Debate parlamentario con motivo de la impugnación del Diploma del Diputado Luis Patti. Intervención de la diputada Nora Ginzburg y texto completo de su posición.
El debate
Sra. Ginzburg.- Señor presidente: hace poco tiempo escuché a la señora senadora Fernández de Kirchner señalar que todos teníamos que decir lo que pensábamos, cualquiera fuere el lugar donde nos encontráramos, desde la más alta magistratura hasta el lugar más insignificante, y que desconfiáramos de aquellos que no decían lo que pensaban porque tenían otro interés. Como mi único interés es el bien de mi patria y lo que creo justo, voy a decir lo que pienso si es que me lo permiten.
Esta Cámara es la caja de resonancia de todas las ideas y yo pretendo exponer las mías. Aclaro que lo hago a título exclusivamente personal, y dado el breve tiempo de alocución de que dispongo, solicito la inserción de dieciocho páginas en el Diario de Sesiones.
Para algunos, Luis Patti estaba condenado de antemano. Cuando se decidió pasar las actuaciones a la comisión respectiva, muchos creímos que era un acto auténtico y no, como pensaba el señor diputado Di Pollina, que lo habíamos condenado prima facie. El 5 de diciembre se presentaron las impugnaciones, el 6 juramos y recién el 9 Patti acompañó el certificado. Entonces, mal podíamos tener en cuenta absolutamente nada. Por una cuestión de seriedad y de no resolver el asunto sobre tablas, establecimos que íbamos a girar todos los casos de impugnaciones a comisión. Creímos que este proceso iba a ser serio y que se le otorgaría a Patti el derecho de defensa que él, supuestamente, no había dado a otros. Según mi análisis esto no fue así.
Con respeto hacia todos los integrantes de la comisión, para mí esto fue una parodia de juicio. (Aplausos.) Para quienes hemos ejercido tantos años el derecho penal y defendido a tantísimos acusados ‑algunos por delitos gravísimos‑, y creemos en el derecho de defensa para todos y no sólo para aquellos con los que simpatizamos sobre la base de seudo teorías garantistas, tan en boga hoy, esto es verdaderamente indignante.
Uno de los impugnantes sostuvo que aquí no hay revancha ni persecución, pero de las actuaciones labradas en la comisión parecería desprenderse todo lo contrario. Entonces, como se habla de algunos marcos políticos, quiero explicar cuál fue el que nos llevó a estar discutiendo esta cuestión, porque me siento sumamente alarmada por la amnesia que padece la sociedad. (Manifestaciones en las galerías.)
Sra. Ginzburg.- Solicito al señor presidente que haga cumplir el reglamento y desaloje la barra, porque tengo derecho a hablar. También le pido que descuente el tiempo que no puedo utilizar. (Manifestaciones en las galerías.)
Sr. Presidente (Balestrini).- Quédese tranquila que se le descontará todo el tiempo en el que no pueda hacer uso de la palabra.
Sra. Ginzburg.- ¡Voy a decir lo que pienso!
Sr. Presidente (Balestrini).- Me parece muy bien. Usted siempre ha dicho lo que piensa, señora diputada.
Sra. Ginzburg.- Por eso voy a hacerlo ahora.
Para saber en qué contexto estamos moviéndonos y por qué llegamos a este punto, deseo transcribir algunos párrafos de la memorable sentencia 13/85 de la Cámara Federal, cuando se juzgó a los comandantes responsables del terrorismo de Estado en la Argentina...(Manifestaciones en las galerías.)No porque griten más tienen más derechos... (Aplausos y manifestaciones en las galerías.)
En el Capítulo I ‑“De los hechos”‑ la Cámara dice lo siguiente: “En consideración a los múltiples antecedentes acopiados en este proceso y a las características que asumió el terrorismo en la República Argentina, cabe concluir que dentro de los criterios de clasificación expuestos el fenómeno se correspondió con el concepto de ‘guerra revolucionaria.” (Aplausos en las galerías.)
En otro párrafo, la Cámara señala: “Debemos admitir que en nuestro país sí hubo una guerra interna iniciada por las organizaciones terroristas contra las instituciones de su propio Estado.” (Aplausos en las galerías.).
La Cámara Federal que juzgó a los ex comandantes reconoce la existencia de dos terrorismos: el terrorismo de Estado y el terrorismo subversivo. (Aplausos y manifestaciones en las galerías.)
Lo único que falta es que ahora cambien la sentencia, como se ha hecho con el prólogo del libro “Nunca más”. (Aplausos en las galerías.)
El 31 de agosto de 2001, en un artículo publicado por el diario “La Nación” bajo el título “Esta guerra no terminó”, el hoy diputado Bielsa dijo lo siguiente: “Que los combatientes de ayer, hoy funcionarios internacionales vinculados con los derechos humanos, que baldean con premura su pasado, aticen su versión de la verdad y la justicia, sólo es útil para ellos. Es menester haberse criticado y franqueado para exigir autocríticas si estamos hablando del plano de la autoridad moral. Ser justo significa aplicar las mismas normas y reglas de manera consistente y continuada, independientemente del interés personal y del compromiso emocional. Lo otro supone un doble estándar”. Eso es lo que está ocurriendo acá: hay un doble estándar. (Aplausos en las galerías.)
Como dijo Beatriz Sarlo: “¿Acaso Rucci no tenía derechos humanos?” (Aplausos en las galerías.)
