Cuesta del Portezuelo

San Fernando del Valle de Catamarca
Catamarca, Argentina

20 de Enero de 2001

Fotos | Mapa

El viaje:

Esta vez quiero contarles y compartiles mi experiencia en el primer ascenso nocturno a la cuesta del Portezuelo.
Habíamos, con mis amigos cicloaventureros,  coordinado esta travesía para el sábado 20 de Enero del 2001. Confieso que hace mucho tiempo rondaba en mi mente esta idea, fue solo comentarsela a uno de los mas activos bikers de la zona, el profe Avalos, para que la idea enseguida tomara forma y finalmente hoy pueda decirles felízmente que fue ya un hecho. Como acostumbra hacer sus cosas el profe se encargó de que tanto el Transambato nocturno (travesía anterior) como el Portezuelo tuvieran la suficiente prensa de entresemana. No obstante todo eso fuimos solamente doce, otra vez como en el Transambato con algunas ausencias y algunas caras nuevas respecto a aquella vez, los que estuvimos en el lugar de partida.
La invitación estaba hecha pra el sábado a las 19 hs en el puesto caminero desde donde parte el trazado de la cuesta propiamente dicho. Hasta ese punto hay unos 20 kms desde el centro de la ciudad capital. Algunos decidieron llegarse en sus vehículos, entiéndase autos y camionetas, y otros entre los que me incluyo decidimos llegarnos en nuestros vehículos tracción a sangre. La idea era evitar ese tramo donde el tráfico es bastante frecuente y así evitar el riesgos de posibles percances, por eso la disposición de que el lugar de partida oficial fuera en ese lugar.
A los fines de estar puntual salí desde mi casa a las 17.30 hs, en un ritmo crucero bien tranqui me encaminaba hacia esa caminera. No fue una idea muy feliz pues había un fuerte viento en contra que sumado a la pendiente leve pero sin descanso, hizo que esos 20 kms hicieran reconsiderar varias veces la decisión de subir la cuesta. Finalmente y tras algunos percances (pinchaduras) llegué donde ya varios cicloamigos estaban esperando....
A la voz del aura, emprendimos el ascenso. También esta vez eramos un grupo bastante heterogéneo, hasta teníamos entre nosotros un sorprendente pequeñín (11-12 años, no mas) que se bancó toda la cuesta.
La cuesta es un camino de corniza, que desde su nacimiento hasta el sector de la cumbre lo separan unos 17 kms en zigzagueos constanstes. Este camino asciende prácticamente una pared vertical de unos 800 mts de desnivel, por lo que resulta fráncamente imponente la vista hacia el vacío. A medida que ascendemos podemos distinguir claramente un gran valle, el valle central donde se asienta la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, y en el centro del valle nace otro cordón montañoso, la Sierra Graciana, que divide en dos al gran valle y dibuja una "v" trazadas por ondanadas, por un de los valles puede divisarse el dique Las Pirquitas, en el otro el camino se pierde en la lejanía donde uno adivina comienza la cuesta del Totoral, camino obligado para acceder a los pagos tucumanos.
A medida que el sol se esconde del otro lado del valle, las luces de la ciudad y pueblos aledaños comienzan a aparecer, como en la función de un gran teatro. Algunos decidimos no prender nuestras linternas para poder observar y disfrutar mejor el paisaje que a cada curva nueva de la cuesta cambiaba de ángulo y nos regalaba algún otro detalle imponente.
Como es lógico a medida que ascendíamos fuimos agrupándonos, por decantación nomas, en grupos donde la gente de mas o menos del mismo nivel se ponían a la par, obviamente quedé en el vagón de cola.., no tenía importancia, por mi parte no tenía ningún apuro.., :o)). Al llegar al primer mirador, un descanso obligado no tanto por el cansacion físico, que de hecho también lo vale, sino por la invitación a contemplar el majestuoso valle, observando como el día dejaba paso a la noche.
En este punto el profe Avalos habría de subir al auto pues tenía una misión crítica en la travesía, diría fundamental, cual era la de adelantarse para preparar el merecido asado...,je.
Por delante y arriba nos quedaban diez duros kms.., ya la noche había tomado pocesión del los alrededores, las luces se hacían obligatorias. Un poco antes de la cumbre "Chito" me espera para seguir camino juntos, agradecí mucho esa compañía pues ya no tenía nadie a la vista, y de eso hacía ya un hora larga. Seguimos juntos hasta la cumbre. Sabía que no terminaba todo ahí, había que seguir pedaleando hasta el sector donde se asienta un pueblo de "antenas", antenotas, antenas, antenitas. donde haríamos noche al cubierto del fortismo viento cumbrero. Recorrimos esos últimos cinco kms que para variar eran también en duro ascenso, con una orquestas de croar de sapos en los muchos charcos que una lluvia no muy lejana había dejado. Por momentos un manto de niebla nos cubría, era impresionante ver como a cada segundo el paisaje cambiaba, de pronto todo estaba nublado y a la próxima alzada de vista practicamente todo despejado, era una sorpresa tras otra.
Se hizo bastante dificultoso encontrar la entrada al sector de antenas, esta estaba justo en un sector de bajada muy veloz, donde por mas prevenido que estabamos todos pasamos de largo. Después de tomarnos nuestro tiempo para encontrar la huella que nos lleva hasta las antenas, ascendimos  esos últimos metros del camino de esa noche.
Imagínensen nomás lo que es un asado en la cumbre de una montaña, refugiados del viento en una de las muchas instalaciones que hay por el sector, una docena de bikers después de una dura pedaleada, unas cervezas de por medio, gaseosas..., una velada diría que no tiene precio... la tarjeta para esta cena podría cotizarce bastante alto entre los de nuestra especie no?..., bueno, yo estaba ahí y era gratis, bahh un poco de sudor nomas.. je
Después de mucho "parlar" y pasarla bien, nos aprestamos a hacer lugar para las carpas, que después de limpiar un galponcito instalamos las tres que habíamos llevado, el sueño reparador se imponía urgente.
Domingo temprano..., el campamento se levanta, no sin antes hacer un "yerbeao" o mate cocido espectacular.. El grupo se redujo bastante. Haber..., tres habían regresado esa misma noche después del asadito, tres seguían camino para andar todo el domingo (les envidiaba, je), dos regresaban en auto por algunos inconvenientes que hacían que debieran regresar urgente, y cuatro quedamos para emprender el regreso en nuestras bicis hasta el valle.
El regreso fue igual de alucinante, nos tomamos nuestro tiempo para ir disfrutando cada vez que podíamos parar y observar cada uno de los detalles que el cerro nos brindaba.
En la mitad de la cuesta nos encontramos con un grupo de unos ocho atletas que ascendían la cuesta al trote.., sorprendente.., algunos "turistas de afuera" aterrorizados por el precipicio. Una vez abajo si, había llegado la
hora de pedalear y de soportar el calor que en esa altura del valle se hace senitir  muy duro.
La última parada en una estación de servicio para tomar algo y la charla obligada sobre la experiencia vivida.
A las 11 hs estuve en mi casa, vivito, colenado y feliz.

Juan Carlos Carrizo Enviar mensaje a Juan Carlos
San Fernando del Valle de Catamarca, Argentina

Subir Subir

Volver al inicio