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estrofa quinta

 

 

 
 

Tu mirada era el universo frente a frente,

tu belleza era el sonido del amanecer.

Donde tiñendo de repente los azules delirios bajo el día rutilante y ritmos lentos,

¡más fuertes que el alcohol y más vastas que nuestras liras

fermentan las rubias amarguras del amor!

 
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