Holístico significa
integrar elementos de una estructura,
que funcionan interrelacionados y, que habitualmente, se los trata en forma
separada.
En el caso de un pianista, lo que se
integra es el cuerpo con el intelecto,
el sentimiento y el YO, que es la esencia humana, el alma, aquello que Jung llamó el
“SI MISMO”. La fuente mas profunda de la creatividad.
Por ello, es conveniente que los
instrumentistas, aunque sean principiantes, hagan oír sus interpretaciones a
otros, por que esa es la finalidad de arte, y la música en particular: generar
un circuito energético desde el músico a los espectadores, y viceversa a través
del aplauso o del reconocimiento.
Para reconocer el origen de este
intercambio, su base, es bueno exponer cada uno de los aspectos a trabajar, en
forma diferenciada (como quien desarma un auto para exponer cada una de sus
partes); esos aspectos se integraran luego en la ejecución de una obra,
cualquiera sea su nivel.
Comenzando con el cuerpo, lo que habitualmente se ha denominado técnica pianística,
se transforma en trabajo y conciencia corporal. En general, los maestros y
pianistas no han considerado mas allá del brazo, la intervención del cuerpo en
la ejecución.
Si somos holísticos y queremos
“integrar”, debemos preguntarnos que pasa con el resto del cuerpo.
En realidad, la mano tiene
aproximadamente dos tercios en la movilidad de la ejecución, y hay un tercio
(que no es poco), que corresponde al resto del cuerpo. Son movimientos
relativamente pequeños (esto sin quitarles importancia), y su origen esta en el
centro de gravedad del cuerpo: un poco por debajo del ombligo (en la posición
de sentado el centro de gravedad corporal se desplaza un poco hacia arriba del ombligo: la panza).
El primer paso, es tomar conciencia de
que la fuerza de los dedos no sale de ellos, sino que «llega a ellos», desde
el centro de gravedad que distribuye la energía por todo e cuerpo.
Este funciona como una palanca, al hacer
presión con las manos contra una
resistencia. La palanca corporal es la sumatoria o resultante, de las distintas
palancas que constituyen el movimiento(en cada articulacion nace una palanca). Recordemos que una palanca tiene
potencia, resistencia y apoyo. Tomando la totalidad del cuerpo al tocar, la
resistencia esta en las teclas, el apoyo en las piernas y nuestras sentaderas
(que juntas forman un trípode) y la potencia en la panza.
Primero se debe reconocer el origen de
la fuerza, y en la medida que se quiera profundizar se tomara conciencia de la
interrelación de las distintas palancas.
Las articulaciones del cuerpo son muy
misteriosas (en muchas ocasiones tienen muchos ejes de rotación); si deseamos
conocernos deberíamos empezar por las articulaciones.
Si se toma conciencia de lo expuesto la
adquisición de una técnica pianística será mucho mas conciente, sólida y rápida.
Lo que se denomina aspecto intelectual, es aquello que los maestros llaman
“lectura” o “memoria”. El lenguaje parece depender de un sistema de imágenes
inconciente. Si decimos «mesa», quien escucha entiende, porque se representa
una imagen de la mesa en forma inconciente, aunque no la ve en ese momento. Esta
imagen pasa a su conciencia como “entendimiento”. Mediante la visualización
(representarse un objeto con los ojos cerrados), lo que hacemos es sacar afuera
el casete, inconciente, donde grabamos imágenes, de esta forma la asimilación
es mas conciente y mas rápida.
Por ejemplo: luego de doce años de
escolaridad, el Bachiller, sale sin saber la ubicación de las notas en el
pentagrama. Con un pequeño trabajo corporal y la visualización de las notas,
en menos de una hora se puede aprender a reconocerlas. Existen imágenes
internas del lenguaje, de las articulaciones y de los movimientos en el espacio
– tiempo. A ellas las reconocemos en nuestro intelecto, y con el trabajo corporal las vamos colocando en el cerebro corporal,
(centro de gravedad del cuerpo).
Lo denominamos cerebro porque, por
ejemplo, reconoce a las articulaciones, sino no podríamos movernos.
La referencia al aspecto emocional, es en relación a lo que se denomina
“Arquetipos Musicales Clásicos” (AMC).
Lo emocional esta relacionado con la
noción del “Yo”; y es lo que los maestros de música han definido como
“expresión”, “interpretación”, y que los filósofos del arte denominan
“emoción estética”, y que el publico define como “talento”.
La noción de AMC, esta relacionada con
la idea del “Yo”. Cuando se dice Yo,
aludiendo a si mismo, comúnmente se llevan las manos al pecho.
Este dato corporal nos da la pista sobre
el centro de gravedad de los sentimientos. ese “Yo”, también se va,
inconcientemente, hacia la cabeza; con el trabajo holístico vuelve a donde debe
ubicarse: el pecho. Los AMC, tienen una estructura maestra, que desarrolla y
expresa ese “Yo”. Ellos son las obras (no todas, en algunos casos partes de
ellas), de los grandes maestros como Mozart y, sobre todo, Beethoven.
Estos arquetipos, tienen pocas notas básicas
como esencia o esqueleto, que luego son desarrolladas en una estructura
compleja. Esas notas básicas y simples de tocar (por ejemplo, el comienzo de la
quinta sinfonía de Beethoven: SOL-SOL-SOL-Mib), las encontramos en partituras
para órgano electrónico, y son buenas para la iniciación musical, se pueden
tocar en pocos meses. Para los interesados o conocedores del “orientalismo”,
se puede mencionar que esas notas arquetípicas, son verdaderos mantras artísticos.
Por ejemplo, se habla del efecto Mozart, ya que hay obras o partes de obras de
ese autor cuya audición produce efectos terapéuticos y pedagógicos asombrosos
(por ejemplo una mayor velocidad de aprendizaje). Quienes se interesan por las técnicas orientales,
podrán asociar el funcionamiento practico de estos centros o chakras al
desarrollo artístico – musical, ya que en él adquieren su mayor significado.
Finalmente, la noción mas importante de
este desarrollo: el YO. Si vamos a considerarlo artísticamente, se trata de
pensar sin estar pegado al pensamiento; manejándolo, y no ser manejado por él.
Esto es lo que se logra trabajando holísticamente los Arquetipos. Este YO o
Alma, no es inmaterial, es una estructura de materia en otro estado que el
habitual; con una función especifica, esencialmente afectiva. Uno puede sentir
afecto en la mano, por ejemplo, tomando de la misma a un ser querido, pero el
centro de gravedad del afecto seguirá en el pecho.
Estos aspectos se integran en la ejecución
de un piano, un órgano o un teclado, a cualquier nivel, siendo siempre los resultados muy rápidos.
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