Dr. Carlos J. Rodríguez MansillaSin polÍticas de Estado |
Ejemplos variosTodos los países serios del mundo, sin excepción, tienen políticas de Estado. Argentina no las tiene. Pasamos alegremente de ser estatistas a privatistas, en un santiamén. Nos aferramos a “un dólar un peso”, y luego saltamos a “un dólar tres pesos”, sin que a nadie se le ocurra debate alguno. Nos endeudamos, pagamos intereses, entramos en default, y luego cancelamos anticipadamente la deuda con el FMI, como si tal cosa. Hicimos de las reservas del Tesoro un culto, pero de pronto echamos mano al 40 % de las mismas, sin chistar y sin fundamentar. Mantuvimos “relaciones carnales” con EEUU, entregamos las privatizaciones a grupos europeos, y de pronto nos vemos alineados con Chávez y enfrentados a EEUU y Europa. Estos constantes vaivenes de nuestra política, tanto interna como externa, reflejan varias cosas, todas ellas negativas: la incapacidad de la clase dirigente, la ausencia de un plan geopolítico, la escasa noción de nacionalidad, la supremacía de los intereses mezquinos sobre el interés nacional. Cualquier observador imparcial que nos analice desde el exterior llegará a esas conclusiones. El resultado: somos un país poco serio, y poco confiable. No solamente para atraer inversiones genuinas y productivas, sino para tener un mínimo margen de seguridad en cualquier plano. Hoy firmamos un tratado, pero nadie puede asegurar que mañana lo cumpliremos. Ayer sancionamos leyes, pero hoy las derogamos. Desde ese punto de vista, estamos catalogados en la misma categoría que los países mas atrasados de Africa, Asia y Latinoamérica. Los países seriosLuego de la Segunda Guerra Mundial, la expansión económica más rápida de Europa, fue la de Italia, sólo superada en el mundo por Japón. Este fenómeno, que se conoce como “Ilmiracolo” (el milagro), porque sacó a Italia de las ruinas provocadas por su derrota en la guerra, tiene un solo secreto: desarrollo industrial. La FIAT ( Fabbrica Italiana Automobili Torino), fue fundada en 1899. Desde 1922 a 1945, supo aprovechar el impulso industrialista del régimen mussoliniano para expandirse, y, finalizada la contienda bélica la empresa se convirtió en el verdadero motor que logró la recuperación del país. En 1968, la FIAT empleaba 157.000 trabajadores italianos, distribuidos en las 22 fábricas ubicadas alrededor de la ciudad de Turín, batiendo el record de ventas con un total de 2.100 millones de dólares y 1.750.000 automóviles vendidos. Además de reactores para aviones de combate, turbinas, maquinaria agrícola, camiones y grandes motores diesel. En 1969, Giovanni Agnelli, presidente de FIAT, adquiría acciones de Citroën de Francia, y la empresa tenía una venta de 3.000 millones de dólares anuales con una producción de 2 millones de vehículos al año. La expansión de FIAT llegó a la instalación de fábricas en Argentina, Polonia, Yugoslavia, URSS. A lo largo de los años, con distintos gobiernos, los italianos apostaron a una política de Estado: su desarrollo industrial, logrando un éxito fenomenal. En 1947, el gobierno italiano solicitó al Banco Mundial un préstamo para establecer una industria siderúrgica. Italia posee muy poco hierro y carbón mineral, indispensables para la fabricación de acero. Con ironía, los banqueros respondieron que “se dedicaran a sembrar tomates.” Pero Oscar Sinigaglia, por ese entonces directivo de la empresa estatal Finsider, instaló fábricas en los puertos, comprando directamente a los barcos que transportaban materias primas extranjeras, a bajo precio. En 20 años, Finsider se convirtió en una de las mayores productoras de acero de Europa, pasando a ser la séptima en el mundo. Pirelli, en el mismo lapso, se convirtió en la mayor fábrica europea de cables. Olivetti inundó el mundo con sus máquinas de escribir. AGIP se destacó en el área del gas. En el plano internacional, también Italia ha mantenido una coherencia en sus políticas de Estado: país occidental, miembro de la Unión Europea y de la OTAN. Modernas Fuerzas Armadas, equipadas en gran parte por la propia industria italiana. Incoherencia e improvisaciónAnte el ejemplo de las naciones que han logrado su desarrollo sostenido, la Argentina, por el contrario es un país en franco retroceso. Estamos peor que hace 25 años, y mucho peor que hace medio siglo. La Constitución de 1853, señaló como política de Estado la necesidad de fomentar la inmigración europea. No se cumplió. La marea inmigratoria fue descontrolada, y llegaron nuevos pobladores procedentes de todas partes del mundo. Así y todo, en un siglo y medio, ya todos los descendientes de esos inmigrantes y los criollos formamos una sola Nación. El tiempo de la inmigración ya pasó. Sin embargo, en la Argentina de los últimos años se han instalado más de tres millones de inmigrantes, la mayoría de ellos ilegales, sin profesión, capital ni oficio, procedentes de Bolivia, Perú y Paraguay. Amén de chinos y coreanos. El gobierno ha decidido “legalizar”, en una primera etapa, un millón de extranjeros que residen ilegalmente en el país. ¿Cuál es la política de Estado? ¿Fomentar la inmigración ilegal, premiándola? ¿Reemplazar el trabajo argentino por “mano de obra barata” no calificada de inmigrantes? Habiendo millones de connacionales sin empleo, la incoherencia de estas medidas no tiene límites. Se hizo una “reforma educativa” y una “ley federal de educación”. ¿Para qué? ¿Cuál es la política de Estado en la materia? Los resultados son catastróficos. No solamente ocurre que los alumnos ignoran el amplio universo del conocimiento, sino que no tienen acceso a él porque no saben hablar, no leen, y no entienden lo que está escrito. La pobrezaPodría decirse que la coherencia, la planificación y las políticas de Estado han hecho de un país pobre como Italia una potencia económica mundial. Y la expresión de todo lo contrario, ha convertido a un país rico como la Argentina en una nación de pobres y mendigos. Los argentinos que viven en Italia, al poco tiempo de adaptarse se destacan de los italianos. Recientemente un ingeniero de Milán, decía que los técnicos argentinos tienen más creatividad y velocidad mental que sus pares de Italia. Esto significa que nuestra gente, en el marco adecuado, sobresale. Pero, la pobreza se ha enseñoreado de la Argentina, y es el único destino previsible para profesionales, técnicos y obreros especializados. Por eso emigran, hacia países serios. Hartos de tanta improvisación, de tanta mediocridad en las capas dirigentes. Entonces se produce un fenómeno migratorio negativo. Se van los mejores, y llegan los peores. Emigran los argentinos capacitados, e ingresan inmigrantes sin educación, oficio u ocupación, a veces con frondosos prontuarios en sus países de origen. Revertir la triste situación en que se encuentra el país, no será tarea de improvisados. Se necesitará recurrir a los mejores hombres, con conocimientos sólidos y capacidad de conducción. Habrá que constituir una nueva dirigencia, en todos los órdenes. Y tendremos que fijar los lineamientos básicos de un modelo nacional, con políticas de Estado claras y sostenidas en el tiempo. Ese es el desafío de la hora. |