Jorge Eduardo RulliEDITORIAL DEL SABADO 21 DE ENERO DE 2006 |
América Latina esta viviendo nuevos tiempos políticos, surgen a la luz pública memorias antiguas y nuevos liderazgos, sectores hasta ayer postergados son hoy protagonistas y se manifiestan por doquier con estruendo reafirmando lozanas autoestimas. Desde ya que las cosas no son claras, que no se trata de blancos y de negros, que los matices son infinitos, que muchos discursos son encubridores y que es más importante ver lo que cada nuevo líder hace que lo que dice, pero también es verdad que es preciso aprender a leer los meta mensajes que están en los gestos y en los colores y que expresan el nuevo paisaje social y cultural de una América que se revoluciona a sí misma. Depende como siempre de nosotros que sepamos ver la botella medio llena o medio vacía. Pero no es un mero problema de optimismo o de pesimismo. Es sobretodo una cuestión de saber acunar con paciencia y con ternura miradas nuevas, ya que el mundo no es un objeto independiente de nosotros, según lo miremos lo estaremos haciendo, según lo editemos el mundo será o no será eso que deseamos, eso que necesitamos, eso que soñamos… Como esa masa que fatigan nuestras manos haciendo el pan… que primero no es más que una mezcla de harina con agua y aceite, para ser más tarde la hogaza tibia que nos llena… vivir es un milagro que es necesario experimentar en cada instante. Yo dudo de muchas de las antinomias recibidas por herencia y sin embargo me duele que muchas veces carezcamos hoy de esa tradición que antes recibíamos, que por una parte nos daban continuidad y por otra nos permitía asimismo ser rebeldes con las enseñanzas recibidas y buscar nuevos caminos. Parece contradictorio y seguramente lo es. Pero cómo rebelarnos y buscar por nosotros mismos, si no nos acostumbraron a pensar, y no estoy hablando en este caso sólo de los militares, muchos aspectos de la vida en Democracia siguen exactamente igual que cuando teníamos dictaduras, ahora también otros piensan por nosotros, otros deciden por nosotros, pasa todos los días, y es como si nos lijaran esa necesidad de reconocimiento y de participación que tenemos en la profunda cultura grupal. Hablo de que la América Latina se revoluciona y que los gobiernos populistas se multiplican a lo largo del continente, e inmediatamente me preguntan qué quiero decir con gobiernos populistas. En realidad no importa cómo denominemos a los nuevos fenómenos, todo ha de ser aclarado cuidadosamente. Los llamemos de izquierda progresista, de izquierda caviar, setentistas, o meramente “progres”, lo que sea… Las palabras han sido manoseadas por los discursos encubridores y es necesario aclarar cada vez qué queremos significar. Por otra parte, tratamos de categorizar o sea de meter en un mismo paquete conceptual a Bachelet con Evo, con Kirchner, con Tabaré, con Lula y con Chávez, y sentimos que hay algo que no estamos haciendo bien. Si le añadimos a Humala del Perú, ya el paquete pareciera desarmarse y se nos escapa de toda envoltura y no hay modo de atarlo. Pero, me pregunto ¿habrá necesidad de empaquetar siempre lo que está ocurriendo? Al menos sentimos la necesidad de comprender, de hallarle un sentido a lo que nos rodea y encontrar modelos generales que nos permitan esa comprensión. En la Argentina, tenemos la impresión que vivimos una especie de trasvasamiento entre élites que se reemplazan en el Poder. Lo que se está dibujando es una Democracia fuertemente plebeya. D Elia y Pérsico son quizá los extremos más notables, pero son muchísimos los nombramientos que nos han permitido caracterizar a este momento como el de una proximidad de los hombres del poder. Ahora bien, este reemplazo de los antiguos dirigentes y funcionarios por un conglomerado de tribus progresistas y plebeyas cercanas al común de la militancia política en parentesco y en historia, no significan cambios en nuestra vida cotidiana, expresan sí, claramente cambios en los puestos del poder. Los elegidos continúan gobernando a nuestro nombre, en una Democracia en que el pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes. El viejo y cuestionado modelo de representación se mantiene inmutable. Los amigos y los próximos a nosotros que ahora ocupan cargos de gobierno en todos los estamentos del Estado aguardan irresolutos y preocupados la llamada desde la percha superior del gallinero. La regla es que hacia abajo los teléfonos no se