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Roberto Subirana

¿USTED ES ANTISEMITA?

El (des)calificativo de antisemita ciertamente no es nuevo. Pero no es menos cierto que, en los últimos tiempos, lo he estado leyendo-escuchando con harta frecuencia.

Como sucede con tantos adjetivos en esta vida, tengo la impresión de que son inmensa mayoría los que los usan con suma liberalidad, con profusa abundancia… pero muy pocos los que conocen su real significado y su aplicación correcta.

CONOCER PARA APLICAR

Claro que con efectos menos estruendosos, se podría decir que el uso liberal, indiscriminado y a la ligera de algo -un adjetivo descalificativo, en este caso- es parecido al uso, en las mismas condiciones de ignorancia o de conocimiento imperfecto, de una granada de mano. Se corre el riesgo de que el artefacto termine perjudicando a quien lo manipula sin el indispensable conocimiento, que se vuelva en su contra.

Un lógico punto de partida es el de comenzar por definir y diferenciar los términos. De esa forma podremos tener clara noción acerca de lo que estemos hablando.

HEBREO: Dícese del individuo de un pueblo semita que conquistó y habitó Palestina [i] y que también se llama israelita y judío. El hebreo se asume como descendiente de las primigenias doce tribus que conformaban el pueblo de Israel que reconoce como patriarcas (término que significa "padre del linaje") a Abraham, Isaac y a Jacob.

ISRAELITA o ISRAELI: Vale la definición anterior. También compete la categoría de israelí a quienes hoy habitan el Estado de Israel.

JUDIO: Originariamente nombre que se aplicaba a los nacidos en la región de Judea / El que profesa ese credo religioso (la Ley de Moisés). Como sucede con otros credos, puede ser más o menos ortodoxo, más o menos practicante. En general, sin un profundo rigor científico, suele distinguirse -como posiciones sino opuestas al menos discrepantes- entre ortodoxos y progresistas (o progres). El término se aplica habitualmente a los hebreos y a los israelitas aunque no es estrictamente exacto como surge de lo señalado en los dos puntos anteriores.

SIONISTA: Es quien ha abrazado y sostiene la teoría, filosofía de acción e ideología enunciada por Teodoro Herzl (1860-1904), aproximadamente hacia 1880. Constituye una posición rígida, intolerante, violenta, discriminatoria propia de un fascismo político-racial; teoría obviamente no exenta de un profundo interés económico.

Como surge de las definiciones precedentes -aceptadas por la Academia de la Lengua- el pueblo hebreo, siglos antes del nacimiento de Jesucristo, conquistó Palestina. El término conquista, en este caso, implica invasión y ocupación contra la voluntad de la población existente en ese momento, que es lo que hicieron los hebreos, provenientes de otras regiones, por la fuerza de las armas, dividiéndola en dos reinos: el de Judea y el de Israel [ii]. A partir de la creación del Estado de Israel, resulta apropiado aplicar el término israelí a quienes son naturales o han adoptado la nacionalidad o ciudadanía de ese país. La inmensa mayoría de israelíes profesan la religión judía, aunque no todos con el mismo grado de ortodoxia o ajuste a los preceptos; también, existen grupos minoritarios que profesan otros credos religiosos o directamente ninguno.

El sionista, si bien profesa la religión judía, lo hace bajo la óptica de la filosofía instalada por Herzl, lo que generalmente pone en evidencia un considerable criterio de intolerancia y, consecuentemente, de exclusión y de discriminación [iii].

En consecuencia, debemos cuidar de no confundir entre sí los conceptos de israelí, judío, sionista o semita. Por lo mismo que hay projudíos (o prosionistas o proisraelíes) que no profesan la religión judía hay judíos que son abiertamente antisionistas.   

Así, tengamos muy presentes las precedentes definiciones a efectos de poder utilizarlas con la debida propiedad, al igual que sus contra partidas, los "anti".

DEL EJERCICIO ILEGAL DEL IDIOMA

El correcto uso del idioma es fundamental para la clara comunicación entre seres humanos, para la positiva interrelación, sin que ello afecte la libertad de pensamiento y de expresión de cada cual.

