EL SER HUMANO EN BUSCA DEL PODER

 

El ser humano desde hace ya tiempos muy antiguos, ha buscado formas inumerables para obtener, a toda costa, al poder. Y para creer obtener  este, no ha conocido lo que son derechos ni respeto. Ya sea esclavizando, matando, obligando al otro a hacer lo que no quiere o, incluso, involucrando animales.

Hechos como las guerras, la llamada (o mal llamada) “Santa inquisición”, genocidios y formas innecesarias de tortura tanto humanas como animal son los que llevan a pensar que: el poder es solo una fuente mas de conflicto... para el que no lo tiene.

El Ser Humano, quizás, en algún momento, tuvo un rol biológico, pero ahora... NO!!!. La humanidad, como se dice, a evolucionado, pero a un presente retrograda, en el que se avanza retrocediendo. Es decir que por cada paso que la humanidad da hacia delante, involuntaria mente retrocede mil. Por ejemplo algo que la naturaleza tardo en construir, 50.000 años de evolución, es destruido en 5 años por la humanidad. ¿Es Destruir estas cosas “Evolución”, si en realidad se esta dejando el planeta igual que en un principio, sin NADA?

 

Nada, NADA es lo que va a quedar si es que el ser humano continua en su búsqueda del poder, si continua instalando grandes industrias que exploten a sus semejantes y destruyen el planeta y sus ecosistemas. Si continua generando guerras para que su nación sea la mas poderosa y la mas rica día a día. Si continua inculcando a los nuevos individuos una enseñanza en la que se le prepara para, cuando se le considere apto, luche por obtener las mas grandes riquezas posibles, sin mirar ni ayudar a su hermano que sufre, y sin importar lo que valla quedando tras su paso... Cosas como la miseria, el hambre, la pobreza. Y si el olvidado corre mayor suerte obtendrá su muerte, ya que la muerte será mejor que vivir en las condiciones a las que los poderosos nos sometan. Son innumerables los sentimientos de dolor que va dejando el hombre a su paso, tras la búsqueda del poder, que solo llevan a que el humano sea auto erradicado, de lo que nunca fue su casa.

 

Diego Acuña