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Rodolfo Olivera

Otro frente energÉtico: Las guerras del gas

La actitud de Vladimir Putin extorsionando a Ucrania e indirectamente a una gélida Europa con el suministro de gas, no debe sorprender. Ni por la personalidad del premier ruso, ni por el distanciamiento con los ucranianos, ni por la ventaja estratégica en la posesión del recurso, ni por el interés en preservarlo, ni por el precio subsidiado que pagaron hasta ahora. Cuidado: si se revuelve el mercado, Sudamérica no quedará inmune.

Independientemente de cualquier promesa o arreglo, Rusia mostró sus garras de viejo oso herido, incapaz de digerir la pérdida de influencia directa post Guerra Fría. Y las muestra en un tema hipersensible para Europa (su carencia estructural de energía), en el peor momento (un invierno particularmente crudo). Como para que no queden dudas de su fuerza y del hecho concreto e innegable de ser -lejos- el país con mayores reservas de gas en el mundo. La Federación Rusa tiene 48 trillones de metros cúbicos reconocidos, lo que representa 33% del total del planeta. Muy de lejos lo sigue Irán con 23 trillones (15,8%), y mucho más atrás todavía Katar (8,5 trillones, 5,8%). Grandes en petróleo caen en la comparación: Arabia Saudita está quinta (5,8 trillones, 4% del total), y mucho más atrás se encolumnan Nigeria (9º), Irak (10º) y Kuwait (18º). Los EEUU están sextos con el 3,2% del total de gas mundial, y el primer latinoamericano es Venezuela, octavo con 2,8%.

Pero vamos un poco más al detalle. Por un lado, el hecho significativo de que sólo el 26,3% de la producción que se comercializa, lo es a nivel internacional; varios factores influyen: el alto costo de transporte, el uso intensivo de los propietarios del recurso por ser más barato que el petróleo, y el hecho de que los centros productivos suelen estar lejos de los de consumo. Europa es la primer zona importadora del mundo, lo que muestra la magnitud de lo actuado por Rusia días atrás. País por país -separados- las palmas las lleva Japón (que también compra a los rusos, pero tiene alternativas en Malasia e Indonesia)

Los mercados del gas difieren un poco en su lógica respecto del petróleo; más que por Estados, se mide por regiones (un poco lo que ocurre en Sudamérica). En América del Norte puede decirse que está equilibrado en producción propia – consumo. EEUU alcanzó un alto nivel de consumo, contando con casi 300.000 pozos, no menos de 125 empresas de explotación, otras 1.200 distribuidoras, y un largo millón de kilómetros de gasoductos subterráneos. Texas, Louisiana, Nuevo México y Oklahoma son las estrellas: entre los cuatro tienen la mitad de las reservas del país. Su voracidad, sin que desaparezca, no tiene el perfil desaforado de los petroleros (aunque no dejan escapar oportunidad, se entiende).

Europa tiene todo un problema porque sus reservas con muy escasas, concentradas en los Países Bajos, Noruega y Gran Bretaña. Pero casi la mitad de lo que consumen proviene de gasoductos que provienen de África del Norte y de la Rusia de Putin. Este gigante (apenas) venido a menos, consume la mitad de lo que produce, y el resto lo exporta a las viejas Repúblicas Socialistas (una es Ucrania), o las usa de paso para vender a Europa y a China. Con un dato que no es menor: el 95% de la producción está monopolizado por la sociedad Gazprom, ligada a la vieja Yukos (privada) que fue expropiada íntegramente por Moscú; ergo, nuevamente es Putin quien tiene la llave de paso (literal).

Algo que es similar al petróleo: no todo lo que se dice es cierto. Así como en el oro negro hay que hablar de "Reservas" (lo explotable) y de "Recurso" (todo, incluso lo inexplotable), en el caso del gas hay que hablar de Reservas "Probadas" (con plena información geológica que asegura explotación), "Probables" (las que son susceptibles de ser probadas), y "Posibles" (más cercanas a la especulación que a la ciencia y la tecnología).