Podemos aceptar que el mal uso de un término, de una expresión, tenga su origen en la ignorancia, en la falta de un conocimiento y/o educación formal. Pero, cuando este supuesto no se da, cuando la persona que hace un erróneo uso de términos, expresiones o adjetivos posee un notable nivel intelectual, una educación formal por encima del medio elemental, ese mal uso de las expresiones o términos puede implicar una deliberada y dolosa intención de distorsionar, de confundir, de engañar. Esto sería lo que podría considerarse un uso ilegítimo del idioma.

¿ERROR O DOLO?

Para tomar un ejemplo reciente, estimo no equivocarme (mi experiencia personal dice que no lo estoy) si digo que automáticamente se le aplica el calificativo de antisemita a todo quien asumía la defensa del derecho de los palestinos a tener su propio Estado independiente, formal y oficialmente reconocido por todas las naciones del mundo, con la superficie territorial que le corresponde según la decisión de la ONU al fijar los límites que debía tener al momento de su nacimiento oficial el Estado de Israel.

Palestina antiguamente, cuando era conocida como tierra de los filisteos, estaba delimitada por los montes Líbano y Antilíbano, al norte; el desierto de Siria, al este; el istmo de la península del Sinaí, al sudoeste y por el mar Mediterráneo, al oeste. Obviamente, el colonialismo europeo, los intereses "modernos" -no necesaria ni exclusivamente políticos- marcaron fronteras muy diferentes. Originariamente fue habitada por filisteos y cananeos (ambos ancestros de los actuales palestinos), jebuseos, amalecitas, quenitas y arabas (árabes) entre otras etnias.

Vuelvo a recurrir a la Real Academia Española, la que define a SEMITA como cada uno de los pueblos que, según la tradición, desciende de Sem, el hijo mayor de Noé. Entre los pueblos semitas hallamos a los acadios, hebreos, cananeos, árabes y fenicios.

¿Cómo se puede, entonces, calificar de antisemita a quien simpatiza y/o defiende los derechos de un pueblo de origen semita frente a las  actitudes, cuando menos, abusivas de otro pueblo también de origen semita? ¿Será que se aplica aquello de que todos somos iguales, pero hay algunos más iguales que otros? ¿Habrá algunos que son más (y/o mejores) semitas que otros? ¿O nos estaremos enfrentando con una filosofía que se autoadjudica la calidad de semita, negándosela arbitrariamente a otros?

No me considero un profundo versado en antropología pero las definiciones que expongo precedentemente surgen de cualquier versión o edición del diccionario de la Real Academia Española… y no conozco que nadie haya planteado una formal objeción a las mismas. Por lo tanto, hasta que esto suceda, seguiré ciñéndome a tales definiciones.

Lo que, sin dudas, me gustaría mucho es que aquellos que hacen un uso tan abundante como libérrimo del término antisemita expliquen cuál es, a su criterio, el fundamento de la descalificadora calificación.

LOS REPRESENTANTES DE LA COMUNIDAD

La senadora nacional, Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, en su calidad de esposa del presidente de la Nación, integró la comitiva oficial de nuestro país que, en el pasado mes de septiembre, viajó a Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica.

Entre los compromisos de su agenda se halló un encuentro con representantes de la comunidad judía de esa ciudad. Estaban presentes dirigentes de la Antidifamation League (Liga Antidifamación), de la asociación B'nai Brith, del Congreso Mundial Judío, del Comité Judío Americano y del Congreso Judío Americano. El encuentro se inició con un ambiente muy tenso y terminó… un poco menos tenso.

Los dirigentes de la comunidad judía newyorkina expresaron su preocupación por "la aparición de episodios antisemitas" y -haciéndose eco de la posición de sus pares argentinos- por "la falta de condena del Gobierno a esos actos". También sostuvieron que "No podemos entender cómo su país (la Argentina) apoya a Chávez (en clara referencia a la pretensión venezolana de formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU). También hicieron oír su reclamo por la "falta de resultados en la investigación del atentado a la AMIA".

