BULIMIA Y ANOREXIA
Laura E. Billiet
Lic. en Psicología, especialidad psicosomática
• Objetivo:
La finalidad de este trabajo es aportar mi experiencia clínica con estos pacientes y sus familias. A partir de la diferenciación de Bulimia y Anorexia nerviosa, planteo la característica de padres que "no alimentan pero sí engordan" y familia 'loft'.
Ambas patologías delatan hijos que logran ser pilares de la desnutrición afectiva familiar. Pero la anoréxica establece una "huelga alimenticia", porque supone que sus padres se alimentan de la imagen de hija obediente. Así, en su desnutrición, ella muestra que sólo la engordaban, no la alimentaban. Simultáneamente, rechaza la comida que supone que los alimentará a ellos. En cuanto a la bulímica, oscila entre "tragarse" la nutrición familiar, y luego expulsar de sus entrañas aquella apariencia a la que aspiran sus progenitores.
PALABRAS CLAVES: Esclavitud a la apariencia. Ser otro. Familia loft.
The purpose of this work is to contribute with my clinic's experience about this patients and their families. Since the difference between nervous anorexia and bulimia, I propose the parent's characteristics: "they don't nourish, but they get fat", a 'loft' family. Both pathologies, inform about children that manage to be "pillar or support" of the affective familiar malnutrition. The nervous anorexia establishes a food's strike. Because she supposes that her parents feeds of her obedient daughter's image. So, in her undernourished, she shows that they only get fat, but don't nourish her. Also, she refuses the food that supposes that will nourishes them. Meanwhile, the bulimic oscillate between swallow the familiar malnutrition, and then expel of her entrails the appearance that her parents aspire to.
KEY WORDS: Appearance's slavery. To be other. Loft family.
• Introducción: CONTEXTO SOCIAL GENERAL
La anorexia nerviosa y la bulimia afecta tanto a mujeres como a hombres. En el sexo femenino suele manifestarse en mujeres de la edad media de la vida, en pre-púberes y adolescentes. En cuanto al sexo masculino, pensemos en la frecuencia con que -durante la semana- muchos hombres se imponen dietas para equilibrar la excesiva ingesta del fin de semana. O, en quienes para mantenerse "en forma" practican actividades deportivas que distan bastante de su sedentarismo semanal. Lo cual, en algunos casos, influye en que más de uno corra el riesgo de poner en peligro su vida.
A mi entender, estas patologías, junto al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, constituyen pandemias. La diferencia radica en que el SIDA es consensualmente visto como tal. Mientras que, en el caso de la Anorexia y Bulimia, no son consideradas de ese modo porque gozan de consenso. Pensemos en el fenómeno mundial de la promoción de gels, jabones, cremas, dietas, sustancias químicas o naturales, algunas de características diuréticas, otras para evitar la digestión de las grasas. Y recordemos -además- la variedad de institutos especializados y de comidas y bebidas de bajas calorías. En este sentido, todos esas variables publicitarias, sociales y culturales ejercen una importante presión, muy diferente a la de décadas atrás. Sin embargo, no cualquier adulto o adolescente se convierte en un esclavo de ser "light".
En los últimos años, pre-púberes, adolescentes y adultos experimentan profundos cambios en las maneras de vivir, de mirar a los demás, y mirarse al espejo a sí mismos. Y en cuanto al tema que nos ocupa, las últimas décadas vienen reflejando una gran preocupación por cambiar el esquema corporal o dar lugar a otros conceptos estéticos (1)
"Antes", simultáneamente a particulares tabúes sexuales de la época, primaban otros ideales de salud. "Ser rellenita" o de "piel blanca", coexistía con determinadas funciones, creencias o valores masculinos y femeninos. A la mujer se la solía exaltar por sus cualidades de "buena cocinera o ama de casa". Incluso, su aspecto de "matrona", solía asociarse al ejercicio de la maternidad, alejado generalmente de la sexualidad. A su vez, ello iba a la par de creencias, valores o roles sexuales masculinos.
De modo que, en términos generales, las ultimas décadas se han venido caracterizando por una importante modificación de roles sexuales, valores propios y ajenos. Y, ello se fue reflejando también en los esquemas corporales o de belleza. Es verdad que colaboraron los medios publicitarios. Ya no se oye por una radio a los 'modelos'. Con el cine y la televisión dichos ideales dispusieron de otros medios para ser vistos como tales. Hubo una época, la de la famosa Twiggy, en la que se aspiró a la delgadez total. Mientras que, en la última década comenzó el auge de mantener el tono muscular, la silueta o esbeltez. Así, en nuestros días, el medio social pone el énfasis en que, mediante "ser" esbelto o consumir productos "light", hombres y mujeres se conquistarán entre sí y llegarán al éxito en sus cotidianas labores. Sin embargo, por las dudas, suele sugerirse en letras pequeñas que nadie se olvide de "consultar a su médico", o que -además- complementen con complejos vitamínicos. Es más, en el caso de carencias o excesos, más allá de lo eficaz y adecuado para cada persona, se les ofrece toda una "ingeniería corporal", lipoescultura, lipoaspiración, prótesis femeninas y masculinas, cirugías o entretejidos que con absoluta seguridad les cambiará "la vida".
En otras palabras, el recrudecimiento de estas patologías parece mantener relación tanto con la decadencia de concepciones acerca del rol de la mujer y del hombre, de la femineidad y de la masculinidad, como con el intento por reubicarse.
