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Olé 12/12/2002

SAN LORENZO CAMPEON

Equipo guapo e inteligente, goleó en Colombia y fue campeón de la Copa Sudamericana con un premio extra: 90 minutos de fiesta continuada en una final internacional.

N i por más que gatearan.

O que jugaran atornillados. O que se quedaran parados mirando la fiesta que había alrededor.

No había caso, Beto. San Lorenzo no podía perder esta final caminando, trotando, haciendo abdominales o tomando luna.

Los jugadores, por una vez en sus vidas, disfrutaron el espectáculo tanto (o más) que los hinchas. Apenas pusieron un pie en la cancha, palpitaron un desenlace más anunciado que el fastidio del propio Acosta.

¿Qué equipo que no se siente campeón desde mucho antes de jugar (exactamente desde hace dos semanas, inesperado 4 a 0 mediante) posa para la foto con 30 criaturitas de Dios a su lado? ¿Qué equipo que no haya practicado la vuelta olímpica una y mil veces sin importarle los 90 minutos por venir, acaso, se anima a dejarles mensajes a los hinchas por los altoparlantes como hicieron Paredes, el Beto y demás?

¿Qué equipo? San Lorenzo.

Sí, el campeón que se anticipó un partido a la historia.

¿Paso a qué? Paso a paso, piano a piano, ¿qué es eso? Este equipo enterró las cábalas dialécticas (pero no las relacionadas con la indumentaria, por supuesto). La camisa de Insua estuvo, la botellita de agua estuvo, la rabia y el show de gestos personificados en el Beto Acosta estuvo (ah no, eso no era una cábala, pero no falta nunca, nunca). Y estuvo la gente, como estuvieron los globos, los papelitos, las bombas de estruendo, los trapos gigantes, el repertorio completo de hits contra Huracán, las lágrimas por otro título internacional, el segundo de la historia, y agarrate Independiente que el rey de copas del 2000 tiene camiseta roja... y azul.

¿Si estuvo el fútbol? Fútbol, mmm, fútbol, ¿era necesario que hubiera fútbol cuando pasara el temblor? La respuesta la dieron los dos equipos, porque los colombianos también se preocuparon demasiado porque hacer circular la pelota, toquetearla de un lado al otro, trasladarla prolijamente, que va para acá, va para allá, vuelta a empezar, que se defendió sin pegar y atacó sin pensar. Pero, ¿el fútbol sin arcos es fútbol? Decididamente no, aunque eso tampoco importe.

¿Pito de qué? Si faltara algo para que el partido se hiciera más cortado (y, a juzgar por el contexto, tal vez un poco más entretenido), hubo un minirecital de pitazos de Epifanio González, paraguayo de tranco corto y abdomen largo, que jugó su propio partido. Las luces estaban fortísimas y, aunque no se tratara sólo de flashes, de a ratos lo encandilaron tanto que él también quiso ser protagonista. Jugó al dígalo con mímica, interrumpió al menos cuatro avances por estar (mal) ubicado en medio de las jugadas y sacó un par de tarjetas sólo cuando se acordó que era árbitro.

Epifiado (¿no era Epifanio?) retó al Beto, apuró a Saja pero, mala noche al fin, no protegió a los habilidosos: a Paredes le hicieron al menos dos foules groseros después de suculentos enganches.

¿Técnico de qué? Rivales que alternaron suplentes, que tuvieron tres menos en el banco, que no estaban convencidos ni de ganar 1 a 0 (Rentería, el que se perdió un gol que era más fácil hacer que errar puede dar fe) tuvieron como consecuencia un San Lorenzo que terminó contracturándose adentro de tan relajado afuera. Apenas Zurita, manejando el ritmo en el primer tiempo, y el Lobo Cordone, picante, que casi clava el del delirio contenido en la primera que tocó.

Equipo comprometido con su futuro, guapo, inteligente para definir sus objetivos, maduro como sus líderes (con el ausente Michelini a la cabeza), el San Lorenzo de este Insua que será menos recordado por lo esencial que por lo periférico (igual, esa camiseta no es muy elegante que digamos, Rubén) tuvo premio extra: un partido enterito para festejar .

La Copa la ganó en Medellín pero la saboreó, la gozó y se la tomó en pequeños sorbitos, para disfrutarla más, en el Bajo Flores. Campeón del anticipo, su técnico también estuvo convencido desde que reemplazó al intocable Pellegrini de que él también iba a terminar siendo campeón.

¿Que Insua no habla?

¿Cuánto importa? Si con pocas palabras, dejó mudo a varios.

 

 

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