De acuerdo a la revista EDICIÓN i, la reactivación de la construcción de la planta nuclear Atucha II genera más dudas que certezas. Con un millonario presupuesto ya aprobado, decreto mediante, la apuesta está lanzada pero la hoja de ruta es difusa, y la crisis energética no espera.
1. La estupidez de los políticos
La Argentina de las últimas décadas no se ha caracterizado por políticas firmes en múltiples rubros. La política nuclear no es una excepción a la regla. Contradictoria, difusa, divergente, errática, el desarrollo atómico argentino no se encuentra a la altura de los científicos capacitados para ejecutarlo.
Curiosamente, los gobiernos democráticos han resultado muy torpes en este tema. Raúl Alfonsín confundió desarrollo nuclear con políticas del Proceso de Reorganización Nacional, y podría haberle pedido a su amigo Albano Harguindeguy precisiones al respecto: los éxitos de la política nuclear provienen de aciertos en la capacitación de físicos e ingenieros desde los ’60.
El Gobierno estadounidense presionó a Alfonsín con la desarticulación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y el entonces Presidente prefirió confrontar con Washington DC en la defensa del sandinismo nicaragüense pero rendirse en la autonomía nuclear. Absurdo.
Luego, Carlos Menem profundizó la genuflexión. Menem concebía la política exterior argentina en función de los intereses de USA, y había que quitar de la agenda todo aquello que pudiera resultar complicado. Cometió el grave error de asimilar el proyecto del misil Cóndor II con el desarrollo atómico. No es casual que Menem sea historia.
Tampoco Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde estuvieron capacitados para comprender los problemas estructurales del desarrollo tecnológico argentino. En cuanto a Néstor Kirchner, descubrió lo peor que tuvo la investigación nuclear: la Patria Contratista y el festival de sobreprecios, del que gozaron desde Pescarmona y Techint hasta Perez Companc y Siemens, en los días cuando la Armada Argentina contaba con un gran presupuesto para la CNEA.
Lo que le ocurre en el escenario local contrasta con Brasil, donde pese a las presiones estadounidenses, la investigación y el desarrollo para el uso pacífico de los neutrones, nunca cesó, y esto le permite a Brasil sentarse con decoro en el selecto club de los países con tecnología atómica, en tiempos de futura escasez de recursos energéticos no renovables.
2. Siemens, el origen
En días de Raúl Alfonsín en la Presidencia de la Nación se designó una comisión especial para la elaboración de una ley que cree una estrategia en este sentido. La comisión se ocupó de temas marginales, tales como las actividades del Instituto Balseiro en San Carlos de Bariloche, Río Negro, o el repositorio nuclear de la localidad sureña de Gastre, Chubut.
En tanto, no se ocupó de temas centrales como que en 1980 se había iniciado la construcción de Atucha II, la 3ra. central nuclear de la Argentina cuya obra aún hoy se encuentra interrumpida, luego de haber llegado al 80% de su construcción. En la Argentina ya funcionan Atucha I (desde el 13 de enero de 1974) y Embalse (desde el 20 de enero de 1984).
La Central Nuclear Atucha I, primera en su género en Latinoamérica, se encuentra sobre la ribera derecha del río Paraná de Las Palmas, cerca de la localidad de Lima (partido de Zárate, Provincia de Buenos Aires) y su potencia eléctrica es de 360 megavatios, que se entrega con una tensión de 220 Kilovolts al Sistema Argentino de Interconexión. Utiliza uranio natural, que contiene una proporción de 0,7 % Uranio 235 que es el combustible que consume. El reactor está refrigerado y moderado con agua pesada, consta de un recipiente de presión y dos circuitos primarios de circulación de agua.
Embalse fue construida por la canadiense AECL y es la única en el país que produce el cobalto 60 por un valor anual equivalente a US$ 3 millones. El cobalto se obtiene por medio del funcionamiento del reactor. Cada vez que se para la usina, se introducen en el reactor unas barras especiales que se transforman en cobalto al mismo tiempo que se genera energía. Esas barras se extraen cuando la central efectúa sus paradas programadas.