A modo de ejemplo, mujeres de todas las edades se replantean 'ser mujer'. Pensamos que tanto Freud como muchos de sus seguidores/as, a excepción -parcial- de Emilse D. Bleichmar (Billiet, 1983),, han tendido a interpretar la femineidad a partir de la masculinidad. Equivalente a pretender comprender la zona erógena femenina, complementaria de la masculina, como si fuera igual a la masculina fisiológica y -por ende- psicológicamente. En este sentido, hoy en día, toda mujer tiene oportunidad de replantearse su esencia de tal, como también el tipo de complementariedad que establece con el género masculino. Al mismo tiempo, muchos hombres, por ejemplo en Argentina, fomentado por las reiteradas crisis económicas, están sufriendo su crudo replanteo. Por ejemplo, en cuánto el desarrollo laboral y económico de las mujeres altera el tradicional concepto de masculinidad que ambos tenían.
Ahora bien, retornemos a nuestro específico tema.
Nuestro cuerpo es como una carta de presentación. Es equivalente a una cáscara que habla de todo nuestro interior. Exhibimos nuestra Identidad. De modo que es más que un cuerpo. Es nuestra Identidad sexual. Con el ánimo de embellecernos seguramente todos recurrimos a algún medio para sentirnos mejor con nosotros mismos y ante los demás. Sin embargo, en las últimas décadas lo anterior ha venido experimentando importantes variaciones.
Hombres y mujeres, adolescentes y adultos, se ven influidos los unos por los otros. Es cierto que la adolescente pasa por su particular época, y que sus padres la de ellos. No obstante, la edad del joven le refresca al adulto de hoy, tanto sus asignaturas actuales, como las pendientes desde su juventud. De modo que, según la época recordada o negada, tendrá predominancia la envidia, la rivalidad, la simpatía, la autoridad o el autoritarismo, la sugerencia o la imposición, etc. Además, estos papás-adultos de las últimas décadas, según sus propias vicisitudes, se sentirán más o menos ubicados en la edad que tengan. En momentos claves, durante su trayectoria particular se enfrentan con tener que replantearse qué hacer, hicieron, o probablemente no podrán hacer de sus vidas. Entonces, al modo de un nuevo balance, quienes tengan hijos pre-púberes o ya adolescentes suelen encontrarse doblemente cuestionados. Por sí mismos, y por sus hijos. Por "estos chicos de hoy en día" que no se callan "como los de antes". Hijos, o amigos de ellos, que viven de manera diferente los inicios sexuales que también protagonizaron sus padres. O "chicos" que exhiben "cuerpos" o una "manera" de pensar de grandes. Simultáneamente, los adultos se vienen cuestionando a sí mismos. Por un lado se persiguen por constatar que no están "en ruinas", como muchos interpretaron que estaban sus progenitores a su misma edad. Y por otro, muchos tienden a compararse de diversas maneras con otros padres como ellos. Con lo cual, también se les impone la sensación de un examen permanente. En algunos casos, intentando no quedarse 'atrás', encontramos que la transacción suele ser categorizarse como los "pendex-viejos".
Si volvemos a los púberes, éstos suelen ser más desenvueltos que los de "antes". Incluso, sus mismos cuerpos parecen ostentar otro tipo de desarrollo. Sin embargo, en cuanto a la sexualidad, presentan una marcada oscilación entre inhibirse o iniciarse tempranamente. Entonces, muchos tienden a comportarse entre la adultez apresurada (sobreadaptación) y la nostalgia por la dependencia infantil. Constituyen, así, los jóvenes "NI". Y en el intento por sentirse más seguros, estarán quienes se exhiban queriendo 'formar parte de', y también 'ser vidrieras' de otros de la misma edad.
De modo que, hombres y mujeres, adolescentes y adultos, suelen compararse a tal punto con otros que, muchas veces, pierden la óptica de quienes o como son.
En otras palabras, más que protagonizar un cuidado natural hacia ellos mismos, o intentar atraer al sexo opuesto, en la última década se está manifestando la clara intención de 'tragar panza' para 'ser' como otro, 'adelgazar o vestirse' para no ser menos que otros, o como es tan frecuente en los adolescentes, estar pendiente de comparaciones con el mismo sexo.
• Material y Método:
Ambas patologías, son síndromes que afectan a hombres y mujeres. Tratándose de trastornos de alimentación, comparten el temor a la gordura y la búsqueda de la delgadez. Si bien son patologías hermanadas, presentan diferencias entre sí. De modo que, en primer término las describiremos en cuanto a sus características clínicas. Y en segundo, diferenciándonos de otros trabajos sobre el tema (2), partiremos de un común contexto actual, y nos circunscribiremos al tipo de problemática familiar y el sentido más específico que parece traslucirse en estas patologías.
ANOREXIA NERVIOSA
En general, suele decirse que estas personas sufren de alexitemia. En el sentido de que presentan dificultad para percibir los propios sentimientos o estados anímicos, por ejemplo, ansiedad, tristeza, hambre, etc. Desde la niñez, han tendido a la introversión y retracción afectiva. Sin embargo, hasta que se les instala la enfermedad, relatan haber sido 'ejemplares' para los demás. Es frecuente que ambos sexos sufran de inactividad sexual. Como también, que nieguen su condición de enfermos, o desestimen la necesidad de alimentarse. Incluso, pueden llegar a jactarse de poder controlar las ansias de comer, o enorgullecerse del tipo de alimentación que sostienen. La enfermedad se hace evidente con la disminución del peso. Lo cual influye en que sea menos frecuente la muerte por desnutrición.