El horror del terrorismo de Estado, que trajo el orden de los cementerios, no nos hará olvidar el horror del terrorismo subversivo. (Aplausos en las galerías.)
Los que vivimos esa época y no sufrimos de amnesia no vamos a olvidarlo. (Aplausos en las galerías.)
El terrorismo subversivo fue un demonio ‑no me turba decirlo‑ porque mataba a mansalva. (Aplausos en las galerías.)
Esa es la calificación más apropiada; y el terrorismo de Estado fue mucho peor, porque cometió sus crímenes apañado en la impunidad del poder. Pero eso no significa que haya muertos de “primera” y de “segunda”; para mí, todas las vidas tienen el mismo valor, aunque acá pareciera que no es así. (Aplausos en las galerías.)
Y todos los que participaron en esa guerra tienen las manos manchadas de sangre argentina. (Manifestaciones y aplausos en las galerías.)
Parafraseando a Juan José Sebreli en un artículo que publicara el 30 de marzo de este año titulado “Sobre guerrilleros y militares”, sostengo que condenar a los guerrilleros no supone elevar a los militares a la categoría de héroes salvadores, y condenar a éstos no implica convertir a asesinos políticos en jóvenes idealistas. (Aplausos en las galerías.)
Aclarado el marco teórico en que está desenvolviéndose este tema, pues aquí se habló acerca de dictadura y represión –al respecto todos coincidimos, pero nosotros hablamos de la historia total y no parcial como nos la quieren mostrar‑, pasaré a considerar las probanzas obrantes en la causa.
Ningún juez ha condenado a Patti por asesino y torturador. Ni siquiera existe sobreseimiento dictado que no esté firme en esas causas. Se aportó como prueba un dossier del CELS, cuyo presidente es el señor Verbitsky. El señor Verbitsky, conforme se desprende de la causa número 41.811 del Juzgado Federal número 1 de San Martín, estuvo involucrado en el secuestro de los hermanos Born, causa que fue beneficiada por el decreto 1003/89. Según la declaración del propio terrorista Juan Daniel Zverdko, quien reconoció haber participado en el hecho, fue el propio Verbitzky quien el 15 de marzo de 1976, es decir en época constitucional, detonó la bomba en el Comando del Ejército donde murieron militares y civiles... (Manifestaciones en las galerías.)...y ahora lo tenemos de referente. Parece una burla, y yo, que viví esa época creo que me están burlando... (Manifestaciones en las galerías.)
Vayamos al dossier en sí, a las pruebas que hay en el expediente. El dossier dice que el policía o el imputado registra los siguientes antecedentes disciplinarios, y reseña trece, que parecen delitos, y no dice si hubo intervención judicial, si tuvo sanciones.
¿Qué valor realmente puede tener esto si no se lo compara con la foja de otro policía? Esto es absolutamente tendencioso. (Manifestaciones en las galerías.)
El señor impugnante, diputado Bonasso... (Manifestaciones en las galerías.)
¿Puedo seguir, señor presidente? (Manifestaciones en las galerías.)
El 18 de mayo de 1997, en el Paseo La Plaza, en ocasión de presentar su libro, dijo: ”Cometimos algunos errores.” Y avanzando en su discurso, sostuvo: ”En lugar de matar a Rucci tendríamos que haber matado a López Rega.”
¿Qué valor le otorga a la vida humana... (Manifestaciones en las galerías.)...este diputado que estuvo involucrado en la causa por asociación ilícita número 5.148 del Juzgado Federal número 6, y que también fue beneficiado por el decreto 1003/89?
Permítaseme hacer una aclaración muy importante: si el impugnado fuera hoy el señor diputado Bonasso, yo estaría haciendo la misma defensa para que él ingresara al cuerpo... (Manifestaciones en las galerías.) ...porque yo no estoy defendiendo a Patti. Defiendo la República y el Estado de Derecho. (Manifestaciones en las galerías.)
El fiscal Murray tiene una opinión según la cual el sobreseimiento fue irregular. Como lo decía también hoy el señor diputado Vargas Aignasse, fue irregular. Claro, es nada más que una opinión, y quiero decir que acá en esta causa lo que se pidió es la nulidad de ese sobreseimiento.
No hay ni siquiera un auto de procesamiento que esté firme contra Patti. Quiero dejarlo bien en claro porque aquí se dijeron muchas cosas y hay que ir a ver el expediente.
Ahora, yo me pregunto esto... (Manifestaciones en las galerías). Por supuesto, si la justicia lo decide, voy a respetar su decisión, como lo hice toda mi vida la decisión de la justicia. Pero me pregunto: ¿Habiendo sido abogados defensores de los querellantes los doctores Nilda Garré, Luis Zamora, Gustavo Parrilli, si el hecho fue tan irregular, cómo se explica que en pleno gobierno democrático no hayan pedido el juicio político del magistrado que dictó el sobreseimiento y de los dos o tres jueces que lo confirmaron? (Manifestaciones en las galerías.)
Los testigos Marciano, Jaime y Jeréz son testigos de oídas, es decir, se refieren a lo que dijeron otras personas. Sin embargo, diputado Vargas Aignasse, le voy a transcribir lo que dijo el testigo Jaime, quien en todo momento sostuvo que se enteró por comentarios de terceros.
El diputado Vargas Aignasse transcribe una cita de un diario sobre Patti, pero se repiten los dichos de los testigos parcialmente: “No soy testigo físico del hecho, de ningún hecho. No he estado preso, no he sido torturado, pero sí conviví con los compañeros, sí viví esa etapa del 76 de la que busco la verdad.”
