Sahrazad
- Las Mil y Una Noches - Selección - Biblioteca la Nación -
Editorial Planeta - 2001
Nur al-Din y su hermano Sams al-Din - Página 64
A la mañana siguiente el sultán emprendió el viaje acompañado
por su visir Sams al-Din. Su hermano Nur al-Din pasó la noche en el paroxismo
de la ira y al amanecer se dirigió a su armario, cogió una bolsa pequeña,
la llenó de oro y recitó estos versos:
Emprende el viaje! Algo encontrarás a cambio
De lo que dejas. Agua mala es la que no corre.
El león que no deja su guarida no caza,
ni hace blanco la flecha que no parte del arco.
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Mientras estaban en plena orgía, graznó el cuervo de la aflicción y de
las penas, pues llegaron los veinte buques que habían conseguido huir y en
los cuales regresaba el rey de los griegos. El rey Afridún, señor de
Constantinopal, corrió a la playa para recibirlos y ellos le refirieron lo
que les había ocurrido a los musulmanes. La algazara se transformó en pena y
aflicción. Le contaron que Luqa b Samlut había sido víctima de la
desgracia y blanco de la certera flecha de la muerte. El rey Afridún
comprendió que el árbol torcido no se puede enderezar. Se pusieron de luto,
hicieron el elogio de los muertos, los llantos se oyeron por doquier. Cuando
el rey de los griegos se presentó ante Afridún le refirió lo que había
sido mera estratagema y astucia. Y terminó:
-No esperes que vengan más soldados de los que aquí están.
Al oír el rey Afridún estas palabras cayó desmayado y su nariz, de
despecho, se le alargó lasta los pies. |
Abu-l-Husn, hijo de un rico comerciante de Bagdad, fue único en su tiempo,
Había estudiado el magnífico Corán, las prescripciones islámicas, la
escritura, la poesía, la aritmética, el tiro con arco; era hermoso,
bello de rostro, con lengua elocuente, bozo florecido y mejillas sonrosadas,
su mirar podía enloquecer. ...
Nota del Webmaster: véase como en muchos lugares, tanto en la
antigüedad como en la actualidad, el saber tirar con arco, es considerado
como un signo de una buena educación.
... Esta esclava no tenía igual: hermosa, bien proporcionada; conocía
las artes y las letras; destacaba de todos sus contemporáneos y era más
célebre que una bandera por su gracia. Sumaba a la belleza la teoría y la
práctica; andaba cimbreándose, era de porte distinguido; llevaba en sí la
buena suerte y sus sienes parecían ser dos lunas del mes de saaban en
creciente; además: cejas como un par de arcos, ojos de gacela, nariz
como filo de espada, par de anémonas las mejillas, sello de Salomón su boca,
y un ombligo capaz de contener una onza de aceite aromático. Más
delgada que el cuerpo de un amante atormentado por el abandono era su cintura,
y sus nalgas redondas eran más sustanciales que dos dunas; merecía las
palabras del poeta:
Si se acerca seduce con su imagen
Y si se aleja mata de dolor
Jardines del Edén hay bajo su camisa,
Y la luna aparece encima de su cuello. |