Pablo J. DavoliCON MOTIVO DE HIROSHIMA Y NAGASAKI |
* INTRODUCCION: Con ocasión del 61º aniversario de los holocaustos nucleares perpetrados sobre la población de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, resulta oportuno repasar algunos datos históricos fundamentales referidos al conflicto armado entre los E.E.U.U. y el Japón durante la Segunda Guerra Mundial, los que -no obstante su importancia- son poco conocidos por el público en general. Dichos datos son necesarios a los efectos de elaborar una correcta interpretación de los dramáticos acontecimientos referidos y su exposición constituye una forma de honrar a la memoria de las personas inocentes que sucumbieron en ellos. * ¿QUIEN CAUSO EL CHOQUE ENTRE AMBOS PAISES?: En efecto, en fecha 15 de enero de 1.941, ciertos miembros del Council on Foreing Relations y del Gobierno estadounidense, reunidos en el marco del War and Peace Studies Proyect, culminaron la redacción definitiva del Memorando E-B26. Dicho memorando fue entregado a fines de enero por Leo Pasvolsky (miembro del Council on Foreing Relations y Asistente Especial del Secretario de Estado para la Planificación de la Posguerra) al Secretario de Estado Cordell Hull, convirtiéndose inmediatamente en política exterior oficial de los E.E.U.U. En virtud de dicho memorando se adoptaron las siguientes medidas: * Prestar asistencia militar a China en su lucha contra los invasores japoneses (lo que implicaba, por parte de E.E.U.U., tomar partido en un conflicto que, hasta ese momento, le era completamente ajeno). * Reforzar las defensas coloniales británicas en el sudeste asiático, enviando fuerzas aeronavales (lo que se hizo con el acuerdo de británicos y holandeses, y también importaba, por parte de E.E.U.U., tomar partido en un conflicto que, hasta ese momento, le era extraño). * Debilitar al imperio japonés, cortando sus líneas de abastecimiento de material bélico, impidiendo que se aprovisionara externamente de combustibles [1] y congelando la totalidad de los activos japoneses ubicados en los territorios estadounidense y británico. Como si todo esto fuera poco, se hizo llegar a la autoridades políticas y militares niponas, a través de agentes de inteligencia que respondían al multimillonario Rockefeller (miembro del Council on Foreign Relations), una serie de informes de inteligencia militar cuyos contenidos eran totalmente falsos y que indujeron deliberadamente al Mikado a extraer conclusiones erróneas. He aquí las verdaderas causas del ataque japonés a Pearl Harbor (complejo portuario y base militar en la isla de Oahu, del archipiélago de Hawai), del cual -dicho sea de paso- la inteligencia militar estadounidense tenía conocimiento desde hacía varias semanas. * ¿CUALES FUERON LOS MOTIVOS DE LA PROVOCACION? El objetivo primordial del Gobierno norteamericano consistía en derrotar total y definitivamente al III Reich. Para ello era necesario alinear al resto del mundo en contra de la Alemania nacional-socialista y reforzar a los países que ya estaban en guerra con ella (especialmente, el Reino Unido y la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas). Desde esta perspectiva, el Japón, a pesar de que no albergaba intenciones políticas ni militares que afectaran directamente los auténticos y legítimos intereses nacionales estadounidenses, se revelaba igualmente como un enemigo de importancia, ya que: * Había invadido las posesiones coloniales británicas en el sudeste asiático, debilitando aún más al ya alicaído imperio, cuya metrópoli persistía en la guerra que había declarado contra Alemania [2]. * Se manifestaba renuente a subordinarse al rol hegemónico mundial pretendido por los E.E.U.U. * Habida cuenta de la alianza que había celebrado con Alemania, constituía un potencial peligro para la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (ya que se temía que iniciara una invasión de dicho país desde su extremo oriental, mientras el mismo se batía contra los alemanes en su parte europea). * Amenazaba con ocupar territorios ubicados en el Sudeste asiático de gran importancia económica y estratégica, tanto para tiempos de paz como de guerra, por su abundancia de materias primas, como, por ejemplo, las Islas Filipinas, las Indias Orientales Británicas y la Malaya Británica. Por otra parte, el Presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt se enfrentaba a otro obstáculo para la consecución de su objetivo de eliminar a la Alemania nacional-socialista, a saber: el propio pueblo de su país, a cuyas espaldas se estaban tomando todas las indicadas