BULIMIA
Sería una forma cronificada de anorexia nerviosa. Comparada con ésta ultima, la persona bulímica suele tener mayor conciencia de sus estados internos. Sin embargo, controlan menos sus impulsos, y tienen dificultad para tolerar ansiedades y/o frustraciones. En algunas ocasiones pueden llegar a tener conductas asociales y/o gestos automutilantes (hurtos, abusos de alcohol, drogas). Incluso, en comparación con las anoréxicas, la mayor actividad sexual puede llevarlos a la promiscuidad. Estas personas suelen ser conscientes de la anormalidad de su alimentación. Por ello, cuando se angustian pueden solicitar ayuda. En general, a diferencia de los casos de anorexia, su aspecto es más saludable, pudiendo tener sobrepeso. Además, al ser más extrovertidas, manifiestan una vida social más activa. En cuanto a los atracones de comida, es frecuente que sean secretos, sobre todo de hidratos de carbono y grasas. Pero, aunque coman, no por ello saborean la comida. Se debaten entre lo que ingirieron y la aspiración al peso ideal. Entonces, cuando sienten la distensión abdominal, manifiestan sentir 'culpa' por la ingesta. Tras lo cual, algunas se provocan vómitos. Mientras que otras suelen recurrir a diuréticos, laxantes, o al ejercicio violento de prácticas físicas.
En síntesis, dentro de la clasificación anterior, podemos ver una amplia gama de posibilidades. Por ejemplo: personas que se autoimponen una dieta y pierden peso rápidamente; otras que alternan restricción alimenticia con episodios de ingesta abundante; pacientes que se provocan vómitos, usan laxantes y/o diuréticos, o sostienen una intensa ejercitación física para intentar mantenerse delgado/a; también, puede haber gente que aunque tenga episodios bulímicos, se mantienen en un peso normal; y otros que, aunque se atraquen o purguen, con respecto a la época de anorexia, han mejorado su peso (3).
En el caso de adultos, en pareja o sin ella, también es frecuente "que espíen" el cuerpo o sexualidad del otro, con el animo de "no quedarse atrás" o "no sentirse menos y/o evitar infidelidades". Naturalmente, esto se manifestará y repercutirá en las actuales vicisitudes de sus hijos, como padres y en sus parejas.
En pocas palabras, estamos frente a la "esclavitud a la apariencia". Aparentar que 'lo de adentro' sea 'como lo de afuera'. O viceversa, si se logra 'ser otro por fuera' naturalmente se sentirá 'más lindo y seguro por dentro'. Esta esclavitud a aparentar 'ser otro', a mi entender, se relaciona con los trastornos de alimentación que consideraremos. Trastornos que, muchas veces pasan desapercibidos. Porque los hijos, antes de verlos en la televisión o revistas, los perciben en las comidas o vicisitudes cotidianas con sus padres y/o amistades. Estar atento al grado con que ello se manifieste en cada familia, también será hacer Prevención.
Ahora bien, desde el "ángulo orgánico" que simultáneamente constituyen, estos pacientes necesitan de médicos especialistas y/o nutricionistas. Sin embargo, aún en los casos apremiantes, es importante no dejarse tentar por sólo censurarlos o imponerles restricciones. Puesto que, el riesgo sería sustituir el cómo tienen que ser, el "ideal familiar" por otro, por ejemplo el "ideal institucional o grupal". Los controles son necesarios. Del mismo modo que se administra algún medicamento en otras patologías. Pero esto no excluye que "mientras tanto" nos preguntemos qué "trastorno afectivo específico" están sufriendo. En el transcurso de sus vidas, ¿qué experiencias han venido atravesando?. ¿Qué vicisitud los tiene conmovidos, a tal punto que no lo pueden expresar más abiertamente o resolver de otra manera?. De modo que, la finalidad es intentar comprender estas enfermedades como un actual fallido modo de comunicación y de relación familiar. Nuestra intención, junto con el adolescente o adulto, es que la familia "externa o interna" recupere el sentido de la patología que uno de ellos expresa. Para que la crisis que los invade, a uno y a todos, pueda ser abordada de otra manera. Menos dolorosa.
Discusión: Un clima familiar (4)
Acerquémonos, entonces, a un particular clima familiar (5). Cuando una mamá cotidianamente "vomita" en su hija/o los problemas íntimos con su marido y/o con los otros hijos, sin ser consciente, se le presentan varios problemas. Por un lado, que es probable que no encare más profundamente la dificultad con quien en concreto la tiene. Por ejemplo el cónyuge. Por otro, que queden desatendidas y anuladas las necesidades del hijo sobre el que se "despacha". Pero también, se borran las fronteras de los roles o lugares de mamá e hija. Esto es de crucial importancia para cuando se jactan de "ser amigos" de los hijos. Pues, lo más probable es que el joven no se sienta preparado para escuchar los problemas íntimos de alguno de sus padres, o la igualdad que desesperadamente pretende constatar uno o ambos de los progenitores. Tampoco le será lo mismo hablar con sus "pares", que con quienes esperaría que lo orienten -ahijándolo- con su mayor experiencia.
Más o menos conscientemente, la mamá puede percibir ‚este "juego", pero no lo puede detener sola. Ella misma suele haber sentido cierta orfandad de madre. Puede ser que haya tenido que salir a trabajar de chica, ocuparse de hermanos menores por la ausencia materna, o sentir mucho miedo a que la propia madre se quebrara si ella le reclamaba algo distinto. Incluso, se le puede haber transmitido que tenía que renunciar a un estudio, empleo o profesión por "el bien" de otros. Asimismo, puede haber pasado por alguna experiencia dolorosa durante el embarazo del futuro hijo que presente estos trastornos de alimentación. Pero además, es probable que alguna de las vivencias descriptas se le potencien por las vicisitudes de la generación en la que está. En las ultimas décadas se encuentran protagonizando variantes del rol femenino legado por sus progenitores. Y esto la tiene sumamente conmovida. Se encuentra consustanciada con distintas funciones y roles. Algunos de los cuales los siente como una leche que la alimenta y hace crecer en sus vínculos. Pero a otros los vive como algo que adultera, no encaja con lo nutritivo que también tiene para dar. Sin embargo, por alguna de las circunstancias mencionadas, no ha tenido más remedio que aparentar estar más armada. Y seguir adelante. Se le fue imponiendo la sensación de tener que arreglárselas por sus propios medios. En síntesis, por experiencias de su vida ha tenido que aprender a vivir aparentando ser otra. Desde chica se quedó sintiendo que debía "jugar" a ser madre de sí misma y de su propia madre. O que tenía que "jugar" a ser madre, a costa de negar otros aspectos de su ser mujer. Por rendir como "buena" mamá y esposa, se quedó exigida a seguir adelante, haciendo "como que aquí no pasa nada".
