Gito Minore

 

 

 

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Sala de espera

Donde estaba la tierra prometida
Donde estaba el pan aliciente,
reconfortante, redentor.
Donde nacía el amanecer luego de una noche agitada,
dolorosa, tranpiada.
Donde se respiraba aire
y se dormía tranquilo.
Donde estaba el lugar
que tanto había estado buscando.
Donde la metáfora más pretenciosa
no le llegaba ni a los talones
a la realidad avasallante,
triunfadora, salvadora.
Donde recién comenzaban
a tener sentido todas las palabras,
ya que cualquiera de ellas
gritaba su nombre
con fanfarrias,
o en silencio.
Donde se arrepentía la Magdalena;
donde resucitaba Lázaro,
donde se encontraba
la segunda oportunidad
y valía la pena
volver a empezar.
Donde quedaba paralítico el dolor,
donde se moría de aburrimiento la pena,
donde se le carcomía de nervios
el hígado a la soledad.
Donde tus lágrimas
eran algunas calmas
que ansiaban
mis piernas cansadas:
Donde tu lengua
cedía pase al roce inevitable
y este a la sinfonía de latidos
presurosos de nuestros corazones.
Donde por fin
se terminaba la batalla
y encontraba mi sitio
en el podio.
Donde los laureles
de una buena vez por todas
no pasaban de lado,
sino que se quedaban conmigo
para hacerme compañía
por las noches.
Donde estabas vos
-en definitiva-
esperando.
Esperándome
desde hace tanto tiempo.

Extraído de "Fuego en el pecho".
de Sergio Minore. Material proporcionado por el autor.

 

Cada vez que te acercas

Aquì,
como un turista o un escolar,
buscando en el idioma
la expresiòn correcta
para desnudar sin temores
mis sentimientos màs profundos.
Enredado en una telaraña
de palabras pegajosas,
devatièndome como un aficionado
conjugando verbos, tachando,
naufragando en el universo abstracto
de la letra,
pudiendo en cambio
arrojarte a la cama
y en una voràgina de besos y caricias
convencerte sin preàmbulos,
de que se trata
este retumbar violento
que salta en mi pecho
cada vez que te acercas.

Del libro "Flores Cohibidas". Material proporcionado por el autor.

 

Conforme

Me conforma
el convivir con tu presente,
acompañando el aire que respiras,
ser tu contemporáneo,
tu co-protagonista.
Porque de adorarte
devendría en fetichista,
de quererte
en ambicioso,
de extrañarte
en melancólico,
de amarte
en sobrehumano.
Prefiero
vivenciarte sin intenciones,
reflejarme en tus ojos,
hundirme en tu boca
para, simplemente,
asimilarte
confundiendonos
como un todo,
en un mismo lecho.


Extraído de "Flores cohibidas". Material enviado por el autor.


 

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