ANÁLISIS… CON MUCHOS INTERROGANTES

Calificar de "episodios antisemitas" a unas pocas y precarias pintadas con aerosol o, tal vez, a la payasesca actitud de los integrantes del grupo Quebracho -que, seriamente, no pueden ser considerados más que representantes de sí mismos- es un despropósito lógico o la traducción de una supina ignorancia política… o una aviesa (aunque bastante torpe) intención de capitalizar en beneficio propio cualquier cosa que aparezca en el horizonte, dándole la debida interpretación. Cabría advertirle al presidente Néstor Carlos Kirchner, Eduardo Duhalde, Carlos Saúl Menem y, en general, a todos los políticos con cargos electivos que se encuentran, todos, ante evidentes "episodios anti…" porque, nadie me lo ha contado sino que yo mismo los he visto. Me refiero a anónimos y desperdigados graffittis que acusan: a Kirchner de "vendido al FMI", a Menem de "corrupto vendepatria" y a Duhalde de "asesino narco". En cuanto a los políticos electos, el graffiti en cuestión expresa (y me disculpo por los términos, pero me veo obligado a ser estrictamente literal en beneficio del mensaje): "En la próxima elección votemos a las putas… porque, por votar a sus hijos, estamos como estamos".

Asimismo, no deben confundirse las escasísimas actitudes individuales, propias de la ignorancia y la incultura con la existencia de un mayoritario racismo intolerante. Los porteñismos tales como tano, gallego, ruso, yorugua o charrúa, chilote, paragua, brasuca o bolita, además de tener sus equivalentes en los respectivos países, no pueden ser tomados como expresiones de xenofobia subyacente en el grueso de la sociedad ya que, precisamente nacieron en las épocas en que nuestro país abrió sus puertas a inmigrantes de esos orígenes. Tampoco pueden ser asignadas a una real y concreta xenofobia las expresiones de negro, o que se impute jocosamente a los tucumanos su afección por el robo, a los santiagueños su condición de vagos, dormilones, o a los entrerrianos o correntinos tener su aparato digestivo de color verde por la ingesta de yerba mate, etc.

Además, en la época más dura -anterior y durante el último gobierno de facto-, cuando se producía un atentado con explosivos, siempre sostuve que lo único cierto era el hecho de que había sido colocado un artefacto explosivo y que éste había estallado. De ninguna manera se podía determinar a priori la autoría del hecho. ¿La habían puesto los de un extremo para perjudicar a los del otro extremo? ¿La habían colocado los mismos supuestamente afectados para convencer a los demás de su condición de víctimas? ¿La había puesto un tercero para incitar a la pelea (y a la respectiva secuela de destrucción) a los dos extremos… beneficiándose el tercero con la distracción y los daños que las otras dos partes se inflingiesen mutuamente?

En este caso, la sospecha no es demasiado diferente. Sólo sabemos que aparecieron unas pocas y rudimentarias pintadas… pero no sabemos ni quién ni con qué fin las hizo. Por lo mismo, porque representan algo demasiado minúsculo, no era de esperar que figuras de primera línea del Gobierno se ocupasen especialmente del tema. Mucha más organización trasuntan los afiches que, periódicamente, suelen tapizar muchísimas más paredes de Buenos Aires… y hallar a los responsables sería sensiblemente más sencillo ubicar a los autores: son los que, según la ocasión, se burlan del club y de los simpatizantes de Boca o de River. Y nadie se asombra porque el presidente Kirchner (confeso simpatizante de Racing) no salga al balcón de la Casa de Gobierno a condenar tales afiches.

La senadora nacional Cristina Elizbeth Fernández de Kirchner me merece respeto, aunque no simpatía. No obstante, en esa oportunidad estaba representando a nuestro país. El matrimonio Kirchner no se destaca por su sensibilidad para la diplomacia. Sin embargo, debemos admitir que, aunque poco diplomática, la senadora fue contundente responder al cuestionamiento del apoyo argentino al deseo venezolano de integrar el Consejo de Seguridad de la ONU: "Nadie le elige los amigos a la Argentina". Obviamente, más diplomático fue nuestro ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana quien explicó el apoyo en virtud de la histórica amistad entre nuestro país y Venezuela, la ayuda venezolana tras la crisis argentina de 2001 y su reciente ingreso al MERCOSUR. Y omitió mencionar -tal vez por su sensibilidad diplomática- la posición de Venezuela durante el conflicto, en 1982, por las islas Malvinas. Posiblemente lo haya hecho para no poner en una incómoda posición a los representantes de la comunidad judía de Nueva York que, en aquella ocasión y hasta donde sé, mantuvieron un prudente silencio. Quizás para no desentonar con el silencio del Estado de Israel [iv]. El saber popular advierte claramente la inconveniencia de tirar piedras a la casa del vecino cuando uno vive en una casa de cristal.

