ESTRÉS Y ENFERMEDADES
Artículo de Colaboración
HMR Systems Newsletter electrónico.
Es por estrés, dice quien presenta un trastorno cardíaco.
Es por estrés, dice quien sufre de cólicos menstruales.
Es por estrés, dice quien padece de una úlcera.
Es por estrés, dice quien es alérgico.
Es por estrés, dice el hipertenso.
Es por estrés, dice quien está desesperado por su psoriasis.
Es por estrés, dice el ejecutivo sobresaturado.
Es por estrés, dice el angustiado desempleado.
Es por estrés, dice el malhumorado.
Es por estrés, dice el que justifica un herpes.
Es por estrés, dice el sensualmente anestesiado.
La lista podría seguir. El responsable original de todo es el estrés. De ahí en más cualquier trastorno orgánico que Ud. sufra queda como una consecuencia. No importa que estén en juego órganos diferentes, no importa su edad ni su sexo, no importa qué circunstancia afectiva específica y simultánea Ud. esté atravesando.
En realidad, cuando los seres humanos no encontramos respuestas, cuando la comprensión se nos hace un bollo, nos tienta aferrarnos a comodines que nos tranquilicen por un rato. Pero claro, la trampa es que, no solo los síntomas retornan, sino que además terminamos sufriendo el cuádruple.
En realidad, no es adecuado hablar de estrés. Lo correcto es hablar de "reacción al estrés". Ud. puede preguntarse para qué complicar las cosas. Bueno, primero porque como se deduce de la relación forzada entre "estrés" y tanta variedad de patologías, la conclusión a la que se arriba puede ser errónea. Y segundo, porque como está de por medio el desequilibrio de la salud de la gente, nunca conviene dar por cerrado totalmente el conocimiento de lo que denominamos 'causas'.
Estrés es tensión, o sea, manifestación de un grado de energía. De manera que, hasta acá, no es enfermedad. Más bien, gracias a esa tensión-estrés podemos levantarnos a la mañana, bañarnos, caminar, correr, en fin, poner menor o mayor 'garra' en las cosas que nos interesan.
Pero claro, cada actividad que desempeñamos, no solo va cargada con nuestras expectativas, de acuerdo a la propia historia personal. Nos encontramos con las de otra gente. Y ahí se manifiesta el baile. Léase bien: no empieza. Se manifiesta. De modo que, de acuerdo a la propia historia personal, en cada persona se manifestará su "reacción al estrés" de manera específica.
Más precisamente, las circunstancias, con menor o mayor variante, son las mismas para todos. Pero, cada uno reacciona de manera diferente. Cada uno de nosotros, a cada segundo se prepara para el 'desempeño extraordinario' de vivir. Así lo manifiestan unas sustancias que fisiológicamente interaccionan de manera simultánea. Dicha reacción es normal, necesaria. Pero ante, por ejemplo un fracaso laboral, una persona "recarga" la interacción de las sustancias mencionadas, pero tal sobre-tensión va de la mano, se entreteje, con su perfil de personalidad, con la historia de enfermedades orgánicas propias y familiares.