Las dos centrales nucleares argentinas en operación producen el 11% del consumo eléctrico de todo el país.
El proyecto Atucha II comenzó por un acuerdo entre la CNEA y la empresa alemana Siemens, protagonista de muchas historias de sobreprecios a cambio de equipos telefónicos, reactores nucleares, etc.
Precisamente se creó una sociedad cuyo nombre fue ENACE S.A., teniendo como socios a Siemens con 75% y a la CNEA con 25%.
La idea era que en 20 años, la central estuviese construida en su totalidad y traspasada a la CNEA, junto a una planta de fabricación de agua pesada, que es la materia prima con la que funciona una central de estas características.
A poco de haber comenzado la obra, en 1982 (cuando ocurrió la Guerra de Malvinas, el ‘default’ financiero argentino y una grave crisis de la economía), comenzaron a observarse retrasos en la remesa de fondos.
Las dificultades presupuestarias continuaron, y la obra no avanzó. Entre 1991 y 1993, hubo cierta reactivación de los trabajos hasta que en 1994 mediante un decreto del Poder Ejecutivo (el 1.540), las centrales nucleares entraron en proceso de privatización. En 1996, ENACE se disolvió y todo pasó a NASA (Nucleoelétrica Argentina Sociedad Anónima).
NASA se creó en 1994, cuando el gobierno de Menem dejó a cargo de la CNEA únicamente tareas de investigación, la gestión de residuos radiactivos y la producción de radioisótopos de uso médico. Luego, a NASA se transfirieron las centrales nucleares en operaciones, y el proyecto Atucha II. La empresa NASA se encargó de mantener el equipamiento. No fue una privatización, sino una suerte de tercerización de servicios.
3. Todman y Westinghouse
Carlos Saúl Menem, influenciado por el entonces embajador estadounidense Terence Todman, buscó que Westinghouse se haciera cargo de la obra. Era una forma de satisfacer al gobierno de USA.
Pero tal negocio no fue posible. De haberse concretado, debía anularse todo lo ejecutado hasta entonces.
Según un informe de la CNEA, hoy “el avance aproximado de la obra es, en obra civil, de un 93%; en suministros en obra, del 88% y en montajes del 50%”.
Pero el retraso en 20 años es un factor irrecuperable, sobre todo en lo que hace a los sistemas de control informático. La infraestructura, en cambio, tiene alguna posibilidad de ser reutilizada.
Pese a todo, José Luis Antúnez, vicepresidente de NASA, insiste en que Atucha II entrará en funcionamiento a mediados del año 2010 con un costo de US$ 700 millones. “Se creó por decreto un fondo fiduciario con un aporte del estado con devolución para garantizar el financiamiento del costo remanente al fin del proyecto, que con las primeras cargas de agua pesada y el primer núcleo de uranio, más el IVA correspondiente, será de US$ 700 millones”, prometió Antúnez.
E informó que “ahora está en trámite un decreto de necesidad y urgencia con todas las herramientas administrativas para cumplir con el cometido, con el que se le reintegra a la CNEA el rol estratégico en el área nuclear”.
¿Será que NASA desea quitarse de encima, cuanto antes, Atucha II?
El reactor, de 710 toneladas, es el recipiente de presión más grande conocido, construido en acero especial de 22 centímetros de espesor y gran resistencia que contiene a los combustibles nucleares, y que se fundió en Alemania, se forjó en Japón, y se soldó en Alemania, España y Holanda. Se gastaron US$ 170 millones en esas contrataciones, y el resto del presupuesto total se promete gastarlo en inversión nacional. ¿Será posible o todo es una estafa al Fisco?
NASA mantuvo negociaciones con Siemens y Framatone (empresa mixta de 66% estatal francesa y 34% Siemens alemana) para una eventual prestación de servicios, pero ambos rechazaron concluir la obra. Por eso ahora NASA dice que hay que arriesgarse y que la concluya la CNEA.
