Desde que escribí este trabajo, (1983, Centro de Investigación en Psicoanálisis y Medicina Psicosomática) han pasado  más de 20 años.  De manera que, soy consciente de que algunas interpretaciones podrían ser reformuladas.. No obstante, siempre en base a mi experiencia clínica y a la simultánea investigación que ello conlleva, prosigo afirmando que, erróneamente, la mayoría de los autores interpreta la sexualidad femenina y sus patologías a partir de la sexualidad masculina. Pudiendo, entonces, los mismos profesionales de la salud fomentar las patologías de pacientes de ambos sexos. Fundamentalmente, porque, de adscribirse a que la vivencia de castración femenina deriva de la carencia del pene, se está negando lo importante que es la valoración femenina por parte del modelo materno. En este sentido, la interpretación de lo femenino a partir de lo masculino, niega la  complementariedad:  a) fisiológicamente hablando, de los órganos sexuales entre sí (vagina como cavidad virtual y pene como órgano que la complementa).  b) psicológicamente hablando, de las funciones femenina y masculina, complementarias entre sí.  En otras palabras, en base al modelo freudiano de comprender las fantasías inherentes a las distintas fases erógenas, en la Argentina se ha venido estudiando hace más de 4 décadas la fisiología y función específica de cada órgano y sistema. Para, a partir de las biografías y las simultáneas enfermedades orgánicas, adscribir a cada uno de esos órganos o sistemas una fantasía que le es específica.  

A partir de lo anterior, a mi entender, a la fisiología del órgano sexual femenino (vagina) nunca puede corresponderle la misma fantasía específica del órgano sexual masculino (pene). Más bien, órganos sexuales y fantasías poseen su fantasía específica (función femenina y función masculina), las cuales obviamente se complementan entre sí.  Incluso, en el vínculo entre homosexuales.

 

Por último, aclaremos que, ambas funciones, masculina y femenina, poseen aspectos naturalmente activos y pasivos. Como también que, en términos de esta introducción, hemos dejado a un costado el aspecto maternal (útero y glándulas mamarias), también inherente a la sexualidad femenina.

 

En síntesis, para un abordaje más preciso de las patologías femeninas y masculinas (palpables en las identificaciones con los modelos familiares)  necesitamos profundizar en las fantasías que ambos sexos –a partir de las experiencias originarias- tienen de la función y roles de toda mujer y hombre. Pues, esto influirá en que podamos comprender el sentido de la identidad femenina y masculina en ambos sexos. Como también, en que podamos comprender las colusiones que cada hombre y mujer tiende a repetir.   Pues, esta “re-petición” es una sistemática petición de “darse cuenta” de cómo y cuánto una temática determinada prosigue interfiriendo en la interrelación afectiva actual. Así, darnos cuenta, equivale a elaborarla en el contexto original. Y esta especie de “digestión”, aligerando nuestra carga, nos permite encontrar cauces más adecuados y satisfactorios en los vínculos actuales.   

 

Abril del 2005

Lic. Laura E. Billiet

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