ðHwww.oocities.org/ar/Dir_Gral/Fines.htmwww.oocities.org/ar/Dir_Gral/Fines.htmdelayedx!YÕJÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÈ`øŽ#…OKtext/htmlPÊÅK#…ÿÿÿÿb‰.HFri, 08 Jun 2001 03:06:56 GMTx Mozilla/4.5 (compatible; HTTrack 3.0x; Windows 98)en, *!YÕJ#… Fines de la Filosofía Crítica Trascendental

Introducción a la "Filosofía Crítica Trascendental"

Dedicatoria

A la Humanidad; a mis hijos, hermanos, padres y abuelos.

Agradecimiento

A las trabas de la vida, que sin ellas jamás me hubiera forzado en aprender.

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"[...] La verdad es lo desconocido, y una mente que busca la verdad jamás la encontrará. Porque la mente está formada de lo conocido; es el resultado del pasado, del tiempo, [...]." 05

Los religiosos postulan la existencia de un alma incorruptible y de la libertad pero no lo demuestran, los científicos se niegan rotundamente siquiera a nombrar esto, los filósofos —más osados— estudian su posibilidad. Para mi, sin más, será el objetivo del presente libro. Trataré de superar dos de los problemas de la metafísica: la incorruptibilidad del alma, y por añadidura el de la posibilidad de la libertad. Se es consciente de la ambición del presente contenido.

La obra se escribe porque, sencillamente, no quiere uno morirse sin dejar estos conocimientos y experiencias vividas en vano. En ella el lector deberá saber que hay décadas de estudio y trabajo. Se espera en ella dejar tres cosas:

1º) Disminuir la angustia por la muerte.

2º) Confraternizar al hombre con la Naturaleza y su sociedad.

3º) Abrir un nuevo camino de investigación.

donde este tercer punto implica fusionar las posturas de occidente con las de oriente, es decir, agregar al razonamiento el sentir interno, dando validez con ello al verdadero pensamiento.

La Filosofía Crítica Trascendental se entiende aquí como la facultad de poder pensar y analizar científicamente el sentir interno que tenemos todos —resultará aquí el sentir interno como aquello trascendental kantiano. Ella, dada como una contrailustración post-moderna al milenio que ha llegado, podemos decir que manifestará la llegada de ese famoso superhombre nietzschiano como paradigma de la razón occidental al cual se le añadirá dicho sentir interno de lo oriental.

Por otra parte, se verá que Kant ha cometido un error. Ha omitido la percepción extra-sensorial y, por lo tanto, el análisis parcial de la percepción sensorial no sólo acomete una injusticia gnoseológica, sino que nos enfrascó en un grave error epistemológico, puesto que en este paradigma la totalidad es igual que la suma de sus partes. Dejar de lado la extrasensoriedad es un alto costo. Por tanto, parafraseando a un antiguo filósofo, diremos: «Por lo tanto, debemos dejar a Kant, y volver a Schopenhauer».

Se encontrará en la obra muchas ideas nuevas y otras, copias; asimismo unas terceras que parecerán pertenecer a este último dominio pero que, en realidad, son frutos personales y que han coincidido con las ideas de muchos autores de la historia del pensamiento —v.g.: esencia de Husserl, lo trascendental de Kant, lo transfinito de Cantor, etc. Esto último siempre me ha alentado, no sólo porque me he sentido comprendido, sino porque supe que el paradigma que fui elaborando cada vez se tornaba más y más sólido y seguro.

No se persiguen fines comerciales en la publicación; de hecho, estará ofrecida a precio de costo si se publica en papel y de acceso libre en Internet —y se espera que aunque no viva mi persona ello suceda también así. Sino que sus miras son de amor al prójimo. Empero esto no significa que les costará gratis, puesto que se sacrificó mi familia y bienes económicos; no se piense que soy tan inocente, sino que quiero cobrar bien lo que hice. Lo único que las expensas al efecto deberán, para no tener conflicto, ser homogéneas con el contenido afín. De esta manera lo que quiero decir es que este libro, como lo es una vida cualquiera de otro o mía, no tiene precio material, aunque sí trascendental y, por ello, exijo que se me pague.