En el caso del papá, cuando éste hace de su hija/o un compinche de aventuras y/o dramas con su cónyuge (madre de sus hijos), nuevamente los roles quedan desdibujados. Y alguno de los hijos se siente llevado a posponer una y otra vez sus urgencias en función de las de su padre. Entonces, dicho hijo, siente la obligación de comprender más de lo que puede, pues, de lo contrario, suelen hacérsele velados reproches. Por ejemplo, "no ves cómo es tu madre?, o "sos un desagradecido, ¿no ves que estoy tan exigido?", o "¿qué te falta? vos no tenés en cuenta las necesidades y esfuerzos que nosotros o yo hacemos por vos". O, se le enumera lo que efectiva y materialmente se le da.
Pero, como decíamos de la mamá, el papá no la pasa bien. Más allá que trabajen uno o ambos de los progenitores, en el caso del padre ‚este suele esforzarse ante problemas cotidianos laborales, económicos. Sin embargo, es frecuente que se agregue otro sufrimiento. Es el de sentirse agobiado, el de ostentar todo lo ocupado que está, o el sacrificio que todo ello le demanda. Detrás de esta 'realidad' se encuentra un sentimiento de impotencia de su función de papá. El también parece arrastrar cierta desnutrición de padre. Es como si se dijera: ¿y ahora qué hago?, ¿cómo enfrento esto con el libreto que me legaron?. Con los años, él también se ha visto obligado a aparentar ser más fuerte de lo que se siente. Ha habido tantos cambios entre el repertorio de sus padres y el propio que no puede dejar de sentirse inseguro. No quiere quedarse atrás con los cambios protagonizados, por ejemplo en el vínculo con su cónyuge. Y sin embargo, suele sentirse perseguido por no poder sostener el equilibrio económico familiar. Pero, él también parece querer seguir adelante. "Como si aquí no pasara nada", se exige ser Otro.
Ahora bien, los hijos, con su presencia, refrescan las buenas experiencias infantiles de los papás, la solidez de modelos o enseñanzas de sus antecesores. Pero también, se potencian "viejas" heridas que no han podido cicatrizar. Ante esto, los papás de los cuales hablamos, intentan acortar distancias y dificultades. Por miedo, tratan de pasar por encima de las variadas tensiones y angustias propias de las distintas épocas del desarrollo de sus hijos. De modo que, en la alabada "amistad" que establecen con ellos, niegan la "autoridad paterna" (que no es autoritarismo) que los hijos necesitan. Pero también están renegando de la propia porción de vida que los angustia. Así, en los tiempos que corren, es frecuente que se borren las fronteras inherentes a los distintos roles de cada uno. Constituyen lo que denomino las "familias loft".
Por eso, más allá de modificaciones necesarias, podemos contemplar que ambas generaciones comparten en común tipos de vestimenta, maneras de expresarse, de exhibir la intimidad sexual, de alimentarse, de hablar del sexo contrario, etc. Cada tanto, los padres pegan unos cuantos gritos u objeciones para intentar volver las cosas a su lugar. A lo cual, muchos chicos no se quedan atrás en contestar o protestar. Sin embargo, en el clima del que hablamos, no se tarda mucho en reinstalar el clima de "pérdida de fronteras", o sea, la familia loft.
Ahora bien, es frecuente que uno de los hijos, el más "radar" de estas vicisitudes, perciba las problemáticas paternas. Tomemos como ejemplo a una hija. Ella puede hacer de "pilar" de padre o madre. Pero consideremos el caso de esta última. La niña, siendo adolescente o pre-púber clama por su necesidad de contención y guía. Pero desde chica parece haber cerrado su boca, y sólo abrirla para comer aquello que calmaba a su mamá. En el caso de mujeres adultas, estas vicisitudes tienden a reeditarse en alguna relación. Entonces, como en los tiempos "de antes o de siempre", se les refresca la sensación de tener que ser pilar de otro/s. De todos modos, en ambos casos impera la vivencia de que se carece del soporte por parte de otros. Y, entonces, como suele suceder con las frustraciones, de estas nace la hostilidad. Pero, a los papás o a la pareja también se los quiere. ¿Qué hacer con la sensación de que no se recibe de ellos "lo alimenticio" que nutre?. La vivencia que tiene esta adolescente o adulta es que priman modalidades que, más que alimentar, sólo "engordan". Entonces, 'se traga' sus rabietas.
En este sentido, el resentimiento nace de la carencia, de la frustración. Pues interpreta que uno de sus padres o hermanos se quedó con un poder, con un abastecimiento que le pertenecía y no le fue dado (6) . Así, el posterior remordimiento se vincula simultáneamente con diversas vivencias: el amor que siente por las personas objeto de su hostilidad y resentimiento; el temor a perder el amor de sus padres; el sentir que no está a la altura de las circunstancias esperadas (7); la fantasía de que -su resentimiento- así como puede contribuir a la pérdida de la propia cordura, también puede dañarlos a ellos (8; 9). Asimismo, el remordimiento, a nuestro entender, actúa como un freno de mano. Pues, derivado de la Pulsión de vida, amortigua la primacía de lo equivalente a la Pulsión de Muerte.