También me extraña que no se expresen los dichos textuales de la testigo Chorobick, que dijo que originalmente no pudo reconocer a la patota que había entrado a su casa pero luego, cuando fue el caso de María Soledad Morales, pensó reconocer a Patti como uno de esos hombres. Pero se decía a sí misma: “No puede ser porque la estatura no da con la cabeza; parecía cabezón y alto.” Dudó un tiempo hasta que lo vio en televisión y ahí se convenció.
¿Qué la llevó a convencerse? No lo sabemos, señor presidente. No se ha permitido a la defensa –lo digo con todo respeto a los integrantes de la comisión‑ ejercer debidamente el derecho de defensa. No se les ha permitido acreditar la idoneidad de los testigos, cosa que ocurre en cualquier juicio civil o penal, en sumarios administrativos, y mucho más debería suceder cuando se acusa a alguien de un delito. Ante cada pregunta de los defensores venía el cercenamiento diciendo que no estaban juzgando al testigo y que no era momento para alegar, mientras que los otros diputados sí alegaban todo lo que querían.
Entonces, si ni siquiera el testigo Gerez pudo decir si participó o no de la toma de Garín, ¿cómo podemos saber si es realmente objetivo?(Aplausos en las galerías.) Esto sería tomado en consideración por cualquier juez penal. Pero si los diputados se creen tan iluminados y piensan que sus solas creencias bastan, es muy difícil que podamos coincidir.
También es muy difícil ser objetivos para quienes han formado parte de ese pasado negro de la Argentina o para los que han sido sus víctimas. Quienes debemos ser objetivos somos los que no formamos parte de eso ni tuvimos vinculación con ninguno de los grupos.
Yo no fui a ninguna reunión, pero leí todas las actuaciones. Algún diputado dijo que eso era un proceso de conocimiento. Pero no es así, señor presidente. Metafóricamente hablando, eso fue una ejecución sumaria. Y esto es muy grave, porque cuando se habla de violación de tratados internacionales...
Sr. Presidente (Balestrini).- La señora diputada González le solicita una interrupción. ¿Se la concede, señora diputada?
Sra. Ginzburg.- No se la concedo, señor presidente. (Aplausos en las galerías.) Decía que eso es muy grave, porque cuando se habla de violación de tratados internacionales que adjudican responsabilidad sobre delitos de lesa humanidad, solamente un juez lo puede resolver. No estamos hablando de una falta ética grave que pueda resolver esta Cámara sino de un delito y, además, de lesa humanidad. ¿Qué vienen a hablar de falta de idoneidad? O es un delito de lesa humanidad o es falta de idoneidad. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Esto no lo puede resolver la Cámara.
Tal como sostuvo Linares Quintana, “Haber permitido a una Cámara negar la admisión a un legislador electo por fallas morales abre la puerta a los abusos de una mayoría opresora.” (Aplausos en las galerías.)
Señor presidente: ningún juez responsabilizó a Patti por delitos de lesa humanidad. Me causa gracia porque el señor diputado Vargas Aignasse hablaba del juez Marchetti diciendo que era muy malo, pero parece que el juez Borrino es muy bueno. Parece ser que según cómo nos cuenten las cosas, o si nos gustan o no, así es la Justicia.
Si nadie le adjudica responsabilidad según los tratados internacionales y no respetamos la voluntad de casi 400.000 personas que votaron a Patti –no al PAUFE; esto no es cierto, por eso les pido que no desfiguren los hechos‑ impidiendo su ingreso a esta Cámara por falta de idoneidad moral, estamos diciendo que esas 400.000 personas no tienen idoneidad moral, y me parece una soberbia supina de esta Cámara decidir semejante cosa. (Aplausos y manifestaciones en las galerías.)
Voy a concluir, señor presidente, diciendo que rechazar la incorporación de Patti constituye una nueva violación a las instituciones de la Nación y a las decisiones soberanas del pueblo que lo eligió libremente. (Manifestaciones en las galerías.)
Existe un avasallamiento al principio de división de poderes y un abuso de autoridad muy grave que implica una agresión a la República.
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
INSERCION DE TEXTO DE LA DIPUTADA NORA GINZBURG
(O.D. N° 228) REF.: IMPUGNACIÓN DEL DIPLOMA DEL DIPUTADO LUIS A. PATTI
Como he reseñado en mi alocución, la Cámara Federal en la causa N° 13/85 dejó muy bien aclarado que en nuestro país vivimos una guerra, destacando, además, que “algunos de los hechos de esa guerra interna habrían justificado la aplicación de la pena de muerte contemplada en el Código de Justicia Militar...”
Resultan muy ilustrativos los párrafos obrantes en la pieza jurídica ratificando estos conceptos (ver fallos de la Corte Suprema, Tomo 309, vol. I, especialmente páginas 71 a 100), que a continuación transcribo:
“El fenómeno terrorista tuvo diversas manifestaciones con distintos signos ideológicos en el ámbito nacional con anterioridad a la década de 1970, pero es este año el que marca el comienzo de un período que se caracterizó por la generalización y gravedad de la agresión terrorista evidenciada en la escena, sino también por el gran número de acciones delictivas que emprendieron e incluso por la espectacularidad de muchas de ellas...”.
