Rodolfo OliveraMovimientos financieros en el Este
|
Nos despertamos todos los días con acontecimientos puntuales, resultado de procesos más o menos previsibles: mediáticos, sonoros, cargados de espectacularidad. Irak, Palestina, el petróleo, las papeleras, el (lamentablemente flaco) Mercosur, Bush, la gripe aviar, casi de todo. Otros pasan desapercibidos, crecen y se desarrollan gracias al silencio, aprovechando luego la indefensión de la sorpresa. No olvide esta sigla: ACU Le ahorro suspenso antes de entrar en tema: es la flamante unidad de divisa asiática (la sigla está en inglés), antesala de una nueva moneda que competirá abiertamente con el dólar y el euro, pero montada en las más grandes economías emergentes del mundo: China, Japón, Corea del Sur, y los países de la ASEAN (Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam). El antecedente directo es la Unidad Monetaria Europea (ECU, 1979), casi un principio de unidad contable, previo al nacimiento y consolidación del Euro. Los países del este asiático tendrán un tipo de cambio oficial de sus monedas frente al ACU, definido en una cesta de monedas de los países mencionados, conforme al anuncio oficial hecho por el presidente del Banco de Desarrollo Asiático, Haruhiko Kuroda el pasado día nueve de este mes. Si Ud. cree que esto no es importante, o que sucede muy lejos, le aseguro que comete un error. Veamos un poco. En primer lugar, esto no sale de un frasco sino que es producto de largas negociaciones que vienen de casi cuatro años (ver N&P 268, "Grandes Ligas", 17-7-2002). Segundo, aprovecha la distracción internacional en otros focos de violencia desatada. Tercero, se monta sobre aspectos endebles del gigante mayor (EEUU) que se hacen cada vez más visibles. Baste citar por caso la pésima gestión del conflicto en Irak, que no puede ser tapada reinventando el problema hacia el vecino Irán. El unilateralismo norteamericano ya no se puede disfrazar de consenso internacional, la credibilidad está muy dañada, se pierde confianza interna por la intromisión en las libertades civiles (Patriot Act), los abusos inhumanos para con prisioneros en Abu Ghraib llenan las pantallas, mientras los de Guantánamo ya están en boca del mundo; la “democracia” exportada a Bagdad y Kabul es un fiasco, aumentan las denuncias de cárceles clandestinas en Europa; Latinoamérica está muy descontenta con Washington, todo suma al desconcierto. Pero, además, hay una crisis económico-financiera negada por su Administración, empeñada en hablar de recuperación del empleo y solidez del sistema. Más aún, ya la planteaban The Washington Post y el New York Times como un fenómeno escondido detrás del 11-S y previo a él, cuando la punta del iceberg (Enron) llevaba al "posible estallido de la burbuja financiera en Wall Street" (The Wall Street Journal) y a un "proceso de desintegración paulatina que requerirá de intervencionismo estatal no confesable" (W.Post). Y nada de esto puede desconectarse de los gigantescos gastos de guerra (físicos y económicos) no recuperados por el control del petróleo irakí, nunca concretado. Su reflejo está claramente expuesto en un déficit absolutamente inédito para la economía norteamericana (400 mil millones de dólares, según cálculos de la propia Casa Blanca). Súmese la ampliación de la masa monetaria –para mantener ”caliente” la plaza- y el ocultamiento de operaciones financieras sobre las que hay filtraciones importantes, que involucran a miembros del staff de gobierno. Sobre esto, se espera mucho ruido en breve, sírvase recordarlo. Todo debilita. Lo que es aprovechado a distancia, Océano Pacífico mediante, por quienes vienen ganando posiciones a todo ritmo. Entonces, a la conformidad para negociar un mercado unificado, le surge ahora el lanzamiento de una nueva divisa unitaria por el Banco de Desarrollo Asiático (BDA) para el mes de marzo (Diario del Pueblo, Pekín, 6/2/06). Los efectos son múltiples, entre ellos un nuevo cachetazo al otrora omnipotente dólar. Zhang Bin, investigador de la Academia de Ciencias Sociales de China considera que "para las economías del este de Asia se trata de un intento audaz para mejorar todavía más la cooperación económica en esa región". Conforme a lo previsto, el ACU "no será una divisa física –transable-, sino de una divisa virtual cuyo valor se determinará considerando las divisas de los otros 13 países del este de Asia, su PIB, la escala del comercio, etc.”