a toda la Asamblea a interesarse por cada tema, y no que un "demagogo" de los que habitualmente surgían hiciera suyas las recomendaciones como propuesta para ser votadas en bloque y sin debate, o como decía en mi artículo anterior, sin "... analizar su conveniencia desde el punto de vista educativo (fin asociativo) o tan siquiera fijar prioridades de entre ellas. Olvidan que también es un aprendizaje (sobre todo para los jóvenes) respecto de una organización democrática, aceptar que no siempre lo que uno propone resulta aceptado..." 

     ¿Que fue lo que ocurrió?. Rebobinemos el tape: Un asambleísta propuso que previo a tratar las recomendaciones una por una, las tratemos primero en forma general, por si alguien tenía consideraciones para hacer en esa forma, para luego pasar a su tratamiento en particular. Así se decidió, y comenzó el tratamiento en general. ¿De que se habló? ¿Sobre las recomendaciones en general?. Pues no: Se habló de problemas en la organización del foro de Jujuy, de problemas con el micro, de problemas con el baño, de problemas de relación con los organizadores, etc., etc., etc. Es decir, no se trató sobre el punto del orden del día, que eran puntual y específicamente las recomendaciones (salvo un caso aislado de una Directora de Distrito). En el interín, debido a la desviación habida, se votó cerrar la lista de oradores para temas generales, para después pasar a tratar los temas puntuales de las recomendaciones, lo que obtuvo un triunfo de 85 votos contra 31. Pacientemente esperé que finalizara toda esa "sanata" de las cuestiones pseudo generales, para entrar a tratar el punto del orden del día, y cuando ello se dio, recordé a la conducción de la Asamblea entonces que debíamos pasar a tratar una por una, lo que -puesto en tela de juicio- llevó a una nueva votación en la que se aprobó por 79 votos contra 33 (contrariamente al acuerdo previo) el no tratarlas una por una. Cuando la resignación me llegó, insté al tratamiento aunque sea en general (ya que -insisto- solo se había debatido de temas generales del foro, pero no de sus recomendaciones) Para mi perplejidad, y como si lo anterior no hubiera sido suficiente, de un plumazo, se sometió a votación el "dar por consideradas" las recomendaciones del Foro, lo que paradójicamente fue mayoritariamente votado (104 a favor y 10 en contra, estos últimos que fueron casi todos votos de mi zona), sin que ningún miembro de la Dirección Nac. de Educación, de la de Juventud, o Equipo de Programa interviniera para intentar remediarlo (téngase presente que por su condición de tales tiene voz en la Asamblea). Esto sucedió -vale la pena mencionarlo- favorecido por la involuntaria impericia del Comité Ejecutivo del Foro al que la dirigencia nacional larga "en crudo" al Coliseo para que se los coman "las fieras" sin orientarlos previamente para que puedan moderar el debate y sin apoyarlos cuando se les va de las manos (cualquier similitud con los niveles distritales corre por cuenta de los sres. lectores), sumado ello a la abierta y vehemente incidencia negativa de un Consejero Directivo Nacional (Rodolfo Escalada) que indujo para que no se diera el debate esperado haciendo la fatífica moción que sepultó su tratamiento (el mismo consejero que poco antes había fundamentado su apoyo al voto juvenil con un alegato sobre el civismo y la democracia y la participación como valores necesarios e importantes en nuestra asociación y en nuestro sistema democrático y de vida), y con la tolerancia pasiva del resto del Consejo, que supongo quiso ser en ésto respetuoso de la voluntad mayoritaria, aunque ello implicara no debatir las propuestas de los jóvenes. 

     Conclusión: Quedaron redactadas como en su origen, nadie se interesó por ellas, no salieron como mandato expreso de Asamblea para el Consejo, ni tan siquiera con la forma demagógica (en bloque) de años anteriores. Todo ello sin que la mayoría de los que habían sufragado hacía unas horas a favor del voto juvenil hicieran algo para impedirlo. ¿Dónde estaban todos los dirigentes y consejeros que blandían la posición "ultra" juvenil?, porque aunque el voto juvenil había sido rechazado poco antes, los sufragios a su favor que cosechó, fueron considerables, muchos más que los que obtuvo la postura de tratar en forma efectiva las mentadas recomendaciones. Y ello pese a la moción de reconsideración que planteé para rever la posibilidad de tratarlas, la que obtuvo el mismo magro resultado que la que las dio por consideradas sin tratarlas (90 en contra y 22 a favor), aunque me desgañitara en el recinto (al mejor estilo "Zamora" en la H. Cámara de Diputados de la Nación cuando nos visitó Bush padre), exhortando por favor a tratarlas, para que alguien tome en serio a los jóvenes. 

