Los unos y los otros
Y los unos montan el caballo del deseo, que Platón pintó de negro... El cochero que se agita y sacude sus riendas apurando al caballo alado, pero no era él su amo, sino uno de los otros. Así ocurrió en la famosa película. Así nos ocurre hoy bajo nuestro techo. Si el ufano Sarmiento viviera hoy, se habría enervado de ver a la Argentina del Cavallo salvaje. Murió creyendo que había que educar al pueblo para que aprendiera a votar. Bastaría abrir su tumba y mostrarle que la gente se alfabetizó, pero que siguió votando a Rosas. Pero querrá el lector que Sarmiento vivió en otro siglo que nada tiene que ver con el nuestro, y algo de eso hay. Algunos historiadores quieren que desató su furia contra un Lavalle que asesinó a Dorrego. No fue cierto, lo de su furia no fue cierto. Sabía muy bien que incluso con la muerte de Facundo no moría la barbarie. Había que extirpar el quiste. Los golpistas de la década del ochenta aprendieron esa lección mejor que nadie. Ocurre que a veces los historiadores tergiversan la historia. Sobre todo los que acceden a la fama, más los que se recuestan en el poder. Me refiero a los historiadores..., con nombre de gato y apellido de satélite... Decía yo que Sarmiento, a mi entender, no condenó a Lavalle. Pero cometió la ingenuidad de creer que la civilización sacaría al pueblo argentino de la barbarie de la mazorca. Si uno pasa revista a la historia nunca se entiende porqué los intelectuales usaban gafas tan oscuras a la hora de mirar los asuntos que nos competen a todos los mortales. No solo Sarmiento pecó de tal ingenuidad. Todos los intelectuales cayeron y caen en lo mismo. Pero pasó tanto tiempo de aquello... ¿Qué seremos hoy? ¿Habremos llegado a la cumbre sarmientina? Cualquiera diría que somos una república sólidamente constituida. Abrazamos la civilización. Le dimos la mano a Clinton. Y hasta tenemos una princesa en Holanda. No. Tengo para mí que no abrazamos la civilización. Tampoco supimos ser bárbaros. La anarquía no duró más de tres horas en la Argentina... Creo que Sarmiento nos mintió. O tal vez se mintió él también. No había tal oposición entre civilización y barbarie. Más bien algo me hace creer que todo se reduce a la teoría hegeliana del amo y el esclavo. Están los unos, y los otros... Los Unos miran como los Otros gozan. Viven en el goce ajeno, en el deseo del Otro. ¿Los Otros? Cenan por tv los sábados por la noche y se ganan autos embocando corchitos en un vaso. ¿Los Unos? Cenan en la casa mirando la tv. Tal vez con un poco de suerte, si embocan el corchito en la kermesse se ganen un osito de peluche...
|
||