Cómo
afrontar las crisis
Artículo
de Colaboración
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En general, para hablar de cómo solucionar
una situación específica, siempre conviene -previamente- definir aquello que
decimos que vamos a resolver. De lo contrario, la solución no solo puede ser
errónea, sino también transitoria.
Por eso, es preciso recordar que 'crisis'
alude a un 'momento decisivo en un asunto de importancia', 'mutación grave que
sobreviene en una enfermedad para mejoría o empeoramiento'. Todo lo anterior
nace a partir del griego 'krisis' que quiere decir 'decisión', derivado a su
vez de otra palabra griega que alude a 'yo decido, separo, juzgo'.
En pocas palabras, la crisis es ese momento
decisivo en que, de acuerdo a lo que hagamos, mejoraremos o empeoraremos las
importancias que tenemos entre manos (empresas, relaciones afectivas, despido
de personal, recortar gastos, bajar la calidad de los productos, arreglárnoslas
solos vs pedir ayuda, etc).
A modo de imagen, la crisis es pariente de
ese momento en que estamos con un pie en el bote y otro en la orilla. A lo
anterior 'viejo-conocido' no podemos volver, pero tampoco tenemos la convicción
de pegar el salto a 'lo nuevo-por conocer'.
Digamos, entonces, que la crisis, como hecho
aislado, a secas, no existe. Porque lo que es crítico para una persona no lo
será para otra. Lo que para mí equivale a una mejoría, para otra será empeorar.
Y viceversa. ¿Qué quiero decir con esto? Que la crisis pertenece a la vida,
porque todas las personas pasamos por momentos de decisión importantes. Algunas
crisis -lejos del malestar-, como lo dice su misma definición, traen alivio.
Por ejemplo, la mejoría y respiro de cuando un malestar se terminó, un negocio
se cerró para darle apertura a otro, etc.
En realidad, no son las crisis las que
duelen. Lo que nos duele son nuestros errores. En este caso, el error de
pretender seguir abrasados a algo 'de antes' que 'ahora' ya no va más. Para ser
más clara, lo que nos duele es la modalidad de insistir con abrazarnos 'a un
pasado de vacas más gordas'. Del mismo modo que, en el otro extremo, nos duele
nuestra insistencia de 'esperar' que -ya vendrán- tiempos mejores. Estos
estilos hacen doler porque -como les sucede a las eternas viudas o Penélopes- son
frustrantes en sí mismos. Pero además, porque -simultáneamente- están al
servicio de aplastar y mantener inmóvil a la capacidad que todos tenemos de
''hacer mientras tanto' en concreto aquello que podemos, aquí, ahora, con las
posibilidades que tenemos delante de nuestra nariz o en nuestras manos.
Cuando nos damos cuenta de modalidades como
las descriptas -estilo perro que se agarra al hueso-, entonces, capitalizamos
la experiencia para la próxima oportunidad. Con lo cual, cuando nos pescamos a
punto de volver a caer en la misma tentación, estamos a tiempo de atajarnos, y
si bien no logramos revertir nuestra modalidad, al menos podemos atemperarla.
Pero, es útil remarcar que -aún hablando de
crisis- en sí nunca pueden ser mala palabra. Porque en tanto 'sismo', nos lleva
a aprovechar la oportunidad para progresar. Dicho de otra manera, si no hay
crisis, no hay cambio, y si no hay cambio no hay crecimiento. Y si no hay
crecimiento, no hay progreso.
Ahora bien, en los momentos de decisión,
suele salir lo mejor y/o lo peor de las personas. De manera que, para afrontar
cualquier crisis personal, conviene que cada uno de nosotros tenga una idea de
cuál es el 'estilo' con el que suele reaccionar en los momentos tan decisivos.
Porque si no lo hacemos, a fuerza de responsabilizar totalmente a otros, al
país, al cónyuge, padre o madre, nos iremos hundiendo en la ciénaga de nuestra
propia derrota preparada.