En realidad, las personas nos diferenciamos, no tanto por el repertorio de sentimientos sino por qué hacemos ante ellos (los domamos, los negamos, se los atribuimos a otros, los justificamos, los minimizamos, los descargamos en algo donde sean útiles, etc). Nuestra reacción es lo que nos diferencia del ejemplo extremo que daremos. Todos hemos sentido la ambición, las ganas de Poder, el gusto por tener dinero. Y cada uno intenta amalgamarlo de acuerdo a "su manera de ser". No siempre el Poder va de la mano del dinero, y si le parece que no es así, haga memoria de algún pariente de antaño o actual, antes de negarlo. Pero, convengamos que suele usarse al dinero como sinónimo de poderío, de 'tener la sartén por el mango', 'tanto tengo, tanto valgo', 'el que tiene plata hace lo que quiere', etc. Vamos a tomar el ejemplo de la ambición. Partimos de la base que existe una ambición que es saludable, porque sino nunca habría progreso y bienestar posible. Pero imaginemos una persona ciegamente ambiciosa, de esas que siempre se les sube el techo. A tal punto que, metafóricamente, decimos que su única cédula de identidad es el dinero y el Poder. Cuanto más dinero, cree tener más poder. En realidad, ante lo anterior también se puede discrepar, diciendo que no es que lo crea: lo tiene. No siempre es así. Porque ese tipo de personas, en su mano, no tiene su cédula de identidad entera. Tiene un pedacito, por eso en el fondo es débil. El resto lo tiene puesto en una imagen, una empresa, los eternos subalternos, la descalificación de otros para sentirse calificado, etc. Quien es fuerte, se queda en su mano con la mayor parte de su cédula de identidad, y en cada cosa pone un pedazo de ella. Por eso, el fuerte 'es' su empresa, su producto, su equipo, sus ideas y proyectos, puede campear las tormentas, encontrar nuevas estrategias para mantenerse a flote, o para crear otros proyectos factibles de materializar. El débil tambalea ante cualquier oscilación porque el sentimiento de poder estaba puesto afuera de él.
Claro, Ud. puede decir, pero parece pasarla tan bien!!!. Justamente, parece. Porque vive en una tensión permanente, al punto que, no solo no suele disfrutar logros o bienestares, sino que en cuanto su cédula de identidad (poder-dinero) se desbarranca o tambalea, como atado con una soga al pie, atrás va él. La tensión que siente a cada instante, va sobrecargando esa energía que "era natural tener en marcha para un desempeño extraordinario". Pero, la gente tan ambiciosa no lo es desde adulto, lo era hasta para jugar a las bolitas en su más tierna infancia. El ciegamente ambicioso siempre vivió recargado con -por ejemplo- el mandato de ser exitoso, poderoso y, sobre todo, que se note bien. De ahí que, con toda una gama de antecedentes y de maneras de reaccionar sistemáticas en un órgano de su cuerpo, que 'casualmente' mejor representa todo su conflicto, en cuanto la situación (externa) sube de revoluciones (así es la vida para todos), del mismo modo lo amplifica él. Por eso, decíamos al comienzo que 'hoy' se manifiesta como enfermedad, pero ésta, en cuanto a empezar, ya estaba de antes.
La época actual, con la crisis que a todos nos toca vivir, nos enfrenta con tener que replantearnos nuestra postura ante esta relación "estrés-poder-dinero". Porque, a cada instante, todos estamos "preparándonos para un desempeño extraordinario" (interacción de sustancias a nivel fisiológico=estrés). Pero, de acuerdo a nuestra historia de vivencias universales tales como rivalidad con hermanos o sus equivalentes, ambición, envidia, sentimiento de inferioridad, conflicto maternidad-desarrollo laboral, desesperanza, etc, cada uno de nosotros:
En síntesis, en condiciones normales, gracias a la "preparación que implica nuestro estrés" estamos activos para hacer frente a los avatares de estos tiempos. Una buena parte de la cuota extra, pertenece a nuestros puntos flojos o ciegos. Por eso, en condiciones ambientales tan críticas como las que estamos viviendo, más allá de que a unos los afecte más o menos, es buena idea replantearse todo lo que -también- depende de uno. Por ejemplo: cuánta energía es adecuada a la circunstancia, y con cuánta estamos sobrecargando nuestra tensión, a raíz de factores personales que se nos inmiscuyen. Cuanto más tengamos claro esto último, ante la misma situación, mejor podremos mantenernos parados, o al menos, mantener el equilibrio para no caer.
Nuestra vida depende del contexto, pero esas circunstancias también dependen de nosotros mismos. Por eso, de acuerdo a lo que hagamos con ellas, podremos subsistir "en forma" o "en ruinas".
Lic. Laura E. Billiet
Psicóloga. Especialidad Psicosomática.
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