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Roberto Subirana

DESARROLLO SUSTENTABLE

En diversas ocasiones me he referido a invenciones, creaciones y desarrollos debido a nuestros conciudadanos. Lo hice al pasar, vinculándolo con otros temas que, por esos días, me parecieron más adecuados o de recordación necesaria.

Sin embargo, el mensaje de un lector, tras una de las ediciones del pasado mes de febrero, volvió a despertarme a la inquietud por este tema.

SIGNIFICADO

¿Qué significa, en concreto, la expresión desarrollo sustentable? Comencemos por la definición que el Diccionario de nuestra lengua hace de cada una de esas palabras.

Desarrollo: Acción o efecto de desarrollar o desarrollarse / Proceso a través del cual el crecimiento sostenido de determinadas magnitudes significativas va acompañado de modificaciones cualitativas en su contenido y articulación.

Sustentable: Que se puede sustentar o sostener con razones.

En el plano de la economía, el desarrollo constituye un concepto multidimensional, difícil de medir con la mayor exactitud. No solamente responde a la mayor producción de bienes y servicios sino que es necesario lograr que ese beneficio se reparta con más equidad a una mayor cantidad de integrantes de la respectiva comunidad. Considerar la producción de más cantidad de bienes o productos y la eficiencia del sistema de distribución y comercialización de la misma no basta en absoluto si una gran parte (o la mayoría) de los miembros de esa sociedad carecen de recursos para adquirir, consumir y/o utilizar esos bienes o servicios.

Ante la dificultad para medir esto, la actividad de grupos de poder y/o el escaso o nulo compromiso social de no pocos funcionarios y/o Administraciones, generalmente recurre a una salida unidimensional y, en consecuencia, imperfecta: el cálculo del producto nacional o el producto bruto interno (PBI), es decir el ingreso total del país, en un período (habitualmente anual), dividido por la cantidad de habitantes (legales, registrados). Pese al difundido uso de este indicador, la realidad suele marca pautas muy o diametralmente opuestas.  >>

Así, a modo de ejemplo, muchos años atrás tomé conocimiento que el PBI de un pequeño emirato árabe era de algo más de u$s 60.000 anuales per capita. No obstante, las imágenes corrientes de la población de ese país mostraba a los habitantes sin mayores diferencias de lo que, siglos antes, eran los integrantes de las tribus nómades que lo habitaban. La solución del misterio era tan sencilla como dramática: una pequeñísima minoría ganaba cientos de miles de dólares por día mientras que otros -la mayoría- apenas si tenía ingresos diarios que no siempre llegaban a ser de u$s 1 y u$s 1,50. El cálculo del PBI era técnicamente correcto… pero humanamente injusto.

EN EL PRINCIPIO FUE LA OBSCURIDAD

Desde las velas de sebo de la primigenia aldea, potenciada por la iniciativa de Vértiz, pasando por el kerosén y, luego, por el gas nuestra ciudad de la Trinidad llegó, a principios del siglo XX a la iluminación eléctrica. Tras la actuación de varios emprendimientos pequeños y fugaces o de alcance muy limitado, en 1916 la Compañía Italo-Argentina de Electricidad inaugura su usina ubicada en la esquina de Pedro de Mendoza y Benito Pérez Galdós, frente a la Dársena Sur, en el barrio de La Boca. Pero será recién en 1930 que se completará la alimentación de energía eléctrica a la red de alumbrado público. La provisión de energía eléctrica domiciliaria, si bien había avanzado más rápidamente, no alcanzaba aún a todos los habitantes de la ciudad y sus alrededores (no tan extensos ni interconectados como en la actualidad).

Al compás de (casi) cada época, las usinas comenzaron con maquinarias alimentadas con carbón; luego pasarían a utilizar combustibles líquidos… y, como muchas cosas de este país, se quedaron (casi) detenidas en el tiempo… o avanzaron cuándo y hacia dónde no era lo más oportuno. O se realizaron de manera imperfecta, al punto de convertirlas poco menos en parte de un mayor problema antes que en una solución. Un ejemplo de esto es la obra Chocón-Cerros Colorados. El proyecto original de Castro Madero era la construcción de una usina atómica, pero como punto inicial o prueba piloto para un plan, programado en sucesivas etapas, de desarrollo de la energía atómica nacional. Se descalificó el proyecto y a su creador y, aun ajustándose al diseño original, se lo convirtió en un emprendimiento proveedor de energía eléctrica para una considerable parte de la región SO-NE (desde El Neuquén hasta Buenos Aires). Entre que la obra no había sido diseñada con ese objetivo y que su mantenimiento se efectuó en forma deficiente (o se omitió por largos períodos), nuestro país estuvo al borde de contar con su propio Chernobil.

