sócrates el puteador

por>enrico simonetti

“Curiosidad no es más que vanidad.

La mayor parte de las veces no se quiere

saber algo sino para hablar de ello..

Sin esto nadie viajaría por mar,

si no pudiese contarlo...”

Blas Pascal

Ya Sócrates, el primero de todos, empezó molestando. Porque no se empieza más que a las patadas, a gritos de estúpido, a contrapunto de los que están. No hay más filosofía que aquella que entona su estupidez como saber absoluto. Cuando Sócrates increpaba a los sofistas, no tenía otra autoridad que él mismo, que su cuerpo y los enunciados que dictaba. Mientras los sofistas eran amigos de la democracia y de los buenos hábitos atenienses, Sócrates estaba sólo; y esa soledad era la condición de su filosofar.

Hoy buscamos precisar una actitud, que más que la socrática, puede ser esa relación que Sócrates mantenía con sus contemporáneos: los pervertía. Y escribimos “perversión” en el sentido más negativo posible. Como ejercicio degenerativo del otro, de maldad. No se trata ya de la crítica irónica, sutil, exquisita que trata de romper el hielo conceptual sólo a condición de que se la lea entre-líneas. Antes bien, de una verborragia puteadora, de una filosofía como máquina de destruir al otro, y apelará no tanto al “saber erudito” que nos salvará -pedagogía política foucaultiana-, sino al bajo uso de las palabras en un devenir conceptual corrosivo. Se trata de producir la convergencia de la serie “crítica” con la serie “chicanera”; para devenir en conceptos bajos, vagos y hasta grotescos. MIERDRA!.

Hablábamos al principio de la molestia. ¿Saben qué? Los profesores son apáticos; pero diría mejor: son mediocres, hasta la médula; y algunos hasta hijos de puta. En lugar de rompernos la cabeza, nos enseñan la historia de la filosofía: ya casi dan asco. Parecen buenos tipos que viven re-arriba y piensan cosas interesantes; y nunca dejan de ser unas ratas de pasillo en busca de becas detrás de algún señor feudal que las deje caer luego de alguna chantada. Son unas putas de cabaret: “yo escribo sobre Proust, vos me tirás unos mangos”. No queda otra: la filosofía de los pasillos no es otra cosa que una vidriera de conceptos baratos. La estrategia debe ser entonces el ejercicio de la violencia, hasta hacer estallar la estructura. Molestar, desacreditar la posición que el otro tiene en el pasillo. Sí, se trata de una guerra de pasillos. De pelear contra los que están en los pasillos, en El Pasillo.

Y no sólo los profesores son zombis; nosotros, ¡compañeros!, también dormimos un poco: ¿no será que somos todos un poco cagones, que jugamos el lugar de sujeto-extraño-simulado por Otro que dice todo el tiempo que somos todos normales, o si nos movemos como despertando que para ser filósofo hay que pasar por todo ese saber erudito para después hacer cualquiera y quedar bien parado, reconocido?. Y si no ¿en qué lugar estamos?. O ¿es que tenemos la suficiente pobreza para no ocupar ningún lugar?... ¿hasta eso llegamos?. Si el dogma se ha impuesto como de “nido de serpiente”, con agentes que operan todo el tiempo, porque su verbo preferido es “operar”: no piensan, operan; si esa es la Ley que quiere gobernarnos, disparen!, que la violencia es y debe ser nuestro lugar: primero, porque es la causa; segundo, como método; tercero, como actitud.

el mojón

estación de microensayos

el perseguidor la descendencia > comas en tensión aule > (P)2004 > No nos reservamos derechos. Los usamos todos. Actividad pura en el compact disc contenido en esta caja. Prohibida la ejecución pública de cualquier usuario o procedimiento. INDUSTRIA ARGENTINA.

aule