Creyéndose capaz de mucha destrucción, vive asustada de su posible descontrol. De modo que 'se lo traga'. Además, cuando niña, habrá sido chica pero no por eso era impermeable a lo que captaba de su mamá. Sutilmente siempre percibió la fragilidad de su progenitora. De modo que el problema de captar lo endeble de ella, se complica con la suposición de que con su resentimiento o reclamo pueda destruirla. Así, en estos casos parecen establecerse "pactos de amor". También por cariño, la hija se entrena en silenciar lo que capta que al otro le cuesta. Y, a lo largo de su vida prosigue autosacrificando sus necesidades.
En otras palabras, la hija logra ser "pilar" de su mamá o de su papá. La trampa es quedar esclava de este "logro". En este logro radica su soledad y debilidad (10).. Su fuerza queda centrada en ser esclava de la inseguridad de su madre, avalada por su padre. Pero en el mismo acto, ahoga su reclamo de que la función de pilar la ejerza otro.
Así, su virtud se fue transformando en su peor defecto.
Si soporta aquello con lo que su mamá dice alimentarla, se queda con hambre. Siente, entonces, que más que alimentarla la engorda.
Pero si no soporta, al encontrarse con la fragilidad de su madre se siente culpable por delatar que, lo que ella otorgaba, no tenía las características nutricias publicitadas. Simultáneamente, cuanto menos soporta, más culpable se siente por los 'malos' sentimientos que le despierta la frustración.
Por todo lo anterior, cuando sufre "su anorexia" o "su bulimia", en los controles alimenticios que en cada caso efectúe, imperiosamente intenta constatar el control de la propia cordura. El resentimiento es enloquecedor y por eso necesita taponarlo. Pero hemos dicho que lo oculta, también, por cariño hacia su mamá, por la fragilidad de la misma, y por la eficacia de ser "soporte" de ella. En cuanto sienta que le está por fallar esta "virtud de actuar como pilar" de su madre, busca 'vomitar' o 'expulsar' en otro lado. Entonces, lo traslada a lo que siempre alude al vínculo nutricio: el alimento. Recobra vida la bondad atribuida a comer todo lo que ofrece mamá, o comer para que mamá no se ponga nerviosa, o hacer como que no pasa nada, y tragar.
Esta hija es testigo de una publicitada bondad o 'esquema' materno. De modo que, al mismo tiempo que pilar, se siente infiltrada por su progenitora.
Simultáneamente, otras personas y/o situaciones recibirán esta transferencia (11). Pero, aunque intente conservar una distancia que proteja de todo enfrentamiento, siempre le refrescarán la velada relación con sus padres. Hacer de pilar, oscilar entre serlo o dejar de serlo y exigirle al otro que lo sea. Incluso, puede ser que en alguna relación que reciba esta transferencia tan primaria, crea ser castigada en cuanto quiera dejar de ser 'soporte'. O, en otros momentos y en diversas circunstancias, ella será quien le reproche a su pareja actual que no la alimenta sino que sólo la engorda (12).
• Resultado:
En el caso de la anorexia, gradualmente pierde la percepción de sus propios sentimientos. Se siente abrumada por los de su mamá o su papá. Cuando se alimenta, se le impone la sensación de que la fuerza es para 'sostener' la debilidad de la mamá. De modo que por un lado aspira a controlar el 'hambre' retroactiva que tiene de funciones paterna y materna. Y por otro querría controlar los alimentos que, aunque los ingiera ella, supone que terminarán nutriendo a otro. Vemos así que a medida que vive con lo mínimo imprescindible, que se va jactando de comer cada vez menos, por un lado habla de la desnutrición en la que cree haber sido dejada. En su 'huelga alimenticia' expresa la ilusión de no necesitarlos. Como también, expresa su "quite de colaboración" a uno de los miembros familiares. En su delgadez, la venganza es no alimentar a aquella "nena buena" que todos esperan que los calme. De modo que, en su cuerpo exhibe tanto el reproche y deseo de venganza, como el mutismo de la necesidad y hambre de función paterna o materna. En este sentido, silencia para no dañar a quienes también ama. Y en sí misma, en su fragilidad, muestra la soledad y el fallido intento de rebelión por tener que sostener durante años de una vida a padres que necesitan aparentar ser Otros. En su propio cuerpo expresa el velado entrenamiento a que otro, para sostener su imagen, se alimente de ella. Y al mismo tiempo, al ser "piel y huesos" ostenta el rechazo de ello. Esta paciente nos muestra la "madre esquelética que cree tener". Pero también, al mostrarse desnutrida arruina el deseo de que, con su porte, esa hija haga quedar bien a mamá y papá. En algunas oportunidades, se intenta asemejar a Otra, 'míticamente admirada' (hermana, prima, etc.) con quien permanentemente se compara o percibe que los demás ejercen dicha comparación. Otra, que aunque se la aborrezca, le significa una eventual garantía de seguridad y aprobación.
Es más, en sí misma exhibe y rechaza violentamente los nutrientes que puedan provenir de quienes no son sus padres. Por ejemplo los médicos o analistas. En el fondo, le sucede lo mismo que con los alimentos. Más que no tener hambre, tiene miedo de sentirla. Esto se manifiesta en el rechazo a los tratamientos psicológicos, pues constituyen la evidencia de necesitar otros modelos de familia. Ello sería delatar que papá y mamá, más que alimentar, sólo engordan.
En el caso de la bulimia, hemos dicho que es una forma cronificada de la anorexia. En distintos lapsos de tiempo, oscilará de una a la otra. Pero a diferencia de la anoréxica, logra expresar su deseo de algo para ella sola. Aunque muchas veces lo termina vomitando a escondidas. O, busca el medio para expulsar o desdecirse de lo imprescindible para sí misma. Hay momentos en que "logra" ser pilar de la fragilidad de uno de sus padres En la huelga alimenticia que efectúe, cree "lograr" ponerse a distancia. Aspira a graduar ella qué es nutricio y qué no lo es. Con mayor conciencia de sus ciclos, la bulímica digiere poquito. Con todo lo demás, aparenta conformidad de apoyo, pudiendo llegar a la mentira sistemática. Para luego, en cuanto sale -por ejemplo- de una sesión, expulsarlo de sus entrañas.