     No hace falta estar a favor del voto juvenil para darles su lugar. Bastaría con interesarse y dar cabida a los temas de su inquietud. Mucho nos falta madurar, sobre todo a aquellos hermanos dirigentes scouts que con actitudes intolerantes, creyendo tener el patrimonio exclusivo de la democracia como forma organizativa por el solo hecho de proponer el voto juvenil, se manifestaron despectivamente contra quienes no lo creían conveniente, para luego pasar por alto el tratamiento de las recomendaciones. 

     No estoy de acuerdo con el editorialista de una página web scout que -en una interpretación a mi parecer teñida de parcialidad- ha dicho que lo que faltó en el tratamiento asambleario del voto juvenil, fue el debate educativo/pedagógico. Yo asistí a esa Asamblea, y muchos fueron los argumentos de corte pedagógico en uno u otro sentido, aunque también hubo de los de "barricada". Lo que pasa es que no hay peor sordo que el que no quiere oír, y espera solo los resultados del escrutinio al mejor estilo de nuestros dirigentes políticos partidarios, para luego hacer su lectura interesada del "mensaje de las urnas". Pero mucho peor es cuando lo que no se quiere oír son las inquietudes (plasmadas en las recomendaciones) de los jóvenes, como ocurrió. 

     A los caminantes y rovers de nuestra asociación, y particularmente al Comité Ejecutivo del Foro que se molestó con la vehemencia de mi apasionamiento por tratar las recomendaciones, hecho que me llevó a una acalorada alocución exigiéndoles que conduzcan adecuadamente el debate, lo que tomaron en forma de ataque personal, permitiendo que se les escapara la liebre del tema de fondo: Sepan distinguir entre los dirigentes que se proclaman "ultra" juveniles, de los que seriamente se interesan por Uds., no sigan los cantos de sirena. A veces quienes más les exigen y controvierten sus posturas, es porque están interesados en ellas. Es más fácil, pero más demagógico decir a todo que sí. 

     Nadie tiene la verdad revelada, ni los jóvenes, ni sus pretendidos defensores, ni quienes les da lo mismo que voten o no, ni los que los escuchan aunque consideren inconveniente su voto. Lo único que nos llevará a buen puerto en una asociación que se quiere democrática es el debate maduro y respetuoso, que los incluya a ellos, y los entrene así para la vida, a ser abiertos y tolerantes, sabiendo que no todo lo que propongan tendrá cabida, y que ello también enriquece. A quienes no tuvieron oportunidad de hacerlo, y les interesa/ba el tema, les invito a leer mi artículo de opinión anterior, y ver así como no estaba tan equivocado. ¡ Siempre Listo !.

 

Quilmes, 28 de Marzo de 2003.-

Anexo:

Artículo anterior publicado en "El Soguín"

Nota publicada en julio de 2002, a la que se hace referencia en éste texto

EL VOTO JUVENIL

      Se ha puesto de moda, casi como un slogan (algunos lo toman casi como un dogma), decir que el nuestro es un movimiento o una asociación de los jóvenes, y se hace pie en ello para fundar la postura a favor del voto juvenil en los órganos deliberativos. 

     Esta frase, según como se la analice, puede dar lugar a diferentes y hasta equívocas conclusiones: Decir que es "de los jóvenes", puede llevar a interpretar literalmente como que les pertenece como una posesión o cosa de su propiedad. Anticipo: No me parece muy feliz ni siquiera como slogan; me recuerda la actitud de algunos dirigentes políticos que han hecho del "Estado", o del "Partido", o del "Municipio" su coto de caza, botín de guerra o posesión, olvidando que tales "personas de existencia ideal" (como definen las leyes a estos entes abstractos que agrupan a seres humanos), no son de nadie, sino que tienen vida para cumplir un fin, una misión, un proyecto, un objetivo (podemos traspolarlo a cualquier entidad intermedia: Sociedad de fomento, club, etc. y es lo mismo). 

     Interpretando la misma frase, pero de buena fe, también puede entenderse como que el Movimiento (y su encarnación local, la Asociación) se ha creado para los jóvenes, es decir, para que encuentren en él (o ella) el ambiente apto para desarrollar todas sus potencialidades específicamente humanas en plenitud, y por tanto, lo concebimos así como un movimiento y asociación educativos, siendo los jóvenes solo una parte de los destinatarios de esta acción educativa. 