Por último, los antedichos representantes de la comunidad judía cuestionaron la falta de resultados en la investigación del atentado a la AMIA. Es posible que esos dirigentes no estén muy actualizados en torno a las noticias provenientes de la Argentina. Parece que no están enterados de que el juez federal Ariel Lijo, a cargo de la causa, acababa de disponer el procesamiento del ex juez Juan José Galeano, del ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy… y del ex titular de la DAIA, Rubén Beraja, acusándolos de haber trabado la investigación, adulterado y/u ocultado evidencias o fabricado evidencias falsas y sobornado a detenidos para que levantasen falsas acusaciones. Tampoco parecen advertir que, de las comprobaciones irrebatibles de todos los peritos, surge que el hecho (al igual que el de la Embajada) no ocurrió como se dijo en la versión oficial y que fueron las propias autoridades de la DAIA y de la AMIA de aquel momento que presionaron para que no se difundiera la verdad y, en cambio, se aceptase como buena una ficción inventada no se sabe exactamente con qué finalidad. Y, menos aún, que los gobiernos de Israel y de Norteamericano se negaron de plano a suministrar información sobre las conclusiones extraídas de las investigaciones realizadas por sus propias agencias oficiales (Mossad, CIA y FBI) como a permitir que los que las llevaron a cabo se presentasen a declarar ante la Justicia argentina. Debe recordarse que, en ambos casos, desde el mismo momento del hecho, la Argentina autorizó, sin ningún tipo de limitaciones o restricciones, que comisiones de la Mossad, de la CIA y de la FBI llevasen a cabo, con total apoyo y asistencia local, de sus propias investigaciones, habilitándoles el acceso a toda la información obtenida por los organismos locales (Policía Federal, Gendarmería Nacional, SIDE, etc.).

No obstante ni los dirigentes judíos locales ni los norteamericanos han cesado en sus acusaciones contra iraníes y sirios… aun cuando en el expediente judicial, tras seis años de investigación de cuanta pista, indicio o simple sospecha pueda existir, quedó fehacientemente comprobado que dichas imputaciones son totalmente falsas y carentes de fundamentos.   

AMOS O ESCLAVOS DE LAS PALABRAS

En esa misma reunión, Dan Mariaschin, representante de la B'nai Brith sostuvo que "Cada vez que se trata de demonizar o descalificar a Israel, nosotros consideramos esos actos como ejemplos de antisemitismo".

Quizás todo lo expuesto hasta este punto encuentre explicación -ya que no justificación- en las palabras de Dan Mariaschin.

Las manifestaciones, traducidas en declaraciones, marchas, cartas de lectores, etc., que se produjeron en nuestro país, especialmente en relación con el conflicto con el Líbano, se refirieron a las decisiones adoptadas por las autoridades del Estado de Israel y no a los israelíes ni, mucho menos, a quienes profesan la religión judía. En consecuencia, las prevenciones expresadas por Mariaschin acerca de quienes "demonizan o descalifican a Israel" resultan infundadas. Ni se demonizó ni se descalificó a Israel como nación. Se cuestionó, se criticó y se repudió la decisión de sus dirigentes políticos, decisiones que, por otra parte, también han sido duramente objetadas por no pocos israelíes-judíos, incluyendo a miembros de su actual Gabinete.

En realidad, si algo fue demonizado o descalificado fue la continuidad del criterio sionista, del que aplicaron (y parece seguir vigente) organizaciones como Haganah (y su grupo de combate Palmach), Irgun o la Banda Stern, el criterio y la metodología que -hacia fines de los '40 y principios de los '50- conformaron el Plan Dalat (o Plan D) y se utilizaron en aldeas como las de Haifa, Jaffa, Tireb y Yazur, en las de Sheik, Sa´sa, Deir Yassim, Kolonia, Qibya, Khan Yunis y tantas otras [v]. Y tal parece que quienes hicieron (hicimos) eso no estaban demasiado equivocados; voces coincidentes se han levantado y siguen oyéndose en el propio corazón del Estado de Israel, en boca de quienes difícilmente puedan merecer el calificativo de antisemitas.