En efecto, consideraría una gravísima falta de respeto y por qué no de delincuencia, a aquella persona que lo utilice sin abonar su debido valor; es decir, a negarse a seguir los axiomas reales y verdaderos de los preceptos que nos dejara la enseñanza cristiana —no estoy hablando de los cánones, dogmas, y equívocas, cuando no malintencionadas interpretaciones eclesiásticas de sacerdotes, papas, pastores, etc., dadas en los concilios de la historia y en cada domingo en la iglesia o templo de la vuelta de casa. En suma, no lo cambio por dinero sino por una conducta moral.

Si la humanidad utiliza este libro, si lo estudia y lo aprovecha, pero no cumpliera mi exigencia..., la asemejaré al buitre: que roba y depreda al pobre, aprovechándose de sus bienes porque está en la indefensa total. Hubo quien dijo que: «Así pues, pueden escribir libros, pintar cuadros, descubrir leyes físicas o históricas, salvar vidas, solamente si alguien con capital les paga»01... pero yo no me incluyo en esto!

La obra nace desde lo muy temprano de mi vida, alrededor de los tres años, cuando tomé conciencia de la existencia de la muerte. Y, con ello, se originó la pregunta clave: ¿por qué hay en uno inadmisión de la muerte?, «¿de dónde viene al hombre la sed de perduración?»03 de una forma análoga dijera otro autor enigmáticamente. Es decir, que no sólo uno no concebía el fin de las cosas, sino que se daba por sentado de que ésta era una cuestión dada fuera del contexto de cognoscibilidad. Si se me permite:

... a mis tres años
no sólo no concebía,
sino que no cabía
el cuestionamiento del inicio
y del final de mi vida...
Aun en la fantasía creía...

Son sólo cinco los días locos que hemos de vivir. Entonces,... ¿por qué pelearnos?, ¿por qué tanto odio?, ¿tanta locura y desdén? Aquí les dejo algo y espero lo sepan aprovechar. Es esto un «empezar de nuevo» parafraseando a antiguos filósofos. Si en algo les sirve, sepan que he dado toda mi vida a este tema, y sólo para ustedes. No soy político ni revolucionario, sino que las armas aquí se reemplazan por ideas y sus municiones por las palabras... y en esto sí participo.

He estudiado muchas disciplinas en su lugar para que no necesiten aplicar su tiempo en ellas y utilicen mi conocimiento en lugar suyo. Me he preparado en el anonimato en los tres dominios, a saber: el del cuerpo, el del intelecto y el de las emociones; es decir, respectivamente, en el del fakir, el del yogui y el del sacerdote. Aun busqué un aval académico en estos tres los dominios: de la ciencia, de lo humanístico y de lo militar, para que lo que diga esté fundamentado por la licencia que es avalada por una Nación. En otras palabras, esto es decir, para que tengan ustedes de dónde afirmarse, a saber: en aquél que ha incursionado y conocido todos los mundos. La filosofía permite el análisis, y la ingeniería la resolución de problemas, y por ello, los filósofos y los ingenieros son incompletos; lo justo y adecuado, son ambas cosas. ¿Lo rehusarán y desecharán, o lo tomarán? De ustedes es la decisión. Esto es hecho con el mayor de los amores: «dejar su vida por los demás», sin esperar nada. Tampoco pretendo imitación o halago, sólo se los regalo.

Empero no diré cómo llegué a los resultados que expongo, sepan disculparme en esto. Es que ello es algo personal y, como toda experiencia, inefable; y hasta sería perjudicial. Y, aunque es mío y sólo mío, tampoco sé si aun mis hijos lo podrían sobrellevar. Si escribo mi biografía se me criticará, si no la escribo también, y así con todo. Si uso referencias bibliográficas, porque las uso y seguro mal, si no, porque no. Por eso no explico nada de nada y lo lamento por muchos. Menos aun si expongo mi fuente de inspiración.