“El accionar del terrorismo, que por su complejidad y gravedad y por la capital importancia que reviste como necesario antecedente de los hechos objeto de juzgamiento, será motivo de análisis pormenorizado en puntos posteriores...”, “...aunque estadísticamente y al sólo efecto ilustrativo señala que como resultado de la actuación guerrillera en el lapso comprendido entre 1969 y 1979 se computan alrededor de 21.600 acciones de diversa entidad, entre atentados explosivos, atentados incendiarios, secuestros de artefactos explosivos y de material incendiario, intimidaciones con arma y otros actos intimidatorios, actos contra medios de comunicación social, secuestros de personas, asesinatos, robos de dinero, vehículos, armamentos, explosivos, documentos, uniformes, material de comunicaciones, materiales sanitarios y materiales diversos, copamientos de localidades, de unidades militares, policiales y de seguridad, de medios de comunicación social, fábricas y locales de espectáculos públicos, y cantidad de actos de propaganda...”.
“...La actividad a que se hace referencia se desarrolló con intensidad progresiva y alcanzó su momento culminante a mediados de la década, ya que las bandas existentes, dotadas de un número creciente de efectivos, de mejor organización y mayores recursos financieros multiplicaron su accionar y produjeron, en el lapso posterior a la instauración del gobierno constitucional, la mayor parte de los hechos delictivos...”.
“...La importancia que adquirió la actividad terrorista se refleja objetivamente en que:
"A) Se desarrolló en todo el territorio de nuestro país, predominantemente en las zonas urbanas; existiendo, asimismo, asentamientos de esas organizaciones, en zonas rurales de Tucumán...
"B) Consistió generalmente en ataques individuales a personas y bienes, incluyendo asesinatos y secuestros que por su generalidad hacía muy difícil la prevención de los ataques...
"C) En menor medida, se produjeron ataques organizados contra unidades militares y copamientos de pueblos enteros...”,
“...D) Resultaron afectados todos los sectores de la vida nacional, aunque en especial fueron objeto de ataque integrantes de las Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales, y bienes afectados a su función...”.
“...La actividad descripta fue producto de la actuación de una pluralidad de grupos subversivos que en total contaban con un número de algunos miles de integrantes, siendo sus características más importantes su organización de tipo militar que incluyó la creación de normas y organismos propios de tipo disciplinario, su estructura celular, la posesión de un considerable arsenal que utilizaban en sus acciones, y abundantes recursos económicos, producto principal de delitos cometidos...”. Algunas de las estimaciones que toma la sentencia indican que ascenderían a 25.000 militantes, de los cuales 15.000 eran combatientes. “...La organización de tipo militar de esas bandas surge implícitamente de las acciones de mayor envergadura acaecidas contra instalaciones castrenses, entrenamiento previo en el manejo de armas y las modalidades de lucha adoptadas que evidencian a las claras un adiestramiento de ese tipo. Esta condición es puesta de resalto, también en su material de propaganda...”.
“...Por resultar inherente a la forma de organización militar, las bandas terroristas dictaron sus propias normas disciplinarias y punitivas y constituyeron organismos propios con la finalidad de sancionar determinadas conductas que consideraban delictuosas...”. “...El arsenal utilizado por estas organizaciones provenía básicamente del robo a unidades militares, a funcionarios policiales e, incluso, a comercios dedicados a tal actividad ... para el adecuado uso de dicho arsenal los elementos subversivos eran adiestrados práctica y teóricamente...”.
“...La actuación de las bandas subversivas se caracterizó por la pública atribución de los hechos cometidos ... las distintas organizaciones subversivas emitieron una multitud de publicaciones y panfletos, donde a través de partes de guerra y comunicados daban detalles de los hechos cometidos...”. “...Otra característica distintiva consistió en que los integrantes de esas organizaciones encubrían su actividad terrorista adoptando un modo de vida que no hiciera sospechoso...”.
“...El objetivo último de esta actividad fue la toma del poder político por parte de las organizaciones terroristas, alguna de las cuales incluso intentó, como paso previo, a través de los asentamientos en las zonas rurales de Tucumán ya mencionados, la obtención del dominio sobre un territorio, a fin de ser reconocida como beligerante por la comunidad internacional...”.
De las propias publicaciones de estas bandas se desprende esto. “...merecen especial atención como ejemplo de lo expuesto:
A) El editorial titulado ‘El mandato político de Fernando Abal Medina’, publicado en la revista ‘Militancia Peronista para la Liberación’, del 6 de setiembre de 1973. Dice “...ese es en esencia el proyecto político de Fernando Abal Medina, que obligadamente debemos rescatar. Sus pautas esenciales, podemos sintetizarlas en:
1-Asunción de la guerra popular.
2-Adopción de la lucha armada como la metodología que hace viable esa guerra popular, mediante formas organizativas superiores.
3-Absoluta intransigencia con el sistema.
4-Incansable voluntad de transformar la realidad.
5-Identificación de la burocracia como formando parte del campo contrarrevolucionario.
6-Entronque efectivo en las luchas del pueblo.
7-Confianza ilimitada en la potencialidad revolucionaria de la clase trabajadora peronista.
B) La ‘Resolución sobre la relación partido-ejército del quinto Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores’, en cuanto dice: ‘...el Partido..., es una organización ... que se constituye en la dirección política revolucionaria de todo el pueblo, en todos los terrenos de lucha, tanto en el terreno militar como en el económico, político, etc...’.