Según tuvo la gentileza de ilustrarme el aludido lector, actualmente en la provincia de Chubut (y también en algunas otras provincias del extremo sur) ha crecido considerablemente el uso de energía eólica, aunque aparentemente todavía falta -como lo sugerí desde esta columna- complementarse con su aprovechamiento mediante un sistema hidráulico, provisto por el deshielo cordillerano, durante el verano. No obstante, hasta el día de hoy, los usuarios de Edenor y de Edesur siguen abonando, con el pago de sus servicios, un 0,6 % en virtud de lo dispuesto por la ley 23.681, que estableció un subsidio para el desarrollo energético de la provincia de Santa Cruz (¿Le suena conocida esta provincia? Sí, es la misma que tiene -en alguna parte del mundo- una reserva estimada en no menos de u$s 800 millones por regalías petroleras y que, siendo sus autoridades responsables de la administración de la mina de Río Turbio, no invirtió nada en seguridad, lo que, en fecha reciente, le costó la vida a catorce trabajadores de la misma).

En lo que aún no se ha avanzado -¿por ignorancia, desentendimiento o presión de grupos interesados en impedirlo?- es con la obtención de energía solar. Algunas personas a las que les comenté esta posibilidad sólo pudieron aducir que el equipamiento para poder utilizar energía solar "es muy costoso y no se produce en el país". Ambos argumentos son inexactos. Sin remontarnos demasiado ni hacer intrincadas especulaciones, recordemos que el INVAP -instituto argentino dedicado al desarrollo de diversas tecnologías de punta- es proveedor oficial de sistemas de paneles solares para dotar de energía a… los satélites de la NASA.

Pero no son los señalados los únicos recursos técnicos, no agresivos para el ambiente, y posibles para obtener energía eléctrica. El ingeniero Camilo Rodríguez, el profesor Carlos Tedesco y el investigador Walter Fernández Zeni trabajaron 10 años para construir la Turbina Axial de Flujo Reversible (TAFRE) que aprovecha el movimiento de la marea y la convierte en energía eléctrica doméstica. En 2004 la probaron en la península de Valdez y los resultados fueron excelentes. La energía que genera un metro (horizontal) de una ola puede transformarse en 15 a 50 kilovatios de potencia. Así, la turbina puede ser utilizada como generadora de electricidad domiciliaria, para iluminación de boyas o para encender la iluminación de puertos. A escala mayor, podría abastecer una red de consumo. "Si se instala sobre 100 metros de frente, la turbina -que tendría una dimensión de dos o tres metros de diámetro- generaría electricidad para abastecer a un complejo habitacional similar a un country" aclaró Tedesco. Entendamos que la referencia a un country no implica una cuestión clasista: precisamente por sus características, un country pequeño consume más energía que un barrio modesto por la existencia de mayor uso de iluminación (por cantidad de habitaciones, parques, natatorios, calles internas, etc.).

Una posibilidad que ha comenzado a analizarse (y, muy posiblemente, a probarse) en el mundo es la del hidrógeno. El hidrógeno no plantea los riesgos de eventuales problemas geopolíticos; su combustión produce agua, lo que redundaría en beneficio para el ambiente (no como en el caso de combustibles que liberan anhídrico carbónico, siendo la causa de los peligrosos cambios climáticos) y, a largo plazo, asegura su propia renovabilidad, no agotándose, como los combustibles fósiles, ni dejando residuos peligrosos de difícil destino final.

Sería bueno que científicos y técnicos locales, con el debido respaldo oficial, iniciasen el avance en el estudio de esta posibilidad, simultáneamente con otros países del mundo. Ellos tendrán que revertir amplias zonas de ambiente contaminado; nosotros estamos a tiempo de evitar que se contamine el nuestro.

CAMINO… AL PROGRESO

De la misma forma que un tendido ferroviario va alentado asentamientos poblacionales a lo largo de su recorrido, las rutas, caminos o calles producen un resultado similar. Y, en los núcleos habitacionales existentes pero sin la totalidad de sus calles pavimentadas, la pavimentación mejora la calidad de vida de los habitantes del lugar, posibilitando la ampliación de las redes de transporte tanto de pasajeros como de mercaderías.

Como en todo desarrollo, el mejoramiento de vías de circulación ha ido experimentando cambios. Desde el irregular asentamiento de piedras naturales (utilizado en nuestro continente desde el siglo XVIII), pasando por el entablonado, el "empedrado" (mediante trozos de granito modelado en formas más o menos cúbicas o elementos similares pero de madera dura, dispuestos en forma de abanico, que proveían un desplazamiento más suave a los vehículos) llegamos al cemento y al asfalto. El cemento demanda mucha mano de obra y elevado costo (la superficie, apisonada, de la tierra se cubre con un enrejado de varillas metálicas, el que luego es cubierto con cemento licuado y mezclado con otros elementos, que se endurecerá al secarse); el asfaltado suele ser de menor costo inicial pero de menor duración y mayor costo de mantenimiento (reposición) ya que las temperaturas del verano lo ablandan y el peso de los vehículos tienden a deformarlo.

