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Vladimir Volkoff

ORACIÓN A SANTA JUANA DE ARCO

Si bien el texto que sigue, como es obvio, está dirigido a franceses y a los problemas de Francia, seguramente servirá para la reflexión de muchos otros en varias partes de nuestro atribulado y globalizado mundo actual.
Demás está decir que rogamos leer con una adecuada dosis de sano buen humor.

ORACIÓN

Porque Ud. es santa, ya ha hecho milagros y sabe como hacerlos. Entonces, voy a pedirle que haga uno para nosotros. No. Como Ud. es una gran santa, voy a pedirle que haga diez, muy grandes y portentosos:

PRIMERO: Santa Juana, voy a pedirle que haga que todos los franceses se enamoren de Francia. No de la América insidiosa, ni del Oriente fascinante, ni del Islam seductor. De Francia, de la dulce Francia.

SEGUNDO: Santa Juana, le pido que haga que todos los franceses inspiren de nuevo a todas las francesas el deseo de llevar sus hijos hasta su nacimiento, de parirlos, de alimentarlos, de educarlos, de hacerlos franceses, lo que nos ahorrará, entre otras cosas, la necesidad de alentar una inmigración que sabemos integrar tan mal.

TERCERO: Qusiera pedirle que tenga un pensamiento para nuestra bella lengua francesa. Devuélvanos la primera parte de la negación: haga que digamos "Yo No voy a votar sí" y no "Yo voy a votar vamos". Devuélvanos el subjuntivo y el indicativo. Saque la torpeza de algunas bocas contemporáneas, sobre todo de las de muchos jóvenes, y actores en boga. Haga que empecemos de nuevo a decir "buenos días" y no "buenas...". Trate de evitarnos los anglicismos y los americanismos, y no sólo en el vocabulario, sino, sobre todo, en los giros de esas frases contranatura que nos inspiran las lenguas anglosajonas. En cuanto a los que dicen "graficar", "explicitar" o "a nivel de", haga que el diablo los confunda. Si me animara Juana, si me animara — pero yo sé que exagero — le pediría tímidamente que resucite también, aunque más no fuera esporádicamente, el imperfecto del subjuntivo.

CUARTO: Le pido Santa Juana, que los franceses vuelvan a ser frondistas, burlones, indisciplinados, escépticos; que no se dejen más llenar la cabeza ni lavar el cerebro, que no se dejen engañar groseramente, que tengan de nuevo el pícaro placer de esquivar los clavos, que se acuerden del viejo dicho picardo "desconfía", que apliquen el método perigourdin "cuanto más me miro más me entristezco; cuanto más me comparo más me tranquilizo". Que no se olviden que decir "sí", es bajar la cabeza, que decir "no" es levantar la frente.-

QUINTO MILAGRO: Haga, le suplico, que los franceses no se vuelvan una plebe irresponsable — preocupada por sus "derechos a", y ya no más por sus "deberes de"— perpetua beneficiaria de la asistencia pública, por lo tanto esclavizada, no conociendo más que dos categorías: todo lo que no está prohibido es obligatorio y todo lo que no es obligatorio está prohibido. Yo quisiera ver a los franceses no liberales ni libertarios, sino libres. Liberados. Excentos de cargas. Franceses que hayan vuelto a ser franceses.-

SEXTO MILAGRO: Le pido que nos devuelva el respeto debido a la edad. En primer lugar, yo tengo en ello personal interés y, después, el respeto a la edad es lo que carateriza el refinamiento del corazón: poco importa si el respetado es un decrépito inservible; es el respetuoso el que gana respetando, o, al menos, empleando los gestos exteriores de respeto.
¿Que quiere Ud? ¡Me molesta constatar que, con mi barba blanca, sólo los negros me ceden el asiento en el subterráneo! Yo me niego, claro, pero a la larga eso va a terminar por hacer que me vuelva racista. Racista pro-Negro; por supuesto.