Cierto es, sin embargo, que por mucho que se mienta en el tema lo real es que el crecimiento de las reservas "probadas" fue un 62% mayor que las del petróleo, especialmente en Rusia y alrededores. Tanto es así que, en las estimaciones más generosas, se calcula que hay petróleo para no más de 30 años, pero las reservas de gas duplican largamente esa cifra. Ahora, eso sí, la distribución es despareja: Medio Oriente y África tendrían para 100 años, Rusia y el entorno para 84 años, pero Europa apenas si llega a los 18 años, lo que augura una necesidad impostergable de aprovisionamiento. Putin lo tiene muy claro, y no piensa regalárselo. EEUU necesita el suyo y el canadiense para consumo propio. Sudamérica está lejos, y los africanos tienen la "mala costumbre" de migrar al Viejo Mundo, cosa que no les gusta ni medio.

Por casa el tema se puede volver delicado. Evo Morales no se parece a Putin en nada, salvo en que quiere hacer valer su principal recurso. Por un lado suena razonable, pero ojo, que caeremos en la volteada regional. Habrá que ver cómo juegan los demás, porque también aquí se tergiversan los números y se prepotea más con el folklore que con la realidad. El primer productor sudamericano es Venezuela (triplica a Bolivia), y el segundo Latinoamericano es México. Todas las consultoras y organismos serios coinciden con poca diferencia. Argentina viene cuarta, y de los grandes el que peor está es Brasil (cuatro veces menos que nosotros).

Ahora bien, ¿cuánto gas tiene Bolivia, y cómo lo han manejado? Hay datos contradictorios. Según la empresa-consultora-productora Innergy, fiable en el ambiente, Bolivia tiene mucho, pero no todo lo que declara. Porque si nos vamos a guiar por la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, entonces América Central y del Sur tienen el 33% de las reservas del planeta, superando a América del Norte (28%), al África (20%), y aparecen al fondo de la tabla -de manera inexplicable-, Medio Oriente, Asia-Pacífico y la Federación Rusa con un modestísimo19% a repartir entre los tres. Alguien se equivoca feo.

Bolivia acusa tener casi más petróleo que Rusia (un absurdo). Hablan de 52 trillones de pies cúbicos y otros 25 trillones posibles, a contrapelo de todas las estadísticas. Incluso dentro de Sudamérica, asegura tener "más y mejor" gas que Venezuela porque se extrae puro y no mezclado con petróleo, lo que facilita el acceso a mercados.

Claro, si el gas es tanto, tan bueno y tan básico para el desarrollo de su economía (indiscutible), ¿entonces por qué se votó y aceptó la Ley 1182 de Inversiones durante el gobierno de Paz Zamora en 1989? Por ella es que el recurso pasó íntegramente a control externo; luego el gobierno de Sánchez de Lozada, por la Ley 1544/94, obligó a cinco empresas estatales a asociarse con pares extranjeros privados para "capitalización". Y la ley de Hidrocarburos1689 remató la cuestión, dividiendo los pozos en "existentes" y "nuevos", eximiendo a estos últimos de impuestos sociales como el Bonosol, hipotéticamente destinado a mejorar la calidad de vida de los mayores de 65 años; además, les redujo el pago de regalías al Estado (del 50% al 18%).

Así fue como British Gas, British Petroleum, Chaco, Pluspetrol, Petrobras, Total, Andina, Amoco, Repsol y otras, vivieron en Bolivia un paraíso energético, con ganancias de diez veces el valor del costo. Este festival va a terminar mal para alguien: para las empresas si Morales impone su proyecto de nacionalización del recurso (sin expropiar plantas), o para Morales si las empresas piden auxilio frente al "atropello y la inseguridad jurídica".
Alguna vez los animales y las plantas se descompusieron bajo tierra, acumulando encima lodo, arena, más tierra y rocas. El peso y el calor de la tierra fueron transformando muy lentamente el material orgánico en petróleo crudo y gas natural, que se fue acumulando entre las porosidades de las rocas subterráneas que lo atraparon. El hombre se las ingenió para rescatarlo, aprovecharlo y ponerle precio. Desde entonces el gas se ha vuelto mucho más volátil de lo que la Naturaleza previó.

Fuente
Correo Electrónico

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