“Nadie tiene en el mundo más experiencia que la Argentina en el manejo de reactores de agua pesada, por lo que, entre los recursos científicos y tecnológicos de la CNEA, los nuestros y los contratos de asistencia con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), vamos a terminar el proyecto”, dice Julio De Vido que le dijo el tal Antúnez.
4. Los contratistas
El Gobierno decidió, como en otros casos, crear por decreto un fondo fiduciario para afrontar el pago de la finalización de la obra.
El protagonismo de NASA se explica en la relación cercana del jefe del Gabinete de Ministros, Alberto Fernández, con el mencionado Antúnez.
El Decreto 981 de agosto de 2005 creó, dentro de NASA, una unidad especial encargada de terminar Atucha II y ponerla en marcha.
Otras compañías involucradas en la finalización de la obra son:
> Invap (Investigación Aplicada Sociedad del Estado), empresa rionegrina creada en 1976 mediante un convenio entre la CNEA y la Provincia de Río Negro. La empresa, de 360 empleados, exportó un reactor a Australia que será puesto en marcha en breve;
> FAE (Fabricación de Aleaciones Especiales), que se dedica a la fabricación de tubos de zircaloy 4 (tubos fabricados con una aleación de zirconio, en los que se insertan pastillas de óxido de uranio. Zirconio es un metal lustroso, plateado, que se funde cerca de los 1.852ºC. Se estima que su punto de ebullición es a los 3.580ºC, pero ciertas observaciones sugieren que es cerca de los 8.600ºC. El mayor empleo del zirconio corresponde a sus compuestos para la industria cerámica.
La incorporación del óxido de zirconio al vidrio incrementa su resistencia a los álcalis. El zirconio metálico se utiliza casi exclusivamente para el revestimiento de los elementos combustibles de uranio en las plantas nucleares. Otra aplicación significativa es la de los flash fotográficos).
> Conuar, una joint venture entre el Grupo Pérez Companc (67% de las acciones) y la CNEA. También con sede en Ezeiza, se ocupa de fabricar combustibles nucleares para reactores de agua pesada presurizada y reactores de investigación y producción de radioisótopos y otro tipo de productos.
> ENSI, que provee el agua pesada. Es una empresa mixta de la Provincia de Neuquen y la CNEA.
> Dioxitek, de la cual el gobierno de Mendoza es accionista.
Importante: entre ellas no existe una muy buena relación pero fueron obligadas, por influencia del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, a confluir en NASA.
5. Las limitaciones
Atucha II está ubicada muy cerca de Atucha I, a 100 Km. de la Ciudad de Buenos Aires, en la localidad de Lima.
A pesar de la seguridad con la que el Gobierno nacional aseguró que la obra será concluida, los científicos de la CNEA se preguntan quiénes ejecutarán esa tarea.
Siemens se marchó hace tiempo y no desea retomar negocios en la Argentina. Tiene una demanda en el tribunal arbitral internacional Ciadi contra el Estado argentino por incumplimiento en la contratación de la información del Registro Nacional de las Personas, el Padrón Electoral y la Dirección de Migraciones.
Siemens concentró su actividad nuclear en Framatone, en la que tiene 34% del capital, y el control es del Estado francés, muy enojado con el Gobierno argentino por la rescisión unilateral de la concesión a Aguas Argentinas, de Grupo Suez. Por eso es que Antúnez mencionó la experiencia argentina en el manejo de reactores de agua pesada.
Pero un personal con edad promedio de 54 años, que carece de incentivos, trabaja en forma aislada y maltratado por varias generaciones de burócratas, difícilmente pueda cumplir con las necesidades de Antúnez. Habría que replantear toda la relación entre los investigadores de la CNEA y sus patrones.
Antúnez también le dijo a la prensa que para la finalización de la nueva central, “se emplearán unas 4.500 personas, con contratos por duración de proyecto para los profesionales y tareas a contratar con preferencia para proveedores contratistas nacionales”.