Ese es el destino de una parte de las participaciones médicas o las intervenciones analíticas. Desea la caloría- interpretación, pero lucha por evitarlas. Así, durante la sesión incorpora un poquito, aparenta una elaboración. Pero al concluir la sesión, suele expulsar parte de lo trabajado.
Aunque con más conciencia del sometimiento a esquemas familiares tan arraigados, sus ingestas y des-ingestas representan el intento de expulsar o des-embarazarse de modelos. Modelos que, aunque los rechace, cree que son su única razón de existir. En este "que sí-que no corporal", le cuesta dejar de ocupar el lugar de pilar ideal. Por esto, el vomito o equivalentes, también es intento de expulsar a quien siente ser, pero que no quiere que nadie se entere. Intenta sacar de adentro y de encima a desprolijos aspectos propios. Aquellos equivalentes a los de sus padres. Nuevamente, en el fallido intento de protegerse y proteger, ella también, al denunciar -simultáneamente- calla.
Conclusión:
Bulimia y Anorexia, ambas desean y evitan desear la comida nutricia. En el consumo de alimentos y vínculos que fundamentalmente "engordan" pero no "alimentan", ostentarán la dramática familiar (13). Se trata de relaciones parentales a las que se ama, pero también a las que se tiene un profundo miedo de objetar. En ambas patologías "captan" a papas agobiados por ser Otros distintos. Tanto, que ellos mismos prosiguen impidiéndose un trato más natural con sus hijos. Al estar tan perseguidos borran las fronteras con sus vástagos. Y aquello que iba a ser nutricio sólo puede engordarlos. Mientras "vomitan" sus inseguridades o problemas, "expulsan" la individualidad o lugar del hijo. Es semejante a que el estomago del niño fuera una prolongación del de ellos. Queda poquito lugar para lo alimenticio con que el niño necesita nutrirse.
Estas vivencias de años, se transfieren a otras relaciones con adolescentes. O prosiguen vigentes durante la adultez. Entonces, en algunos vínculos, según la cantidad y calidad, se tenderá a reproducir que -más que relaciones nutricias- solo se engordan el uno al otro.
En estas familias, el equilibrio parece precario. Todos están pendientes de aparentar ser otros. Son esclavos de ello. Por esto se olvidan de los recursos positivos que también tienen. Todos suponen que tienen que disfrazarse para evitar ser vistos o encontrados como son. Tienen miedo de que se descubran sus crisis, y entonces ser despreciados o tildados de 'anticuados', 'malos' o 'frágiles'. Por ello, viven al filo de perder el control de la propia cordura. Ellos -también- no encuentran otra manera de calmar la exigencia y resentimiento por tener que vivir esclavos de aparentar "ser otros". No obstante, los remordimientos por tanto daño que pueden ocasionar con su inseguridad, taponan la natural expresión de su fragilidad. De modo que, las publicidades, sólo refuerzan aquello que siempre los acompañó: aparentar ser otro.
Así, los hijos que sufren estos trastornos de alimentación suelen vivir a sus papás como "edecanes" de "cómo ser Otros" en la vida. De modo que, sintiéndose arrastrado, cada vez que el hijo logra hacer de pilar o aval de la inseguridad de uno de sus padres, se queda con la convicción de que el alimentado fue otro. Y que como ellos, a él sólo le queda seguir aparentando quién no es: Otro escondido y Otro exhibido.
Ahora bien, a esta altura podemos preguntarnos porque‚ no evidencia una franca obesidad (14). En términos generales, en personas obesas suele entenderse que se asemejan a un viajero que, con las alforjas cargadas en sí mismo, no han logrado partir del vínculo nutricio primario (15, Alperovich, 1982).
A mi entender, las personas que sufren de anorexia y/o bulimia, de alguna manera, logran ser "Otros" para sus padres. Incluso, en las modificaciones de su esquema corporal creen plasmarlo. Alimentan la fantasía de haber partido. Aunque, sabemos que no muy lejos. La grasa por la que pelean, se asemeja a la una ilusión de autoabastecerse. Pero al mismo tiempo intentan renegar de ella. Con mayor o menor evidencia son adictos a la comida. Pero esta adicción representa vínculos alimenticios que -aún- no lograron ser digeridos o elaborados con mayor plenitud.
Por último, dijimos al comenzar que desde niños eran vistos como ejemplares.
Ahora vemos con más claridad que lo ejemplar era ser "pilar" de sus padres. "Comer bien" o "captar pero silenciar la debilidad-desnutrición del otro" se traducía en sinónimo de mamá/papa /pareja/ buenos y fuertes". Pero, el éxito de este "logro", simultáneamente los violenta. Por ejemplo, a la hija suele "revolverla" las alabanzas de como "comprende" o establece alianzas con sus padres. No logra digerir el cultivo de muchas ambiciones individualistas de ellos, disfrazadas de "bienestar familiar", por "el bien de todos". Su disyuntiva parece ser callar o delatar que eso no la nutre, que sólo la engorda. El trato que dispensa a su cuerpo expresa este conglomerado familiar. Por esto, le cuesta tratarlo mejor, cuidarlo más naturalmente. En sí misma expresa la esclavitud y el aborrecimiento por tener que aparentar "ser otra". Ama -frágilmente- la silueta que es. Porque en esta expresa el rechazo a la familia "for export" de la que es parte integrante.
