
RECORRIÉNDOTE
Quiero
morder
tu
carne,
salada y
fuerte,
empezar
por tus
brazos
hermosos
como
ramas de
ceibo,
seguir
por ese
pecho
con el
que sueñan
mis sueños
ese
pecho-cueva
donde se
esconde
mi
cabeza
hurgando
la
ternura,
ese
pecho
que
suena a
tambores
y vida
continuada.
Quedarme
allí un
rato
largo
enredando
mis
manos
en ese
bosquecito
de
arbustos
que te
crece
suave y
negro
bajo mi
piel
desnuda
seguir
después
hacia tu
ombligo
hacia
ese
centro
donde te
empieza
el
cosquilleo,
irte
besando,
mordiendo,
hasta
llegar
allí
a ese
lugarcito
-apretado
y
secreto-
que se
alegra
ante mi
presencia
que se
adelanta
a
recibirme
y viene
a mí
en toda
su
dureza
de macho
enardecido.

Bajar
luego a
tus
piernas
firmes
como tus
convicciones
guerrilleras,
esas
piernas
donde tu
estatura
se
asienta
con las
que
vienes a
mí
con las
que me
sostienes,
las que
enredas
en la
noche
entre
las mías
blandas
y
femeninas.
Besar
tus
pies,
amor,
que
tanto
tienen
aun que
recorrer
sin mí
y volver
a
escalarte
hasta
apretar
tu boca
con la mía,
hasta
llenarme
toda de
tu
saliva y
tu
aliento
hasta
que
entres
en mí
con la
fuerza
de la
marea
y me
invadas
con tu
ir y
venir
de mar
furioso
y
quedemos
los dos
tendidos
y
transpirados
en la
arena de
las sábanas.

Autora:
Gioconda
Belli
Junio de
2003.

Bety


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