Sex-Shop Anne Marie
Un WebSite muy especial ...
PRODUCTOS | HISTORIAS | FANTASIAS | KAMASUTRA | FOTOS | HOME |
Sesión Fotográfica
Aquel Domingo, mientras me dirigía a casa de
mis padres, no podía imaginar ni remotamente lo que iba a
suceder unas horas después, la aventura más excitante que he
tenido a lo largo de mis treinta años, y la única que no he
podido compartir con nadie, ni siquiera con quien me hizo gozar
aquellos inolvidables momentos.
Por aquel entonces yo tenía veintiséis años y apenas hacía
dos que me había independizado, viviendo mi vida un tanto
aparte de mi antiguo hogar, limitándome a asistir a las
obligadas reuniones familiares y poco más. Con mi hermana
Nuria, que contaba veinte años, la relación no era mucho más
estrecha, ya que por la diferencia de edad no teníamos mucho
contacto y jamás habíamos compartido amistades comunes. Por
eso me sorprendió cuando esa mañana recibí su llamada invitándome
a comer en casa y diciéndome que quería pedirme una cosa pero
no podía hacerlo por teléfono.
Aquello, así como el hecho de que aprovechara justamente el fin
de semana en que mis padres se encontraban de viaje, despertó
mi curiosidad, por lo que acepté la invitación y me dirigí a
su encuentro.
Una vez en casa, tras la tópica conversación sobre los
estudios y el trabajo, al ver que no se atrevía a decirme el
motivo de su llamada, opté por sacar el tema yendo directamente
al grano.
- Bueno, - comenté - me imagino que no me has hecho venir para
preguntarme por mi trabajo, así que dime qué es eso que querías
pedirme y que veo que tanto te cuesta decir a juzgar por lo
inquieta que estás.
- Bien - contestó - ya sabes que sigo con mis estudios de
publicidad y que me va muy bien, pero no te he comentado que con
la idea de ampliar estos estudios me apunté hace no mucho a un
curso de fotografía. Resulta que uno de los temas de este curso
es la fotografía artística, y a mí me ha tocado como trabajo
de fin de curso realizar un álbum sobre el cuerpo masculino. El
problema es que, por más que he buscado entre mis amigos no he
encontrado a nadie que quiera hacer de modelo y he pensado en
ti.
Aquello, si bien me halagaba en mí interior, me cortaba
bastante por lo que inmediatamente le manifesté mi negativa a
hacerlo, ya que, siendo hermanos como somos y criados en un
ambiente en el que la exhibición del cuerpo desnudo no ha sido
asumida de forma natural, ello me incomodaba bastante.
Inmediatamente me replicó que no tenía forzosamente que posar
desnudo, sino que podía hacerlo en ropa interior, que no se
trataba de exhibir el cuerpo al natural, sino de captar las
formas masculinas, etc.
Dada su insistencia, aunque todavía con bastante corte, acepté.
Para romper el hielo propuse salir a tomar un aperitivo, pues
hacía un día estupendo, y no me atrevía en frío a entrar en
materia directamente. Pasamos dos horas tomando Martinis, tiempo
tras el cual, y ya más entonados de lo que necesitábamos
decidimos volver a casa.
Al llegar a casa, para despejarme, decidí tomarme una ducha,
idea que mi hermana compartió de inmediato. Después me llevó
a su habitación y de uno de sus cajones sacó un
"slip" blanco de algodón, de los que se ajustan muy
pegados al cuerpo, y me dijo que lo había comprado para la
ocasión y que me lo pusiera al salir de la ducha. Me acompañó
entonces al garaje donde me sorprendió ver como había montado
una especie de estudio con focos, cámaras con trípode y un
panel blanco de los que usan los fotógrafos como fondo. En ese
momento, y aún hoy todavía, me asaltó la duda de si no habría
preparado todo, y lo que vino posteriormente, de forma
consciente y premeditada.