Todos anhelan ser distintos. En los tiempos que corren, huyen de encontrarse con carencias o dificultades en los roles de papa, mamá o cónyuge. Por eso alaban y publicitan el logro de modernidad alcanzada. Esto los protege de no caer en la desintegración que suponen que estaban "los de antes". Todos se sienten agobiados y perseguidos por roles o funciones que no les salen como familiarmente siempre se publicitó o esperó. Nos encontramos con padres que temen aceptar que 'no pueden' o 'no saben'. O que se avergüenzan de los repertorios de los que carecen. En síntesis, que viven perseguidos por no calzar con lo que ellos suelen publicitar de sí mismos.
• BIBLIOGRAFÍA:
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Searles Harold: Escritos sobre esquizofrenia. Ed. Gedisa. P.286, 1966.
NOTAS
(1) Muchos autores concuerdan en que, en ambas patologías coinciden una multideterminación de factores: sociales, culturales, familiares, biológicos e individuales. Damos por supuestas las presiones sociales y culturales, por ejemplo, por medio de la publicidad. Pero por sí mismas no parecen justificar, ya que no todas las mujeres y/o hombres se someten a ellas. Por ejemplo, el Dr. Iulian Iancu desde Israel decía: "En algunos individuos vulnerables, la necesidad de hacer dieta conducirá a la Anorexia Nerviosa.... existe un riesgo: la identificación con normas culturales occidentales posee fuerza patógena. Los factores socioculturales son importantes para la aparición de anorexia nerviosa en mujeres jóvenes psicológicamente vulnerables" (Iancu, pp.31-32)
(2) Para Hescovici y Bay, por ejemplo, la anorexia nerviosa es un "trastorno de conducta voluntario" (Herscovici y Bay, p.105) . En el caso de pacientes bulímicos, estos tenderían a "utilizar los atracones para aliviar el malestar psicológico" (O.C.p. 151). Por nuestra parte hemos cuestionado tanto la idea de "voluntario" como el que constituya un simple "malestar". Asimismo, en dicha bibliografía no hemos encontrado explicitados los sentimientos que correspondan específicamente a la bulimia y a la anorexia, o incluso -a raíz de muchas de las vivencias descriptas por las autoras- la diferenciación de quien desarrolla una esquizofrenia o una obesidad manifiesta.
(3) Alteraciones orgánicas simultáneas: El riesgo de muerte está en relación con la hipocalcemia (disminución del calcio), el paro cardíaco, el desequilibrio electrolítico (por ejemplo en diarreas, pérdida de sodio, potasio). En cuanto al uso de diuréticos, muchas personas suelen tener la fantasía de que éste adelgaza, cuando a lo sumo deshidrata. En el caso de los laxantes, por un lado, éstos sólo pueden influir en una pérdida aproximada del 5% de las calorías. Mientras que por otro, alteran el funcionamiento intestinal, tanto por la pérdida de agua y minerales como por la inflamación que producen. Pero, en cada persona, de acuerdo al grado de bulimia y anorexia, suelen presentarse distintos trastornos secundarios. Según el nivel de anorexia, el riesgo será la desnutrición. Y, según la severidad de la bulimia encontramos que: la piel suele ser seca y fría, o presentar hemorragias puntiformes; las palmas se muestran amarillentas por hipercarotinemia; sialorrea; pueden sufrir de hipotensión y bradicardia; los casos de arritmia cardíaca pueden derivar de la deficiencia de potasio, calcio, magnesio; se va alterando el esmalte de los dientes, y según la periodicidad con que se provoquen los vómitos, los nudillos sufren lesiones; a raíz de la alteración producida entre ingerir y el vomito, suelen tener sensación de saciedad, enlentecimiento del vaciamiento gástrico, dolores abdominales y constipación; disminuye la serotonina, que influye en la reducción del consumo de hidratos de carbono; también, se ve disminuida la hormona intestinal colecistoquinina, que "avisa" sobre la saciedad después de la ingesta; al perder peso, parecen alterarse tanto la función hipotalámica como de los neurotransmisores, y ‚esto se manifiesta en que sufran de trastornos en la menstruación o de amenorrea. Además, pueden presentarse complicaciones tales como: nefropatías, espasmos bronquiales, intoxicaciones hepáticas.
(4) Si bien ejemplificaremos con el rol de la madre, coincidimos con Bateson G. en que el padre está comprometido "en los aspectos homeostáticos de la situación intrafamiliar con la madre" (p.249). Es más, pensamos que toda mujer 'transmite' la idea de hombre-padre que siente, y simultáneamente, el hombre-padre también se lo transfiere a sus hijos. Lo que solemos llamar 'padre ausente' es una metáfora que conviene usar prudentemente, porque en general, el "ausente", al poner cara de "yo no fui", "yo no estoy" (y estar-está, pero de ese particular estilo), el supuesto ausente es más terrorífico e inhibitorio que aquel progenitor que se hace más presente, aunque tantas veces sea de manera inadecuada.
(5) A lo largo del trabajo aludiremos preferencialmente a las mujeres,pero entendemos que, aunque con menor frecuencia, los hombres también padecen estas patologías.
(6) Contribuye a este malentendido que el hijo/a interpreta como una injusticia que el padre/madre posea un privilegio que no otorga. Como el padre/madre, también compartirían esta fantasía, se generaría lo denominado por A. Fonzi (1980) como "lucha fratricida". Así, queda marginada la función paterna/materna de velar, cada uno con su jerarquía, por los intereses familiares. Paralelamente, creemos que esto se entremezcla con la rivalidad efectivamente fraterna, con los hermanos, ya que encontramos frecuentemente en estos pacientes que, a veces, se debaten entre comer o no "como un regimiento", comer lo de otros.
