SOBRE LA MANERA DE ENFERMAR DE CADA UNO

Perspectiva psicosomática

Habitualmente, es sabido que las enfermedades consisten en trastornos orgánicos. Mientras que, simultáneamente, su contracara son sentimientos que también están trastocados. La diferencia depende de dónde se ubica el observador, sea o no especialista. Por ejemplo, mientras un ginecólogo habla sobre un trastorno específico en los genitales, el psicólogo tendrá en cuenta el mismo trastorno, pero desde su ángulo afectivo, la sexualidad.

Para comprender qué sucede cuando enfermamos, se requiere lo siguiente:

  1. Interiorizarnos acerca del funcionamiento normal del órgano o sistema;
  2. Interiorizarnos acerca de la específica alteración de ese órgano o sistema;
  3. Desde una perspectiva integrada, iluminar la problemática afectiva de la persona que está sufriendo el trastorno psicocorpóreo.

Entonces, caemos en la cuenta que ese órgano o sistema alterado es quien mejor ha podido arrogarse la representación de sentimientos que no han podido ser expresados de otra manera.

Así, desde este modo de concebir toda enfermedad, el enfermar es otro modo de expresión de las personas. Pero para comprender el sentido específico que tiene en la historia de distintos individuos, necesitamos profundizar tanto en las biografías individuales, como en las vicisitudes compartidas en el ámbito laboral, familiar, de amistades, etc. De modo que, junto con el paciente "buceamos" en sus peripecias cotidianas. Ambos tendremos en cuenta qué herramientas de sí mismo el paciente usa eficazmente. Porque ellas son escalón para poder pararnos más sólidamente ante lo que siente fracasar. Desde éste ángulo, las fricciones, entredichos, peleas o reiteradas inhibiciones nos hablan de un pasado que no lo es. Porque a la imagen que el marido tiene de su "esposa" se le cuela la imagen de su abnegada y asexuada madre, o a la imagen de la pareja con la que se quiere convivir se le cuela el miedo o desconfianza vinculados con la separación de los propios padres, o al encuentro íntimo con el marido se le cuela la imagen del papá que reprendía la sexualidad, o a la desmedida exigencia laboral de hoy en día se le cuela la tácita rivalidad con un hermano o gozar de la aprobación de equivalentes a los padres, etc.

El modo de enfermar tiene historia y las maneras dolorosas e inhibidas coexisten con las adecuadas y gratificantes. Cada enfermedad re-presenta (en el sentido de volver a presentar) una manera particular de transitar la vida. Así, quienes nos especializamos en psicosomática, no creemos que haya un ORIGEN psíquico u orgánico. Por un lado porque no hay manera de medir y comprobar qué es primero. Y por otro, porque la materia orgánica y lo que habitual y genéricamente suele denominarse espíritu o psiquis, transcurren simultáneamente en cada uno de nosotros. Lo ideal sería que cada profesional no pierda de vista que ese ser humano que va a atender en un área particular, al mismo tiempo que es una persona sensible, es un conjunto de órganos que requiere control y cuidado. Metodológicamente, cada uno de nosotros operará sobre el ángulo en que se especializa. Y la resignación de nuestra incapacidad de comprender y hablar de todo, nos llevará a respetar la labor del otro especialista.

Ahora bien, además, las personas no se enferman en cualquier momento. En particulares momentos de la vida, se pierde el control de la conmoción afectiva de alguna situación específicamente relacionada con nuestro pasado. Así, a una situación actual cualquiera se le adosan temáticas similares. A la manera de las fojas de un expediente, lo de hoy recibe la sobrecarga de situaciones de siempre. Hay personas que huyen de leer los expedientes que tienen entre manos. Quieren creer que el único responsable de sus sufrimientos es otra persona, o que el culpable es el problema "real" que "desde afuera" los aqueja. Sin embargo, "el mal negocio" de quedarse solamente con la "realidad" que indudablemente también influye, es que pierden la oportunidad de posicionarse de otro modo ante lo que pueden resolver por sus propios medios.

La enfermedad "de" la persona muestra y oculta. Es disfraz. Pero no cualquiera. Por ejemplo, nunca pueden hablar del mismo conflicto "emocional" un cólico menstrual, un trastorno en la próstata, las hemorroides, las cefaleas, los trastornos pulmonares, un aborto espontáneo, la hipertensión, etc. Cada uno de estos sufrimientos, son la vestimenta con que se nos presentan conflictos afectivos específicos. Y al mismo tiempo, ocultan años de entrenamiento en maquillarlos para que pasen más desapercibidos. A lo cual, muchas veces, contribuye el consenso. Así, la enfermedad orgánica es vivida como un salvavidas. Para quien la padece, es que el único medio que le queda para intentar expresar toda una dolencia silenciada.

De modo que, es importante alentar a las personas a que, en las consultas o tratamientos que realizan, no renuncien a comprender qué historias familiares están inmiscuidas en su enfermedad. Pues, este "trabajo" los ayudará a desarrollar otras maneras de encarar la solución de los problemas que hoy los aquejan.

Volver a Indice indice_pensar_humor.html

Volver a página principal index.html