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¿Resultará más práctico
dotarse de una epidermis de verruga que adquirir una psicología de colmillo
cariado?
Aunque ya han
transcurrido muchos años, lo recuerdo perfectamente. Acababa de formularme esta
pregunta, cuando un tranvía me susurró al pasar: "¡En la vida hay que
sublimarlo todo ... no hay que dejar nada sin sublimar!"
Dificilmente otra
revelación me hubiese encandilado con más violencia: fue como si me enfocaran,
de pronto, todos los reflectores de la escuadra británica. Recién me iluminaba
todo, con un entusiasmo de rematador ... de rematador sublime, se sobreentiende.
Desde entonces la vida
tiene un significado distinto para mí. Lo que antes me resultaba grotesco o
deleznable, ahora me parece sublime. Lo que hasta ese momento me producía hastío
o repugnancia, ahora me precipita en un colpaso de felicidad que me hace
encontrar sublime lo que sea: de los escabadientes a los giros postales, del
adulterio al escorbuto.
¡Ah, la betitud de
vivir en plena sublimidad, y el contento de comprobar que uno mismo es un peatón
afrodisíaco, lleno de fuerza, de vitalidad, de seducción; lleno de
sentimientos incandescentes, lleno de sexos indeformables; de todos los
calibres, de todas las especies: sexos con música, sin desfallecimientos de
persecución!. Bípedo, implume, pero barbado con una barba electrocutante,
indescifrable. ¡Ciudadano genial - ¡muchísimo más genial que ciudadano!- con
ideas embudo, amehículos existentes, desde la intuición a los zancos!¡Mamón
que capaz de enamorarse al infrarrojo, de soldar vínculos autógenos de una
sola mirada, de dejar encita una gruesa de colegialas con el dedo meñique!
¡Pensar que antes de
sublimarlo todo, sentía ímpetus de suicidarme ante cualquier espejo y que me
ha bastado encarar las cosas en sublime, para reconocerme dueño de millares de
señoras etéreas, que revolotean y se posan sobre cualquier cornisa, con el
propósito de darme docenas y docenas de hijos, de catorce metros de statura;
grandes bebés machos y rubicundos, con una cantidad de costillas mucyo mayor
que la reglamentaria, a pesar de tener hermanas gemelas y afrodisíacas! ...
Que otros practiquen
-si les divierte- idiosincrasias de felpudo. Que otros tengan para las cosas una
sonrisa de serrucho, una mirada de charol.