Luis de Macedonia III

 

 

 

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Ella bostezó

 

Ella bostezó. Ella bostezó tan despreocupadamente que ni
siquiera su mano fue capaz de llavarse hacia la boca y cubrirla.
Ella bostezó y su boca se abrió tanto, que no se dio cuenta que
que se introdujo entre sus fauces aquella famosa mosca.

Ella tenía sus fauces abiertas y la famosa mosca que de niño me
decían: al bostezar tapate la boca o te va a entrar una mosca, o
cerrá la boca -mientras uno mantenía medio abierta un poco
por estupidez y otro tanto para llevar la contra- porque te va a
entrar otra vez la famosa mosca.
Ahí está, la famosa mosca cuando ella bostezó se introdujo en
su también tan famosa boca abierta.

Esta es la comprobación de que las moscas sí quieren entrar a las
bocas (sus razones tendrán) y que no todos los dictámenes
que ois cuando sos chico, son tan idiotas como pensamos.
Aunque en realidad pensamos que quienes los dictan sí lo son.

¿O no?

 

 

 

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