(7) La base de esta afirmación, para la Identificación de todo hombre y mujer, es el concepto de "Ideal del Yo minusválido, masoquista" de la Dra Alicia Mariona (1990-91). Dentro del proceso de identificación, este tipo de Ideal puede encadenar a una misión imposible: perpetuar un modelo para no disminuir a los padres, y al mismo tiempo trascenderlo, o sea, materializar carencias narcisísticas de los padres.
(8) Recordemos que H.Searles decía que el hijo se sacrifica amorosamente para preservar el equilibrio precario de la madre. El funcionamiento enfermo de su personalidad se ensambla con el de la madre, de manera tal que ésta pueda sobrevivir. (Escritos sobre Esquizofrenia, Ed.Gedisa, 1966)
(9) L.Kancyper (1991) decía que la fantasía de "su majestad, el bebé", el hijo la desplaza a los padres. Ellos pasar a ser los poseedores de todo lo valioso, pero -avaramente- lo reparten a cuenta gotas. Como los Reyes Magos, lo hacen una vez al año, y a veces nunca. Esta fantasía sería la esencia del resentimiento reinante en numerosas personas. A nuestro entender, esta fantasía tomaría cuerpo en la creencia de que los padres otorgan el poder a los hermanos/as. O, en el caso de que no se los tuviera, en forma simultánea al rol desdibujado de los padres, éstos últimos suelen ser vividos como 'pares' que se quedan no solo con la omnipotencia infantil, sino también con la valoración de su propia identidad. El Dr. Kancyper distingue, además del resentimiento mencionado, dos tipos de remordimientos concomitantes: uno originado en la culpa, apaciguado con un castigo implacable, y otro, relacionado con la vergüenza por no cumplir con los ideales de los padres y los propios.
(10) Recordemos que G.Bateson (1972) decía que la madre retiene al niño con odio en la simbiosis mediante mandatos del tipo de doble vínculo: repetidamente le da un doble mensaje contradictorio, simultáneo, con la tentativa de que no se discrimine el orden de los mensajes. El paciente se encuentra condenado tanto si hace/dice, como si no hace/no dice.
(11) En Argentina, algunas entidades se ocupan del tratamiento específico de estas patologías. Pero muchos pacientes abandonan dichos tratamientos y/o sufren la reiterada reiteración de la sintomatología. Nos parece que esto podría guardar relación con que, en dichas entidades o grupos de autoayuda, se infltra más o menos inconscietemente sustituir el Ideal de los Padres por el de la Asociación-Grupo (que prohibe, juzga, critica o idealiza). Aún cuando sea el mismo paciente el que transfiera estos roles, ello se incrementa en la respuesta contratransferencial de los terapeutas. Pues, lejos del tipo de contratransferencia que constituye un instrumento de elaboración e interpretación, la misma se transforma en una neurosis o psicosis contra-transferencial.
(12) En cuanto al tema del tipo de sexualidad, se la ha descripto como de 'rasgos infantiles'. Coincidimos con ello. Pero agregaremos, más precisamente, que -a diferencia de la época de Freud y seguidores- es llamativo el 'boom' de orgasmos que muchas pacientes mujeres publicitan en las últimas décadas. En parte, puede haber colaborado el desarrollo y la difusión de la psicología, incluso a nivel publicitario. Pero, en el caso de algunas pacientes bulímicas, hemos encontrado que se trata de orgasmos individuales, con características más narcisistas que "con el Otro". Notamos que, a veces, muchas parejas están "cada uno en su ruta". Lo cual, naturalmente, se transfiere al encuentro entre paciente y analista. En este sentido, a la manera de la comunicación sostenida con sus padres, el riesgo es que quede clandestina la posibilidad de encontrarse y mostrarse como cada uno es. De ahí que es importante que los terapeutas intervinientes profundicen en aquellos prejuicios teórico-clínicos que -por 'conocidos'- terminan bloqueando la posibilidad de la comprensión de estas -como otras- patologías.
(13) Se ha hablado de que padecen una regresión oral, y de fantasías orales de embarazo. Crisp y otros, citados por Herscovici y Bay (p.23), dicen -por ejemplo- que con la regresión eluden conflictos de crecimiento, independencia personal y sexualidad. Además de que esto no parece ser específico, preferimos pensar que la regresión, más que una forma de eludir, delata que 'todo sigue igual, como entonces'. A la manera de un disco rayado, en que púa y surco delatan una herida, y la imposibilidad de pasar a lo siguiente, para estos pacientes la autonomía, la posibilidad de exogamia, de separación e individuación, tánaticamente, parecen ser -en un aspecto- desconocidas como formas posibles. Por eso, nos convence pensar, como dice Searles, (p.286) que ".... lo que el paciente odia no es la realidad como tal, sino más bien la única 'realidad' que ha conocido hasta ese momento, una pseudorealidad derivada de la simbiosis.... del funcionamiento interno de la madre (o .. del padre)".
(14) Queremos aclarar que: a) una patología no excluye la eclosión de manifestaciones orgánicas; b) cualquier trastorno psicosomático manifiesta en sí mismo la ineficacia previa de otros recursos para intentar equilibrar los afectos; c) en el modo patosomático, se destruye la coherencia del afecto, y éste desaparece como tal "para descomponerse en sus diferentes inervaciones constitutivas que, como otras tantas funciones, se derivan entre sí las magnitudes de la carga" (Chiozza, 1975)
(15) La grasa simboliza lo femenino-materno, y lo muscular lo viril y paternal. "Mi madre me envuelve, me aprisiona y mi padre no me rescata, no me libera. Soy un viajero en potencia, que no puede efectivamente partir" (Alperovich, 1981)
lbilliet@overnet.com.ar
Reedición
en CD sonoro:Libro sobre el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA): Lectura para jóvenes y adultos, psicólogos y médicos.
En español e inglés
2002
Index in
http://www.oocities.org/CollegePark/field/7387