Desde 1975 a 1990 el Líbano padeció una guerra interna, originada en los refugiados palestinos y sus conflictos, que casi destruyó el país.
Concluido ese terrible período, comenzó la reconstrucción y el Líbano de a poco volvió a ser un país moderno y rico, principalmente por su tradicional empuje comercial y gran afluencia turística.
Hace algunas semanas, como represalia a los ataques que sufrían en Gaza, palestinos del movimiento Hezbollah secuestraron a un soldado israelí (25 de junio). Ello dio lugar a ataques aéreos y de artillería a esa región palestina por parte de Israel, con numerosas víctimas, muchas de ellas civiles ajenos a la guerrilla.
El miércoles pasado, miembros de Hezbollah residentes en el sur del Líbano, secuestraron a otros dos soldados israelíes.
Israel inició entonces intensas operaciones militares destinadas a rescatar a los soldados desaparecidos y a destruir las bases de ese movimiento guerrillero existentes en el Líbano.
A tal fin, sus aviones bombardearon diversas partes del país, incluídos sectores de Beirut, su legendaria ciudad capital de más de 2 millones de habitantes. Así fueron destruidas varias centrales eléctricas, dejando diversos barrios sin esa energía y quedaron reducidos a escombros numerosos edificios de departamentos. Asimismo fue bombardeado los días miércoles 12 y domingo 16 de este mes, el importante aeropuerto de dicha capital, lo que motivó que fuera cerrado al tránsito aéreo.
También la marina de Israel atacó Beirut, apuntando a un suburbio mayoritariamente chiita situado a unos tres kilometros, en el que hasta hace poco vivían unas 500.000 personas.
Con esos motivos, miles de residentes huyeron de Beirut para refugiarse en las vecinas zonas montañosas, otros miles, extranjeros, aguardaban ayuda para poder salir del país (hay en el Líbano, entre otros, 25.000 norteamericanos, 20.000 franceses, 3500 familias británicas, 900 alemanes y 450 argentinos -la gran mayoría de estos últimos no quiere ser evacuada, esperemos que no sea porque prefieren soportar todo eso antes que volver a la Argentina).
Hezbollah respondió atacando con cohetes Katyusha (diseñado en Unión Soviética en 1941, que tienen un alcance de 30 km) y Fair (de construcción iraní y que llegan hasta 45 km de distancia) a la ciudad de Haifa, puerto importante, tercera ciudad de Israel en tamaño y segunda desde el punto de vista económico. Este ataque produjo la muerte de 8 personas.
Tras él la fuerza aérea israelita reinició sus incursiones de bombardeo sobre el sur del Líbano, como así el disparo de misiles. Estos bombardeos provocaron, por lo menos, 62 muertos, entre ellos una familia canadiense de 8 miembros, que habitaba en el pueblo de Aitrun, en el sur.
En la ciudad libanesa de Tiro los bombardeos de la fuerza aérea israelita ocasionaron 30 muertos; en tanto en la ciudad de Sidón, del mismo país, resultaron atacados campos petroleros y zonas pobladas.
El ataque aéreo a una carretera de la ciudad libanesa de Marwahin, produjo la muerte de 21 civiles (de los cuales 15 eran niños), que huían tras la orden de Israel de que la población fuera evacuada.
A su vez, Hezbollah realizó un ataque con cohetes contra la fragata lanza-misiles Saar-5, causándole importantes daños.
En Israel se ha calculado que llegan a 20 las personas muertas a raíz del conflicto.
Ayer domingo, a la noche, una serie de ataques de la aviación israelí, tuvo por blancos principales las ciudades de Trípoli y Baalbeck, dejando 15 muertos como principal resultado.
Desde el comienzo de la crisis, fuentes hospitalarias libanesas han constatado el fallecimiento en el Líbano de 180 personas, en su gran mayoría civiles.
La zona sur del Líbano, bastión principal del movimiento Hezbollah, fue donde se produjeron los mayores daños.
En esa región pocos eran los que se atrevían a salir a las calles. El edificio de 9 pisos, en el que el mencionado movimiento tenía su sede, quedó destruido casi por completo, al igual que la casa de su líder, Hassan Nasrallah. En las calles había profundos cráteres y los trozos de puentes se mezclaban con los restos de vehículos. Decenas de edificios fueron destruídos por los bombardeos, que desde hace varios días han sido ininterrumpidos.
La sede de la cadena de televisión Al Manar, un edificio de 10 pisos, fue destruida. Una avenida entera, bordeada por decenas de edificios, fue totalmente arrasada.
El hospital Sahel, que hace una semana era una lujosa clínica privada, tiene ahora todas sus ventanas rotas, por lo que los médicos se limitan a realizar "una primera atención" a los heridos, explicó una doctora. Según ella, "no es más seguro estar en un hospital que en cualquier otro sitio, porque los israelíes no respetan nada".
17 Julio 2006
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