He descubierto que hay otra dimensión, nos guste o no. Y a quien quiera —si está dispuesto a estudiar— se la voy a "demostrar". Así, una vez leída la obra (o mejor estudiada) debiera contemplarse comprensivamente, puesto que lo que yo denomino trascendental es inefable y no se encuentra sujeto a análisis por ser metafísico, sino que está exento de demostración explicativa puesto que será una comprensión inductiva. No se puede demostrar lo indemostrable. Por consiguiente, este estudio no es en verdad una demostración, aunque mucho se acerque a ella, sino sólo una «toma de conciencia».

Por ello el libro no será entendido como lo absoluto apodíctico sino como un intento posible de acercamiento a un «criterio de la pseudo-verdad». Se sabe que el mismo tendrá muchos errores y se espera por ello la sana crítica correctora y directriz de quienes lo estudien. Citaré aquí las apreciaciones de Kant04: «De toda prueba, [...] ante todo, que no nos sugestione, sino que nos convenza, o, por lo menos, induzca a convicción, es decir, que el argumento o la conclusión no sea un mero motivo subjetivo (estético) que determine el aplauso (mera apariencia), sino una razón de validez objetiva y lógica para el conocimiento, pues de lo contrario el entendimiento se quedaba embelesado pero no convencido. [...]»

Esta verdad de que se habla es tan sencilla como que se encuentra ante nuestras narices, pero a su vez muy difícil de comprender porque la historia de la humanidad no la ha llegado a ver. Es preciso para ello ciertas condiciones. Éstas —y esto lo quiero aclarar muy bien— no será entendida por ningún filósofo, ni biólogo, ni sociólogo, ni ingeniero, ni físico, ni matemático, ni historiador, ni religioso, ni teólogo, ni sociólogo, ni nadie académico, sino solamente por aquella persona que verse sobre todos estos campos del conocimiento humano y no se encuentre estereotipado. Recordemos que se pretende mostrar algo nuevo, progresista y, como tal, debe dejarse lo anterior —como lo conservador prejuicioso. Hablamos así, de tres facultades: del conocimiento interdisciplinario (humanístico y científico), de la eliminación de prejuicios y de la mejor de las intenciones. Si alguna de éstas no es dada, entonces ¡yá! debe cerrarse el libro puesto que jamás se comprendería.

La presente obra no trata sobre el «sentido» del mundo, de la vida y sus cosas, sino del «extra-sentido» de ellas. Un autor expresó correctamente esta idea al decir: «[...] podemos interpretar la famosa frase de Heráclito, según la cual la filosofía es "el mundo vuelto al revés"... No es de extrañar entonces que el filósofo aparezca como un extraviado: extraviado de los caminos y vías reales por los que se mueve el entendimiento cotidiano. [Ello consiste en el] preguntar extra-ordinario03 En esto les anticipo radicará el problema de comprensión de la obra. Aquí se expondrán cosas nuevas o bien, que no surgen del contexto filosófico ortodoxo que nos toca vivir, y empero partiremos de éste por necesidad. Sé que esto mucha gente no lo compartirá, o bien no lo comprenderá, pero no importa..., "yo los disculpo".

¿Si existiera una dimensión que usted no pueda ver ni tocar, ni nada, y ni aun hablar de ella porque es inefable... y si estuviera plenamente convencido de tal existencia, cómo se las arreglaría para comunicarla? Hubo quien dijo: «lo que no puede ser expresado por proposiciones, sino sólo mostrado; creo que éste es el problema cardinal de la filosofía»06. En otras palabras, así como a un individuo que viva como nosotros en "tres" dimensiones le sería imposible explicar sus experiencias a otro que se encuentra en sólo dos, de la misma manera, entraremos nosotros en esta dificultad. O bien, si hay sólo siete colores en el espectro visible por todos, pero usted puede ver uno octavo, le pregunto: ¿cómo haría para explicarlo?