C) El editorial ‘La Guerrilla Rural y Urbana’ publicado en ‘Estrella Roja’ de julio de 1974 ... en cuanto expresa que ‘la guerrilla rural tiene la característica de que permite, gracias al auxilio de la geografía, la construcción relativamente veloz de poderosas unidades de combate ..., la consolidación de estas unidades permitirá disputar al enemigo zonas geográficas, primero durante la noche y luego durante el día. En la medida de que el paralelo desarrollado en la lucha política y aplicación de una línea correcta de masas a la actividad militar, fortalezca y engrose las columnas guerrilleras, será posible liberar zonas y construir más adelante sólidas bases de apoyo...”.
“...La gravedad de la situación en 1975, debido a la frecuencia y extensión geográfica de los hechos terroristas, constituyó una amenaza para la vida normal de la Nación, estimando el gobierno nacional que los organismos policiales y de seguridad resultaban incapaces para prevenir tales hechos. Ello motivó que se dictara una legislación especial para prevención y represión del fenómeno, debidamente complementada a través de reglamentaciones militares...”.
Concluyo lo reseñado por la Cámara con una frase de su sentencia: “...No hay entonces delincuentes políticos, sino enemigos de guerra, pues ambas partes son bélicamente iguales...”.
Pero no es sólo la Cámara Federal que juzgó a los comandantes la que clarificó cuál fue el accionar de los grupos de terroristas subversivos que azotaron a nuestro país. También fueron algunos de sus integrantes los que se ocuparon de aclarar este tema, que hoy pareciera que se desconoce.
Así es como el ex Montonero Enrique Gil Ibarra, en su artículo “Paredón y después (los corderos mueren en silencio)” (www.ayeshalibros.com.ar/html/pdf/paredon/pdf) sostuvo: “No acuerdo en que no hubo una guerra. Sí la hubo, aunque muchos de los que hoy hablan sin haber participado y algunos pocos de los que si, la nieguen ... no hay declaraciones de guerra, ni códigos, ni honor, en estos temas. Estas cosas dejaron de utilizarse luego de la Primera Guerra Mundial. La Convención de Ginebra no se ha respetado jamás en la lucha entre países. Pretender que se intentara en una guerra civil (que fue lo que se intentó) sería absurdo ... Sí hubo abusos, crímenes espantosos, torturas, etc. Pero no eran excesos. Hubo un plan premeditado, que fue el extermino de todos aquellos que pensábamos en cambiar el sistema. Pero sí quiero ser honesto, también hubo un plan premeditado por nuestro lado: el exterminio de todos aquellos a los que considerábamos explotadores, asesinos, vendepatrias. Los métodos ... ah, sí, eso fue diferente...”. “...No hay ninguna posibilidad de un golpe militar en ningún país si una considerable (muy considerable) porción de la población no lo apoya. Es decir: que mi posición es que la dictadura vino porque una enorme parte del pueblo argentino la reclamaba ... Que esta equivocación irreparable, si bien no nos hace igual de culpables, sí nos hace corresponsables del desastre posterior. Planteado esto, que reitero es mi posición personal, podemos comenzar a evaluar la realidad de esos años. Pero, ojo, una vez que nos larguemos, los estómagos delicados deberán aguantarse. Si la verdad de lo ocurrido es importante, entonces es imprescindible la verdad completa. No solamente las huevadas de Hebe de Bonafini, ni las de Alfonsín, ni de las organizaciones de derechos humanos, ni siquiera las de la Comisión del Nunca Más. Sí hubo una guerra. No sólo militar. Ideológica, política, económica. Una guerra en la que no tomaron partido ni Sábato ni Magdalena Ruiz Guiñazú, ni la APDH. Un exterminio y aniquilación que no se llevó a cabo solamente en las calles de las ciudades, en los enfrentamientos, sino en los pozos y en las cuevas. En las comisarías de pueblo, en las casas miserables de las villas. En los sótanos de muchas empresas multinacionales, en escuelas, en quintas de empresarios, en yate de fin de semana. El 24 de marzo de 1976, en realidad nada comenzó, salvo un final preanunciado...”.
Yo me pregunto, si es tal vez por eso, para no afectar a “los estómagos delicados”, que se quiere borrar una época llegando, incluso, al negacionismo. Pero muchos recordamos que dos días antes del golpe, como para llamarlo, el diario La Opinión de Jacobo Timerman titulaba: “Un muerto cada cinco horas; una bomba cada tres”, y posteriormente en su edición del 27/3/76 se deshacía en elogios respecto de los militares que habían usurpado el poder.