levantan. Alguien que conoce el paño me confiesa: cada amigo que nombran es un amigo que pierdo… Históricamente, es como si estuviéramos en los años cuarenta, repitiéndose muchas circunstancias, la masa del pan aún no se había aglutinado y los componentes discurrían todavía por separado, laboristas, anarcosindicalistas, yrigoyenistas y nacionalistas, y cada uno de ellos era verdadero y justo porque expresaba realidades fuertes aunque fragmentarias, pero ni separados ni juntos significaban lo que significaron todos cuando unidos fueron mucho más que una mera sumatoria. Porque no fueron una sumatoria, fueron el proceso de la Liberación Nacional. Ahora también estamos tal vez, en la hora de los fragmentos que se buscan, en la mezcolanza de cosas que ansían alcanzar un sentido común, pero que todavía entremezclan ideas propias de otras épocas con las anticipaciones de lo que viene. Y no resulta fácil saber qué es lo que viene…. Nadie lo sabe porque todavía no existe. Pero podemos sí, entrever líneas estratégicas que se dibujan, anticipar momentos más importantes que los que ahora vivimos, presentir que algunas cosas están llamadas a encontrarse… o a estallar… no mucho más. No es fácil superar los paradigmas de los años setenta. Yo creo que ese es uno de los principales obstáculos que hallamos en estos tiempos de búsqueda y encuentro. ¿Y cómo reprocharnos de cojear por allí cuando somos los hijos de esos años, y además están tan próximos todavía? Sin embargo, es necesario que nos esforcemos por revisar el pensamiento y ponerlo a tono con los procesos de cambios suscitados y en particular con la Globalización. Nos impresiona la tremenda gravitación de los paradigmas del viejo antiimperialismo, no sólo entre la gente que vivió los setenta, sino también entre muchos jóvenes que parecen haber sido colonizados por los setentistas a punto tal que copian los gestos, las consignas y los modos de expresarse de aquellos años… Estamos refiriendo a los paradigmas de la guerra fría o tal vez de la post guerra fría, paradigmas que perviven más de veinte años después de desaparecida la URSS. No estoy en desacuerdo por caso, con la campaña contra la presencia de tropas norteamericanas en Paraguay, de hecho también nosotros hemos tomado parte en esas campañas y lo hemos denunciado no solo aquí sino también en Asunción. Como en el caso de las campañas contra el ALCA, estamos en contra y rechazamos las campañas contra la presencia de tropas norteamericanas en Paraguay que ignoran y desconsideran el avasallador modelo de la Soja y las muertes de campesinos que ocasiona, ya sea por la represión como por la contaminación de agrotóxicos. Esos son los discursos encubridores que convocan a las generaciones jóvenes a caminos que son por una parte una perdida de tiempo y de energía, y que, además, resultan funcionales al modelo. En los años sesenta y luego de intensas luchas internas, Cuba juzgó y mandó a vivir a Rusia al prominente dirigente cubano Aníbal Escalante y a su familia. Escalante fue el jefe de la llamada micro fracción pro soviética que en realidad nunca fue micro ni jamás fue en Cuba una mera fracción… En esos años en la isla las Organizaciones Revolucionarias Integradas u ORI reunían en una única conducción a las tres fuerzas políticas principales que respaldaban la Revolución de los barbudos: el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y el PSP, que era el Partido Comunista cubano, partido que, inclusive, había tenido cargos ministeriales en épocas de Batista. Quien conducía ese conglomerado de enorme poder en la Cuba de entonces, era Aníbal Escalante, miembro del Comité Central del PSP o sea del Partido Comunista Cubano. A él le debemos la difusión de manuales de marxismo leninismo no sólo en la formación de la juventud cubana sino a todo lo largo de la militancia en nuestro continente, también el haberle hecho la vida imposible y obligarlo a renunciar a Masseti en la conducción de la agencia Prensa Latina y la absoluta destrucción posterior de los archivos de la Agencia, en un vano intento por reescribir la historia desde el estalinismo. Me pregunto ahora, ¿qué habrá sido de él y de su familia, luego de la implosión de la URSS? ¿se habrán reconvertido como gran parte de la Nomenclatura, en los nuevos capitalistas corsarios de una Rusia salvaje, o habrán tal vez tenido que prostituír a sus hijas como tantos rusos tuvieron que hacer para sobrevivir