medidas de provocación al Japón. En efecto, al igual que durante la Primera Guerra Mundial, el pueblo estadounidense se manifestaba fuertemente renuente a participar de una conflagración bélica que le era ajena. Y al igual que durante la Gran Guerra, se necesitaba de un casus belli que provocara un cambio en la opinión pública nacional y justificara el ingreso del país en la contienda. Ese fue el favor que, sin proponérselo, los japoneses le hicieron al Presidente Roosevelt con su ataque a Pearl Habor. Y esta fue la razón por la que, habiendo tenido conocimiento previo del ataque, las autoridades civiles y militares norteamericanas no hicieron absolutamente nada para evitarlo. Como era de suponer, el Presidente Roosevelt anunció al pueblo de los E.E.U.U. (y al mundo entero) que su país había sido atacado por sorpresa y sin ninguna causa, aprovechando para declarar la guerra al imperio japonés y, de paso (y aunque nada habían tenido que ver con el ataque producido), a Alemania e Italia. Finalmente, la dirigencia norteamericana había logrado su objetivo de entrar en los conflictos que venían teniendo lugar, entre diversos países, desde fines de 1.939, convirtiéndola definitivamente -ahora sí- en una única guerra de alcances mundiales. Durante el conflicto, el gobierno de los E.E.U.U. dispuso la internación en campos de concentración de los habitantes y ciudadanos de origen japonés, en calidad de prisioneros de guerra (vale decir que se aplicó un criterio de distinción racial, pese a que se decía combatir la implementación de tales parámetros por parte del nacional-socialismo). * EN CUANTO A LOS ATAQUES NUCLEARES: Luego, hacia al final de la titánica contienda, se produjeron los devastadores ataques nucleares que por estos días recordamos. [3] Al respecto, cabe puntualizar que las terribles detonaciones tampoco tuvieron ninguna justificación válida. Ello es así porque, por un lado, ya se conocía en Norteamérica la voluntad del Imperio del Japón de negociar la paz (incluso el United States Strategic Bombing Survey indica que, en el caso de que no se acordara el cese del fuego, el Japón se hubiese rendido antes de que finalizara el año 1.945). Por otra parte, es falaz el argumento según el cual los E.E.U.U. necesitaban hacer una demostración de fuerza frente a la Unión Soviética, ya que, no obstante haber resultado vencedora, sus tropas y su industria se encontraban exhaustas, mientras que su instrumento militar había sido severamente menoscabado (no es exagerado afirmar que la U.R.S.S. sobrevivió a la invasión alemana gracias a la gigantesca ayuda militar y económica prestada por el gobierno de los E.E.U.U., con el desconocimiento de su propio pueblo, ya desde antes de ingresar formalmente en la guerra; tal como venía haciéndolo en favor del imperio británico). Además, los E.E.U.U. eran en aquel momento la única potencia nuclear del mundo (y lo fueron hasta 1.959). Con lo que, menester es reiterarlo, no existe justificación válida alguna para los arteros ataques atómicos cuya perpetración conmemoramos una vez más en estos días. No obstante ello, jamás se juzgó a nadie por tan infames crímenes... Sea la difusión de las verdades apuntadas, que son tan poco conocidas por el gran público no obstante su enorme relevancia, nuestro respetuoso homenaje a la gran nación japonesa y sus víctimas. Notas [1] Dicho aprovisionamiento resultaba indispensable para que el Japón mantuviera su esfuerzo bélico. Para impedirlo, el gobierno de los E.E.U.U., junto con el del Reino Unido, decretaron un embargo sobre el Japón; primero, relativo al petróleo, y luego, total. [2] El Reino Unido había declarado la guerra a Alemania con motivo de la invasión germana a Polonia, la que también fue, en gran medida, inducida por la política exterior británica, que obstaculizó hábilmente un entendimiento entre alemanes y polacos. Ello, no obstante las casi constantes declaraciones oficiales del gobierno alemán en pos de la paz entre alemanes y británicos, las que fueron sistemáticamente desatendidas o rechazadas, pese a que, una vez iniciado el conflicto, fueron acompañadas con gestos concretos, e incluso, en algunos casos, harto elocuentes (verbigracia: cuando la derrota de Francia, la orden que el Gobierno germano dio a sus tropas de no atacar a los contingentes ingleses que escapaban desesperadamente por Dunquerque). [3] Es dato muy curioso y, sin embargo, poco conocido que, con el ataque a Nagasaki, se destruyó el mayor centro de población cristiana del Japón. |
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