Cartas de amor literarias y otros cuentos, por Robert Herrick (fragmento)
Tus claveles están allá, un poco más allá de esta página, en una confusión de manuscritos. ¡Fuente dulce de esta carta ociosa y recuerdo apacible de la casa en la calle Grant y de tí! Imagino que tomo su aroma antes de que se escape, abundante, en la vaga oscuridad más allá de mi ventana. Susurran: "sea tierna, sea franca; recuérdele lo que fue precioso en el pasado. Las delicias pasadas se ven atractivas con esperanzas engañosas, y el corazón de la mujer se endurece al vivir. Somos la mujer que usted conoció una vez, pero somos mucho más. Hemos aprendido nuevos secretos, nuevas emociones, nuevas ambiciones, en amor estamos más llenas que antes." Ese es su mensaje esta noche -para la mañana estarán secas y sin vida- . Ahora te veo como esta tarde en el Goodriches', cuando entraste triunfante intentando crear un sitio animado con esa gente hueca y pasiva. Alguien cantaba en alguna parte, y mirábamos vagamente a alguien más. Allí estabas parado en la puerta, ubicándonos; las rosas, dispersas en plutocrática profusión, habían inclinado sus cabezas a nuestras caras calientes. Nos salimos de la música y la abstracción. Lo sabías, y estabas orgulloso de ello. Sabías que estaban ocupados contigo, que tú y tu amable presentadora armaron un grupo eficaz adelante en la sala. Olfateaste su desaprobación posible con vivacidad, porque habías ridiculizado a menudo su buena voluntad con impunidad y estabas totalmente seguro de conseguir lo que deseabas. ¿Deseas quien te ame? No quiero decir que me ofrezca en carne y sangre: ¡Dios prohíbe que integre una procesión de suplicantes, aún a una distancia respetuosa! Mi pluma está a tu servicio. Prefiero ser tu historiadora, tu criada literaria -- medio esclava, medio confidente; entonces me darás la bienvenida siempre. Si fuera una amante, puede ser que un cierto día fuera inoportuna. Eso no sería agradable.
Como la mayor parte de las traducciones de esta página, fue realizada por nosotros del inglés.
Tus claveles están allá, un poco más allá de esta página, en una confusión de manuscritos. ¡Fuente dulce de esta carta ociosa y recuerdo apacible de la casa en la calle Grant y de tí! Imagino que tomo su aroma antes de que se escape, abundante, en la vaga oscuridad más allá de mi ventana. Susurran: "sea tierna, sea franca; recuérdele lo que fue precioso en el pasado. Las delicias pasadas se ven atractivas con esperanzas engañosas, y el corazón de la mujer se endurece al vivir. Somos la mujer que usted conoció una vez, pero somos mucho más. Hemos aprendido nuevos secretos, nuevas emociones, nuevas ambiciones, en amor estamos más llenas que antes." Ese es su mensaje esta noche -para la mañana estarán secas y sin vida- . Ahora te veo como esta tarde en el Goodriches', cuando entraste triunfante intentando crear un sitio animado con esa gente hueca y pasiva. Alguien cantaba en alguna parte, y mirábamos vagamente a alguien más. Allí estabas parado en la puerta, ubicándonos; las rosas, dispersas en plutocrática profusión, habían inclinado sus cabezas a nuestras caras calientes. Nos salimos de la música y la abstracción. Lo sabías, y estabas orgulloso de ello. Sabías que estaban ocupados contigo, que tú y tu amable presentadora armaron un grupo eficaz adelante en la sala. Olfateaste su desaprobación posible con vivacidad, porque habías ridiculizado a menudo su buena voluntad con impunidad y estabas totalmente seguro de conseguir lo que deseabas. ¿Deseas quien te ame? No quiero decir que me ofrezca en carne y sangre: ¡Dios prohíbe que integre una procesión de suplicantes, aún a una distancia respetuosa! Mi pluma está a tu servicio. Prefiero ser tu historiadora, tu criada literaria -- medio esclava, medio confidente; entonces me darás la bienvenida siempre. Si fuera una amante, puede ser que un cierto día fuera inoportuna. Eso no sería agradable.