al hambre y la miseria después del colapso? La URSS implosionó hace más de veinte años. La izquierda sin embargo, aún no hizo su duelo y buena parte de ella se transformó en el curso de la globalización en crudo estalinismo de mercado. Lo expresó claramente días pasados el Senador uruguayo Fernández Huidobro: “una cosa son las ideologías y otras los mercados…” Cuando nos informamos de las intenciones del Gobierno Uruguayo de alcanzar un acuerdo de libre comercio con los EEUU y romper de hecho con el MERCOSUR, no podemos dejar de imaginar que Lord Ponsomby estaría hoy orgulloso de su obra al crear un Estado tapón durante el siglo XIX entre los dos grandes países suramericanos. Lo que jamás habría imaginado es que su legado estuviese en las manos de la izquierda que ahora gobierna al Uruguay. El Ministro Mugica tiene bastante razón cuando arguye que las normativas del MERCOSUR “no sirven para un carajo…”. Nosotros podríamos coincidir tal vez con él en eso, pero nuestra crítica es para señalar que no necesitamos un mercado de fariseos donde cada uno de nuestros países sume su respectiva dependencia, sino que necesitamos sentar las bases fundacionales de la Patria Grande Latinoamericana. Ahora bien, que propone para el caso el Ministro Mugica? Propone para el Uruguay un acuerdo de libre comercio con los EEUU. Me pregunto: ¿para eso luchó tantos años y se aguantó los años de cárcel y las palizas? ¿Todo lo que pretendía acaso era esto que ahora nos propone o es que se rindió ya a las duras normas de los que manejan el poder de verdad? Y queremos decir que somos plenamente conscientes de que el gobierno Argentino carece de autoridad moral en el tema ambiental para discutir la instalación de las papeleras y aún menos todavía la tiene el gobierno de la Provincia de Entre Ríos. Pero ello de ninguna manera justifica la obstinación del Gobierno Oriental en aceptar una radicación que no sólo es tremendamente contaminante para un Río que es común a ambos países, sino que por sobre todo condena al territorio vecino, inevitablemente, a los monocultivos de eucaliptos. Esta ceguera política de los antiguos tupamaros, exige a nuestro entender, algo más que un juicio moral de nuestra parte. Actitudes similares se reproducen en diversos lugares del continente y del mundo, por no hablar de nuestro propio país en que el anecdotario de pases y de conversiones llenaría las páginas de una guía telefónica. Qué ocurre en esta generación que tanto luchó, qué ocurre en el mundo que se nos ha descompuesto la brújula de poder comprender y que se nos ha desorientado al punto de no saber quien es quien y qué es lo qué queremos… Reconozcamos en principio que no es fácil comprender… todavía nos emocionamos con la película Gandhi que protagonizara Ben Kingsley, película que reconstruye las luchas del inspirador de la No violencia. ¿Se acuerdan cuando Gandhi desecha las telas y las ropas inglesas y recupera los antiguos telares? Bueno, les cuento que hoy día los textiles de la China popular han inundado el mercado hindú y han arrasado con la industria local… y lamentablemente ya no hay un Gandhi para organizar algún tipo de resistencia… Las élites progresistas hindúes mientras tanto, anhelan al igual que las argentinas, convertir a su país en una Nación líder en producción de transgénicos, y se asocian con las grandes transnacionales de la Biotecnología, sin siquiera respetar las normas mínimas de bioseguridad. Esa distancia con la gente, esa búsqueda de quimeras neocoloniales que tienen que ver con un modo de vida norteamericana, ese desprecio por lo pequeño y por lo local que se repite asimismo en cada uno de nuestros países, refiere a algo mucho más general que a traiciones personales. No podemos enfrentar los desafíos de la Globalización y los peligros ciertos de una catástrofe planetaria, consecuencias del Capitalismo salvaje, del consumismo y de la sociedad urbano industrial, desde los paradigmas de la izquierda progresista. No podemos enfrentar la globalización desde los textos marxistas del siglo XIX en que se forman todavía no sólo nuestros militantes políticos sino también nuestra juventud universitaria que, se supone serán los dirigentes del mañana. No podemos ver la realidad con esos lentes. Y ya no bastan las llamadas nuevas lecturas de Marx o los parches libertarios con que intentamos subsanar nuestra precariedad intelectual y de pensamiento frente a la globalización. Hubo