Luis María BandieriARGENTINA-URUGUAY: ¿PARA CUANDO LA BENGALA EN LA SEMISOMBRA? |
Dicen que Dios ciega a los que quiere perder. A veces, le basta con volverlos bizcos. Teognis, antiguo poeta griego, sostenía que cuando un dios nos quiere aniquilar, el primer mal que envía es el abandono de límites y frenos. En el conflicto de la Argentina con el Uruguay, a raíz de la instalación en la Banda Oriental de unas fábricas de pasta de celulosa, hay mucho de ceguera,un toque de estrabismo y una brutal pérdida del sentido del límite, lo que está conduciendo a una escalada en espiral de crecimiento incesante, que sólo puede desembocar en una imbecilidad fosforescente, abrasadora y letal -como la bengala en la semisombra de Cromañón. Y todo el asunto comenzó de un modo prosaico, casi en camiseta. La fuente de los males habría sido -todos lo cuchichearon y luego saltó al grito- la angurria de un gobernador. Porque en el Río de la Plata, por lo menos hasta hace un tiempo, el deseo insaciable de ir por más y no saciarse con nada, se llama angurria. Estas tempestades las sembró al parecer un angurriento, que hoy anda proclamando, dolido en lo más íntimo y visceral, que los que cobraron fueron los de enfrente. A eso hay que sumarle que en Gualeguaychú hay muy buena gente, preocupada por los demás y el futuro, ganosa de sumarse a causas más profundas que el Carnaval eterno, pero que, fuera de madre, y habiéndole bajado letra Greenpeace, anda -según decía el Martín Fierro- como moro sin señor. Del otro lado del río de los pájaros, los uruguayitos plantaban sus arbolitos y preparaban el camino a las inversiones europeas, a la vista de todo el mundo y sin ocultar nada, mientras Bielsa intentaba hacer los palotes de canciller -¡qué buen periodista nos perdimos haciéndolo ministro! "¡Extraña y negra noche! ¿Dónde vamos? Es estar en pelota, sea uno charrúa o querandí. |
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