MATERNIDAD SIN PAREJA

SU INFLUENCIA EN LOS HIJOS

A lo largo de la historia, muchas mujeres han convivido con su maternidad frustrada, otras la fueron canalizando con equivalentes, y siempre han existido casos de quienes quedaban embarazadas de un hombre que no volvían a ver, o aparecía esporádicamente.

Hoy en día, algunas mujeres sin pareja están explicitando las ansias de satisfacer su maternidad de otra forma. Tienen una actividad laboral, familia primaria, amigos, y parejas circunstanciales. Hay quienes reflexionan sobre las propias modalidades que les impiden relacionarse con un hombre de manera más estable, como para que luego se desprenda un deseo mutuo de paternidad. Otras, se centran en las ansias maternales, y expresan que les falta "algo". Frente a ellas, los actuales modelos y experiencias de adultez y tercera edad constituyen la esperanza de que tienen tiempo para encontrar un compañero. Pero están perseguidas porque se les "pasa el cuarto de hora" para la maternidad.

Habrá quienes buscan adoptar. Mientras que otras no quieren renunciar al placer de llevarlo en el propio vientre. Entonces, como antaño, habrá quienes quedan circunstancialmente embarazadas. Otras, le harán la propuesta directa a algún "amigovio" comprensivo, o veladamente buscarán quedar embarazadas sin que el "semental" tenga noticia de que lo fué. Otras recurrirán a bancos de semen anónimos. En este último caso, los diversos métodos de fecundación artificial parecen estar despertando la posibilidad de ser usados para "gestar solas".

En todos los casos, el anhelo de ser "aunque sea una mamá soltera", se mezcla con el prejuicio de "qué dirán". Pero también con la modalidad personal de la mujer. Hay mujeres que dicen "yo no lo haría". Otras se preguntan: "la honestidad de no hacer una cosa así, ¿compensa mi frustración cotidiana de no ser mamá?". Mientras que otras critican a las anteriores porque así esconden un mínimo de deseo de hacer lo mismo.

Ahora bien, como contrapartida, alguna de las versiones posibles anteriores ¿cómo repercute en un hijo? Parecería depender de la honestidad, fortaleza y análisis de sí misma que la mujer prosiga desarrollando a lo largo de toda la vida. Primero, porque la historia que toda mujer y mamá lleva a cuestas, la historia de la que proviene, la volverá a encontrar durante la crianza de su hijo. Y segundo, porque aún cuando no haya un "padre", el niño inevitablemente va a interrelacionar con chicos que efectivamente lo tengan, e "instintivamente" preguntará y reclamará más sobre su carencia de función paternal. Alguien podría decir que se puede ser madre y padre a la vez. Sin embargo, los seres humanos tenemos huellas de generaciones que difieren de las especies hermafroditas. Es más, aunque el ser humano posea en forma latente el gen que codifica tal tipo de reproducción, de todas maneras hace miles de años prima la necesidad de la interrelación entre un óvulo y un espermatozoide en un hábitat con características apropiadas. Y todo lo que ello representa.

 

De manera que, aún cuando un hombre o una mujer recurran a medios para concebir sin la posterior presencia del involucrado, dos funciones inevitablemente golpearán a la puerta de ese hogar: la carencia de un compañero y de la función con la que participan los papás. Ese niño/a, no dejará de encontrar modelos masculinos a lo largo de su vida. Es más, hay mamás que en su trayectoria de vida encuentran un compañero que ahija al niño del que hablamos. Otras tendrán un papá o un hermano que, además de abuelo-tío-, se las ingenia para ejercer la función paterna suplente. Sin embargo, también puede suceder lo contrario. Que la mamá y su hijo se las tengan que arreglar solos. En todos los casos, además del contexto, en buena parte el rumbo del hijo será marcado por la conciencia, autenticidad y fortaleza, o no, de esa mujer que buscó ser llamada y sentida "mamá".

Para darnos una idea de la trascendencia, pueden ser útiles estas preguntas: ¿qué lugar le enseñará a su hijo que tiene el sexo masculino? ¿Y el lugar de la mujer en relación con los hombres? ¿Silenciará durante años de la vida de ambos, que engañó a un hombre diciéndole que se cuidaba cuando no lo hacía?, o ¿que tenía la complicidad de él para sólo gestarlo? Y aunque se lo calle, ¿el hijo no lo captará? ¿Cómo contarle un día que el espermatozoide era -a propósito- de un desconocido? ¿Cómo se elaboraría la remota posibilidad, pero no imposible, de que en su adultez una hija mujer se case con quién podría ser su padre? ¿Podrá reconocer abiertamente que sus bloqueos afectivos impidieron entregarse a alguien a quien amar, pero que no quería dejar de brindar su amor a un niño, para que algún día él pudiera crecer y desarrollarse mejor de lo que ella pudo? Sin embargo, es de esperar que ese hijo/a sufra la carencia de papá. Espiará a los padres de sus amigos, y sentirá que el abuelo o tío junto a su torta de cumpleaños, aunque sean la mejor variante a su alcance, no es lo mismo. Quizá idealice la figura de los papás. O puede que, ante tantos papás "biológicos" que desatienden o agreden a sus hijos, valore más su vida. Sin embargo, como todos nosotros, a lo largo de su vida tenderá a repetir las vicistudes más silenciadas en su entorno familiar.

Desde el ángulo de un hijo, éste dependerá y se verá afectado por los sentimientos de su madre. Desde el ángulo de la mujer que decide acceder a la maternidad sin pareja, puede ser útil que reflexione en el previo y propio 'libreto' de padre. Pues, en general, se suele creer que a partir de que se tiene el hijo se potencia la responsabilidad del rol paterno. Sin embargo, la experiencia muestra que desde mucho antes ese rol era conflictivo en la propia historia. Más allá de las presencias físicas, las funciones maternales y paternales necesitan ser protagonizadas como tales, en vez de ser descartadas. Porque, por su importancia, son ladrillos de base para cualquier hijo.

Hasta el momento, la maternidad sin pareja no parece ser un objetivo masivo. Más bien, amplifica la dificultad que tienen algunas mujeres para encontrarse con los hombres. Como también, para confiar el uno en el otro, e intentar gestar juntos un mejor clima afectivo del que provienen.

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