Por otra parte, trataré de ingeniármelas con el vocabulario y terminología ya existente para no confundir más de lo que se ha hecho. Tampoco soy hegeliano ni antihegeliano, ni kantiano ni antikantiano, ni platónico, ni racionalista, ni nada... soy sólo mío. Haremos con quienes me sigan nuestro propio sistema filosófico latinoamericano y argentino, interdisciplinario ordenado y progresivo, tal cual el mejor espíritu comtiano, aunque sin orientación política de ninguna especie excepto aquella que persiga los verdaderos axiomas cristianos. Por ello se escribe ahora en primera persona ya que soy el único responsable. Lo mío es, entonces, la anarquía seria y epistemológica del eclecticismo. Introduciré un superparadigma kuhniano, a saber: a aquél paradigma de paradigmas.

Es el tema que nos proponemos desarrollar realmente inagotable y difícil. No descarto por ello futuras posibles modificaciones de contenido y sobre todo correcciones. Pretendo que sea tal cual la estatua de un perpetuo artista: se la irá puliendo (si la ocasión determina) hasta morir. Y mejor aun, que sea ésta perfeccionada por distintas manos.

Con respecto a la filosofía, estoy harto de la justa escéptica de Schopenhauer. Me refiero a la magra filosofía de las universidades. Como «caballeros con traje de cartón» cubren la fantasía del escenario. En cuanto a la ciencia, no creo que nadie dude que se ha evolucionado en la historia desde el mito al logos, pasando por estadíos bien marcados. La gente científica, seria, se conoce en los pasillos de las universidades. Ellos no están incomunicados entre sí, sólo lo parece; entre ellos se conocen y hablan en voz baja tras las puertas... tienen miedo, miedo de que vean lo capaces que son, y por ende, peligrosos.

Si usted es uno de ellos no debe desesperarse, será reconocido: sólo pasee por los pasillos. Ellos son los anónimos que rondan delante de nuestras narices como los ideales de Ingenieros. No son los que vemos en los medios propagandísticos, de radiodifusión, prensa comercial, etcétera. Por ello, espero que no sean éstos mismos hombres de ciencia los que caigan en el pozo que ellos mismos criticaron. Que no sean ellos los que limiten el conocimiento humano. Yo les pregunto: ¿qué es mejor, una cientificidad de dudable veracidad o una seriedad de incuestionable moral? No debiera, por tanto el hombre de ciencia, decir al punto que «¡no!», sino bebiera reemplazar esto por el complaciente «no aún...».

Unir ciencia con filosofía no es fácil. La historia ya ha tenido grandes problemas por esto. El medioevo con su escolástica es un ejemplo. Debe, pues, buscarse una equivalencia entre sus lenguajes a modo de intertraducibilidad de paradigmas, a modo de parentesco familiar en los usos del lenguaje, y no reducir a uno en el otro tratando de fusionarlo y hacerlo desaparecer.

Tres son los pilares de mi filosofía: Salomón, Jesús y Schopenhauer, y muchos otros los que justifican también su mérito: me refiero a lo que nos llegó de Aristóteles, del inquieto Kant, etc. En el ámbito científico las bases son por todos conocidas; es decir, por los autores de cabecera de cada disciplina en cuestión.

Seguidamente enumeraré, entre muchas otras, una serie de resultados que se desprenderán de la obra:

1)    Superación de la incognoscibilidad de la «cosa en sí» kantiana.
2)    La Teoría de Sistemas aplicada al marxismo.
3)    Reinterpretación de la «teoría de la relatividad» einstiana.
4)    Crítica al problema de alcance y autoaplicabilidad gnoseológica.
5)    Reivindicación de la biología molecular.
6)    Aportes al cálculo infinitesimal de Newton-Leibniz.
7)    Aportes a la neurofisiología.
8)    Aportes a la psicología y a la extra-sensoriedad de la parapsicología.
9)    Mensura de la estética, de la ética, del humor, etc.
10)    Interpretación de la obra de arte.
11)    Justificación del apriorismo innato.
12)    Reinterpretación de la exégesis hermenéutica cristiana.
13)    Superación del «escepticismo causal» humeano.
14)    Interpretación científica del «primer motor inmóvil» aristotélico.
15)    Reinterpretación del concepto «trascendental» kantiano.
16)    Ampliación del concepto de «derecho de propiedad» liberal lockeano.
17)    Estudio aplicado del «método hipotético deductivo».
18)    Regreso al concepto de «ímpetu» de Filopón-Buridán.
19)    Negación del «principio de no-contradicción» aristotélico.
20)    Reinterpretación y Unificación de la «metafísica».
21)    Posibilidades del «progreso y creatividad» en la historia.
22)    Teoría de Sistemas aplicada a la epistemología Naturalizada de Quine.
23)    Posibilidad de racionalizar lo irracional.
24)    Reinterpretación de la negentropía biológica.
25)    Hipótesis de lo trascendental-informático-inmanente-trascendente.
26)    Introducción al análisis de la psicoquinesis.
27)    Negación del «efecto Kirlian».
28)    Aportes a la especialización de los hemisferios cerebrales.
29)    El papel del Orden y de Información en la física del mundo.
30)    Medición y síntesis (fabricación) con el «índice trascendental».
31)    Interpretación extra-física de la economía.
32)    Reinterpretación de la «ecuación de onda» de Schrödinger.
33)    Reinterpretación del tiempo y del espacio.
34)    Hallazgo del «sentido» de la vida.
35)    Realidad eudemonológica de la especie humana.
36)    Ontología del «estar».
37)    Reinterpretación de las leyes dialécticas.
38)    Reinterpretación mosaica, católica, etc.
39)    Reinterpretación de la memoria.
40)    Fenomenología de la hipnosis.
41)    Fenomenología de la psique.
42)    Fundación de la psicoingeniería.
43)    Nueva propuesta de postura política.
44)    Hallazgo de contradicciones bíblicas.
45)    Interpretación cibernética de la dialéctica.

Supongamos ahora un gedankenexperiment (experimento del pensamiento). Imaginemos una mesa de café donde tenemos cinco "invitados": el señor S, el señor J, el señor AS, el señor IK y el señor escéptico-agnóstico EA. Empieza un diálogo en el cual comienzo con mis inquietudes sobre la existencia y la imposibilidad de entender y aceptar como real la muerte absoluta, tal cual lo interpretara en mi temprana infancia:

Yo Los he reunido juntos para tratar de resolver un problema.

Desde pequeño que he tomado conciencia de algo, esto es, de lo que llamamos muerte.

Cuando me explicaron esto: que una persona se iba y no regresaba más; me fue espantoso, indignante, y no sólo eso, sino que no lo podía aceptar. Es como si esta interpretación del hecho de la muerte no tendría sentido. Además, siempre me pareció sentir que yo hubiese existido siempre, aunque no contemplé ni siquiera los amaneceres de la antigüedad y, más aun, a pesar de mis años maduros, sigo observando lo mismo.

Yo no sé qué pasa por la cabeza de otras personas al respecto, pero lo que sí puedo decirles es que pareciera que no son conscientes de este efecto. Es decir, de que perderíamos a nuestros seres queridos indefectiblemente, a nuestros padres, hermanos, abuelos, hijos, etc. Aun perderíamos también todo nuestro afán por las cosas espirituales, como lo son nuestros estudios realizados, nuestros sentimientos adquiridos, todo... todo! También las cosas materiales móviles e inmuebles. Se extraviaría todo esto en un mundo que no llegaríamos a contemplar ni vivenciar jamás. Así visto, sencillamente, es catastrófico, petulante, una falta de respeto al ser humano si es que hay una divinidad que lo coordine.

Por eso los he llamado; sé que ustedes son personas sensatas, coherentes, y con un conocimiento a lo largo de la historia que es de digna admiración. Podría haber llamado a otros más, pero creo que con ustedes será suficiente. En todo caso los convocamos.

Así, si les parece bien comenzaré con la pregunta clave: ¿es tal la muerte como se las he presentado?

EA Desgraciadamente sí.

Yo ¿Por qué?