A propósito del racismo,

SEPTIMO MILAGRO. Yo quisiera ver suprimido en Francia el racismo puritano anti-fumador y anti-bebedor, que se apodera de nuestro país. En fin, es afligente. Ud entra en un restaurant, y lo primero que le preguntan es "¿Fumadores o no fumadores?" Y cuando Ud. dice "No fumadores" como yo, uno siente enseguida la aprobación del joven maître d'hôtel. Enseguida, cuando son dos comensales y Ud. ordena el vino, él le pregunta con un tono incitativo: "¿Una media botella?" y, si uno contesta, como yo, "No, una botella entera... para empezar", el joven maître d'hôtel oculta apenas su reprobación o sonríe con indulgencia como si se tratara de una broma de mal gusto.

Muy pronto, en los restaurants preguntarán "¿bebedores o no bebedores?" y habrá un rincón reservado para parias alcohólicos, en tanto que en las mesas para la gente decente, los sodomitas, los pornógrafos y los drogados, triunfantes, beberán sólo agua. Evítenos eso, Santa Juana.

OCTAVO MILAGRO: Santa Juana, yo quisiera también ver la administración de justicia volver a normas humanas. Si hay un conflicto entre un empleado y un empleador, yo no quisiera que el empleado haya ganado de antemano, como lo recomienda el sindicato de la magistratura. Si chicos pervertidos por la televisión denuncian a sus educadores por prácticas sexuales prohibidas, yo quisiera que se hiciera una investigación seria. Si un asaltante armado entra en mi casa y yo tiro mejor que él, no quisiera pasar por un asesino.

NOVENO MILAGRO: Haga Santa Juana, le suplico, que la Francia pueda permitirse citar al general Cambronne (1). Y que no sea solamente el 1 de agosto y no solamente al Rey de Inglaterra. Haga que sea todos los días del año y 366 días en los bisiestos, y haga que sea a todas las potencias de la tierra, si nos faltan el respeto. Espero Santa Juana que no le sea chocante. Ud. ha debido escuchar otras cuando comandaba a sus troperos medioevales.

ULTIMO MILAGRO: Santa Juana, le pido que nos dé una aventura. Una aventura grande y noble. Una aventura a la medida de Francia, como la que nos dió en la época de la guerra de Argelia, chance prodigiosa ofrecida a la Francia, y en particular a la juventud francesa, que tiene necesidad de sacrificarse: si todos no son retenidos por el martirio, los que lo son ennoblecen a los otros. En Argelia las circunstancias más favorables para un martirio útil estaban reunidas.

Haga que corramos peligros, que la vida se vuelva exaltante y dura, que olvidemos nuestras cuentas bancarias, nuestras libretas de caja de ahorro, nuestras cadenas de hi-fi, nuestras vacaciones, nuestra manía de movernos, nuestras paritarias, nuestros barbitúricos, nuestras normas europeas ... y vuelva santa Juana, a enarbolar vuestro estandarte y a ponerse a la cabeza de los que la seguirán.

Habrá, Santa Juana, habrá.

Y tal vez más de los que pensamos.

VLADIMIR VOLKOFF


Notas del Traductor:

(1)Pierre CAMBRONNE, general francés, nacido en Nantes (1770-1842). Comandó en Waterloo uno de los últimos cuadros de la Vieja Guardia. Intimado a rendirse, respondió: "La guardia muere y no se rinde". Según la versión de un testigo ocular, que estaba a su lado, luego de varias intimaciones, respondiendo siempre lo mismo ("La guardia muere..."), cuando ya la situación era desastrosamente insostenible, a la última intimación, esta vez del general inglés y de sus soldados, contestó con un rotundo "¡Merde!", conocido desde entonces como "la palabra de Cambronne".

Fuente
Dr. Enrique Martín Pouyssegur
puysegur@speedy.com.ar
Mar del Plata
ARGENTINA

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