Santiago M. Bao

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Apegos
a un viejo saco,
a un cuchillito gastado,
a unas cartas que amarillean,
a esa silla
de las simples meditaciones,
a algunos folios antiguos,
a ciertos estribillos,
sentimentales,
apegos que suelen provocar
comentarios que aluden
con suspicacia a roces
con la locura,
interpretaciones que no incluyen
a otros apegos como
la lectura cotidiana
de los matutinos,
las fluctuaciones de la bolsa,
los tubos catódicos,
los deslizamientos de ciertas damas
por la superficie de la moda
o la de algunos poetas
por los crepúsculos, el mar
o los talles cósmicos.

Material enviado por el autor en el mes de marzo de 2001.

Los amantes

Llueve
sobre el pelaje negro
de la noche.
Ellos saben de la lluvia
cómplice, ese complemento
que como una balanza íntima
los inclina aún a estar juntos
enfrentados a la línea de un horizonte
cada vez más polvoriento.
Ese misterio que se dilata
en palabras furtivas,
en mañanas inquietantes
en las salpicaduras de los ojos
que ya no alcanzan
para una lágrima.
Ellos huyen,
se reconstruyen en relojes de arena,
se derraman
en las frías escamas del alba,
mientras su lamento se dispersa
por las horas fugaces,
los temibles alejamientos
que alimentan las larvas del futuro.

Extraído de la Plaqueta «Los Amantes» de S. M. Bao
Material enviado por el autor en el mes de marzo de 2001.

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