. El objetivo de la “Iniciativa Chiang Mai”, es darle a los Bancos Centrales de Asia un poder de fuego extra, para evitar ataques especulativos, como los de la década del ´90. A su ritmo, entonces, Lejano Oriente vuelve a ser noticia: superada con dolor la crisis de 1997 (el “Efecto Dragón”), nació esta idea de un esquema de integración propio que enlaza con la actual propuesta de un sistema monetario al estilo europeo, estabilizando los tipos de cambio, las tasas y los mercados. En el nuevo contexto, lógicamente las divisas de China, Japón y Corea del Sur tendrán la ponderación más significativa. Probablemente el yuan chino pesará más que ninguna otra divisa, seguido por el yen nipón y el won sudcoreano. El PIB, conjunto de los tres países que soportarán el ACU, es de casi 7.5 millones de millones de dólares, es decir, 22 por ciento del Producto Bruto mundial, todavía por detrás de EEUU y la Unión Europea, pero con un potencial de desarrollo quizás más sólido que ahora se enriquece abriéndose camino en el sistema financiero con eventual moneda propia. Un elemento más a considerar es que no sólo se trata de controles recíprocos, circulación y coordinación monetaria: el ACU impulsará el desarrollo de un mercado de bonos multi-monetarios acrecentando el mercado de capitales a su favor, en lógico detrimento de un dólar golpeado. Zhang Bin, investigador de la Academia de Ciencias Sociales de China, considera que es un intento audaz y ambicioso que "no debería crear pánico por ahora (¡sic!) al otro lado del mundo" (People's Daily Online, 2006-02-06). El agregado "por ahora" es altamente significativo, si lo medimos en términos de volumen de fondos y su impacto internacional (Sudamérica incluida, según dónde y cómo se pare). Porque, además, difícilmente Washington (menos "este" Washington) pueda detener la voluntad asiática de poseer su propia divisa independiente. La "función inmediata del ACU será medir la estabilidad relativa de las divisas de la región", como acota el académico Zhang Bin (en "La futura moneda del Nuevo Orden Internacional", de Víctor M. Wilches). Pero lanzado el mercado de bonos regional, puede provocarse un masivo desplazamiento de las reservas de los tres grandes, que representan más del 50% de las planetarias. Un dato que tampoco hay que dejar pasar, porque se trata de un coqueteo geopolítico de los últimos tiempos, es qué van a hacer los jerarcas de Moscú. Tomemos entonces esta demostración muy directa y sin anestesia: en la cumbre de la ASEAN + 3 de Kuala Lumpur -diciembre de 2005- no invitaron a los EEUU pero sí lo hicieron con Rusia. No podemos olvidar el volumen de reservas gasíferas, de prtróleo y de uranio que son pan diario para los lejanos orientales, que llegan a través de ductos provenientes de las rusas Gazprom (oficial) y Yukos (ex privada, ahora también estatal). A Vladimir Putin le encanta -aunque no lo demuestre- ver cómo EEUU lo quiere de aliado contra el terrorismo, los europeos avanzan para tentar un gran eje euroasiático, y los gigantes de Oriente lo sientan a su mesa con arroz y palitos... miles de millones de palitos color yuan (ocre, no verde). Esto ahora, en marzo. Con poca prensa, claro. Como planteamos al principio, hay movimientos visibles, violentos, mediáticos, fugaces. Pero guay con aquellos casi invisibles, silenciosos, poco difundidos pero de efecto duradero. Para cuando se dan a conocer, cualquier defensa es tardía. |
Fuente: Correo electrónico |