     Si, oímos bien, dije una parte, y no porque esté pensando en los círculos de rovers de partida, o centros de antiguos scouts, o cooperadoras o comités de padres, o scouts adultos que se enriquecen en el movimiento sin dedicarse a los que llamamos miembros beneficiarios; aunque todos ellos tienen importancia y cabida en el movimiento, no me refiero a ellos, sino a los niños, que no solo son tan beneficiarios del fin educativo del movimiento como los jóvenes, sino que son numéricamente la mayoría (lobatos y scouts), frente a la minoría de caminantes y rovers por cuyo voto polemizamos. 

     Quiero quedarme con la segunda interpretación, la que lo entiende como un movimiento y asociación dedicados a ellos (entre otros destinatarios), y a partir de allí empezar a tomar en serio esto de la paulatina inserción de los jóvenes en el proceso de toma de decisiones (que puede o no incluir el voto, pero ello no constituye un dogma ni resulta por ello imperativo). Pero esa inserción tiene más que ver con un entrenamiento o preparación para la vida, es decir, esto que definía B.P. como el otorgar pequeñas responsabilidades al mayor número de muchachos, para que -estimulados por la confianza, base del método- aprendan a bastarse a si mismos, para ser útiles también a los demás, y llegar así a la felicidad que para el fundador estribaba en hacer felices a los demás. Es que se encuentran en proceso de maduración intelectual, afectiva y biológica, y todo proceso de maduración exige un aprendizaje, una práctica. No tiene que ver entonces con el ejercicio de un derecho que surge de detentar el poder que otorga la posesión o propiedad. 

     Volviendo a lo anterior, a poco que analicemos el grado de representatividad de los jóvenes (caminantes y rovers), nos daremos cuenta que su participación en los órganos deliberativos, e inclusive en los ejecutivos, tiene el mismo fin que su participación en los foros o en los órganos de su rama: Es decir, educativo. Porque convengamos que si no tienen la representatividad del sector más numeroso (y origen histórico del movimiento), que son los niños (scouts y lobatos), mal puede decirse que es de ellos, o que tal pertenencia les otorga un derecho eminente por sobre los demás miembros a quienes solo representan sus educadores adultos, que son quienes conviven con ellos, conocen de sus inquietudes y se forman en la psicología evolutiva para comprender mejor tales aspiraciones (cosa que no hacen ni están obligados a hacer los jóvenes beneficiarios). 

     Quizás nuestra propia dialéctica nos enredó en la confusión, porque hablamos erróneamente de programa de jóvenes, o de la línea de dirigencia de jóvenes (en formación), etc., en lugar de decir "de niños y jóvenes", cosa que siempre estamos a tiempo de revertir y sugiero lo hagamos a la brevedad.  

     Lamentablemente, la práctica en muchos casos (no digo en todos), hace que se adopten actitudes demagógicas por parte de los adultos, cuando se trata el tema de la inserción de los jóvenes: Algunos las evidencian en adoptar en forma acrítica y a libro cerrado las recomendaciones de los foros, para luego, por no haber analizado su viabilidad, hacer poco o nada por materializarlas en acciones concretas. Pero no importa: Queda bien delante de los jóvenes decir "hago mía la propuesta y hago moción para su aprobación", aunque ni siquiera me detenga a analizar su conveniencia desde el punto de vista educativo (fin asociativo) o tan siquiera fijar prioridades de entre ellas. Olvidan que también es un aprendizaje (sobre todo para los jóvenes) respecto de una organización democrática, aceptar que no siempre lo que uno propone resulta aceptado. ¿Qué les pasa en casa a esos adultos, padres de adolescentes, si a todo lo que quieren sus hijos jóvenes dijeran que sí, y no tuvieran en cuenta si ello no resulta conveniente para todos, incluyendo a sus hermanitos menores? ¿Lo hacen? NO PRETENDAN DEJAR QUE OCURRA EN LA ASOCIACIÓN AQUELLO QUE NO PERMITIRÍAN QUE OCURRA EN SU HOGAR, PORQUE EN DISTINTA MEDIDA, LA ASOCIACIÓN ES HOGAR DE LOS JÓVENES Y NIÑOS BENEFICIARIOS, Y ELLOS APRENDEN DE NOSOTROS LOS ADULTOS, Y MUCHAS VECES NOS PIDEN Y NECESITAN LOS LÍMITES, PORQUE SABEN INTERPRETARLOS COMO INTERÉS POR ELLOS. Son los padres desinteresados los que dicen a todo que sí. Otros hacen de la batalla por el voto juvenil un motivo más de confrontación, o pulseada por hacer prevalecer una postura o facción, tal como podrían hacerlo por la definición de una insignia, color del uniforme, o si debemos darle mayor o menor porcentaje del presupuesto a un área. 