En igual sentido el ex integrante del ERP, Oscar del Barco, en el ejemplar de enero de la revista cordobesa “La Intemperie” dijo: “El principio que funda toda comunidad es el no ‘derecho’ a matar. ¿Qué diferencia hay entre Santucho, Firmenich, Quieto y Galimberti, por un parte, y Menéndez, Videla o Massera, por la otra?. Si uno mata el otro también mata. Esta es la lógica criminal de la violencia. Siempre los asesinos, tanto de un lado como del otro, se declaran justos, buenos y salvadores. Pero si no se debe matar y se mata, el que mata es un asesino, el que participa es un asesino, el que apoya aunque sólo sea con su simpatía es un asesino. Y mientras no asumamos la responsabilidad de reconocer el crimen, el crimen sigue vigente. Más aún. Creo que parte del fracaso de los movimientos ‘revolucionarios’ que produjeron cientos de millones de muertos en Rusia, Rumania, Yugoeslavia, China, Corea, Cuba, etc., se debió principalmente al crimen. Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara. No sé si es posible construir una nueva sociedad, pero sé que no es posible construirla sobre el crimen y los campos de exterminio. Por eso las ‘revoluciones’ fracasaron y el ideal de una sociedad libre lo ahogaron en sangre. Es cierto que el capitalismo, como dijo Marx, desde su nacimiento chorrea sangre por todos los poros. Lo que ahora sabemos es que también al menos ese ‘comunismo’ nació y se hundió chorreando sangre por todos sus poros ... Aunque pueda sonar a extemporáneo corresponde hacer un acto de contrición y pedir perdón. El camino no es el de ‘tapar’ como dice Juan Gelman, porque eso ‘es un cáncer que late constantemente sobre la memoria e impide construir de modo sano’. Es cierto. Pero para comenzar él mismo (que padece el dolor insondable de tener un hijo muerto, el cual, debemos reconocerlo, también se preparaba para matar) tiene que abandonar su postura de poeta-mártir y asumir la responsabilidad como uno de los principales dirigentes de la dirección del movimiento armado Montoneros. Su responsabilidad fue directa en el asesinato de policías y militares, a veces de algunos familiares de militares, e incluso de algunos militantes montoneros. Debe confesar sus crímenes y pedir perdón por lo menos a la sociedad ... Es hora como él dice que digamos la verdad. Pero no sólo la verdad de los otros sino ante todo la verdad ‘nuestra’. Según él pareciera que los únicos asesinos fueron los militares, y no el EGP, el ERP y los Montoneros. ¿porqué se excluye y nos excluye, no se da cuenta que así ‘tapa’ la realidad?. Gelman y yo fuimos partidarios del comunismo ruso, después del chino, después del cubano, y como tal callamos el exterminio de millones de seres humanos que murieron en los diversos gulags del mal llamado ‘socialismo real’. ¿No sabíamos?. El no saber, el hecho de creer, de tener una presunta buena fe o buena conciencia, no es un argumento, o es un argumento bastardo. No sabíamos porque de alguna manera no queríamos saber. Los informes eran públicos ... Los otros mataban pero los nuestros también mataban”.
Como ha dicho Juan José Sebrelli, en su artículo “Claroscuros de una época al borde del abismo” publicado en La Nación el 19/03/06 “Durante toda la década, las izquierdas compartieron con la derecha el desprecio por la democracia, las libertades individuales, el pluralismo y la tolerancia hacia el adversario. Su reticencia a hacer autocrítica, salvo excepciones individuales, a lo que se sumó la despolitización de la juventud, impediría jugar un papel importante en el nuevo período democrático donde fue sustituido por un vago y confuso progresismo”.
En efecto, salvo alguna excepción no se advierten autocríticas. Ha habido algunos intentos farsantes de ello, de ex integrantes de estas bandas de decir que se cometieron “ errores”. Pero ello no constituye una auténtica autocrítica, es nada más que un eufemismo de los asesinatos más terribles.
Aquí sí existe un doble estándar, y también cuando se habla con mucha frecuencia de los crímenes de la derecha, del fascismo; y los de la izquierda ¿qué?. ¿Tienen un bill de indemnidad?. ¿Sólo el gobierno cubano está autorizado a violar los derechos humanos sometiendo a los disidentes a condiciones degradantes en las prisiones, donde sufren todo tipo de vejámenes? Por algo ese gobierno no permite más el ingreso de quienes sabe que no comulgan con su régimen. En definitiva, por algo Stalin decía que su mejor émulo era Mussolini. Es paradójico, pero los violentos de la izquierda y la derecha siempre terminan entendiéndose, aunque parecieran tan enemigos. En realidad, ambos tienen idéntico adversario: los que creemos que los cambios se efectúan pacíficamente, al estilo de Mahatma Gandhi.
Beatriz Sarlo, en la entrevista que se le hiciera con motivo de la publicación de su libro “La pasión y la excepción” (www.revistalote.com.ar/nro076/sarlo/htm), entre otros conceptos, expresa “Después del asesinato de Aramburu hubo decenas de asesinatos políticos, o sea que era un problema que estaba fuera de cuestión, que no se planteaba fuera del horizonte. Era un problema no formulado, la necesidad del asesinato político creo que es un problema central y que de alguna manera tiene una respuesta: el asesinato político no es legítimo. Eso no era un problema, el asesinato político parecía legítimo”. Continúa reseñando que “hacia comienzos de los 80 Héctor Schmucler publicó en México en la Revista ‘Controversia’ un texto que yo creo que fue el primero que abrió esa cuestión porque puso una pregunta muy sencilla que causó escándalo” (se está refiriendo a la dimensión ética de reconocer lo que hizo Montoneros) y que a ella le pareció fundamental, que ya la formulara en el discurso: “¿Acaso Rucci no tenía derechos humanos?”.
Pero parece que no, alguna teoría muy condescendiente con determinados delincuentes sostiene que sólo los estados pueden violar los derechos humanos. Que los otros son meros delitos. Pero hay una gran confusión conceptual: delitos son todos los crímenes y violaciones a la ley, tanto los que comete el estado por medio del terrorismo como los que llevan a cabo las bandas de terroristas subversivos, que no son iguales a la conocida ‘banda del gordo Valor’, por ejemplo, cuyo único objetivo es un beneficio económico y no tiene la estructura ni medios anteriores, y que también cometen delitos. Pero los otros dos, atentan contra toda la comunidad y a ambos los incluye el artículo primero del Estatuto de Roma, que no hace diferencias entre estados o grupos. Claro, nuestra Justicia actual ha tomado la primer postura y es por ello que considera que bandas de terroristas asesinos, como el ETA, no cometen delitos de lesa humanidad y deniega su extradición. No nos extraña: sólo se reconocen los derechos humanos de algunos.