Y que cuando la planta se encuentre terminada, se requerirán 200 personas.
Antúnez dijo que el costo de concluir la obra es tan elevado porque “nos enfrentamos a una situación en la que el mercado de los hidrocarburos está carísimo; la Argentina creía tener recursos gasíferos ilimitados que no tiene y el CO2 que produce el ‘efecto invernadero’ ya es una preocupación del ciudadano común”.
6. De Irán a Rusia
Si Francia y Alemania quedan descartados para ayudar, ¿Irán sería una posibilidad de proveedor o ‘partner’?
Resultaría una mala compañía. Irán es mala palabra y USA promueve una ofensiva contra el gobierno de Mahmud Ahmadinayed.
Sin embargo, la relación nuclear entre la Argentina e Irán se remonta a fines de los ´80 cuando se vendió, a través de la empresa Invap, una planta de procesamiento de uranio. Pero en 1991 Carlos Menem ordenó no venderle a Irán. El gobierno iraní pidió un resarcimiento de US$ 90 millones, que luego se negoció en 50% y termina en US$ 5,5 millones. En el ínterin, Irán surgió como un Estado terrorista, autor del atentado contra la sede de la Amia, en la Ciudad de Buenos Aires.
¿Y Rusia, que tiene tecnología nuclear disponible? Todavía NASA no exploró esa posibilidad.
La principal dificultad, según un informe de científicos de la CNEA, es la dificultad de diálogo con Siemens: “Uno de los problemas principales es la ejecución de la ingeniería aún faltante -que estaba a cargo de la empresa Siemens KWU- buena parte de la cual debería ser objeto de una renegociación de contratos. Esta ingeniería, estimada por la propia KWU en 1997 en 270.000 horas/hombre, involucra tareas en oficina de diseño, y en obra, comprendiendo, entre otras, la redacción de procedimientos de puesta en marcha y la supervisión del montaje, en particular del turbogrupo fabricado por Siemens. NASA ha estimado la posibilidad de reducir costos tomando a su cargo algunas de esas tareas pendientes por unas 50.000 h/h”.
Pero la empresa Siemens KWU ya no existe, y cuando cedió sus activos y compromisos en el área nuclear a Framatome ANP, quedó constancia expresa, a pedido francés, de que esto no incluía a Atucha II.
“Esta situación -amén de las dificultades en las relaciones financieras y comerciales internacionales que atraviesa hoy Argentina- podría preanunciar que la renegociación de algunos contratos será dura y el monto presupuestado para este rubro puede ser considerablemente mayor al previsto”, afirma el informe de CNEA.
Y advierte: “Por el grado de capacitación alcanzado por el sector nuclear argentino, podría estimarse que es posible prescindir del diseñador. Sin embargo no se puede descartar que, de hacerlo, se corre el riesgo de enfrentar dificultades adicionales, mayores costos y plazos de ejecución, ante la carencia de algunos desarrollos y estudios básicos sobre características de la central y de conceptos de diseño aplicados en CNA II.
Hay que destacar que en el momento de su desarrollo esos criterios fueron de avanzada, lo que asegura hoy la vigencia del diseño de la central. A esto correspondería agregar las consecuencias financieras y económicas de una eventual rescisión de los contratos, que obligaría a la devolución inmediata de fondos de reparo por suministros y a la cancelación de créditos con Siemens y con la banca alemana, lo que seguramente generaría mayores costos financieros.
En cuanto a la disponibilidad de mano de obra especializada de ingeniería y montaje hay que tener en cuenta que el país ha perdido gran parte de su capacidad luego de más de una década de destrucción de la industria; como ejemplo basta señalar la escasez de soldadores experimentados, que obligará a encarar un largo proceso de entrenamiento y calificación.”
El dinero hoy no es el problema, pero falta el plan. De lo contrario, Atucha II será otro ‘monumento a la corrupción’, como Yacyretá.
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