Objetivamente tengo la sospecha que el señor Mariaschin ha quedado preso de palabras que hubiera sido preferible que callase ya que, de sus expresiones, parecería desprenderse la intolerante posición de que cualquier palabra, cualquier actitud o gesto que luzca como una aproximación a cuestionar la metodología sionista -que no es la de Israel como nación, ni la de los israelíes, judíos o no, como sociedad- serán metidos dentro de una misma bolsa y descalificados como antisemitas, lo cual, como he demostrado más arriba es, al menos etimológicamente, una rotunda contradicción. Por otra parte, la posición expresada por Mariaschin luce como una prohibición a disentir con la óptica y decisiones del primer ministro israelí, Ehud Olmert… algo que, como expresé más arriba, parecen no aceptar ni siquiera otros integrantes del mismo Gabinete del citado premier.

PARA FINALIZAR…

… estimo que lo más prudente que podría hacer la dirigencia de las entidades supuestamente representantes de la comunidad judía, nacional o internacional, es, en primer lugar, dirimir sus disensiones internas. Y, en orden a este tema, dejar de utilizar a su propia comunidad como escudo y justificación de lo que, en el fondo, no es más que una lucha de poderes e intereses.

Acto seguido, deberían abandonar definitivamente el ya poco o nada creíble papel de víctimas perseguidas, en especial porque se contradice con sus actitudes y las de los dirigentes del Estado de Israel, más cercano a un estado militarista como el que dominaba al Japón, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial que a la democracia efectiva que declarar sustentar.

En este aspecto sería prudente que prestasen atención a las manifestaciones y advertencias de algunos de sus antiguos dirigentes que, aun desde su posición de tales o luego de haber tomado distancia de sus actividades, advirtieron el peligro de continuar adheridos a la errónea y peligrosa filosofía sionista que, aun habiéndole dados ilusorios triunfos bélicos y la indebida apropiación de territorios ajenos, terminará llevándolos a una degradación sino a la autodestrucción.

Por último, sería positivo desechar el perverso juego de inducción al terror fabulando situaciones y hasta campañas de discriminación y de agresión donde solamente hay trasnochados nostálgicos que no convencen a nadie ni, menos aun, logran sumar adeptos.

Al margen y sólo como sugerencia a título personal, me permito señalarles la conveniencia de buscar, si lo consideran necesario, algún otro calificativo ya que, como estimo haberlo dejado aclarado, el de antisemita no solamente está totalmente desvalorizado sino que constituye una aberración idiomática poco digna de una comunidad que ha dado tantos intelectos brillantes al mundo.

¡Hasta la próxima, semejante,… y gracias por su paciencia!

Buenos Aires, octubre 14 de 2006.-



[i]   Originariamente Palestina comprendía las regiones de Galilea, Samaria, Judea, Moab y Amón.
 
[ii]   Dichos reinos fueron conquistados por los romanos (63 AC), por Persia (actual Irán, 614) y por los musulmanes (636). En 1517 el territorio fue ocupado por el imperio otomano (actual Turquía). Tras la derrota de Turquía, en la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de las Naciones (actual Organización de Naciones Unidas-ONU) la colocó -a espaldas de los intereses de sus habitantes- bajo la administración de Gran Bretaña.
 
[iii]   Es frecuente, en un ámbito coloquial que un budista, por ejemplo, se refiera a los creyentes de otras confesiones como cristianos, católicos, islamitas o musulmanes o judíos. El judío -en especial el adscripto al sionismo- se refiere a los practicantes de otros credos simplemente como goims (no judíos), prácticamente dividiendo al universo de las creencias religiosas en dos: nosotros (judíos) y los demás (goims). Es más: cualquier persona, argentina o extranjera, puede ingresar circular y/o permanecer en un cementerio corriente sin ningún requisito confesional pero, si uno, por el motivo que sea, debe ingresar en algún cementerio exclusivo de la colectividad judía (Ciudadela, Tablada, etc.), es obligado a colocarse el gorro ceremonial del credo judío, sin importar la creencia que profese el visitante. Esto me ha llevado, en diversas ocasiones, a preguntarme si son discriminados o discriminadores.
 
[iv]   Es posible que ni la comunidad judía newyorkina ni el Estado de Israel se sintiesen muy alentados a cuestionar la actitud de Norteamérica al deshonrar su condición de miembro activo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que lo obliga a acudir en defensa de un país americano ante una agresión extranjera.
 
[v]  Un detalle más amplio y completo se puede encontrar en el trabajo "Israel, Palestina y el mundo", del 23/08/06. Quienes deseen obtenerlo sólo tendrán que solicitarlo mediante el envío de un e-mail.

Fuente
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