Resultan ilustrativas las palabras del mensaje presidencial que en enero de 1974, como resultado del copamiento al Regimiento de Azul, pronunciara el General Perón, cuando dijo: “En la localidad de Azul, en el Regimiento de Tiradores Blindados 10, una partida de asaltantes terroristas realizó un golpe de mano, mediante el cual asesinaron al jefe de la unidad coronel don Camilo Gay y a su señora esposa y luego de matar alevosamente a soldados y herir a un oficial y suboficial, huyeron llevando como rehén al teniente coronel Ibarzábal. Ya no se trata sólo de grupos delincuentes, sino de una organización, el llamado ‘Ejército Revolucionario del Pueblo’, que, actuando con objetivos y una dirección foránea, ataca a instituciones y al Estado como medio de provocar un caos que impida la reconstrucción y la liberación en que estamos empeñados. Es la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios, que actúan mediante la simulación de móviles tan inconfesables como inexplicables”.
Sobre el particular, recuérdese que el líder justicialista, poco antes había echado a los Montoneros de la Plaza de Mayo, de quienes ya se había distanciado cuando mataron a Rucci.
En algún momento se sostuvo que la guerrilla fue la consecuencia de los hechos acaecidos a partir de 1955 con el derrocamiento de Perón, pero con el tiempo se advirtió que eso fue una excusa, ya que el doliente pueblo peronista no se dedicaba a imponer el terror y esperaba tan sólo la vuelta de su líder al poder, hecho que se concretó en 1973 ganando con el 62% de los votos. La algarabía que entonces se vio por todo el país resulta inolvidable, pero los terroristas subversivos aún así siguieron con sus crímenes atentando contra toda la sociedad y el gobierno constitucional que se impuso a partir de esa fecha, dejando en claro que su objetivo era lisa y llanamente la toma del poder por medio de la violencia.
Hablando de objetivos foráneos, no puede sostenerse que los terroristas subversivos hayan sido simples delincuentes comunes cuando el Estado Cubano estaba tratando de exportar su revolución, entre otros, a nuestro país. Entonces, había efectivamente el apoyo de un estado extranjero, como señalaba Perón, bajo cuya dirección se cometían los peores delitos.
En su edición del 25 de Mayo de 2005, el diario el Tribuno de Salta efectuó la cobertura de la búsqueda en Orán de los restos del guerrillero cubano Hermes Peña Torres, apodado el “Comandante Hermes”, integrante del grupo liderado por el guerrillero argentino Jorge Mascetti denominado Comandante Segundo (se suponía que de ser exitosa la aventura insurgente en la Argentina, cosa que no ocurrió, el “Che” sería el Comandante Primero). Dice el periódico: “El comandante Hermes considerado la mano derecha del Che Guevara, murió el 18 de abril de 1964, en un enfrentamiento con efectivos de la Gendarmería Nacional Argentina en las inmediaciones de Colonia Santa Rosa ... En la lucha también perdió la vida el Cabo Romero”. Continúa manifestando que de confirmarse que son sus restos mortales, éstos “...serían repatriados a Cuba donde se le realizarían funerales como héroe por las autoridades del gobierno del presidente Fidel Castro...”.
En 1964, en nuestro país había un gobierno constitucional y se estaba atentando contra éste. Cierto es que el peronismo estaba proscripto, lo que fue un grave error, pero quienes intentaron esta operación guerrillera no venían precisamente a liberarlo. Si hubo algún antiperonista acérrimo es fue Ernesto Guevara, tanto como lo fue Eva Perón respecto del comunismo. No tergiversemos los hechos con falsas aureolas idealistas, tratando de interpretar, según el gusto de algunos, lo que no fue. Falta ahora que se termine elaborando una teoría estrafalaria en la que se fundan el “Che” y Evita. Hay que leer sus respectivos escritos y discursos y no quedará duda de lo que afirmo.
Este relato es para destacar quiénes son algunos de los impugnantes, cuanto menos simpatizantes de estos grupos puesto que nunca les escuché una sola palabra en contra de sus crímenes aberrantes. Otros han sido víctimas del terrorismo de estado, por lo que no puede exigírseles objetividad. En ningún caso creo que pueda hablarse de principios, sino más bien de prejuicios, pues si hubiera una condena legal por crímenes de lesa humanidad todos tendríamos los mismos principios y nos negaríamos a que Patti ingrese al Cuerpo.
Por ello estas actuaciones, como sostuve en el discurso, son absolutamente parciales. A mi me resulta, por ejemplo, sumamente sugestivo que la impugnante Araceli Méndez de Ferreira, que conocía el procedimiento, pues impugnó a Romero Feris ante la justicia, previo al acto eleccionario, no haya seguido aquí el mismo procedimiento. En fin, me resulta muy sospechoso que no haya habido una sola impugnación de Patti ante la Justicia, y yo creo que fue porque sabían que no podría prosperar y buscaron el atajo de esta Cámara.
Además, el testigo Jerez dice que Patti estaba presente cuando lo torturaron por investigación de un delito común en el año 1972. Que reconoce su voz. Que su padre no hizo nada pues era un analfabeto y fue convencido por funcionarios del Juzgado que no lo hiciera. Tener en cuenta estas declaraciones es muy peligroso, cualquiera puede ser condenado sin ninguna garantía legal.