un giro en los procesos de la Revolución y de las luchas de los Pueblos en la América Latina, hubo una especie de Clic histórico en la Habana, cuando después de Girón, el 16 de abril de 1961, en la entrada misma al cementerio de la Habana, en las calles 23 y 12, y durante el sepelio a las víctimas del bombardeo previo al desembarco mercenario, Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana. Las cosas no volverían a ser iguales desde entonces. El socialismo que se impondrá en Cuba con los rusos no será ya el mismo de que hablábamos hasta entonces en Argelia o en el Egipto de Nasser, sino que será claramente un momento previo al comunismo bajo las duras reglas de los manuales soviéticos. Han transcurrido exactamente cuarenta y cinco años y deberíamos revisar estos años de fracasos infinitos, de muertes sin fin y ahora, también, de fracasos espectaculares de la izquierda progre en las funciones de gobierno. Los procesos históricos pueden retomarse, tal como en buena parte del mundo se están retomando los procesos agrícolas naturales y aún más todavía, las ciencias agrícolas interrumpidas brutalmente por la aparición en la primera posguerra de los biocidas provenientes de los depósitos de gases que se usaban en la lucha de trincheras. Necesitamos retomar nuestras historias nacionales y volver a encontrar el hilo de Ariadna que nos guíe desde nuestros grandes héroes de la independencia y de las luchas de los pueblos hasta ese mañana que soñamos. Muchos de los méritos del marxismo como método de interpretación de la economía política, están hoy incorporados a la cultura y el pensamiento político. No hablamos de lo que es ya un patrimonio común, nos preocupan las ideologías y las miradas reducidas y sesgadas que han enaltecido las concepciones de escala y la idea de progreso. En sus reportajes extensos, el senador Huidobro resulta una fuente inagotable de experiencias para nosotros como expresión caricaturesca de una izquierda neocolonial. Además de sus sorprendentes pensamientos sobre el mercado y su irremediable desprecio por la ecología, nos sorprende cuando refiere a los nuevos gobiernos populistas en el continente, pues distingue claramente como propios los que son marxistas como ellos, Lagos o Lula de los que no lo son, como Kirchner, por ejemplo, y por supuesto que descuenta que los primeros “saben” adonde van y que si hacen lo que hacen lo hacen por algún motivo, mientras que en el caso de la Argentina la incertidumbre de hacia donde va Kirchner deviene de su formación no marxista... Que alguien puede hacer semejantes distingos al margen de las acciones de unos y de otros, refiere a una especie de reconocerse diverso en la comunión con un algo esotérico o con un linaje profano que se nos escapa... Pero advertidos de esa mirada que discrimina, quienes son y quienes no lo son, quienes tienen el poder de comprender y quienes no lo tienen, quienes pueden o no pueden construir ese camino iniciático hacia lo porvenir, nos sorprende hallar que está también entre nosotros esa mirada solapada. Más aún, está en el poder, está en ese funcionario que ayer nomás visitaba a Gorriarán en la cárcel y que ahora, cuando coincidimos en el camino, se ofrece gentilmente a llevarme en su auto. Como devolviendo la gentileza le demuestro interés por su trabajo y le pregunto dónde tiene su despacho. Para mi sorpresa, me responde cuál, porque tiene dos según me informa, uno en un ministerio que me nombra, para recibir y negociar con piqueteros, y otro en tal lugar, me dice, mucho más exclusivo todavía, en donde trata solo con embajadores. Y por debajo de la charla insustancial y de su cortesía, yo sé que él, que es parte de un gobierno que a veces se dice peronista, me discrimina por mi historia y porque él es marxista y yo no lo soy. Resulta extraño. Extraño y arduo, porque uno es también la mirada del otro y sobrevivir a la mirada del otro no siempre es fácil. Como dijo alguien: un gobierno lleno de amigos que a veces no pueden evitarnos y nos invitan a llevarnos en sus coches nuevos… Tenemos que sobrevivir a las miradas piadosas de nuestros amigos funcionarios, y a sus concepciones antiguas y sesgadas, si acaso pretendemos revertir los caminos de la historia y reencontrar el proceso de la Liberación Nacional, para que los cambios que se suceden a diario no sigan siendo más que meros maquillajes.
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