EA Porque no está demostrada la existencia del alma. Es decir, como el fundamento no corruptible de nuestras individualidades.

AS ¿Y qué es entonces lo que te impulsa a hablar de ella? Desde la filosofía griega y pasando por Avicena, no se dejó claro de que no podemos hablar de lo inexistente? Según creo, el vacío de la cavidad cardíaca del cuento de Abentofáil mostraría la existencia de lo inmaterial. Dije claro, en mi obra, que deberíamos enseñar a las personas que ni se nace ni se muere.

J Tú lo has dicho. Sólo se «es», es decir, se «es el ser», como justamente observaran mis antiguos padres.

Yo ¿Bien, pero, de qué manera podemos corroborar esta hipótesis? Popper nos ha dicho que debemos ver la posibilidad de refutarla para poder hacer ciencia con ella. Entonces, ¿qué les parece si tratamos de hacerlo?

AS Coincido con este aspecto. Creo que, si bien sería más difícil hacer filosofía de lo negativo que de lo afirmativo, al menos para este caso, bien valdría la pena intentarlo. Empero esta técnica —y que es mi favorita—, consiste en plantear la cosa como la no existencia de lo material.

EA Me parece ubicado. Empecemos. Preguntémonos entonces qué es lo material.

IK Aquí hay algo que puede ayudar, y es que como el tiempo y el espacio son a priori en la razón pura, los fenómenos que observamos siendo materiales son aquellos que sólo se pueden mensurar.

J ¿O sea que analizaremos el "Cielo" por sus efectos terrenales? En cuanto a esto, le aclaro señor IK que yo no hablé diciendo "para siempre", sino que sólo dije "eternidad".

IK Me parece ubicado J que lo aclares ya que lo metafísico no es cognoscible y por lo tanto inefable. Sólo podemos acercarnos al concepto de los "momentos" según describo en uno de mis libros, relacionándolo con las ideas de la convolución matemática de mi amigo Laplace.

S Perdón que interrumpa, pero creo que estamos complicando las cosas. Sólo se trata de diferenciar la «ciencia de los sabios» de lo que «sentimos con el corazón». En ello consiste uno de mis proverbios favoritos.

J Es cierto, tal cual se le ha brindado con exclusividad a los niños.

IK Sí, pero es que debemos ser exactos, precisos.

AS Estoy contigo IK. Continuemos con la filosofía negativa, es decir, con los efectos de causas no visibles.

Yo En este aspecto la ciencia contemporánea puede brindar un aporte interesante. Diferencia la materia —dada como masa-energía— de la forma aristotélica, en cuanto a que la primera se encuentra distribuida en un tiempo-espacio real, mientras que la segunda —y que se suele denominar como información— lo hace en otro virtual. Ambos, real y virtual, sólo están correlacionados.

IK ¿De qué manera?

Yo No lo sé bien; pero por ejemplo, dado un espacio-tiempo real en un chip electrónico, éste puede procesar cierta información en un espacio-tiempo virtual correlacionado con la disponibilidad de las características materiales reales. Es decir, tendrá más velocidad el juego si lo permite el tiempo del clock y dispondrá de mayor definición de imagen por el área física de memoria disponible.

IK ¿Quieres decir que los procesos informáticos, siendo específicos a los ordenadores, pueden tener alguna correlación con los procesos intelectuales otorgados por lo que llaman en este siglo redes neuronales?

Yo Efectivamente, también eso se desprende de ello.

IK Ahora veo claro. Lo que yo he denominado razón, como dado fuera de lo empírico, cobra sentido con el plano virtual al que te refieres. Pero, lo que no veo muy bien, es aquello otro que denomino razón pura. ¿Tienes alguna idea al respecto?

Yo Sí, y algunas muy satisfactorias. Para llegar a ellas vayamos paso por paso.

