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Carta remitida por Carla desde Uruguay


Adrián
Desde el mismo momento en que te fuiste al cónclave empecé a extrañarte, pero ahora la tristeza es una niebla londinense, no desaparece ni tiene intenciones de.
Hace un calor abrumador y el sol está como para cocinar huevos sobre las piedras.
Estoy midiendo el tiempo a partir de la hora que salió el avión, como un ejercicio masoquista :P
Ayer había quedado en encontrarme con Marcela, como cada quincena, y jamás imaginé que me iba a sentir tan fuera de lugar.
Ella me hablaba de sus planes de recién casada y yo, como no podía hablarle de nuestros planes de más o menos juntados, me quedé hipnotizada mirando la nada, una nada en la que necesitaba que apareciera tu rostro. Supongo que la pobre se habrá sentido tan fuera de lugar como yo.
Anoche destapé un vino, me metí en el agua a relajarme y quererme -una forma de equilibrar tu ausencia-, y sin querer la botella se terminó. Me fui relajadita y algo dopada a dormir, para no pensarte tanto.
Hoy fue un domingo triste como pocos, la ausencia de trabajo se superpuso con la tuya y no tenía cómo evadirme de tanta nostalgia. Probé hartarme de cine hasta que sentí náuseas oculares.
Quiero que vengas ya... Todavía me parece que falta un montón
Cuanto más tardes en venir más duras y enloquecidas serán mis ninfómanas venganzas, te aconsejo tomar vitaminas estos días.
Vuelve pronto ¿sí? vuelve, te amo
Silvina