En las décadas de los '60 a los '80 se realizaron dos pruebas. Una, utilizando residuo de la refinación del petróleo -sin utilidad comercial- mezclado otros elementos naturales (la sal sin refinar, entre ellos) cuya existencia es abundante y su costo bajo. Con este elemento se pavimentaron las calles de algunos barrios, a modo de prueba. El costo se redujo prácticamente a la mano de obra y al transporte de los materiales. Su rendimiento excedió las previsiones, ya que es tan sencillo de aplicar como el asfalto y tiene más duración que el cemento. Su mantenimiento es sencillo, rápido y de muy bajo costo.

La otra prueba se realizó utilizando el desecho de tereftalato de polietileno (PET, su sigla en inglés) que se obtiene moliendo las botellas de bebidas descartables (gaseosas, jugos, etc.), los que, por otra parte, constituyen un serio problema en orden al destino de los residuos domiciliarios, dado que no son biodegradables y ocasionan, entre otros problemas, una afectación del equilibrio ecológico de cientos de años de extensión. También esta alternativa resultó exitosa.

¿Por qué nunca fueron aplicadas, extendidas? No lo sé… aunque puedo suponerlo.

EL DESAPROVECHADO CAMINO DE HIERRO

En parte, al caso de los ferrocarriles me referí con cierta extensión en una edición anterior. El sistema ferroviario argentino es hoy todo lo deprimente y deficitario que conocemos sencillamente por incapacidad, mala administración, por privilegiarse mezquinos intereses de empresarios, sindicalistas y/o políticos.

Una considerable parte del material rodante se perdió por negligencia o dolo. En la Línea Sarmiento, se dejó deliberadamente que se destruyesen alrededor de cien unidades diesel Fiat (que formaban convoyes de cuatro o cinco unidades, con un coche motor en cada extremo) porque fueron utilizadas, durante una huelga declarada por los dos gremios ferroviarios (La Fraternidad y Unión Ferroviaria), para paliar el movimiento de pasajeros. Finalizada la medida de fuerza, los sindicalistas resolvieron condenar a dichas unidades y prohibieron a sus afiliados conducirlas y/o darles mantenimiento. Las mismas quedaron radiadas de servicio, estacionadas en playas de maniobras, hasta el tiempo terminó por convertirlas en chatarra inutilizable o en objeto de algún oculto negociado espurio, lo que no sería para asombrarse. Las autoridades ferroviarias (y/o nacionales) nada hicieron para impedir esto. Por su parte, en los '60, las autoridades de facto, con el argumento de atenuar los efectos de otra huelga ferroviaria, retiraron tornos y diversas maquinarias de Talleres Liniers y otros similares con el argumento de que se continuarían los trabajos en lugares no expuestos a posibles sabotajes de parte de los ferroviarios. Todos esos equipos nunca realizaron ninguno de sus habituales trabajos ni fueron devueltos a los ferrocarriles. Con el mismo criterio fueron cayendo talleres como los de Mecha o Tafí Viejo, las playas de maniobras han sido concesionadas a empresas privadas ajenas a la actividad ferroviaria o, por falta de uso, terminaron convertidas en baldíos en los que vagones abandonados van siendo destruidos por el tiempo mientras son ocupados por personas que los utilizan para no vivir en las calles.

VIAJANDO… CON EL ENEMIGO

Ya desde los pasos iniciales de la instalación del sistema ferroviario en nuestro país (y también en otros), el principal oponente, el más duro contrincante en cuanto a ganar mercados desplazando a la otra parte, fue el transporte automotor. Dado que, como lo señalé más arriba, la mayor ganancia de una línea ferroviaria está en el movimiento de cargas, es entendible que su más serio competidor será el camión. No hace falta ser un capacitadísimo profesional y/o un dedicadísimo estudioso para comprender esto .

Sin embargo, excluidas de esta posibilidad de comprensión parecen estar las autoridades nacionales: días atrás entregaron el cinco por ciento (5%) del paquete accionario de la línea ferroviaria Belgrano Cargas al sindicato de camioneros liderado por Hugo Moyano.

