París, Diciembre de 1795
Despierto lleno de pensamientos sobre tí. Tu retrato y la intoxicada tarde que pasamos ayer han dejado mis sentidos en la agitación. ¡Dulce, incomparable Josephine, qué efecto extraño tienes en mi corazón! ¿Estás enojada? ¿Veo tu mirada triste? Estás preocupada?... Mi alma duele de pena, y no puede haber descanso para tí amada; pero ¿todavía hay más guardado para mí cuando, rendido a los sentimientos profundos que me abruman, dibujo desde tus labios, desde tu corazón, un amor que me consume con fuego? ¡Ah! ¡Fue ayer por la noche que comprendí completamente cuán falsa es la imagen de tí que da tu retrato! Estás partiendo al mediodía; Te veré en tres horas. Hasta entonces, mio dolce amor, mil besos; pero no me correspondas ninguno, porque encienden mi sangre.
Esta es la segunda carta de Napoléon que posteamos.