En este sentido, no alcanza con que solo nos
repitamos -por ejemplo- que no tenemos que lamentarnos de la situación crítica
que tenemos delante. En primer lugar, porque mucha gente tiene el estilo
equivalente a 'ya lo se, yo también me lo repito, pero vos no sabés, en mi
caso.......'. En segundo lugar, si bien es el menos común de los sentidos, por
sentido común la mayoría de la gente sabe que cuando una puerta se cierra,
conviene buscar alguna ventana que seguramente habrá quedado abierta.
Cada caso es un mundo. Algunas personas solo
se lamentan y lloran -y con ello enturbian la posibilidad de ver nítidas otras
oportunidades-, otras son pesimistas hasta para contar un chiste -que no es lo
mismo que ser conservadoras-, otras tienden a dejarse estar, otras descuidan a
sus clientes, hijos y esposas, otras se la pasan sufriendo porque no encuentran
la solución fácil -por eso se les pierde la más adecuada-, otras hacen 'la
plancha' presuponiendo que las oportunidades le golpearán la puerta de su casa.
Pero cualquiera de ellas, en el fondo, 'sabe' que las anteriores reacciones no
llevan al puerto que tanto envidian de los demás.
Para que puedan salir de ese 'barrial': a)
es útil que se den cuenta de la envidia que sienten por quienes -con una
modalidad diferente- progresan. Porque, entonces, 'gracias a esta envidia'
aprenderán de quienes pueden ser un ejemplo adecuado, admirado o respetado. Con
lo cual, se impulsarán a sí mismos -con su propia manera de ser- y le pescarán
la vuelta a cómo salir del atolladero en el que están. b) de lo anterior se
desprende que, para salir a flote, se requiere replantearse qué modalidades propias
atentan contra la posibilidad de mejorar y progresar. Estará el que presupone
que todo le sale mal, estará aquel que supone que otros siempre le ganarán la
partida, estará aquel que siempre vive con la sensación de estar vestido con un
traje un talle más chico a fuerza de presuponer que el resto de los mortales se
desenvuelve más fluidamente, etc. Pero la única manera de cambiar esa 'música
de fondo' es que la persona no la soporte más. Nadie cambia porque los demás
hagan cola para pedírselo. La gente se 'arriesga' a cambiar, cuando se siente
incómoda con la propia manera de ser. Dicho en sencillo, 'no se bancan' a sí
mismos.
Por eso, todo esfuerzo lleva implícito un
tinte de dolor, tensión o exigencia. Del mismo modo que los músculos tienen que
activarse para practicar ejercicios o deportes. Para que la crisis-decisión
equivalga a un alivio, se necesita considerar las peripecias cotidianas -que
nos tocan vivir- como un aprendizaje, pero también como una oportunidad para
desarrollarnos. Pero ello implica tensión y esfuerzo. Porque se requiere
pegarle una vuelta de tuerca a modalidades que -por tenerlas tan arraigadas-
solemos creer que son las únicas con las que podemos responder.
Si las personas no rasquetean la pintura
descascarada, difícilmente les dure la nueva que quieran poner. Es más, esta
última actitud equivaldría a un 'carnaval' que -tarde o temprano- ostentaría la
misma precariedad de quien vive en el otro extremo, el lamento cotidiano.
Para cualquier Emprendimiento se requiere
-ciertamente- fijarnos una meta, planificarr los pasos y estrategias, buscar
información o herramientas, solicitar colaboración, establecer redes de
comunicación, como también prepararnos para detectar el momento oportuno, el
lugar y las personas indicadas.