     Tuve la experiencia de ser el primer Director de Zona designado en el país (en la Nº 6 Gran Buenos Aires Sudeste) para esta aún novel asociación, función a la que renuncié a fines del primer trienio de vida asociativa, para dar la posibilidad a los entonces recientemente electos nuevos directores de distrito, de proponer un nuevo director de zona de su preferencia. Espero que ello siga ocurriendo en estos pagos, y se extienda la costumbre en el resto del país, o mejor, se lo materialice en el Estatuto. Ello porque siempre entendí que no podemos enquistarnos en el poder, porque ello no permite la renovación de ideas, en suma por una convicción democrática. Casi al finalizar el trienio (en 1999), por esa misma línea de pensamiento, cuando todavía nadie (o pocos) lo habían hecho según tengo entendido, invité a incorporarse a delegados juveniles de todos los distritos a las reuniones del Comité Ejecutivo Zonal, para que puedan llevar propuestas u opiniones e intercambiarlas con los dirigentes adultos. Ello enriqueció y trajo aire fresco. No se si mi sucesor continuó tal costumbre. También propicié en esa ocasión la formación del Consejo Juvenil Zonal como instancia informal. 

     En ocasión y por el ejercicio de esa misma función de supervisión, supe enterarme de algún ardiente propulsor del "involucramiento de los jóvenes en el proceso de toma de decisiones", y de la asociación "de los jóvenes" que mientras batía el parche dialécticamente sobre esta postura "ultra" juvenil en cuanta instancia asociativa pudiera, cuando le tocó la responsabilidad del manejo como Asistente de Programa, fue vituperado por los jóvenes que se quejaron porque les "bochaba" sistemáticamente cuanto proyecto surgiera del foro distrital. 

     Por mi parte nunca fui un fanático apasionado del voto juvenil, lo que no me impidió (además de lo que ya referí más arriba), apenas asumí como Director de Zona (1997), convocar a todos los rovers de la zona (pese a los resquemores y desconfianzas de algunos de sus dirigentes) a una jornada con la excusa de conocernos y recreación, en la que para finalizar les propuse la responsabilidad de diseñar, organizar, y llevar adelante una revista oficial zonal, íntegramente realizada por ellos, de la que solo me reservaría la nota editorial. Por razones de poca dedicación de los dirigentes a cargo del seguimiento, no se pudo concretar, pero fue mi preocupación desde el inicio darles cabida, cuando ni se hablaba del voto. ¿Saben porqué?, porque los jóvenes se interesan más por las acciones concretas en las que se les otorga confianza, y no por sentarlos a calentar asientos discutiendo en muchos casos temas que sienten como ajenos, o como cosas de las que debieran ocuparse los adultos.  

     Lo que pasa, es que con el paso del tiempo, la actitud demagógica y puramente dialéctica de algunos adultos, y de tanto machacar con el "derecho" al voto, hemos convertido a algunos de nuestros jóvenes en burócratas de salón, que les hemos hecho preocuparse más por el ejercicio del poder o de un derecho, aunque no tengan en claro a donde apunte ese derecho, que del "aprender haciendo", base de nuestro método.  

     El voto juvenil en suma, podrá llegar algún día como parte de un proceso de maduración asociativa, y cuando hayamos logrado el crecimiento cualitativo y cuantitativo de los jóvenes (caminantes y rovers), a través de la participación que les demos en la elaboración de sus propias actividades, y no en la discusión estéril y polarizante que vergonzosamente protagonizamos todavía en nuestras asambleas de todos los niveles. Pero si no llega, tampoco será un problema: ¿Piensan Uds. seriamente que la enorme mayoría de nuestros jóvenes están preocupados porque no votan en los órganos deliberativos?. Yo creo que ha sido más un tema que nos divide a los adultos, y que por nuestra influencia ha adoptado parte de la dirigencia juvenil, pero no creo que sea la inquietud generalizada de la base. 

     Es el aporte al debate de un scout con 34 años en el movimiento, desde lobato, y que ha orientado a jóvenes (raiders entonces) durante 8 años como su dirigente, y que ha contribuido a capacitar a dirigentes como formador de esa rama, durante 15 años. Que el Gran Jefe nos ilumine, dándonos el don de sabiduría para discernir lo mejor para los niños y jóvenes que nos confió (en este como en otros temas), para que iluminemos su marcha en la senda de su Ley, y sepamos enseñarles sus deberes, guiándolos de etapa en etapa (sin quemar ninguna) para encontrarnos un día todos en el campo del descanso y la felicidad, donde seguro plantó su carpa y la nuestra para toda la eternidad. 

                                             Marcelo Fernando Arroyo

 

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