Tomé mi ducha, mientras mi hermana hacía lo propio, y una vez
puesto el muy ajustado "slip" que me había dado me
dirigí al garaje. Allí me estaba esperando ya Nuria, vestida
únicamente con una camiseta larga, mientras preparaba su
equipo.
Empezamos la sesión, al principio muy cortados y según pasaban
los minutos más relajados y buscando el lado divertido de la
situación, lo que nos hacía reír de continuo. Creo que era más
una risa histérica que algo natural, pero el caso es que al
cabo de un rato ya me había hecho un buen número de fotos en
todas las posturas y desde todos los ángulos.
Le dije que por mi parte creía que ya era suficiente y que lo
podíamos dejar, pero ella no parecía satisfecha con el
resultado, y fue entonces cuando empezó a complicarse la
situación.
- Verás - me dijo -, no consigo plasmar lo que estaba buscando,
me gustaría darle un toque más original y un poquito más
atrevido. Por favor, - me pidió - metete la parte posterior del
"slip" por el culo, como si fuera un tanga.
Aquello me dejó boquiabierto, pues no pensaba que pasaríamos
de lo que hasta ese momento habíamos hecho, e intentando salir
del paso le dije que no entendía lo que me estaba pidiendo,
pensando que así desistiría, pero lejos de ello lo que hizo a
continuación provocó mi mayor sorpresa.
Se me acercó y ella misma me metió el "slip" entre
las nalgas, a la vez que me enrollaba el elástico superior del
calzoncillo, lo que dejó mi trasero prácticamente al
descubierto y marcó todavía más mi ya suficientemente
apretado paquete, dejando entrever de forma clara lo que había
allí debajo. En este proceso no dejó de aprovechar la ocasión
para masajearme el culo descaradamente y al mismo tiempo, haciéndose
la descuidada, me pasaba la mano por los testículos y el pene.
Fue entonces cuando entreví como se estaba excitando, contagiándome
esa excitación a mí mismo, que hacía todo lo posible por
evitarla. Atribuí su atrevimiento a los Martinis sin ser
consciente de que lo más fuerte estaba todavía por venir.
Me hizo otro buen número de fotos de espaldas, tumbado, de pie,
en posturas forzadas, etc. Pero seguía sin estar satisfecha, así
que, muy turbada y con risa entrecortada, dio un paso más.
- Quiero pedirte otra cosa, pero casi no me atrevo.
- Ya no sé que se te puede ocurrir - contesté - pero ya me
parece que me da un poco igual seguir. Si me hubieran dicho que
iba a estar en esta situación enseñándote el trasero no me lo
habría creído, así que pídeme lo que sea.
- Quiero que te acaricies y te excites para que puedas marcar un
inmenso paquete por debajo del "slip".
Eso era demasiado, sin embargo obedecí sin rechistar y empecé
a masajearme los huevos y la picha. Enseguida, dada la cada vez
mayor excitación que me iba invadiendo, logré una considerable
erección que despertó la admiración de Nuria. Me pidió que
me la colocara a un lado y proseguimos con la sesión.
Tan sólo un par de fotos después se dio cuenta de que se había
acabado el carrete y no tenía en el garaje, así que tenía que
subir a buscarlo a su habitación, lo que hizo de inmediato.
Volvió, metió el nuevo rollo en la cámara y decidió que
prosiguiéramos. En ese ir y venir a mí se me había bajado
todo, y ella, al darse cuenta me dijo que ya casi habíamos
terminado y que por favor volviera al estado anterior.
- Bueno, de acuerdo, - repliqué en un estado máximo de
excitación y sin importarme lo que pudiera suceder a continuación
- pero hasta ahora sólo he jugado yo a este juego, si quieres
que continuemos deberás poner algo de tu parte.
- Y que quieres que haga - contestó ante el imprevisto, pues mi
contestación no parecía entrar en sus planes.
- En primer lugar, ya es hora de que tu también muestres tus
encantos así que ve quitándote esa camiseta para que te pueda
ver, y además, si quieres que vuelva a estar empalmado tendrás
que acariciarme tu misma.
