NV en Gandiautor 07

Por: Chucho Malherido. Corresponsal del M.I.V. en “Gandiautor 07”

 

27 de mayo 2007

 

Dicen que uno se lleva el viaje puesto de casa. Para bien o para mal, las expectativas se crean y luego es difícil acomodarse a lo que los ojos ven. Pero otras veces ocurre que el viaje está hecho a la medida. Con los conciertos de Nacho Vegas, ocurre lo mismo. El domingo 27 por la tarde, junto al puerto de Gandía, y a las puertas de la sala varadero, 110 afortunados o esforzados (según se mire) fuimos los elegidos para presenciar una fiesta íntima a la cual Nacho tuvo a bien, casi regalarse. La hora, casi inglesa. A las 7 de la tarde pasamos los férreos controles de entrada, DNI en mano (no sé si por el control de entradas o bien porque el gobierno ha considerado que es oportuno censar a los seguidores del Supremo Mensajero por si hubiera que -dado el caso- suprimirnos). Caras conocidas en la cola y algunos como el abajo firmante que hizo unos cuantos kilómetros para comprobar que Nacho sigue en estado de gracia. Berto Diez se ocupó de llenar los momentos previos con 5 canciones agrias pero esperanzadas. Al terminar, hicieron acto de aparición en el escenario una botella de Johnny Walker y una homóloga de Heineken para Nacho y otra para el magnífico Xel Pereda. Los nombrados siguieron a las botellas entre un respetuoso silencio, sólo roto por algunos gritos de “Nacho, Nacho… ¿Has ido a votar?” (En España, día de elecciones).

Los conciertos de Nacho no por repetidos son menos golpeantes, y sus canciones no por tan sabidas menos apocalípticas. Aún así, un nuevo Nacho se abre camino al mismo tiempo que abre los ojos concierto a concierto, mirando a un público mestizo (despistados, histriónicos, figurantes de postal o devotos enfermizos). Este nuevo Nacho fue el que abrió el concierto con la acostumbrada -en esta gira intermitente y acústica- Noches árticas, una canción que aúna la sencillez con la hondura de su composición. Xel la reviste del bucle salvador y eterno que podríamos escuchar si cerrásemos las cajas de música. El set-list fue el acostumbrado aunque revisado y recortado. Tras unos tragos reparadores, escalamos con la pareja un Cerca del cielo que si bien no emocionó como otras veces, es un seguro de vida para una cita con Nacho, suena perfecta y engrasada y la voz de Nacho nos acompaña en ese trayecto sublime. Seguidamente, para despejar las dudas de antigüedad de la parroquia, sonó Días extraños, ampliamente coreada en algunos pasajes y en el barabambambam final. Nacho anteriormente agradeció a sus anfitriones “haberle invitado allí” (recordemos que la sala varadero es un pequeñísimo local de sonido limitado). Aún así, el sonido de Vegas fue correcto y tras Días extraños sonó el acostumbrado romance del disco de canciones tradicionales en preparación de Xel, Nacho y otros músicos asturianos (que como después nos confirmaron Xel y Nacho ser publicará en septiembre-octubre de 2007, “para dejar dormir al invierno”).

Llegó entonces la historia de la “Delicada de Gandía” que quizás Xel no conociera, pero que fue inspiración para un gran amigo de Nacho que vivió una época allí y que casi conoció a Michi Panero. Tras esta variación de su speech, Nacho fue poco a poco desgranando canciones como Miss Carrusel, donde olvidó la letra y fue ayudado por el sabio hilo de Ariadna que Xel le tendió para la vuelta. Gloriosa al mismo tiempo que íntima fue Por la paz y la canción. A ésta le siguieron El cazador y la que cerró la primera parte del concierto, la emocionante La pena o la nada con la que Nacho consiguió arrebatar unas cuantas ovaciones en la subida final de la pieza.

Un breve descanso y los bises Canción del extranjero y una Ocho y medio que hizo enmudecer –de nuevo- al público que asiste a los conciertos de Nacho. Más aplausos para acabar con una perfecta y contundente El jardín de la duermevela que terminó con las guitarras enloquecidas y acompasadas de Xel y Nacho y el público aplaudiendo desatado.

Un concierto cercano (sobre todo para los que estuvimos en primera fila) que se remató luego con nuestra conversación con Nacho.

 

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