Primeramente, tú IK haz dicho que la razón pura tiene una característica de conocimiento a priori pura; es decir, que es excenta de toda experiencia; y también que, siendo trascendental, brinda un «conocimiento de las condiciones de posibilidad de conocer» la experiencia y el autoconocimiento. Bien, en cuanto a lo primero, entonces, si es excenta de toda experiencia, deberá ser necesariamente algo ajeno al tiempo-espacio, ya sea éste real o virtual.

AS Es lo que yo interpretara como lo trascendental de IK.

Yo Correcto AS. Ahora bien, segundo, dado que la posibilidad es una probabilidad no ponderada; y que toda probabilidad, a su vez, es una información según los contemporáneos Shannon, Abramson, etc., se da que el "antecesor" o el a priori se encuadra necesariamente entonces como el conocimiento que no se piensa.

S ¿Te refieres a lo que yo dije del conocimiento de lo dado por el corazón?

Yo Claro S, pero hay que adecuar esta terminología a la época en que vivimos.

EA Esto se evidencia porque larga es la historia de los tiempos en que se disputan los conocimientos entre la razón y la fe.

Yo Cierto, pero no nos dispersemos, quiero acabar la idea de qué es esto que estamos «hablando». Lo digo entre comillas porque, no sé si se dieron cuenta, que si estamos queriendo expresar algo que no se configura ni en tiempo-espacio ni real ni virtual, se encuentra por lo tanto, excento de toda sensitividad y lenguaje, oral o escrito. Es una empresa difícil la que nos hemos propuesto.

Por consiguiente, nada mejor entonces que verla en "acción", y para ello tomemos un ejemplo cotidiano. Es el ejemplo del que he denominado «el vaso de agua»; a saber: luego de hacer más gimnasia que lo acostumbrado, se tiene sed y uno se va sirviendo agua en un vaso; en esta experiencia, momento a momento sentimos una necesidad satisfecha, y finalizamos la misma cuando sentimos que lo que hemos servido es suficiente para calmar la sed. Aquí surgen las cuestiones siguientes: como no se conoce ningún sensor fisiológico que determine este control, y tampoco se observa que la experiencia sea guiada por algún hábito anterior, se concluye que la gobernabilidad ejercida sobre el dominio de nuestro cuerpo es trascendental, es decir, fuera de todo tiempo-espacio; y que es, a su vez y lo más importante, aquello que sutilmente ha pasado desapercibido: lo que sentimos.

De esta manera, lo que sentimos, cobra carácter de «ente». Es lo «oculto del ser», es decir, es la apariencia oculta que habló Heidegger y el «no-ser» de Parménides.

J Bien, es que, justamente, también es a aquello en cuanto me he referido al decir el «otro mundo».

Yo Entonces J, ¿cómo debo relacionar esto con nuestra inquietud? ¿Es que debo aceptar una metempsicosis?

J No necesariamente, sino que allí no hay memoria de lo ocurrido. Se será lo que se es, y todos seremos juntos lo que somos: aquello que fue y será.

«Si tienes oídos para oír, oye el conocimiento de la filosofía negativa...!»

Eugenio Tait
Mar del Plata, 15 de Octubre de 2000

Bibliografía

01 BERMAN, Marshall: Todo lo sólido se desvanece en el aire, Bs. As.-México, Siglo XXI, s/f, p. 114.

02 CARPIO, Adolfo P.: El sentido de la historia de la filosofía, Bs. As., E. U. de B. A., s/f, cap. El tema de la metafísica, § 8, pp. 323-324.

03 DILTHEY, Wilhelm: Introducción a las ciencias del espíritu (1883), Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 1951.

04 KANT, Immanuel: Crítica del Juicio (1790), trad. por José Rovira Armengol, Bs. As., Losada, 1961, SECCIÓN SEGUNDA, § 90.

05 KRISHNAMURTI, Jiddu: La libertad primera y última (1958), trad. por Arturo Orzábal Quintana, 11a ed., Bs. As.,Sudamericana, 1983, Preguntas y respuestas, § 3.

06 WITTGENSTEIN, Ludwing: Carta a Bertrand Russell, Cassino, 18-8-1919, en D.Trapani y otros: Wittgenstein, s/d , 1989.

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