Se quedó parada un instante y pareció dudar, creí entonces
que la sesión terminaría ahí, sin embargo dio el siguiente
paso. Se despojó de su camiseta y apareció ante mí con unas
braguitas blancas minúsculas, sin sujetador, enseñándome su
cuerpo magnífico, sus no demasiado grandes pero si muy firmes
senos, y sus deslizantes caderas. Se acercó y empezó a
restregarme el paquete, que enseguida respondió a sus
atenciones, a la vez que me succionaba los pezones, algo que yo
no había pedido y que me colocó al borde del paroxismo.
Me hizo otra foto pero dijo que no le gustaba, que se me notaba
el prepucio por encima del glande, ya que no estoy operado de
fimosis y tengo una cantidad apreciable de piel en la punta del
pene.
- Hay que arreglarlo - dijo, y ni corta ni perezosa, ya no había
rubor ni tapujos, me sacó la polla del calzoncillo y con mucha
delicadeza y cuidado estiró la piel descapullándola por
completo. - Así está mucho mejor- añadió y siguió con sus
fotos, pero no había tenido bastante, con lo que decidió dar
la última vuelta de tuerca.
- Puesto que hemos quedado en que esto es un juego me parece que
ha llegado el momento de jugar al doble o nada - dijo al mismo
tiempo que se despojaba de sus braguitas - sí es que te atreves
- añadió.
Al contemplar su precioso coñito cuidadosamente depilado,
mostrando una estrecha y fina capa de vello en medio, mi
excitación volvió a subir un grado más, aceptando
gustosamente la invitación. Le pedí entonces que anduviera por
la habitación para poder admirarla al completo, lo que aceptó
gustosa, mientras restregaba mi polla que ya estaba a punto de
estallar
Me hizo una última batería de fotos con mi erección al
descubierto, acariciándome y en varias posturas, incluidas las
más obscenas que se pueda imaginar, hasta que decidió dar por
concluida la sesión.
- Bien, creo que ya tengo más que suficiente - concluyó -, has
sido un modelo estupendo así que ahora me toca pagarte, y sólo
se me ocurre una forma de agradecértelo.
Llegó hasta el sillón donde estaba recostado cogió mi pene y
comenzó a acariciarlo al tiempo que me lamía el torso. No sabía
como reaccionar, ya que aunque era consciente de que no debíamos
estar haciendo lo que estabamos haciendo, estaba absolutamente
cachondo y era incapaz de protestar. En cualquier caso no me dio
la menor opción a hacerlo, pues de sopetón me encontré con mi
polla dentro de su boca mientras me masajeaba frenéticamente el
culo.
No parecía ser la primera vez que lo hacía, sino más bien que
era una auténtica experta. Acompasaba el movimiento de su
lengua y sus labios perfectamente a mis sacudidas, y en honor a
la verdad he de decir que ésta fue con diferencia la mejor
mamada que me han hecho en mi vida, así que no tardó mucho en
sobrevenirme el orgasmo derramando mi chorro de semen en su
boca, que ella aceptó sin rechistar y con total naturalidad no
permitiendo que se derramara una sola gota, tragándolo, o al
menos eso me pareció a mí con sumo placer.
- Ya estamos en paz, hermanito, así que podemos ir a comer -
comentó como si allí no hubiera pasado nada, mientras que yo,
por contra, ya una vez pasado el éxtasis y de vuelta a la
realidad, comenzaba a sentir cierta vergüenza por lo que habíamos
hecho.
Así hicimos, comimos uno frente al otro, apenas dirigiéndonos
la palabra y sin hacer ningún comentario sobre la sesión.
Nunca más hemos hecho ninguna referencia al tema, ni hemos
vuelto a tener otro encuentro como aquel. Jamás le pregunte por
el resultado del curso ni del reportaje, ni siquiera llegué a
ver las fotos, y aún hoy, todavía me pregunto si hubo tal
curso y si aquella cámara llegó a estar cargada en algún
momento.