Como, además, la idea es dar participación accionaria a los gobiernos de todas las provincias por las que circula esa línea, considerando lo que hasta el presente se ha podido conocer de criterios y actitudes imperantes en las Gobernaciones provinciales y en los antecedentes del señor Hugo Moyano… no me atrevo a arriesgar ningún pronóstico por el futuro del Belgrano Cargas. Eso si, si fuera empleado de esa línea ya estaría buscando un nuevo trabajo… por las dudas.  En especial porque de la nueva conducción empresaria del Belgrano Cargas también participa la Unión Ferroviaria, en la persona de su secretario general, José Pedraza.

EJEMPLO AL ALCANCE DE LA MANO

Agua caliente y abundante, casa calefaccionada, aire acondicionado, energía eléctrica… y todo sin pagar un centavo a empresas prestadoras de servicios ni estafarlas. ¿Imposible? ¡Para nada! Es lo que están haciendo, desde varios años atrás, los habitantes de la Ecovilla Gaia, en el partido de Navarro, a pocos kilómetros de la Capital Federal.

Cocinas solares y energía eólica le permiten a sus habitantes alimentarse y tener electricidad sin pagar facturas de gas ni de electricidad. Los tres molinos eólicos abastecen de electricidad para los motores que extraen el agua de pozos, para la iluminación y hasta para tener acceso a Internet. Para los exquisitos también hay hornos de barro que consumen doce veces menos madera que un horno común. Las casa con diseño bioambiental -hechas de barro con aislantes naturales tales como el pasto, arcilla y/o paja, con pigmentos obscuros que absorben la temperatura- que les permite regular su temperatura ya que sus aberturas (puertas y/o ventanas) están orientadas hacia el norte y aprovechan la trayectoria solar para calefaccionar la casa en invierno. En el verano, las ventanas se abren durante la madrugada para que el frío de esas horas refresque la vivienda; el aislamiento impide que se pierda el frío y que se caliente el ambiente, manteniéndolo fresco durante todo el día.

Todo ello en una suerte de country del "subdesarrollo" o, si se prefiere, un resabio de las comunas hippies en un predio de 20 hectáreas. Pero con todos los adelantos de la modernidad…  Un claro ejemplo de lo que el ingenio, la voluntad y el talento pueden lograr sin millonarias inversiones.

¿ESTA TODO PERDIDO?

Dejo de lado la Ecovilla Gaia y me refiero a los recursos convencionales, tradicionales. Personalmente estimo que no todo está perdido. Obviamente, hay elementos irrecuperables en sí mismos. Pero, sin dudas, conservamos elementos del más alto valor: la capacidad, la creatividad y la voluntad de muchos argentinos.

Valores que, en 1922 nos llevaron a encarar nuestra propia actividad petrolera a través de la iniciativa del entonces coronel Enrique C. A. Mosconi;  que entre fines de los '40 y mediados de los '50 nos permitieron ser el único país del mundo, de entre los que no habían tenido activa participación en la Segunda Guerra Mundial, en haber desarrollado su propio caza a reacción de combate (Pulqui I y II), amén de otras aeronaves para propósitos diversos; que tuvimos desarrollos propios en materia automotriz con el utilitario Rastrojero y el sedán Justicialista (primer vehículo en que se usó carrocería de fibra de vidrio, aun antes que en Norteamérica); que también en maquinaria agrícola tuvimos desarrollos propios que constituyeron ejemplos por anticiparnos a la industria mundial. Si contamos la labor realizada en energía atómica, en industria naval (con astilleros como el Domecq García, Tandanor o el Río Santiago, en medicina no podemos evitar preguntarnos por qué hemos llegado a la situación actual. Más cerca en el tiempo, fueron también desarrollos propios el avión biplaza bimotor (turbohélice, aunque se estaba a punto de lanzar un modelo a reacción) Pucará y el misil Cóndor. De la actual situación del Pucará nadie habla ni puede dar información (supongo que, como tantas cosas, está "en suspenso"). El misil fue desmantelado (y entregados sus planos, matrices, etc.) durante la Administración Menem, al gobierno norteamericano, para no incomodar al Tío Sam. Entonces, una vez más surge el interrogante: ¿Qué nos falta… y por qué nos falta?.

En lo personal, estimo que nos falta consciencia de nuestros propios recursos y capacidades. Y confianza para valorarlos y, no menos importante, para defenderlos de las malas administraciones, ya sea que se deban a intenciones dolosas y/o a incapacidad. No evidenciamos la fuerza ni la unidad para exigir a nuestros gobernantes coherencia y responsabilidad en relación al aprovechamiento de nuestros recursos en función de los intereses generales del país, proyectados al futuro, antes que de los sectoriales o partidistas.

Alguien dijo que los argentinos "no estamos como estamos por lo que somos sino por lo que hacemos"; me atrevo a acotar: y por lo que no hacemos… o dejamos que nos hagan.

Así, lograremos el tan declamado y poco cumplido desarrollo sustentable.

Fuente
Correo Electrónico

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