De otras declaraciones se desprende con claridad que hubo respuestas que fueron inducidas por los impugnantes. Basta con solo leerlas.
Además, cuando leí el dossier del CELS que acusaba a Patti de quemar gatitos me sobresalté. Recordé que en mi juventud, plena época de los atentados de las bandas terroristas, tenía un amigo que vivía en Junín y que estudiaba en el Nacional Buenos Aires. Recordé una anécdota que me había contado por ese entonces: en una oportunidad llevó de visita a la casa de sus padres, en Junín, a quienes eran compañeros de colegio. Entre quienes me nombró se encontraban Mario Firmenich, Fernando Abal Medina y Carlos Capuano Martinez, y otros cuyos nombres no recuerdo, quienes luego integrarían la banda Montoneros, y su padre le dijo que no los llevara nunca más porque bajaban gatitos de los árboles y los quemaban vivos. ¿Cuál versión será la verdadera?.
Cabe preguntarse ¿por qué se actúa con semejante arbitrariedad?. Pienso, desgraciadamente, que porque la guerra que sufrimos parecería no haber terminado, no obstante la opinión del Diputado Bielsa.
Como ha dicho Sebrelli, en la nota antes citada “El balance de la oposición en el mundo cultural, como en el resto de la sociedad, dejó pues mucho que desear. Pocos han hecho luego la autocrítica de su actuación en aquellos años y con la enorme capacidad de olvido de la sociedad argentina, pocos se acordaron de reclamarla. Algunos de los que habían sido demasiado condescendientes con el Proceso participaron luego en los gobiernos democráticos; alguien hasta integró la Conadep. Con la furia de los conversos, se contaron entre los mayores denunciadores del pasado”.
Entonces, en este tiempo en que todos recordamos a las víctimas del terrorismo de estado yo quiero, en honor a la verdad y a la justicia, desde este humilde lugar dar mi presente por algunas víctimas, todas ellas ignoradas, del terrorismo subversivo, tales como: José Ignacio Rucci, Secretario General de la C.G.T., por ese excelente juez que fue el Dr. Jorge V. Quiroga, por ese gran político que fue Arturo Mor Roig, fusilado por la espalda, por la niña María Cristina Viola, de tres años, cuya única culpa fue ser la hija de un capitán del ejército, el mismo al que perteneció el General Perón, por David Kraiselburd, Director del Diario ‘El Día’ de la Plata, por el niño Froilán Gonzalez de 6 años, secuestrado y muerto con un tiro en la nuca, por el profesor Carlos Alberto Saccheri, cuyas ideas no comparto pero sí reconozco, como decía Voltaire, su sagrado derecho a exponerlas, por el diputado radical Hipólito Acuña, por el dirigente gremial peronista Rogelio Coria, por el ejecutivo de Bunge y Born, Alberto Bosch, que murió en ocasión del secuestro del empresario Born, por el mayor Argentino del Valle Larrabure secuestrado, cruelmente torturado y que muriera heroicamente en una cárcel del pueblo de las bandas de delincuentes terroristas. Por dos soldados conscriptos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, cuyos nombres no recuerdo, pero ha quedado grabada en mi memoria sus muertes, cuando se intentó copar dos comisarías en enero y febrero de 1975 en Vicente López, lugar donde yo vivía por ese entonces. Estos nombres son sólo simbólicos pero incluyo en ellos a todos aquellos que fueron muertos por la guerrilla subversiva terrorista.
Es cierto que sin pasado no hay presente y sin presente no hay futuro, pero si contamos la historia contemos la real, la total y verídica, y no sesgada para venganza de algunos. Y si queremos justicia que sea para castigo de todos los violentos que impusieron el terror en nuestro país y para reconocimiento sin distinciones de todas las víctimas.
Lamentablemente no es lo que hoy sucede, donde parece que la historia que al menos mi generación vivió y sufrió es negada y hasta suprimida.
En nuestro país, el terrorismo subversivo existió y fue el antecedente del golpe militar del 24-3-76, que desencadenó un terrorismo peor, el de estado. Ambos, fueron corresponsables por miles de muertos y no resulta lógico que se mida a los componentes de uno y otro bando con una vara diferente, tal como a mi entender ocurre en el caso de Luis Abelardo Patti.
A la Justicia se la representa con los ojos vendados para que no discrimine al impartirla. No hagamos que la venda caiga y así se la direccione con sentido de revancha, tal como pareciera ocurrir en este caso, en que se ha mirado la situación del diputado electo con un solo ojo y casi ninguna imparcialidad.
Es hora de cerrar las heridas abiertas en nuestra sociedad, no de mantenerlas abiertas echándoles sal para hacer más patente el suplicio. Reconozcamos que fue terrible lo que aquí ocurrió, como también que hubo tres protagonistas en esa contienda: el terrorismo subversivo, el terrorismo de estado, y la enorme mayoría del pueblo que fuimos el jamón de ese sándwich y que sufrió a los otros dos por igual.
Como sostuvo Juan Pablo II “no hay paz sin justicia. No hay justicia sin perdón”. No habrá paz mientras la justicia no sea total, y a veces pareciera que a algunos no les interesa la paz .
Reconozcamos, finalmente, que si se sigue persiguiendo venganzas, nuestro país no tendrá futuro. |