Pero, para que todo lo anterior sea
duradero, en lo que dependa de cada uno de nosotros, necesitamos también
replantearnos de dónde sacamos el libreto que nos impide realizar o sostener
tales propósitos y metas. Solo así los proyectos serán concreciones, sólo así estas
últimas serán duraderas. Es más, darnos cuenta de cuántos 'libretos pegajosos'
nos acompañan, permite que surjan otros propósitos nuevos. Porque en vez de
'aligerar la carga' (equivalente a quien dice 'eso a mí no me pasa'),
reemplazamos nuestros 'pre-juicios' con 'posibilidades' que también están
dentro nuestro a la espera de ser desarrolladas.
Podemos decir que, en realidad, vivimos
inmersos en situaciones críticas. Pero que a veces nos damos cuenta, y otras no
tanto. Justamente, Ortega y Gasset decía que suele haber dos maneras de prestar
atención, o de que las cosas existan. 1) Una es cuando algo existe sin que nos
demos cuenta, al punto de que contamos con nosotros mismos sin ser conscientes
de algo tan importante. En este sentido, en una buena parte de los momentos
decisivos, iríamos con el 'piloto automático' puesto. 2) La otra, es cuando
'nos damos cuenta', prestamos atención por separado. Estos momentos, entonces,
pertenecen a ese tipo de situaciones vitales que nos incitan a decidir 'en
particular'. Podemos decir, entonces, que 'gracias' a estas últimas, tenemos
oportunidad de enfocar con precisión para 'separar nuestros juicios previos', a
calzón quitado, y discernir cuáles son útiles y cuáles son inútiles.
'Pasar en limpio los libretos familiares y
propios', es lo que nos permite caer en la cuenta de que hemos venido viviendo
con ellos de manera automática, al punto de creer que son los únicos puntos de
vista en el mundo entero. Lo cual, en vez de ayudar, suele inhibir cualquier
emprendimiento que se pretenda poner en marcha.
Por todo lo anterior, afrontar las crisis es
todo un 'arte', minuto a minuto. No hay recetas. Se trata de decisiones que
-cada uno- tiene que tomar a cada instante.. Pero para que de todo ello surja el
alivio, en vez de quedarse estancado en el dolor, se requiere que cada persona,
en lo que dependa de sí mismo, revea los libretos que lleva en la mochila que
acarrea sobre sus espaldas. Algunos le serán útiles para enfrentar lo que
venga. Por ejemplo la prudencia. Otros -por la fricción que acarrean- pedirán a
gritos que se los reemplace por otras maneras de reaccionar o actuar, más
acordes con las circunstancias, metas o propósitos factibles de ser
concretados.
La vida es una permanente toma de
decisiones. Ser conservador, puede ser la prudencia de hoy, pero la inhibición
del mañana. El éxito del arriesgarse hoy, puede ser la ruina en la semana
entrante. Estos breves ejemplos son indicio de que la 'fija' no existe. Tenemos
que evaluar a cada instante. Y es natural que sea así. Pero, como decía Ortega
y Gasset, las circunstancias actuales nos tironean del saco para que prestemos
'más atención'; para que seamos más conscientes de que tenemos la oportunidad
de replantearnos 'nuestra propia manera de actuar y de ser'. Siempre frente a
circunstancias que no van a hacer una excepción con nosotros, que un día varían
para un lado y mañana para el otro. Pero, en lo que dependa de nosotros mismos,
el hecho de tomar consciencia de qué parte de los libretos familiares y propios
no han dado resultado acertado, ello ya permite cambiar la baldosa sobre la que
estábamos parados.
Esta 'innovación' es la que permite que
salga a flote la confianza en uno mismo, Y que la confianza en uno mismo se
manifieste en 'convicción'. La cual a su vez, se plasmará en que tengamos
'empuje' o 'garra'. Pero de manera auténtica, genuina y duradera.
Lic. Laura E. Billiet.
Psicóloga,
especialidad psicosomática.
Sistema de Cuestionarios (en CD) Para Orientación Vocacional,
Crisis Personales y Executive Search. ISBN-10:
987-99707-1-3 ISBN-13:
978-987-99707-1-3 Ó febrero 2006, Editorial Martha Mayorano
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